4


Nagisa, por primera vez en años, se encontraba nervioso. Iba vestido con la mejor ropa que tenía, e incluso se echó un perfume nuevo que compró con antelación a su encuentro con Akari. Esta ya se hallaba en Japón, y le había dicho que se reunirían en un parque al centro de la ciudad. El peliceleste cuestionó ello, pues la fama de la chica era suficiente como para que la reconozcan en la calle, a lo que esta dijo que no se preocupara, pues aprendió a pasar desapercibida. Mientras miraba a todos lados intentando interceptarla, no podía evitar moverse un poco por la emoción de reencontrarse con su amiga de antaño, pues era casi imposible verse debido a los constantes viajes de la pelinegra al filmar tantas películas. Por otra parte, también le gustaría saber la definición de amor que ella tenía, pues aportaría demasiado a la idea que poco a poco iba tomando forma en su mente.

— Quizá llegué algo temprano. — suspiró.

Y entonces...

— ¡Te tengo, Nagi...! — pero la broma que la joven actriz planeaba hacerlle fue interrumpida por el instinto asesino del joven, quien volteó antes de que ella se acercara lo suficiente como mecanismo de defensa — Gastarte bromas es casi imposible — soltó una leve risa mientras se quitaba los lentes oscuros que llevaba puestos, esperando que su amigo respondiese.

El aludido se quedó anonadado, contemplándola por unos instantes. Akari había crecido unos pocos centímetros, con su cuerpo era ya asemejado al de una joven adulta (aunque el apodo de forever zero aún le quedaba) y llevaba unos lentes de sol y un sombrero de paja para cubrir su identidad; aparte, traía puesto un polo negro, con rombos entre ese color y blanco, una falda blanca y unos tacones oscuros muy hermosos. Su cabello iba recojido en una coleta, pero él la reconocería como sea. Debía admitir, también, que Akari se veía bellísima, tanto como para quedarse perdido unos minutos más, solo admirándola mientras su corazón latía con mucha intensidad.

— N-a-gig-gisa — tartamudeó la chica, sonrojada al ver como su amigo no dejaba de contemplarla — ¿To-do... bien? Si nos queda-amos viéndonos... la pas-telería cerrará...

El profesor reaccionó con dichas palabras, avergonzándose por haberse quedado de piedra.

— ¡Perdón! No sé que me pasó, supongo que intentaba reconocerte... no, eso no fue. — simplemente, no lo sabía — ¿Vamos?

La joven asintió. Los dos entonces dieron marcha hacia una pastelería donde Akari ansiaba comer desde que se enteró de su existencia. Nagisa le contaba cómo iba con su clase y ella le relataba la experiencia de trabajar con actores de todo el mundo. Pasaron un buen momento, entre risas y alegrías, pues no había ese día otro par de personas tan unidas y alegres como ellos dos. A Nagisa le encantaba la compañía de Akari, pues se sentía cómodo a su lado, sin ganas de que esa caminata terminase y esperando que ella pensase lo mismo. En definitiva, la pelinegra era alguien muy importante para él y, tenerla nuevamente a solo unos metros de distancia lo llenaron de una hermosa sensación de jolgorio.

Al llegar a la pastelería, la actriz pidió el pudín más grande que ellos tuviesen, mientras Nagisa solo ordenó un helado. Recordó la fascinación de la chica con los pudines y su mirada se llenó de ternura, expectante por ver la sonrisa de Akari cuando probara tal manjar.

— Y dime, Nagisa, ¿ha ocurrido algo más en mi ausencia?

— Pues, de hecho, me puse a averiguar sobre las definiciones del amor.

— ¿Definiciones?

— Sí — dijo con una sonrisa nerviosa — Me he interesado por saber la opinión de varias personas respecto a eso.

— ¿Por qué?

— Curiosidad, supongo.

— Si no me lo quieres decir, lo entenderé.

— No es nada de eso, es solo que...

— Amar es... — interrumpió al muchacho — apoyarse el uno al otro, sentir que quieres estar a su lado, alegrarte cada vez que lo ves. — miró hacia las afueras del local, recordando aquellos tiempos donde fue una feliz chica de cabello verde — poner su felicidad por sobre la tuya... — al notar la mirada seria que le dio su amigo, esbozó una sonrisa — Esa es mi definición al menos, ¿comerás tu helado? Yo ya empezaré con mi pudín.

Empezó a comer rápido, mirando fijamente lo que quedaba del postre que poco a poco desaparecía con los bocados que daba.

Nagisa se sintió algo incómodo luego de aquella definición, ¿poner su felicidad por sobre la tuya? ¿Akari no era feliz? Un atisbo de tristeza lo inundó ante tal idea. Ella siempre se notaba alegre y entusiasta por lo que se sentía culpable de no percatarse de algún indicio de malestar. Pero bueno, era una definición, no es que ella lo esté experimentando en esos momentos...

¿O sí?

— ¿Has amado a alguien ya? — preguntó el profesor.

— ¿¡Qué di...!? — empezó a toser frenéticamente por el hecho de haberse atragantado. Nagisa intentó acercarse a ayudarla, pero esta lo detuvo moviendo una de sus manos — A-agu...agua — él acercó el vaso de la muchacha; Akari bebió del vaso como si fuera lo único que la salvaría de una muerte segura. Tomó grandes bocanadas de aire una vez recuperada. — Estoy... bien. Sí... bien, ¡casi muero! Qué horror...

— Me asustaste. — ella murmuró un «¡perdón!» mientras intentaba restarle importancia a lo acontecido hace poco. — No quise incomodarte con esa pregunta.

— Sólo me tomó desprevenida, ¡descuida! — mordió su labio, dudando de si hablar o no — Sí hubo... hay alguien. — ya que Nagisa no habló, continuó — Pero, siendo sincera, no le dije lo que siento porque sé que debe estar más concentrado en sus responsabilidades. No quiero molestarlo con mis sentimientos.

— Poner su felicidad por sobre la tuya — repitió el chico — ¿Segura que le molestaría que lo quieras?

— Humn, bueno... — «¿¡En serio estoy hablando de esto con él!?» — No lo sé, pero pienso que es mejor que se concentre en cosas de más importancia. Cosas que lo hacen feliz en estos momentos. — dicho esto, procedió a terminar lo que quedaba de su pudín.

Nagisa no podía estar de acuerdo. Pudo apreciar como los ambarinos ojos de la chica se apagaron por unos instantes mientras se excusaba diciendo que apartar sus sentimientos era lo correcto, y a él no le gustaba verla así. Una repentina sensación de molesta lo invadió.

— ¿Estás feliz con esa decisión? — preguntó.

— A mí me gustaría... poder estar con él. — susurró Akari. — Pero tampoco es que esté sufriendo por no decirlo, ¿sabes? Por ahora, me satisface verlo alcanzando sus logros mientras yo consigo los míos. Además, siempre estoy en comunicación con él y cuando puedo nos reunimos... esos momentos son suficientes por ahora, quizá algún día pueda... — mira nuevamente a Nagisa, y su cara se torna roja — pueda... decirle lo que siento.

Nagisa asintió mientras suspiraba aliviado al saber que su amiga no estaba fatal como teorizó en un inicio, aunque la incomodidad que aún permanecía dentro suyo continuaba creciendo. Si no era por la infelicidad de Akari, ¿entonces por qué es?

Antes de siquiera pensar en ello, escucharon gritos provenientes de unos asientos algo lejos de ellos.

— ¡Oh por Dios! ¿¡Mase Haruna!?

— ¿Quién es el chico con el que está?

— ¡Mase Haruna! ¡Un autógrafo, por favor!

— Mierda. — susurró Akari, mientras veía como sus fans iban tras ella.

— Vámonos de aquí — dijo Nagisa, quien tomó la mano de la joven, sorprendiéndola — ¡A correr!

Y no, Nagisa no pudo siquiera probar su helado.

Agradecidos con todo el entrenamiento que tuvieron en sus días de escuela, no les fue difícil crear una distancia entre ellos y las otras personas, escabulléndose entre barrios poco concurridos y terminando en un callejón ya muy lejos de la pastelería a la que fueron. Agitados, retomaban la respiración mientras cayeron rendidos al piso.

— Akari, realmente lo siento, debí comer más rápido e irnos de ahí antes de que te reconocieran.

— Está bien, Nagisa. — ella mencionó — No traían cámaras consigo, no les crearán que fui yo, confía.

— ¿Cómo es posible?

— Pues... se supone que ahora estoy en Estados Unidos, jeje. —al ver la cara sorpresiva del ojiceleste, continuó — Justo ahora se debería estar oficializando que participaré en una película que se rodará allá, por lo que los fans que nos vieron creerán que estoy en ese país y que la chica que vieron solo se parecía demasiado a mí. Siempre hay que tener un plan B, ¿no?

Se supone que Nagisa debería sentirse aliviado por tales palabras, sin embargo, el saber que Akari se iría lejos otra vez por quién sabe cuánto lo entristecía.

— Entonces, estar en Japón no son vacaciones como tal.

— No, me escapé por unos días pues... no volveré en años.

¿Años?

El mundo de Nagisa se caía a pedacitos. Ese vació volvió a él, golpeándolo desprevenido. La pelinegra ya se había ido por algunas temporadas a rodar películas, pero era la primera vez donde su estadía se extendería más que unos meses. Estaba feliz por su ascenso como estrella, claro que sí, pero... la extrañaría demasiado.

— ¿Por qué no me lo contaste?

— Porque quería que sea sorpresa. — Akari limpiaba su falda con su mano libre — Además, no deseaba ponerme triste pensando que sería la última vez que nos viésemos en mucho tiempo.

— Akari... — la sonrisa que ella le dedicaba reconfortaba el corazón de Nagisa — Lamento que terminara así.

— ¡Descuida! ¡Tengo que seguir entrenando para mantenerme en forma!

«Sí, todo está bien al final», pensó Nagisa con alegría.

— Por cierto, Nagisa...

— ¿Sí?

— Ya puedes... soltarme la mano.

El aludido miró al piso y, efectivamente, seguía agarrando las finas manos de la joven. Se soltó apenas lo notó, con un leve sonrojo en sus mejillas, mientras Akari volvía a tener toda la cara roja.

— ¡Lo siento!

La actriz rio por la expresión de su amigo, siendo acompañada por este segundos después. Los dos se pararon y salieron del callejón, hablando sobre el papel que la pelinegra interpretará mientras Akari llamaba un taxi para poder marcharse.

— ¿En qué hotel estás hospedada?

— ¡En ninguno! Manami me está dando cobijo por los días que me quedo aquí, así también evadimos rumores de que ando por estos lares. — el vehículo apareció y ella volvió a ponerse sus gafas — ¿Quieres que te dé un aventón?

— Si es que no te molesta.

Fue ahora Akari quien agarró una mano del chico.

— ¡Jamás!

Nagisa sintió nuevamente su corazón latir con intensidad. Durante el camino por la ciudad nocturna que los albergaba pensó nuevamente en la definición de Akari respecto al amor. Notó en los ojos ambarinos de ella ese brillo tan místico, quizá recordando a aquel quien causa todo eso en ella. El peliceleste sentía curiosidad por el amor de su amiga, aunque no podía evitar sentir también una inexplicable incomodidad. De repente, sintió como la cabeza de la joven se recostaba en su hombro, viendo que Akari estaba dormida. Sonrió, recordando todo lo que ella había logrado en estos años.

«Amar es alegrarte por los logros de tu ser amado, así como él de los tuyos».

El taxi llegó primero a la zona por donde vivía Nagisa. Este despertó a la actriz, quien frotaba sus ojos por el cansancio.

— Espero que puedas decirle lo que sientes a esa persona. — dijo Nagisa, antes de salir del taxi — eres increíble, Akari, seguro que le harás feliz.

— ¿Tú crees? — este asintió — Gracias.

La puerta del carro se cerró y Nagisa se quedó viéndolo irse. Suspiró, alegre por salir con ella, pero aún con una melancolía que no dejaba de aparecer en su mente ante la idea de Akari yéndose por un largo tiempo.

Aunque lo que más le incomodaba era pensar en ella amando a otra persona.

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