Capítulo 15 ✔
Retoco mi maquillaje frente al espejo del cuarto de baño. Miro mi reflejo frente al cristal, repasando que todo esté en orden.
Hoy es el baile de invierno. Falta tan solo una hora más o menos para que empiece y yo ya estoy casi preparada. Y muy nerviosa.
Me coloco los zapatos más bonitos que tengo con algo de plataforma que veo tirados en mi armario y espero sentada en el sofá a que Lysander venga, conteniendo cualquier impulso de comer y estropear mi vestido de color rojo.
Honestamente, una parte de mí cree que él no va a venir porque esta semana no he hablado con él, más bien no he hablado con nadie. Mis ánimos han estado enterrados en el suelo de Narnia.
Tus comparaciones dan pena.
Después de que Ángel soltara «la bomba», me encerré en mi cuarto y salí sólo para comer e ir al baño, evitando a toda costa tener que entablar conversación con cualquier ser humano parlante. Incluida mi propia familia.
Hoy sólo estoy yendo al baile porque Ángel me está obligando. Dice que necesito tomar aire fresco. Yo sé que en el fondo tiene razón, pues mi cara está palida, pero nunca se la voy a dar. Terca se nace, no se hace.
Ni siquiera sé de dónde he sacado las energías para abandonar mi blanda y cómoda cama.
Tocan al timbre, pero no me molesto en ir a abrir, ni siquiera me inmuto. Seguro que es Ángel, que le da pereza sacar las llaves. Como siempre.
Enciendo la tele y paso los canales con aburrimiento. Nunca encuentro nada interesante en este trasto rectangular.
—¿Por qué no me abres la puerta, Cereza? —me giro veloz cuando oigo la voz de Lysander detrás de mí.
No me molesto en preguntar por dónde a entrado porque la respuesta es obvia: por las escaleras que conectan nuestras habitaciones. Ah, maldito señor Ambrose y sus ideas.
—Perdón, creía que eras Ángel.
—¿Y no pensabas abrirle a tu hermano? —arquea las cejas y se sienta a mi lado.
—¡No! Él es un perezoso que no quiere sacar sus llaves.
Ambos reímos y ahí me doy cuenta de lo mucho que lo he echado de menos. Lo abrazo con fuerza haciendo que se sorprenda y dejo mi cabeza apoyada en su pecho.
—¿Has hablado con él, verdad? —sé que se refiere a mi hermano.
—Sí, ya lo sé todo. —trato de que mi voz no se rompa pero fracaso. El rubio me aparta un poco para mirarme directamente a los ojos mientras pone sus manos sobre mis mejillas.
—Ey, no —su tono es suave—. Hoy es un día feliz, es fiesta, ya mañana solucionaremos lo que podamos hacer nosotros, ¿vale?
Asiento con la cabeza y nos ponemos de pie para salir hasta el instituto. Para mi sorpresa, me va a llevar en coche y, para mi mayor sorpresa, todos los chicos están dentro del auto. Entro dentro sintiendo como alguien me observa, pero no sabría decir quién. Hay mucha gente.
El coche es de ocho plazas así que todos caben perfectamente. Landon, Marie y Mark van en una fila; Ela y Ángel van en otra. Lysander va de conductor y yo de copiloto. No hay mi rastro de David y Samantha.
Lysander abre la puerta para mí y yo paso, encantada. Sólo unas pocas personas como él son las que hacen que me olvide de todo por un ratito pequeño. Debí haber hablado con él esta semana.
—¿Dónde están David y Samantha?
—Fueron por su cuenta —responde mi hermano con el brazo sobre los hombros de Ela. Está ojeroso y más delgado—. En este tiempo que no has venido, te has perdido varias cosas.
—¡Contadme todo! —rápidamente, olvido mis sospechas locas e inciertas.
—Son así como una especie de novios. —comenta Lysander, ya dentro del coche. Arranca y empieza a conducir.
—¿¡Novios!? —casi me atragantó con mi propia saliva.
—¡Sí! —exclama mi pelirroja mejor amiga— Todos nos quedamos en shock cuando lo dijeron.
—Vecina favorita, me tienes abandonado. —me doy la vuelta para mirar a Landon. Este está estrujando las mejillas de Marie mientras ella ríe.
—Ha sido una semana difícil, pero prometo no abandonaros más. —hablo con sinceridad.
—Más te vale, Torres. —responde Mark. Le doy una sonrisa.
—¡Hasta yo te he echado de menos! —dice por primera vez Marie.
—¡Yo la he echado más de menos! —protesta Landon.
—¡Yo más! —grita Mark.
—¡Pues no! —brama Ela— He sido yo quien más ha sufrido.
Miro a Lysander en busca de ayuda y él no tarda ni un segundo.
—El que más la ha echado de menos soy yo y punto —todos abren la boca para protestar, pero los interrumpe—. Quien quiera aportar algo más, que se baje de mi coche y vaya caminando.
Todos cerraron sus bocas a la vez. Suelto una carcajada y pongo música antes de que alguien se vuelva a pelear (que, por lo visto, aquí sucede muy a menudo).
Cuando llegamos, bajamos del coche y cada uno se va por un sitio. Me quedo junto a Lysander, que me ofrece una bebida. Al cabo de un rato, miro la pista con ojitos.
—¿Bailamos? —le pregunto.
—Claro. —deja su vaso medio vacío por ahí, toma mi mano y me arrastra hasta la pista. Yo, por mi parte, cojo otro vaso y me lo tomo de una.
Pego mis caderas a él mientras nos movemos al ritmo de la música. El resto de parejas bailan igual o más pegados que nosotros, algunos parece que vayan a sacarse la ropa de un momento a otro. Veo a Ángel y a Ela por ahí, y sonrío.
Se merecen el uno al otro.
Lysander me hace girar haciendo que quede de espaldas a él. Rodea mi cintura con sus brazos y aprovecho para mover más las caderas. Siento su respiración acelerada en mi cuello y eso consigue que mis vellos se ericen y mi pulso se vuelva loco y errático. Me da un beso corto en el cuello, y otro, y otro. Además, en esta posición, lo puedo sentir todo. Todo. Voy a acabar muy mal hoy.
—Cereza, me tienes muy... no sé explicarlo. —murmura por encima de la música con voz ronca.
Me pongo de cara a él de nuevo y hablo por encima de sus labios. Bueno, creo que es el alcohol el que responde por mí.
—Que lástima no poder solucionarlo aquí.
Él gruñe y yo suelto una risa floja. Me agarra de la mano y me dirige a la salida. Por el camino, paro en el baño para hacer pis. El alcohol hace que no me pueda aguantar.
Abro la primera puerta que pillo con una enorme sonrisa estúpida. Lysander y el alcohol me tienen atontada.
Miro a mi alrededor con confusión cuando veo urinarios. Oh, mierda, este es el baño de los hombres. Mi horror aumenta cuando oigo que dos personas están besuqueándose en uno de los cubículos que hay.
Estoy a punto de salir corriendo de ahí cuando la puerta del cubículo se abre. Mi boca se abre tanto que temo que se me quede deforme.
Santa madre del señor santísimo. ¿Qué estoy viendo con mis borrachos ojos?
Las dos personas que estaban besándose son ni más ni menos que Mark Steel y Liam Ambrose.
—Carajo.
✔✔✔
¡Hoy es viernes de QELG!
Vaya, vaya... ¿Os esperabais lo de Mark y Liam? A veces pienso que soy muy obvia y que se sabía peeero bueno, espero que os haya gustado el capítulo.
Hasta el próximo viernes.
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