Capítulo 26 ✔

Este capítulo es +18, si alguien no lo quiere leer, no hace falta leerlo.

Maratón 1/3

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Nada más caer sobre la cama de Lysander, ya sabía que iba a pasar. Y yo estoy preparada.

Mi rubio ex-vecino se tumba sobre mí, sin aplastarme, con una enorme sonrisa.

—Entonces, ¿qué quieres que hagamos? ¿Ver una peli?

Trago saliva y me esfuerzo por concentrarme. Vamos, Laura, tú puedes.

—C-claro, una peli está muy bien —hablo atropelladamente—. Las pelis son muy... educativas y productivas. Lo ideal para hoy.

—¿Cuál quieres que veamos? —esconde su risa por mi vómito de palabras.

—¡Titanic! —grito lo mismo de siempre. Él hace una mueca.

—¡Siempre quieres ver la misma película! Apuesto a que la has visto veinte veces.

—Pues has perdido, la he visto veintiún veces, ja.

—Muy madura, Cereza —susurra más cerca de mí—. ¿Y si vemos una de miedo?

—Definitivamente, no. No estoy viendo una de miedo.

Lysander gruñe haciendo que vuelva a perder mi poca concentración, ese es un sonido demasiado sexy.

—... esa está muy bien.

—Claro, estoy de acuerdo. —contesto sin saber de que habla.

—¿Entonces estás de acuerdo con ver Anabelle La Creación?

Mi cara se convierte en puro horror al pensar en esa película. Creo que incluso doy un brinco en mi sitio. Detesto las películas de miedo, son lo peor.

—¡¡No!! Estoy totalmente en desacuerdo.

—¡No me estabas escuchando! —se mueve sobre mí haciendo que mi respiración se corte por los nervios— No he dicho nada sobre las películas de Anabelle, estaba hablando de La forma del agua.

—Oh, vale —me sonrojo avergonzada—. Todavía no la he visto.

En realidad, la película me da igual. No planeo hacerle mucho caso.

—Yo tampoco, pero está en recomendadas.

Lysander se levanta de encima mío haciendo que sienta frío. Me siento en la cama y me quito los zapatos cuando él me lo pide.

Mi novio pone la película y se sienta junto a mí. Cabe resaltar que estaba deseando llamarlo novio en mi mente. Pasa su brazo por mis hombros mientras yo apoyo mi cabeza sobre él.

La película empieza, pero puedo jurar que ninguno de los dos está prestando atención. Le doy miraditas de vez en cuando y él hace lo mismo conmigo, nos damos besos cortos y hablamos de vez en cuando.

Pero nada de hacer caso a la película.

Como debe de ser.

Al ver que estamos más tiempo besándonos que viendo la pantalla, decido ponerme a horcajadas sobre él. Mi intimidad roza con su bulto, paso mis brazos por su cuello y muerdo el lóbulo de su oreja cuando se pega más a mí.

Sus manos van a mi trasero haciendo que suelte un gemido suave. Cuando miro sus ojos, sus pupilas están muy dilatadas, sus labios hinchados y su cabello revuelto. Intuyo que yo me veo igual de desastrosa o peor, pero ya no me importa, estoy junto al chico que quiero así que sin pensarlo más, se lo digo.

—Te quiero.

Las palabras resbalan de mi boca antes de que pueda evitarlo. Él se estaba acercando a mí para besarme cuando se queda paralizado.

Oh, mierda, ¿la habré liado? De pequeños, nos lo decíamos todo el rato, ¿no? Tampoco hay tanta diferencia, ¿verdad?

—¿Puedes repetirlo? —me recuerda a un crío pequeño cuando hace un puchero.

Siento un poco de miedo, pero me obligo a apartarlo.

—He dicho que te quiero, Lysander.

—Yo... Yo te quiero más, Cereza.

Sonrío como una boba cuando lo escucho. Me quiere. Y es real.

Saco su camiseta todavía sin borrar mi sonrisa, él me ayuda a sacarla y cae sobre algún sitio de la habitación. Me quito mi camiseta dejando mis pechos totalmente expuestos.

—Mierda, Laura —los mira con algo parecido al deseo—. ¿Por qué no llevas sujetador?

—Sorpresa. —me encojo de hombros. A veces, me lo quito porque es incómodo.

Él sonríe antes de atacar uno de mis pechos con su boca, con una mano masajea el otro y yo agarro sus hombros con fuerza.

Lo aparto de mí para que se ponga de pie, me arrodillo frente a él y quito sus pantalones, él los patea y baja su boxer.

—Laura, ¿estás segura? —subo la mirada para verlo.

—Muy segura. —agarro su miembro con las dos manos y lo meto en mi boca. Claramente, no me cabe entero.

Su mano agarra mi pelo en una cola y tira de él al ritmo que le gusta. Yo muevo mi lengua sobre él y lo froto con mis manos. En la habitación, sólo se oyen sus gruñidos y jadeos. Y eso lo hace aún mejor.

Siento como, poco a poco, su miembro se va hinchando hasta que finalmente explota. Su cabeza se inclina hacia atrás mientras maldice, sus músculos se tensan y se viene manchando mi cara y mi pecho.

—Eso ha sido... wow. —murmura cuando abre los ojos.

Me lleva a la cama y me lanza sobre ella poniéndose sobre mí. Prácticamente, arranca mis pantalones junto con mis bragas.

—Laura, no eres virgen, ¿verdad? —pregunta mientas se separa un poco para sacar un condón del cajón de la mesilla.

—No. —respondo simple. Yo no soy virgen desde hace mucho tiempo.

—Perfecto, así no tendré que ser gentil porque hoy no voy a serlo. Vas a recordar esto por el resto de tu vida, Laura Torres.

Termina de ponerse el condón y se posiciona sobre mí, entre mis piernas, las abre un poco más y se introduce dentro de mí de una estocada.

Doy un gritito cuando lo siento entrar tan rápido y lo beso para quitar el leve dolor que siento en el vientre. Lysander me da una mirada para hacerle saber si estoy preparada y yo asiento.

Sin perder más tiempo, comienza a dar embestidas intensas y acompasadas. Las embestidas hacen eco por toda la habitación junto con mis gemidos y sus maldiciones. Sus manos me tocan por todos lados, beso su cuello desesperadamente sintiendo como nuestros cuerpos se tornan sudorosos.

No hay ni un solo centímetro de mí que no se sienta acalorado o lleno de placer. Esta sin duda es una experiencia que recordaré siempre. Tal y como él decía antes.

—Te quiero. —susurra en mi oído cuando estoy a punto de alcanzar el orgasmo.

—Yo también te quiero. —mi espalda se arquea totalmente mientras lo digo, mi respiración es un desastre al igual que la suya.

Mis uñas dejan marcas por su espalda y sus hombros cuando alcanzo el orgasmo. Mi visión se nubla por un momento, estoy extasiada.

Bastan un par de embestidas más para que Lysander alcance el orgasmo también. Sus ojos se cierran, su cara de puro placer se graba en mi mente.

Sale de mí, se quita el condón y lo echa al suelo. Mi cuerpo sigue ardiente, sigo sintiendo sus manos por todos lados.

Lysander acaricia mi mejilla y se inclina para susurrarme en el oído:

—Prepárate, Cereza, ésta es sólo la primera ronda.

Saca otro condón, sé lo pone y sin más, se entierra en mí de nuevo.

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