Capítulo 14 ✔
La señora Ambrose y su marido ya han vuelto del viaje de negocios y eso nunca significa nada bueno. La tensión se siente en el ambiente.
Que dramática eres, por favor.
—Oh, aquí estás Laura —me dice ella—. ¿Estás asistiendo a todas las tutorias? Espero que Lysander saque buena nota en el próximo examen.
—Sí, señora Ambrose. Estoy asistiendo a todas y él está mejorando notablemente.
—¿Por qué no has contratado a un profesor? —el padre de Lysander se dirige a ella.
—Esta «señorita» —emplea tono sarcástico— se atrevió a formar una guerra de mi comida en una fiesta importante. Tiene suerte de que no la haya denunciado aunque sólo no lo hice porque Lysander estuvo mareandome por horas.
Espera... ¿Lysander le pidió que no me denunciara¿ Y yo mientras pensando que conspiraba contra mí. Que equivocada estaba.
—Quita esa sonrisa de boba —me dice despectivamente cuando el señor Ambrose se va—. Mi hijo no quiere nada contigo y, si quisiera algo serías un pasatiempo, un juguete más.
—Señora, no me falte al respeto.
—No lo hago. Sólo te estoy advirtiendo. Mi hijo nunca pasa mucho tiempo con la misma chica y tú ciertamente ya estás «caducando».
Mi pecho se contrae de dolor ante sus palabras aunque trato de no demostrarlo. Pero, ¿y si tiene razón? ¿Quién conoce mejor a un hijo que una madre?
—Laura, ya estoy listo. —Lysander sale del cuarto de baño con el pelo húmedo. Aparto la mirada de él y miro al suelo.
—Está bien, vamos.
Subimos a su habitación, como siempre, pero esta vez en silencio.
—¿Cereza?
—Hmm.
—¿Qué te pasa? Te noto... distante.
—Nada, estaba pensando en mis cosas. —miento.
Nos sentamos y agarro el lápiz para empezar a hacer ejercicios y formulaciones. Escribo sin problema porque la semana de llevar la muñequera ya ha pasado y se me ha curado con éxito.
Todo el éxito que no tienes en lo demás.
Explico un par de cosas con mi voz más neutra hasta que él me corta.
—Cereza, dime ya que es lo que te pasa y así acabamos antes.
—Te he dicho que no me pasa nada. Presta atención, esto es muy importante.
—No hay nada más importante que lo que te pase.
Me sonrojo involuntariamente. Él es siempre tan lindo que me cuesta creer que quiera jugar conmigo, pero no descarto nada, después de todo, las palabras se las lleva el viento. Y a mí ya me han mentido mucho.
—Muy adulador. —sueno dura y él frunce el ceño.
—Mi madre te ha dicho algo, ¿verdad? —me quedo en silencio y él aprieta su mandíbula— Ella tenía que ser. ¿Qué se ha inventado ahora? ¿Que estoy a punto de casarme? ¿Que me voy a vivir a Rusia? No, ya sé, te ha dicho que soy un robot y experimento del gobierno que finge sentimientos.
—Sabía que eras un robot.
—Sí, ¿verdad?
Suelto una carcajada que sube mis ánimos cuando imita los gestos robóticos con sus manos. Al final, me veo obligada a contarle la verdad.
—No, en serio, me ha dicho que soy un pasatiempo para ti.
Él niega con incredulidad y agarra mis mejillas para que lo mire a los ojos.
—Prefiero mi versión del robot de Gobierno, es más original—le pongo mala cara para que se deje las tonterías—. Tú nunca vas a ser un pasatiempo para mí. Eres importante, Cereza.
Sonrío amplio. Ah, mierda, ya caí.
—Tú también eres importante para mí.
Lysander se acerca más a mí mientras mira mis labios. Inconscientemente miro los suyos también. Me acerco otro poco hasta que quedan centímetros de separación.
Finalmente, él acorta el pequeño espacio que había haciendo una presión en mis labios. Me quedo un poco en shock, pero rápidamente muevo mis labios sobre los suyos mientras llevo mis manos a su pelo y las enredo en él. Entreabro más mi boca y Lysander aprovecha para introducir su lengua. Sus manos pasan de ser fijas a ser inquietas y recorrer todo mi cuerpo.
Esto estaba siendo un beso épico, pero claro, todo tiene su final. Nos falta oxígeno y nos toca separarnos a regañadientes.
Esta vez soy yo quien lo besa a él. Sus manos se cuelan bajo mi camiseta, estoy a punto de sentarme sobre él cuando alguien abre la puerta. Me separo de mi vecino a velocidad de la luz haciendo que pierda el equilibrio y caiga al suelo.
—Vaya... ¡te estás pegando el lote con mi vecina favorita! —grita Landon.
Me levanto del suelo todavía con la respiración agitada. Puedo sentir las manos de Lysander por todo mi cuerpo todavía, como fantasmas sobre mí.
—Llama a la puerta antes de entrar, idiota. —se queja, pasando de él.
—¿Y perderme este espectáculo? De eso nada —lo miro mal, pero él lo ignora—. ¿Me dejáis grabaros? Podría hacerme famoso con ese video...
—¡Landon, lárgate!
—Estamos... estudiando mates. —hablo patéticamente.
—Sí, más bien es anatomía. —hace gestos con la lengua imitando un beso.
Lysander pierde la paciencia, se levanta y le cierra la puerta en las narices.
—¡Oye! —grita tras la gruesa madera, pero ambos lo ignoramos.
Entro un poco en pánico cuando se dirige a mí y va a hablar.
—Sigamos con el ejercicio. —lo interrumpo sentándome en la silla y dándole la espalda.
No estoy preparada para que me eche o se cierre como siempre. Me daría pánico que hiciera eso después de besarme con esa intensidad.
Él no protesta, se sienta a mi lado y sigo con la pesada explicación.
✔✔✔
Acoso a mi hermano por toda la casa. Él me ha estado evitando para no contarme nada sobre ese trabajo y tratamiento del que no sé nada.
—¡Ángel, sé que estás ahí! —golpeo la puerta de su habitación.
—No estoy, he salido a comprar.
—No seas idiota, ¿estás hablando desde el supermercado?
—Eh... no, por supuesto que no. Sólo soy ehm el robot de Ángel, diseñado y progr...
—¡Como no abras la puerta, la echo abajo!
A pesar de que sabe que no tengo tanta fuerza, abre la puerta y yo entro.
—Me debes una explicación.
Mi hermano asiente, tira de mi muñeca y hace que nos sentemos sobre su cama.
—No es un secreto que no estoy yendo a clases —asiento para que siga—, pero es porque he encontrado un trabajo.
—¿Cuál? —él hace una mueca.
—Un puesto de comida, cerca del campo de fútbol.
—¿Un puesto de comida? ¿Y desde cuándo tú quieres trabajar en eso? ¡Nunca te ha gustado! —alzo la voz sin darme cuenta.
—¡Joder, Laura! Desde que mamá tiene Alzheimer y no podemos pagar el tratamiento. —grita tan fuerte que las venas de su cuello se marcan.
Me quedo en shock. No me muevo, creo que ni siquiera respiro. Siento que el tiempo se congela en el mismísimo instante en que lo oigo pronunciar ese terrible nombre.
Mi cabeza piensa a toda velocidad, recopilando toda la información que tengo sobre ese tema en concreto.
—Pero eso no tiene...
—¿Cura? Ya lo sé.
✔✔✔
¡Por favooor, no me matéis! Os prometo que yo también estoy llorando por dentro ahora mismo.
¿Mal momento para decir feliz domingo de QELG? *huir*
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