Fuga en Do Mayor


Chunk apoyó la cabeza sobre sus manos entrelazadas y miró fijamente a Luna.

Sopesó cuidadosamente todo lo que ella le acababa de decir, y la miró con preocupación. Pensaba en mil cosas para responderle, pero el semblante de la muchacha era más que elocuente. Estaba cansada, derrotada... Mas triste y apagada de lo que jamás la había visto.

- ¿Estás segura de lo que me dices, cariño? -dijo por fin-. No me parece lo mejor. Me temo que no puedo estar de acuerdo contigo.

Luna cerró los ojos varias veces para controlar las lágrimas. Se tomó unos instantes antes de responder.

- ¡No hay otra solución! Tengo que hacerlo así, Chester. ¡Ya no puedo seguir en mi casa!

Los labios de Chunk formaron una línea recta.

- No puedo apoyarte en esto, Luna. De verdad, creo que cometes un terrible error. Te vas a unir a esa gira por los motivos equivocados. He estudiado a esos tipos, y me parece peligroso. Estoy comenzando a pensar si no debería ir a hablar con tus padres...

- ¡No por favor, no hagas eso! -dijo Luna, desesperada-. Por favor, Chester. Puedo entender que no quieras apoyarme. ¡Pero al menos, déjame hacerlo sola!

- Legalmente, todavía no puedes emanciparte. Te faltan un par de años. Tus padres deberían saber los riesgos a los que te enfrentas.

- Chester... -musitó Luna tomando las manos de su amigo-. ¡Te lo estoy pidiendo! Por nuestra amistad, por el tiempo que me has ayudado... ¡Déjame hacer esto y no me pongas obstáculos! Ni siquiera a ti te puedo contar todo, pero debo alejarme de mi casa lo antes posible. ¿Acaso no hiciste tú lo mismo cuando te viniste de Inglaterra?

Chunk volvio a contemplarla fijamente, sin hablar. Al final, Luna no pudo resistir esa mirada, y las lágrimas corrieron por sus mejillas.

***

No había alternativa. La vida en su casa se había convertido en un infierno de dolor; de deseo prohibido y amor no correspondido.

Desde el día en que supo que su hermano besó a Jordan, desde que recordó el tíimdo primer beso que le robó, los sentimientos de Luna se dispararon. Volvió a ver a Lincoln con ojos muy distintos a los de una hermana, y su situación pronto se volvió insoportable.

Ya no podía evitar pensar en su hermano como una pareja potencial. Como un chico noble, tierno y amoroso que pudo haber sido su novio, si el destino no lo hubiera hecho nacer en su propia familia.

No podía evitarlo: se sentia celosa de Jordan. Aunque fuera un piquito inocente, ella le había dado su primer beso a Lincoln. ¡Había probado sus labios antes que nadie! En cierto sentido, los labios de Lincoln le pertenecían. Seguían teniendo la huella de los suyos, aunque él mismo no lo supiera.

Lincoln seguía siendo muy lindo con ella. Seguía buscándola todas las tardes para platicar, y a veces para hacer música juntos. Siempre le preguntaba primero cómo se sentía, y cómo había pasado su día. Y después, se ponía a contarle sus propias vivencias.

De manera inevitable, el tema de Jordan surgía cada vez más en la plática. Luna sentía que le dolía el estómago cada vez que la mencionaba. Cada palabra de elogio, cada descripción entusiasta de aquella chica era como una cachetada para ella. Le dolía, le provocaba unos celos irrcionales que le costaba trabajo controlar.

Lo peor de todo, era que Lincoln siempre se portaba muy bien con ella. Sin saberlo, alimentaba los deseos y fantasías inconscientes de su hermana mayor. Siempre la saludaba de beso, y tras preguntarle como estaba, le daba un abrazo y la animaba con palabras hermosas. Le decía que una muchacha tan bella y valiente como ella no permanecería mucho tiempo sin pareja. Muy pronto algún chico noble, atento y respetuoso llegaría a su vida; y la convertiría en la mujer más feliz del mundo.

Comenzó a odiar que Lincoln le dijera eso. Cada vez que se lo decía, sentía que la quemaba con alfileres al rojo. Más de una vez llegó a desear que no fuera tan lindo con ella, y alguna vez, en su desesperación, estuvo a punto de pedírselo. Pero sabía que no podía. Lincoln la apoyó de manera incondicional cuando más lo necesitaba. Le tocaba a ella ser atenta, y retribuir todo lo que había recibido.

Caro pagó las consecuencias de su determinación. Lincoln estaba cada vez más entusiasmado con Jordan, y tenía muchas ganas de invitarla a salir. En aquellas pláticas, de manera natural, Lincoln le pedìa consejo. ¿Qué de extraño tenía que un hermano le pidiera consejos a su hermana mayor sobre las mujeres? Pero para Luna era un tormento. Tenía que poner muy buena cara y animarlo; pero se sentía incapaz de darle consejos concretos. El problema fue que Lincoln empezó a pedírselos, y ella no tuvo más remedio que contarle las maneras en las que un hombre podía acercarse a una chica sin ser rechazado de inmediato.

Esas sesiones la ponían especialmente triste. Entendía muy bien que estaba cumpliendo el papel de buena hermana confidente, pero en realidad lo estaba arrojando a los brazos de esa muchacha. Cuando Lincoln le dijo que Jordan accedió a salir con él, sintió que la tristeza amenazaba con cerrarle la garganta. Haciendo un gran esfuerzo, consiguió sonreír, abrazar a su hermano, y desearle muy buena suerte.

Fue en aquellos días cuando Luna volvió a ver a Tabby, después de un buen tiempo de no hacerlo. La muchachita había crecido mucho, y se había vuelto más rockera y osada que nunca. Estuvo platicando gran rato con ella, y le contó que unos conocidos estaban formando una banda de rock, y necesitaban un guitarrista. Si lo deseaba, podía hablar con ellos e integrarse al grupo.

Luna no se lo pensó demasiado para unirse. Era una gran oportunidad para alejarse durante horas del ambiente de su casa, y para que Lincoln ya no le hablara de sus avances amorosos. Los chicos eran bastante buenos, y se les veía potencial. De hecho, estaban apoyados por el padre de uno de ellos, y habían planificado hacer un tour de promoción por el estado para lanzarlos; tan pronto como empezaran las vacaciones de verano. Por supuesto, contaban con ella para la aventura. Era una gran oportunidad para despegar de una buena vez.

Luna no estaba muy segura. Se sentía bien tocando con ellos, pero los chicos tenían algunos hábitos que ella no compartía. Aunque no tenían edad para beber, lo hacían regularmente, y sospechaba que más de uno se drogaba. Sabía que todo aquello formaba parte del folklore de muchos rockeros, pero no le convencían esos ambientes y los había vivido muy poco. Aparte de su buen sentido, Chunk la protegía mucho de todo aquello.

Lo pensó mucho, y durante varios días. Estaba casi decidida a decirles que no. Pero cuando se disponía a hacerlo, Lincoln le llegó con la noticia de que Jordan había aceptado ser su novia.

- ¡Me besó, Luna! -dijo el peliblanco, entusiasmado-. ¡Me besó!

Luna tuvo que hacer un esfuerzo titánico, el mayor de toda su vida para esbozar una leve sonrisa, y darle un abrazo de felicitación a su hermano. Lo peor de todo, fue que Lincoln le agradeció con entusiasmo, y la remató diciendo que, de no ser por ella y sus consejos, seguro que Jordan nunca lo hubiera aceptado.

Por supuesto, eso fue todo para Luna. Era demasiado dolor. Fueron demasiadas lágrimas durante muchos días.

Faltaba muy poco tiempo para las vacaciones. Se uniría a la gira de la banda, y haría todo lo posible por convencer a sus padres.

Pasara lo que pasara, sabía que no podría soportar ver a Lincoln en otros brazos.

***

Chunk la miró en silencio por largo tiempo. Luna ya había dejado de llorar, y no le quitaba la vista de encima. El robusto hombre sudaba, a pesar del aire acondicionado del local. Para Luna era evidente que sostenía un feroz debate interno.

Al final, suspiró. Cerró los ojos y los volvió a abrir para dirigirle una mirada casi severa.

- Está bien, Luna. No diré nada, y haz lo que te parezca mejor. No puedo ni debo vivir la vida por ti, y creo que será necesario dejarte correr tus propios riesgos. Solo espero no tener que arrepentirme después.

Luna suspiró, y por fin se permitió sonreír. Pero Chunk no había terminado de hablar.

- Solo déjame decirte una cosa más, cariño. Si las cosas se te ponen demasiado difíciles, recuerda que sigues teniendo una familia y amigos que te quieren. A veces es mejor regresar y aceptar el fracaso, que continuar una carrera que te puede levar a la autodestrucción.

Luna asintio, pero realmente no escuchaba. Se sentía demasiado feliz y liberada. El hombretón suspiró, y terminó diciendo.

- Te deseo suerte, pequeña. Y si las cosas se ponen muy mal... Ojalá tengas la oportunidad de desandar el camino.

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