Sentimientos y decisiones

Fanart de ezeroblack32

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Después de llorar un rato, Luna se sintió un poco mejor. Por lo menos, podía pensar con mayor claridad. Quizá hasta pudiera dormir un poco, pues al día siguiente tenía trabajo.

Preparó todo: tenía que grabar un nuevo video, y aunque los maquillistas y estilistas le ayudarían a estar presentable, no podía olvidar su vestido, sus zapatos... Y claro, la famosa peluca rosa.

Una vez que todo estuvo listo, se envolvió entre las sábanas y procuró dormir. Por supuesto, no le fue posible. ¡Tenía tantas cosas en que pensar! Lincoln y su vida, Lincoln y su espantosa mascarada, Lincoln y la manera en que lo estaba perdiendo...

Era una situación tan increíble y endemoniada... Nada parecía estar bien. ¡Nada!

- Por favor... ¿Cómo vine a meterme en este enredo? -reflexionó-. ¿Cómo llegué a sacrificarlo todo para tener un trabajo que odio, y un novio prohibido al que estoy a punto de perder?

Súbitamente, le escapó una carcajada amarga. ¡Claro que lo sabía! Su pregunta era meramente retórica, por no decir estúpida.

No había ningún misterio. Su situación era producto de una cadena de malas decisiones que empezaron a los dieciséis años; cuando decidió abandonar su casa, la preparatoria, y a su familia. Todo por intentar triunfar en el mundo del Rock and Roll.

Aunque quizá no tuvo alternativa. Quedarse hubiera sido muchísimo más doloroso.

***

Siempre se vio a sí misma como una estrella de Rock. Tenía un sinfín de razones emocionales para tratar de perseguir su sueño. Pero hubo dos circunstancias que la obligaron a tomar la decisión de irse de su casa en aquel momento tan poco adecuado: su fracaso amoroso con Sam, y el resurgimiento de sentimientos inapropiados que creyó enterrados para siempre.

Nunca imaginó que confesar sus sentimientos a Sam fuera a resultar así. Al principio, todo parecía ir muy bien. Tras dejar la carta en su casillero, hubo unos días de espera y tensión en los que no logró ver ni contactar a Sam para nada. La chica parecía haber desaparecido, y Luna temió que su carta la hubiera ofendido.

Sin embargo, eso no ocurrió. Sam le dejó un mensaje, citándola a un encuentro tras el gimnasio de la escuela. Luna acudió nerviosa, sin saber a lo que se iba a enfrentar; pero cuando se encontró con su amor platónico, le volvió el alma al cuerpo. Sam le confesó que no le respondió de inmediato porque temió que todo se tratara de una broma. Las muchachas rieron y lloraron juntas, y en esa primera cita se dieron el tímido primer beso.

Al principio, todo era maravilloso. Sam era muy detallista y cariñosa. Había mucho romanticismo entre las dos, y su relación fue progresando rápidamente hacia un mayor grado de intimidad. En las primeras semanas, Luna creyó haber encontrado un alma gemela. Alguien con quien de verdad podía compartir sus gustos, preferencias e inquietudes. Alguien con quien podía hacer su música y ensayar en condiciones de igualdad, compartiendo el mundo que era más importante para las dos. La parsimonia de Sam era a la vez un bálsamo y un contraste para la energía y las ansiedades de Luna. ¡Era tan bueno tener a alguien en quien confiar, cuando la asaltaban las dudas sobre su futuro!

Por desgracia, con el paso de los días, comenzó a brotar un lado más oscuro de la personalidad de Sam. Uno que Luna desconocía, y que le produjo una severa crisis de identidad sexual.

Como es natural, sus besos y caricias se hicieron cada vez más apasionados. Los toques sobre la ropa comenzaron a ceder su lugar a caricias mucho más íntimas, hasta que llegó el día en que Sam propuso abiertamente que tuvieran relaciones sexuales. Y fue allí donde Luna conoció sus verdaderas limitaciones, unas que nunca creyó tener.

Desde que asumió sus sentimientos por Sam, estaba segura de que su orientación era bisexual. Le gustaban las mujeres, pero también los hombres. Lo que no imaginó, fue que ambos le gustaban para cosas diferentes. Por lo menos, en ese momento de su vida. En sus fantasías íntimas, se había imaginado más de una vez haciendo el amor con un hombre. Eso la excitaba, y le producía cierta ansiedad. Pero era la ansiedad normal que cualquier mujer virgen podía sentir ante la pérdida de la virginidad. En cambio, aunque fantaseo mil veces con los labios y el cuerpo de Sam, pocas veces se imaginó en una situación de cama con ella.

No era tanto que desagradara la idea, pero de alguna manera la sentía más ajena a su sensibilidad, a sus verdaderas inclinaciones. Le encantaban los labios y las caricias de Sam, pero la idea de tocar unos pechos y la intimidad de otra mujer le entusiasmaban mucho menos. Los besos y las caricias que compartía con su novia eran una extensión natural de su identificación y su intimidad. Pero de eso a que también deseara hacer el amor con ella, había bastante distancia: todavía no se sentía preparada para dar ese paso.

Claro, la quería tanto que con el tiempo se pudo haber reconciliado con la idea de hacer el amor con ella. Si las cosas se hubieran dado así, si Sam hubiera sido paciente y considerada; era seguro que hubiera cedido y disfrutado. Pero después de su primera negativa, Sam se volvió mucho más insistente; y la presionaba cada vez más.

Esa situación condujo a su primera pelea sería. Sam se comportó como cualquier chico que exigía una "prueba de amor". En un momento dado se volvió grosera. Luna se molestó de verdad, se hicieron de palabras y Sam se alejó, dejando a Luna con un palmo de narices.

Pasaron muchos días sin hablarse ni comunicarse de ninguna forma. Luna se sentía cada vez más desesperada y dolida. No podía creer una reacción tan desproporcionada por defender su derecho a decidir sobre algo tan trascendente. Sin embargo, no podía negar sus genuinos sentimientos por Sam. Al final, fue ella la que cedió. Comenzó a buscar a Sam en todas partes, incluso en su casa. Pero su familia y sus amigos mutuos siempre la negaban; como si quisieran ocultarla.

Solo Dylan, uno de sus mejores amigos, tuvo la amabilidad y la atención de decirle que quizá le convenía comenzar a poner tierra de por medio y olvidarse de Sam. Pero cuando Luna le pidió explicaciones, el muchacho se puso visiblemente nervioso, y le dijo que no podía decirle nada más al respecto. Eso puso en guardia a Luna, y no tardó mucho tiempo en descubrir que Sam había iniciado una relación con alguien más. Las descubrió besándose en la parte trasera del gimnasio, justo en el lugar donde había iniciado todo entre ellas.

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