Capítulo 11-Carlos
Se miran, asustados. Tras un minuto de estupefacción, Rebeca me mira a mí. Tiene los ojos rojos.
—¿Estás bien?
Me dan ganas de darme golpes en la cara. Menuda pregunta estúpida acabo de hacer.
Señala a Blas, sorbiéndose los mocos.
—Acabo de discutir con mi mejor amigo por esto. Y ahora apareces tú.
—¿Os conocéis? —Otra pregunta estúpida por mi parte.
—Es mi ex-novia —masculla Blas.
—¿Es... el chico que te ha dejado traumada de por vida?
Rebeca asiente, sin atreverse a mirar a mi ídolo a los ojos.
—Blas, márchate. —Le ordena con voz quebrada.
—Voy a estar en el festival. Tengo todo el derecho a estar aquí.
—Pues yo soy la organizadora. Voy a estar aquí si me da la gana. Lárgate.
De mala gana, se levanta y se va, pegando un portazo. Una lástima que se acabe el drama, me encantan las telenovelas de la vida real.
—¿Qué te ha pasado antes de llegar aquí?
—Hay un chico... Dani, al que conocí en una fiesta. Cometí muchos errores y me lo hicieron pagar. Hoy me lo he encontrado hablando con mi mejor amigo, tan felices los dos. Hemos discutido y ha dicho que yo tuve toda la culpa.
—Sería por el calentón de la pelea.
—No sé. Solo sé que no quiero perderlo a él también. Si no hubiera sido por él, probablemente habría cometido alguna locura, él me mantuvo en tierra.
Nunca se me ha dado demasiado bien consolar a alguien. Rebeca parece una gran chica y no merece esto. Acaricio su hombro mientras pienso en cómo decir algo sin parecer un pervertido.
—¿Quieres venir a mi casa hasta que te calmes? Este edificio va a cerrar dentro de poco.
—Está bien. Tampoco tengo a donde ir, mis padres están de viaje y me estaba quedando en casa de mi amigo.
El camino a casa transcurre en silencio. Sé que no debería revelar dónde vivo a alguien que he conocido hoy, pero parece tan dulce... No quiero que nadie le haga daño.
Abro la puerta y enciendo las luces. Apenas acabo de dejar las llaves cuando alguien sale del pasillo.
—¡Adivina quién ha venido a pasar la noche! —Salta con alegría.
La cara de Alba va cambiando de expresión conforme ve a Rebeca. Ella sonríe, ya me he enterado de que le encanta el grupo. En cambio, la pelirrosa tiene cara de haberla pateado con fuerza.
—No sabía que tenías compañía. —Se muerde el labio.
Antes de poder responder, ya ha salido por la puerta. Rebeca traga saliva.
—Al final va a resultar que todo es siempre mi culpa.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top