Capítulo 23 ✔
Maratón 2/2.
Miro hacia el escenario con admiración. Mi hermano y sus compañeros suben uno por uno y se colocan en fila para comenzar con la graduación.
Yo estoy sentada entre Ela Steel y David Hayes. La pelirroja estaba tan nerviosa, que me llamó tres horas antes para que nos arreglaramos juntas y nos ayudaramos con el maquillaje.
—Laura, ¿cómo estás tan tranquila? —me pregunta mientras muerde sus uñas.
A su lado, Marie Evans sonríe mientras rueda los ojos.
—¡Porque no es tu graduación, es la de Mark! —responde la rubia, divertida.
En poco tiempo, la tímida Marie ha ganado confianza con nosotras y se ha metido en nuestros corazones con sus comentarios raros. Además, Landon parece estar flechado por ella. Muy flechado.
—Yo estoy nerviosa por dentro. —contesto en un intento por animarla.
—No todos somos tan expresivos como tú, Steel —se burla David—. Aún no sé cómo a Ángel no le ha dado un ataque con tu emotividad.
—¿Quién dice que no me ha dado? —interviene Samantha chocando su puño con el del chico.
Ela rueda los ojos ignorando a la extraña pareja mientras Marie y yo reprimimos la risa.
Busco con la mirada a Lysander, pero no hay ni rastro de él ni de su familia, exceptuando a Liam que está entre los graduados. ¿Dónde estará mi rubio vecino y el resto de los Ambrose?
Es muy extraño que todavía no hallan aparecido, pues nunca se han caracterizado por ser impuntuales.
—¿Sabéis dónde están los Ambrose?
—¿Los Ambrose o Lysander? —Marie sonríe de oreja a oreja usando tono pícaro.
—Lysander, es obvio. —responde Ela por mí, ganándose una mala mirada de mi parte.
David toca mi hombro y señala la puerta. Justo en ese momento, Lysander entra vestido elegantemente junto con Landon y su madre. Su padre seguramente está de viaje de nuevo. Son pocas las veces que está en Shoreline, aunque la señora Ambrose tampoco pasa precisamente parte de su vida aquí.
Gracias a Dios.
Cuando la mirada de mi vecino se cruza con la mía, sonríe causando que yo haga lo mismo. Hace el intento de acercarse a mí pero su madre lo agarra bruscamente del brazo impidiendoselo. Me dirige una mirada mortal y avanza entre la gente hasta unos asientos alejados de nosotros.
Mi sonrisa decae enseguida cuando los observo inmersos en algo que parece una discusión. Estoy segura de que a Lysander no le hace ninguna gracia el control y la presión que su madre ejerce sobre él todo el rato.
La ceremonia continúa con normalidad, aplaudo y lloriqueo un poco cuando mi hermano da unas palabras en las que, básicamente, da el típico discurso: que está muy triste por dejar a sus amigos y al pueblo, pero a la vez muy emocionado por empezar esa nueva etapa.
Casi ruedo los ojos cuando repite las mismas palabras que suelen decir todos en los discutidos de graduación. Que poco original, Ángel. Sin embargo, mi corazón se rompe un poco cuando recuerdo que ya no estará estudiando en Shoreline conmigo.
Por suerte, la universidad a la que asistirá no está tan lejos del pueblo y eso deja a mi madre más tranquila. También a mí, aunque jamás lo admitiré delante de nadie.
—Ela, ¿qué va a pasar con tu relación con Ángel? —le pregunto, intrigada.
—Lo hemos hablado mucho... —divaga.
La miro, expectante, esperando a que continúe.
—Vamos a seguir a distancia, pero él vendrá a verme de vez en cuando y yo a él. —parece feliz a pesar del distanciamiento— Haremos muchas videollamadas.
—Sexo telefónico. —masculla Marie, provocando que Ela se atragante con su propia saliva.
Sus toses son tan estruendosas que varios profesores se giran para mirarla mal e incluso creo oír algún insulto hacia ella. Que dramáticos, madre mía.
—No hablaremos sobre eso, ¿vale? —comenta una vez que se estabiliza— La cuestión es que nos veremos a menudo y seguiremos juntos.
Asiento, satisfecha con la respuesta y no hago más comentarios hasta que termina la ceremonia por miedo a que Marie suelte otro disparate que haga a Ela colapsar.
Los padres pronto abandonan la sala para irse a sus casas mientras que los más jóvenes ahora nos vamos de fiesta.
Nos acercamos a los graduados para felicitarlos.
—¡Felicidades, Steel! —saludo al pelirrojo.
—Gracias, Torres. —me sonríe.
Me paro torpemente frente a Liam y trato de sonreírle ante su impasible cara.
—Ehm... Felicidades, Liam.
—Gracias.
Me quedo boquiabierta cuando me da una sonrisa de boca cerrada. Disimulo un poco mi asombro para no incomodarlo mientras busco a Ángel.
—¡Felicidades, Ángelito! Ya eres un viejito graduado. —suelto una carcajada cuando bufa malhumorado.
—Este traje es horrible e incómodo. —masculla.
—Dile a Ela que te lo quite. —responde Marie apareciendo de la nada.
—¿De dónde ha salido? —me susurra.
—Ni idea, pero da miedo. —contesto en el mismo tono bajo. Ella se cruza de brazos y nos mira, indignada.
—¡Os estoy oyendo! —dicho esto, se va.
La sigo con la mirada hasta que veo a Lysander. Él está todavía discutiendo en voz baja con su madre, ambos se ven muy cabreados. Mas que antes incluso. Liam está alejado de ellos para no involucrarse y Landon, a su lado, parece frustrado.
No parece un buen día para los Ambrose.
—Anda, ve con Lysander —miro a Ángel como si estuviera loco—. No me mires así, él parece necesitar de tu ayuda.
Titubeo al principio hasta que pienso que él haría lo mismo por mí si el caso fuera al revés.
Haciéndole caso a mi hermano, reúno todo el valor posible y me acerco a ellos con pasos lentos, pero firmes. Al instante en que me ven, ambos dejan de discutir. La señora Ambrose se va junto con los demás padres, dándome una mala mirada y Lysander respira aliviado.
—¿Soy para tu madre como el insecticida para las moscas? —ruedo los ojos, divertida.
—Algo así —sonríe de lado—, pero te aseguro que ella es la mosca más pesada de todas.
Suelto una carcajada y golpeó su hombro. Aunque me caiga mal, sigue siendo su madre y tiene que respetarla.
—¡Lysander! —le reprocha Liam. El rubio pasa de él olímpicamente y vuelve a dirigir su atención hacia mí.
—¿Nos vamos?
—Claro, deja que salude a Landon. —me doy la vuelta— ¡Vecino favorito!
—¡Vecina favorita! —a pesar de su sonrisa, sé que no está del mejor humor y la culpa la tiene su madre.
Le doy un abrazo tratando de animarlo (claramente, en vano) y salgo del instituto con Lysander.
—¿Así que Landon es tu vecino favorito? —finge que no le importa aunque no le sale y deja de intentarlo al rato.
—Por supuesto —lo pico—. ¿Celoso?
—Sí y mucho. —me mira tan seriamente mientras caminamos que me da un escalofrío mezclado con una sonrisa torpe.
—No creo que debas estar celoso de tu hermano, él está pillado por Marie. —digo, lógica.
Él detiene el paso y se queda parado en medio de la calle desierta.
—¿Y tú, Cereza? ¿De quién estás pillada tú?
Mi boca se queda entreabierta, mis mejillas sonrojadas y mi cabeza hecha un lío.
—Ya lo sabes. —respondo con dificultad.
—Si no me lo dices, no lo puedo saber —prosigue hablando cuando yo no lo hago—. Laura, sólo soy yo. No te va a volver a pasar eso.
Soy incapaz de responder, el nudo en mi garganta que se acaba de formar me impide hablar.
—Laura, ¿estás bien? —se acerca a mí preocupado.
—Sí, todo bien —aclaro mi garganta—. Siempre has sido tú.
—No siempre. —responde a secas y sé a que se refiere. Al peor error de mi vida.
—Sabes que sí.
El rubio simplemente no vuelve a responder. Nos miramos fijamente hasta que se da la vuelta y se va.
—¿Vienes o qué? La fiesta nos espera.
Camino hasta él a pasos largos y un poco bruscos de más.
—Estás siendo injusto.
—Lo siento, es que me duele poder haber evitado eso y no haberlo hecho. Estaba demasiado centrado en mis estúpidos problemas. —escupe con amargura.
Sé a lo que se refiere: a lo que sucedió en Miami. Todavía no sé que ocurrió, pero debió ser grave para él porque fue cuando se alejó de todos, incluida yo.
—Lysander, está bien. Todo está bien, eso es cosa del pasado.
Eso pareció conformarlo por ahora, pero ambos sabíamos que era mentira. El peor error de mi vida sigue entre nosotros por mucho que yo lo quiera evitar.
✔✔✔
Hola, guerreros. ¡Hoy es viernes de QELG!
No os preocupéis si no entendéis nada, pronto lo comprenderéis todo. Paciencia.
Hasta pronto.
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