7

¡Akari! ¡Akari!

La aludida caminaba de un lado a otro dentro de aquella casa. Estaba nerviosa, y los gritos que habían empezado hace poco fuera de ese lugar solo la desesperaban más. Tapó su rostro con ambas manos para evitar que Manami, quien se encontraba a su lado, notara el sonrojo que ahora pintaba toda su cara.

— No debí llamarlo, ¡qué tonta! — dijo, con las piernas temblando.

¡Akari!

— Creo que lo mejor será que bajes. — mencionó su amiga, queriendo acercarse al balcón, mas fue detenida por la pelinegra.

— ¿Pero si me rechaza? ¿Si vino a decirme que hiciera como que esto nunca pasó y que sigamos como amigos? No podría soportarlo. Yo no...

— ¿Venir hasta aquí solo para eso? No sería Nagisa. — la otra joven puso una de sus manos en cada hombro de la actriz, obligándola a verla a los ojos — Nunca sabrás la verdad si no vas a averiguarlo.

— Manami...

¡Akari!

— Ve. — Kaede asintió.

~~0~~

Nagisa dejó de gritar. La garganta le dolía y había recibido la queja de un hombre que pasaba por allí. Estaba algo avergonzado, sabía que estaba haciendo un papelón a esas horas de la noche, en un barrio que no era el suyo y siendo vulnerable a cualquier amonestación que podrían darle por aquel alboroto, pero necesitaba hablar con la pelinegra lo antes posible. Como vio que la puerta seguía cerrada y que no había vuelto a aparecer en el balcón llegó a la conclusión de que ella no saldría; estaba algo decepcionado, pero esa sensación se esfumó al verla salir a paso lento de la casa.

Ella estaba con la mirada fija al suelo. Se encontraba en pijama y parecía temblar por el frío de la noche. Hizo el ademán de querer acercarse a él, pero se detuvo a medio camino.

— Lo s-siento, Nagisa. No debí... — tartamudeaba la joven al mismo tiempo que movía sus manos de los nervios — No debí...

Pero Nagisa no le dio chance de continuar con lo que tenía planeado. Se acercó a la actriz y la abrazó como si esa fuera la última vez que la podría ver. Una ola de alivio invadió el ser del peliceleste, quien temía desde el fondo de su corazón que Akari desapareciese de su vida. Mientras tanto, la pelinegra no comprendía el por qué, pero apenas sintió el contacto con su piel tuvo ganas de llorar.

— Perdón por... arruinarlo. Volveré a Estados Unidos por un largo tiempo e intentaré que esa conversación quede en el olvido. — dijo débilmente.

— No digas eso. — murmuró él sin soltarla — No has arruinado nada.

— Pero... nuestra amistad ya no volverá a ser la misma.

— Puede que en eso tengas razón. — la soltó para poder mirarla con una sonrisa llena de tranquilidad — Te quiero, Yukimura Akari. Esto puede ser repentino, pero necesito que sepas que es contigo con quien quiero estar siempre.

— Nagisa... — era todo lo que ella podía pronunciar. Estaba realmente impresionada y no encontró palabra alguna más que aquel dichoso nombre para poder responder.

Él siguió hablando.

— Te conté que estaba investigando sobre amar a otra persona. La razón a ello, luego de meditarlo un poco mientras corría hacia acá, era que en el fondo yo deseaba encontrar a alguien a quien amar y que me ame a mí, pero nunca creí que lo segundo podía ocurrir y sobre lo primero pues nunca me interesó por motivo de estar ocupado con mis responsabilidades; he pasado por muchas experiencias relacionadas al amor a lo largo de este año. Diferentes definiciones, un mismo sentimiento. Quería disfrutar de eso yo también. Y lo encontré. Te encontré. Estar a tu lado, desde siempre, me ha llenado de felicidad. Empecé a sospechar de ello al sentir un vacío cuando me dijiste que amabas a alguien, pero fue tu declaración el detonante para saber que esa persona especial para mi eres tú, Yukimura Akari, así como también lo son Mase Haruna y Kayano Kaede. Tú y solo tú. Deja que pueda quererte; sé que, junto a ti, podré ser feliz. Podremos ser felices. — al terminar su discurso se podía notar un leve brillo en sus ojos.

— Nagisa...

— ¿Puedo? — acarició los cabellos negros de la joven y acercó su rostro al suyo.

Ella asintió nerviosa.

Nagisa posó delicadamente sus labios sobre los de ella. Tanto Akari como él se estremecieron ante el contacto, pero no por ello se detuvieron.

Quizá era porque lo esperó por mucho tiempo, pero para la muchacha era el mejor beso que había dado en su vida. Evidentemente, no era como el de aquella vez, cuando estaba fuera de sí. No. Este era diferente. Y la razón por la que prefirió este era porque Nagisa no lo hacía por salvarla. Lo hacía porque ella le gustaba. Porque la quería ¿Podría decir que porque la amaba? Aun no estaba del todo segura respecto a lo último, pero daba igual: en este instante estaba perdida en un mar de felicidad.

Nagisa acariciaba la mejilla de Akari. Intentaba que el beso fuera dulce, tierno y que sea capaz de transmitir todos los sentimientos que él quería demostrarle. Estaba seguro de lo que quería. Estaba seguro de que no dejaría ir a su amada fan del pudín sin antes expresarle todo su cariño.

Esta vez no había una chica que buscaba venganza, ni tentáculos, ni fuego. Sólo eran dos jóvenes adultos, bajo la luz de la destruida luna, expresando su amor que había nacido a lo largo de todos estos años. Amor que uno se guardó para no interrumpir los sueños de quien quería. Amor que el otro descubrió tarde, pero con el alivio de aun haber estado a tiempo de poder decirlo.

Se separaron por la falta de aire.

— Yo-o, e-eh, Nagi-Nagisa, humn... — abrió sus ojos con timidez, encontrándose con el rostro enrojecido del peliceleste — ¿Estás sonrojado? — rio, con una mirada de triunfo al hacer que él se pusiera más colorado.

— ¿¡No-no es eso normal!?

Ella soltó una carcajada.

— Sí, ¡lo es! ¡sí que lo es! Solo que no pensé que te vería así algún día. — continuó riendo. — ¡Incluso ahora tartamudeas!

El aludido se avergonzó más, sin embargo, esbozó una pequeña sonrisa.

— Te quiero, Akari. — ella se quedó perpleja mientras él disfrutaba viéndola con el rostro enrojeciéndosele a cada segundo que pasaba— Ahora eres tú la que está sonrojada.

Nagisa 1-0 Akari

— ¡No se vale! Me tomó desprevenida... — lo abrazó — Te quiero, Nagisa. No puedo creer que esto de verdad esté sucediendo.

— Ni yo. Demoré mucho, ¿cierto?

— Hablando de eso. — se soltó del peliceleste; miró hacia el cielo, pensativa y con una mueca de tristeza — Me iré de todos modos en la mañana, ya no puedo rechazar el trabajo.

¡El viaje! Estos últimos instantes habían hecho que Nagisa olvidara por completo aquella oferta de trabajo que la muchacha tenía. Akari empezó a decir cosas como «¿Por qué ahora?» o «¡Es injusto!» mientras cruzaba sus brazos. Nagisa quería seguir más tiempo con ella, pero sabía que era imposible.

Al menos, por el momento.

— También iré.

— ¿Qué? — dijo ella — No puedo hacer que hagas eso, Nagisa, ¿tu trabajo? No puedo permitirlo.

— Espera, déjame explicarme mejor.

— Te escucho.

— No iré al mismo tiempo que tú. Estaba pensando: ¿y si voy acabando este año escolar? Podría conseguir un trabajo allá ya que el inglés no es un obstáculo para mí. Si no lo logro, podría visitarte todas mis vacaciones.

— ¿De verdad harías eso por mí?

— Por nosotros. — respondió el ojiceleste, esbozando una sonrisa. — Solo si estás de acuerdo, claro.

— ¡Por supuesto que me encantaría! Pero de todas formas piénsalo bien, ¿sí? Piénsalo bien.

Esperar un poco más para estar al lado de Nagisa no sería un problema, después de todo, ella ha vivido enamorada de él por mucho, muchísimo tiempo. Akari volvió a acercarse al peliceleste y lo besó con delicadeza, con la cara nuevamente roja ante tal acto y culminando con unas pequeñas risas entre los dos, quienes aún sentían que flotaban en aquella velada.

— Amar es... — susurró él de repente, atrayendo la atención de la joven — un sentimiento muy complejo. Es subjetivo, pues depende de quién lo experimenta.

— Aunque algo en común puede ser la felicidad de estar con aquel que amas. — continuó ella, quien intentaba ponerse de puntillas para chocar levemente su nariz con la del chico.

— Estoy dispuesto a averiguar más a fondo sobre ese sentimiento ahora que tengo con quien compartirlo. — Esta vez fue él quien la besó.

— Y yo estoy dispuesta a acompañarte en tu investigación.

~~0~~

Al día siguiente, cuando el cielo poco a poco comenzaba a iluminarse para iniciar otra mañana rutinaria, Nagisa veía desde el aeropuerto como el avión de su amor desaparecía de su vista para camuflarse entre las nubes. Una mezcla de nostalgia y alivio lo consumían, pero estaba seguro de que el tiempo pasaría rápido y volvería a ver a Akari. Dio media vuelta y caminó en dirección a su hogar: quedaba poco tiempo para iniciar sus clases y debía concentrarse en las asignaturas que enseñaría ese día.

Aunque su mente, por su puesto, aún se encontrase reviviendo la mágica noche que ellos pasaron y la definición de amor que, y luego de mucho, logró encontrar.

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Espero les haya gustado y muchas gracias por leer y votar! <3

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