La verdad es que no tengo ni idea de por qué me mandan a estos sitios, pero en fin... Mi mánager es el que ha estudiado y sabe cómo hacerme reconocido. Y eso que cuando estaba en Amelie, yo solo era la guitarra.

Doblo una esquina y me choco con alguien. Llevo una semana de chocarme con todo el mundo... Levanto la cabeza y me quedo mirando a la chica pelirroja frente a mí. Sinceramente, parece más concentrada en sus carpetas que en mí, pero es preciosa. Sé que no tiene nada que ver, solo quería decirlo.

—Disculpa, no te había visto.

Al fin levanta la mirada. Tiene los ojos verdes claros. Me sonríe un poco y suspira.

—Yo tampoco, iba distraída. Ahora lo siento, pero tengo mucha prisa.

Pasa a mi lado y sale corriendo. No creo haberla asustado, tendrá prisa de verdad.

Una vez he estado un rato con un tal Carlos revisando papeles, salgo fuera. Me quedo quieto al ver entrar al chico moreno de barba: ¿Álvaro? Espero que no, porque Rebeca no parecía muy feliz al vernos juntos. Y además, se nota que Álvaro siente cosas por ella, no quiero inmiscuirme.

Entonces, vuelvo a ver a la chica pelirroja. Se acerca con sus carpetas a Álvaro, lo coge del brazo con fuerza y lo arrastra con ella. ¿Serán novios? No, parece más bien su mánager, por cómo hablan y la cara de aburrimiento que tiene él. No lo entiendo, con lo guapa que es, ¿cómo se aburre? Yo estaría encantado de que ella me mirara. No hablar de que verla enfadada.

—Oye... —El rubio me despierta de mis ensoñaciones, tocando mi espalda con su dedo.

—¿Sí? —Me giro para mirarlo.

—¿Tienes pensado moverte de la puerta? Quiero salir.

Parece apresurado, saltando de un pie a otro, así que lo dejo pasar. Veo como Carlos habla un minuto con Álvaro, este último asiente a algo y ambos entran en una sala. Creo que es uno de los camerinos. Algo raro, si se puede decir así.