El timbre suena con bastante insistencia, pero estoy demasiado cansado para abrir. No me apetece que sea Anabel y se ponga a organizar mi futuro. El viaje a Hollywood...

Me muerdo el labio. He dicho que sí, porque es mi sueño y quiero hacerlo, pero hay tantas cosas... Mis padres, mi hermana, mis amigos, ella...

Resoplo con fuerza y abro la puerta de golpe. Mis ojos se abren como platos, no la esperaba a ella. Rebeca trata de sujetar todas las carpetas que lleva con una tímida sonrisa.

—¿Qué haces aquí? —Es lo único que se me ocurre preguntar. Para darme golpes.

—Creía que ya lo habíamos arreglado. ¿Estamos bien, no?

—Sí, claro, pasa —balbuceo. ¿Qué me pasa?

Le dejo espacio y entra. Se dirige a la mesa del salón, donde deja todas las cosas y se vuelve para mirarme, con las manos en las caderas.

—Estoy agotada. —Se sienta en el sofá y se acomoda—. ¿Sabes lo estresante que es organizar un evento de este tamaño?

—Puedo imaginármelo —Me siento a su lado—, pero tú tranquila, que todo saldrá bien.

Asiente y apoya su barbilla en mi hombro. Me quedo quieto, porque eso es lo que necesita ahora mismo: alguien que la apoye en todo. Pero entonces, lo suelta:

—Quiero hablar con Dani y Blas, y arreglar esto de una vez por todas.

Me separo de ella y la miro con extrañeza. Ella fue la primera que no quería saber nada de esos dos. ¿Qué le ha pasado?

Me mira con un toque de culpabilidad en los ojos. No, esa carita no...

—Sé lo que piensas. Me hicieron mucho daño, cada uno a su manera, pero... no quiero vivir con odio en mi interior... Ha pasado mucho tiempo y no quiero seguir con esa espina clavada.

—¿Y cuándo vas a hablar con ellos?

—La verdad es que preferiría que fuera pronto, antes de la YoutubeCome. Quiero que todo esté arreglado para entonces.

Me mira mientras dice eso, pestañeando. Veo venir que voy a acabar mal yo.