❁ Capítulo 40: Final

Hay muchas cosas en la vida que no puedes explicar con palabras y una de ellas es, probablemente, lo que sientes cuando estás frente a la personita que no solo se convertirá en tu mundo entero, también en tu maestro... un maestro que te enseñará de la manera más bella el amor incondicional.”


YugYeom

— Tú, puedes, cariño... — lo animaba, mientras que JungKook solo lloraba y negaba con la cabeza. — ¡Vamos, bebé, hazlo por Jeongin!

— V-vete a la mierda... — me dijo entre dientes, mientras el doctor le incitaba a seguir pujando.

Yo solo sonreí. JungKook no iba a cambiar, pero tampoco buscaba a alguien diferente. Él era perfecto tal y como era, al igual que lo fue... ella.

— ¡Es un niña! — anunció el doctor. JungKook dejó caer la cabeza hacia atrás y me miró, sonriendo con una clara expresión de cansancio.

— C-creo que debes ir b-buscando otro nombre. — se rio y luego sostuvo a nuestra pequeña.

JungKook y yo no habíamos hablado mucho sobre los nombres para el bebé, ni siquiera sabíamos su sexo, pues habíamos acordado que sería sorpresa. Sin embargo nuestras madres estaban convencidas de que sería un niño, por lo que le pedí, casi supliqué de rodillas que le colocaramos Jeongin, a lo que él aceptó con ciertas condiciones. Yo no podía estar más que feliz, pues ya teníamos el nombre perfecto para nuestro hijo y lo único que ansiábamos era su llegada.

— E-es preciosa. — JungKook no lloró, solo la observó con total admiración y amor, hasta que una de las enfermeras procedió con los exámenes de rutina, llevándose a nuestra hija para el proceso.

Yo no había dicho nada hasta el momento, pues realmente no tenía palabras, ella... ella era maravillosa, era perfecta y desde que la vi en los brazos del doctor, antes de que pasara a brazos de JungKook, mi amor se materializó. Desde que estuvo en el vientre de JungKook jure amarla y protegerla, pero solo cuando la vi por primera vez mi amor se hizo "realidad".

JungKook estaba demasiado cansado, tanto que se quedó dormido pocos minutos después de que lo instalaron en una camilla para que descansara. Me quedé a su lado, esperando pacientemente a que trajeran a nuestra hija y velando el sueño de la persona que se había encargado de darme el mejor regalo del mundo: ser padre.

Antes de conocer de la existencia de mi hija me la había pasado siendo un adolescente en el cuerpo de un casi adulto, creía que todo en la vida era difícil por el simple hecho de estar en mi último año de la universidad, pero de lo que en realidad me di cuenta es que no había nada más difícil que el darse cuenta que ahora no eras solo tú, sino que tenías a cargo a un pequeño ser humano y que todo lo que hicieras se vería reflejado en él. Realmente fui un niño, un completo niño que ahora se tenía que convertir en un adulto por el bien de su hija, y a decir verdad, no tenía ningún problema, siempre y cuando pudiera ver el pequeño rostro de mi bebé.

— Ya llegó la bebé. — una voz cantarina me sacó de mis pensamientos y despertó, como por arte de magia, a JungKook. Una enfermera venía con nuestra hija en brazos. — Es una niña preciosa, casi no llora y eso es mucho viniendo de una bebé recién nacida.

Ayude a JungKook a sentarse en la camilla o al menos a intentarlo antes de que recibiera a nuestra hija. La enfermera nos pidió que le colocáramos un nombre lo antes posible, pues necesitaban identificarla y registrarla, luego de eso nos dejó con nuestra pequeña.

— No sé c-cómo pude siquiera pensar en darla en adopción. — susurró JungKook, viendo a la pequeña bolita de amor que tenía en sus brazos. Y a decir verdad, yo tampoco sé cómo pude estar a punto de ignorar su existencia.— No pienso dejarla ir.

Rodeé a JungKook, tratando de encontrar un poco de espacio en la camilla para sentarme, espacio que JungKook me cedió.

— Ya que es niña, te dejo el asunto a ti, cariño. — le sonreí a JungKook, este me miró y sonrió por igual, acercándose para dejar un corto beso en mis labios.

Habíamos prometido que si era niño el nombre lo iba a colocar yo, pero si era niña la responsabilidad caía encima de él, así que pensaba respetar nuestro acuerdo.

— Y-yo estuve pensando mucho... — empezó. — y creo que JungHye es un bonito nombre.

— JungHye... — susurré, viendo a la bebé removerse entre los brazos de JungKook. — Es perfecto, al igual que ella.

JungKook me sonrió, para luego dedicarle toda su atención a nuestra hija; JungHye. Nuestra... hasta sonaba irreal cuando lo decía.

Definitivamente todo lo que estaba viviendo se sentía tan irreal, pero a la vez tan correcto.

[❁]

HoSeok

— Es tu turno... — la patada que TaeHyung me tiró no fue nada leve y el golpe que me di contra el piso tampoco lo fue.

Mi esposo se estiró en toda la cama, abarcando mi espacio y evitando que pudiera regresar a la comodidad de esta.

— También lo fue hace media hora. — dije entre dientes, emprendiendo camino hacia la habitación de HyungSeok, pero antes de salir un almohadón se me fue lanzado y entonces vi a TaeHyung. — ¡Hey, ya desperté! — le grité, saliendo por completo de la habitación.

Al entrar a la habitación de HyungSeok corrí prácticamente hasta su cuna, tomándolo en brazos y apegándolo a mi pecho. Odiaba ver a mi hijo llorar, en verdad lo odiaba, si por mí fuera haría de todo para verlo sonreír y fue ahí en donde le di la razón a NamJoon. Lo único que quería era limpiar las lágrimas del rostro de mi pequeño y evitar que volviera a llorar en toda su vida, como si eso fuera posible.

Me dirigí hacia la cocina con mi hijo apoyado en mi hombro y sollozando bajito. Preparé la leche una vez que saqué una de las tantas reservas que TaeHyung guardaba y cuando estuvo tibia se la di a HyungSeok.

Los primeros días y meses de HyungSeok, TaeHyung se había despertado para alimentarlo, calmarlo e incluso ver si seguía respirando, era algo sobreprotector, pero solo los dos sabíamos la razón de eso. Sin embargo, cuando nuestro hijo cumplió los cinco meses y medio decidió que dejaría reservas de su leche materna para no tener que levantarse todas las noches y de paso, para que pudiera ayudarlo. A mí me pareció una buena idea, pues bien sabía que mi esposo estaba recibiendo muchas ofertas de trabajo y aunque se negara y me lo negara, sabía que tenía tantas ganas de trabajar como yo de permanecer todo el día al lado de HyungSeok.

Cuando HyungSeok terminó su biberón de leche procedí a sacarle el aire, para luego llevarlo nuevamente a la habitación, en donde TaeHyung se encontraba esperándome.

— Dámelo... — apenas pronunció aquello para quitarme de los brazos a HyungSeok y abrirse los primeros botones de la camisa de pijama, para darle de lactar. — Eres tan precioso mi cielo. — le susurró.

Desde que TaeHyung le había comenzando a dar de lactar a HyungSeok acostumbraba a hablarle cariñosamente y acariciar su mejilla, tal y como lo estaba haciendo ahora. Solo sonreía, mientras observaba a mi esposo en su burbuja junto a nuestro pequeño.

HyungSeok se dejaba hacer por TaeHyung, casi siempre era así y por mí no había ningún problema, pues amaba verlos juntos. Amaba ser padre, a decir verdad, no pude haber obtenido un mejor regalo que este.

[❁]

YoonGi

— Sigue respirando. — el bostezo que vino después de esas palabras me dio a entender que JiMin estaba cansado, no solo de estar despierto a estas horas, también de todas las actividades que realizaba a lo largo del día.

— ¿Y si la despertarmos para comprobarlo?

JiMin me miró con una cara de pocos amigos y no dudó en aferrarse a mi brazos y negarme la petición.

— Ella está bien, YoonGi, entiéndelo de una buena vez, además ya va a cumplir los seis meses. — JiMin procuraba estar tranquilo, pero sabía que solo fingía estarlo, tal vez para calmarme y evitar que entre en pánico y de paso lo haga entrar en pánico a él.

— Lo sé, pero es nuestro deber como pa-

— Nuestro deber ahora mismo es ir a dormir y velar por el sueño de nuestra hija, así que deja de estar acosándola y vámonos. — otro bostezo más y supe que mi futuro esposo estaba realmente muy cansado.

— Está bien... — me rendí y dándole una última mirada a mi hija salí junto a JiMin de la habitación en dirección a la nuestra.

Estos últimos dos meses había sido más pesados para nosotros, pues estábamos con los preparativos de la boda, JiMin estaba más inmerso en eso que yo, y no teníamos mucho tiempo para descansar como era debido y disfrutar de nuestra pequeña SunMi.

— Realmente moría por tocar mi cama. — murmuró JiMin, cerrando sus ojos apenas tocó la almohada. Yo solo le sonreí y me le quedé viendo.

JiMin se estaba esforzando bastante para que todo saliera muy bien en el día de nuestra boda, claro, sin descuidar a nuestra hija. Yo solo admiraba la manera en la que se hacía tiempo para todo, ya sea para revisar las invitaciones, ir al modista, al florista y otras cosas más que no me interesaban, pero en donde tenía que dar mi opinión, pues de lo contrario JiMin se enojaría. A decir verdad yo solo quería casarme con él, sin importar si teníamos mil o solo dos invitados, lo único que quería era hacerlo mi esposo y verlo cada día al despertar y al acostarme, saber que él estaría ahí para mí y viceversa. Sonreí al pensar de una manera un tanto posesiva y terminé abrazándolo.

JiMin se acomodó mejor entre mis brazos y poco después sentí su respiración más calmada, lo que me dio a entender que ya había alcanzado el sueño profundo.

Estaba a punto de dormir, pero el solo temor de que algo le sucediera a SunMi me colocó de pie y me llevó a su habitación. Mi hija seguía durmiendo, su pecho subía y bajaba lentamente mientras su boquita se mantenía algo abierta. Dormía tal y como yo lo hacía.

No había mucho qué decir sobre este sentimiento que nació en mi pecho desde que la vi. Ella era un ángel que había despertado una faceta que desconocía de mí, había llegado para mejorar nuestras vidas y sobre todo, para hacerme mejor persona.

Sonreí como bobo cuando movió uno de sus pies inconscientemente y me pregunté si realmente antes fui capaz de sonreír de una manera tan sincera como lo estaba haciendo ahora. Tal vez no, pues desde que SunMi entró a mi vida me enseñó muchas cosas que jamás aprendería con nadie más.

[❁]

NamJoon

— Jamás lo habías hecho antes, ¿Cierto? — la pregunta de SeokJin definitivamente me tomó por sorpresa, pero a la vez me llenó de algún tipo de vergüenza. — pero no te preocupes, cariño, que ambos aprenderemos juntos.

SeokJin realmente era una dulzura completa, no solo conmigo, también con los bebés, a quienes no le había colocado bien el pañal.

— Papá es algo torpe, ¿No, Haneul? — SeokJin le volvió a quitar el pañal, tratando de distraer en el proceso a nuestra hija. — pero no hay nada de qué preocuparse, que mientras me tengas a mí todo irá bien.

— ¡Hey, no digas eso! — lo regañé, tomando a mi hija en brazos cuando SeokJin me la extendió. Ahora era turno de arreglar el desastre que le había hecho a mi hijo. — Haneul debería agradecer que tiene a su padre aquí, para protegerla.

— Dudo que diga eso cuando comience a salir con algún chico. — SeokJin se burló nuevamente de mí, terminando con el pañal de Yogeum.

— Con más razón no pienso dejarla sola y menos a merced de algún idiota. Se lo permití a TaeHyung, pero a Haneul no.

— Eres muy celoso, incluso con tu hijo mayor, quien cabe resaltar que ya tiene su propia familia y acaba de darnos un nieto.

— Y estoy feliz por eso, pero-

— Pero eres un padre muy sobreprotector. Ya admítelo, amor. — Jin me sonrió y se dirigió hacia la cuna de Yogeum, dejándolo ahí lentamente.

— Tengo que serlo, TaeHyung sigue siendo mi hijo y lo seguirá siendo hasta que yo lo decida. — me dirigí a la cuna de Haneul, tratando de dejarla en esta. Sí, tratando, pues se aferró a mis hombros y comenzó a sollozar. — Está bien, princesa, no pienso dejarte. — la consenti y mantuve en mis brazos, a pesar de que SeokJin frunció su ceño.

Desde que Haneul cumplió los tres meses comenzó a tomar algún tipo de gusto por estar en mis brazos. SeokJin lo permitió, pensó que era algo normal, pero cuando iba a trabajar, Haneul no dejaba de llorar, sin importar qué estuviera en los brazos de mi esposo. Aquello nos causó muchos problemas, pues no solo despertaba a Yogeum, también desesperaba a SeokJin. Tal razón me llevó a trabajar desde casa y solo en ciertos días ir a la empresa.

— Ya te dije que no debes consentirla.

— Es mi unica hija, SeokJin, déjame ser por un momento.

Jin no se vio contento y negando con la cabeza salió de la habitación.

— Él no nos entiende. — le susurré a mi hija, a lo que esta me sonrió, sin entender mucho de lo que le estaba hablando. — pero eso no impedirá que te tenga en mis brazos todo el tiempo que tú quieras.

Haneul continuó aferrada a mí hasta media hora después, cuando se quedó dormida. La dejé con mucho cuidado dentro de su cuna y me quedé admirándola, tal y como hacía con TaeHyung cuando era un bebé.

Aunque me negara a darle la razón, SeokJin estaba en los cierto, sí era un padre sobreprotector. Cuando me enteré que Haneul estaba embarazada sentí más miedo que felicidad y eso se debía básicamente a que muy en el fondo de mi ser sabía que no iba a estar para mi hijo tanto como yo quería. Sin embargo cuando vi a TaeHyung me prometí que trataría de ser el mejor padre para el niño que en ese entonces alcanzaba entre mis brazos. Y aunque no lo logré por completo, seguí cada paso de TaeHyung, lo admire de la manera en la cual solo un padre podría hacerlo y lo amé con mucha intensidad, incluso más de lo que el idiota de HoSeok decía hacerlo.

Fue muy díficil convertirme en padre a la edad de veinticuatro años, pero jamás me arrepentiría, pues TaeHyung me había enseñado muchas cosas, entre ellas que sí existe una persona que te puede amar incondicionalmente y que lo único que necesita un niño para ser feliz es tener a sus padres a su lado. Y sabía que tanto Haneul como Yogeum me enseñarían otras tantas cosas nuevas, al igual que me ayudarían a mejorar y a ver la vida de una manera tan diferente a la que veía cuando apenas era padre primerizo.

[❁]

MinHo

— Ya pasó, cariño, ya pasó... — le susurré, abrazándolo con un poco más de fuerza.

Taemin continuó llorando, aferrándose a la foto de la última ecografía a la que habíamos asistido para ver a nuestro hijo. Por más que traté de calmar su llanto, no pude, por lo que solamente me quedó tenerlo en mis brazos y decirle que todo estaba bien, que nada de lo que había sucedido fue nuestra culpa, que debiamos superarlo, cuando en realidad lo único que quería hacer era echarme a llorar igual que él.

Había pasado prácticamente un año desde la pérdida que tuvimos y aunque nosotros sonriéramos, aún sentíamos dolor y un vacío inexplicable cada vez que veíamos a nuestros amigos con pequeños. Sabía que Taemin era el más afectado, pues él fue quien más sintió al bebé y se emocionó con la idea de ser padre. Yo también lo estaba, pues desde el momento en que recibí la noticia de que sería padre no pude dejar de imaginarme la vida de familia que siempre quise tener.

— ¿Estás mejor? — le pregunté después de escuchar sus lamentos y sollozos. Taemin asintió, aunque sus ojos decían lo contrario, al igual que toda su expresión. —  ¿Qué te parece si pedimos unas hamburguesa, vemos una película y celebramos el hecho de que ahora vives oficialmente conmigo?

Traté de animarlo nuevamente, pero él solo negó.

— ¿Entonces qué quieres hacer?

— Tengo sueño. — fue lo único que dijo antes de colocarse de pie y alejarse de la sala.

Mientras lo miraba irse me preguntaba qué es lo que podría hacer para animarlo. Para mí también fue difícil salir del hoyo en el cual había caído después de la pérdida del bebé, tampoco tenía ganas de seguir adelante y mucho menos de volver a intentar ser padre, pero tuve que aprender a vivir con ello, pues si me encerraba y lamentaba toda la vida no iba a ganar nada, no iba a avanzar y sabía muy bien que mi hijo no se merecía ese tipo de padre, no se hubiera merecido un padre que se rindiera tan fácilmente.

Mi hijo se convirtió en el motivo por el cual salí adelante y sabía que Taemin también debía verlo de esa forma, pues de lo contrario se derrumbaria ante cada recuerdo.

Me encaminé hacia la habitación principal y me senté al lado de Taemin, quien seguía sollozando bajito con la foto entre sus manos.

— Quiero estar s-solo... — me susurró.

— Taemin tienes que dejarlo ir. — me trate de acercar, pero él se alejó, por lo que me quedé en mi mismo sitio. — tú y yo sabemos que tienes que dejarlo ir, esa es la única manera en la que podemos continuar.

— Tú n-no lo entiendes... — y entonces se derrumbó.

Lo abracé de inmediato, dejando caer algunas lágrimas en el proceso. Mi madre siempre decía que parte de la sanación era llorar, soltar todo lo que tenías guardado y que no era malo que de vez en cuando lo hicieras.

Taemin se aferró a mí y entonces me preguntó cómo podría hacerlo, cómo podría seguir si siempre lo recordaba y tenía presente. Yo también lo tenía presente casa día desde que supe de su existencia y nunca iba a dejar de pensarlo, por el simple hecho de que era mi hijo y un hijo jamás se olvida.

Dejé de Taemin soltara todo lo que tenía que decir, incluso que al final me echara la culpa y tuviera ganas de echarme de la habitación. Dejé que se derrumbara en mis brazos con la esperanza de que todo esto pasara y pudiera superarlo.

Para cuando la noche llegó el se quedó totalmente dormido, por lo que lo acomodé en la cama y permití que se relajara.

Al salir de la habitación me dirigí hacia la cocina, en donde tomé un vaso de agua y traté de tranquilizarme un poco, pues aunque tratara de ser fuerte, aún seguía sintiendo el mismo dolor que sentí el día que nos dijeron que Taemin había perdido al bebé.

Es cierto que la pérdida de un hijo jamás se supera, mucho menos se olvida, pero sabía que solo dependía de nosotros el continuar y demostrarle a ese pequeño o pequeña que sus padres eran fuertes.

Taemin iba a necesitar mi ayuda y se la daría, pues no solo éramos una pareja, también fuimos padres y sabía que teníamos que ser fuertes y estar preparados por si más adelante lo volvíamos a ser, por lo que teníamos que sanar nuestras heridas y afrontarlas.

Porque a pesar de todo, la única persona que podía darnos fuerza era nuestro hijo.

Y así es como llegamos al final, bebés.

A decir verdad, este final simple me gustó bastante, ya que es algo diferente a lo que siempre hago y eso es bueno.

Les agradezco que hayan llegado conmigo al final y haberme acompañado a lo largo de la historia. Realmente les estoy agradecida. ♥

Recuerden, no salgan de sus casitas a menos que sea necesario y cuídense mucho.

Por otro lado y no menos importante, lo único que queda es el epílogo y lo estaré subiendo dentro de un rato.

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