Mi gato tiene una extraña purr-sonalidad


Kyojuro estaba profundamente dormido, el entrenamiento para ser policía era extenuante, pero lo disfrutaba mucho. Tenía que realizar muchos cursos de diferente naturaleza, todo con el objetivo de prepararlo para ser un ciudadano ejemplar para proteger a los demás. Le estaba costando un poco su progreso en las artes marciales para llegar a lo máximo, pero el instructor le dijo que era de los que más había avanzado y estaba orgulloso de su fuerza y destreza.

Estaba soñando que estaba disfrutando una deliciosa sopa de patata dulce cuando de repente...

- ¡Maldito bastardo!

Con aquella maldición, Rengoku brincó del susto en su futón. Más por haber sido asustado por la estruendosa voz de Sanemi Shinazugawa. Kyojuro salió rápidamente de su habitación para encontrarse con su compañero de aspirante a policía haciendo guerra visual con su nuevo compañero de piso.

Lo conocía ya de un año y tenían una amistad algo brusca pero cercana, por lo que no se preocupo tanto de verlo ahí en su departamento. El gato negro no parecía enojado, pero estaba en guardia sobre la mesa, sosteniendo su mirada contra aquel hombre con aquellos penetrantes ojos azul rey.

- ¿Shinazugawa? ¿Qué haces aquí? ¿Cómo entraste? – masculló todavía un poco adormilado.

- Tu ex-compañero de piso te estaba buscando, me quedé más tarde en la academia y al enterarse que nos conocíamos, me encargó darte el juego de llaves que se le olvidó regresarte.

Le entregó el objeto antes de gruñirle al felino.

- Solo pensaba entregarte las llaves y ya, pero este desgraciado animal me atacó de la nada ¡Y míralo! ¡Todavía tiene el descaro de sentarse en la mesa y verme a los ojos como si fuera el dueño de la casa!

Kyojuro dejó salir una risa resignada, sabía que posiblemente su gato solo se había asustado, pero era difícil de no malinterpretar cuando parecía digno e imperturbable como si ambos fueran seres inferiores a él.

Este humano es como un perro de la calle, atacan primero y cuando te defiendes se enfadan. ¿Por qué me ha pisado la cola? Y yo que tan tranquilo estaba...

- No lleva aquí más que un par de semanas, Shinazugawa. No creo que sea correcto juzgar su personalidad aún.

- Al carajo con eso – escupió el albino, tratando de ver si el zarpazo de su pierna había roto su pantalón – Los gatos son altaneros y arrogantes. No me agradan, prefiero los perros.

El rubio dejó salir una carcajada y el felino agachó las orejas, bajándose de la mesa y caminando a ocultarse en una caja que había encontrado en la sala.

Ruidoso...

Sanemi chasqueó su lengua irritado, pero luego recuperó su rostro habitual y le ganó la curiosidad.

- No te tomaba por una persona de gatos, Rengoku.

- Honestamente yo también me sorprendí – respondió el rubio, volteando a ver al sitio donde el gato se había escondido – Al principio fui a buscar un perro, ya que mi padre nunca nos dejó tener uno, pero luego pensé que se pondría muy triste por no poder estar conmigo frecuentemente, así que decidí buscar en los gatos. Siempre me han parecido más independientes y misteriosos.

- ¿Y tenían que escoger a este pequeño miserable? – la frente de su compañero mostraba una vena del coraje pasado.

- ¡Había muchos gatos muy lindos! Incluso pequeños, pero él era el único negro. ¿Y ya viste sus ojos? ¡Nunca había visto nada igual!

Tomioka escuchaba como ambos hombres hablaban sin parar, su cola comenzó a agitarse con incomodidad, de lado a lado.

¿Por qué no se va? Quiero dormir sin miedo a que cobre su venganza... Por favor vete, tengo sueño... y mucha hambre. El humano ha descuidado su comida en aquel tazón del suelo, pero no lo ha hecho desde anoche, y este lugar no tiene nada, ni basura, ni presas de ningún tipo. Esta pequeña hambre no es nada, pero si no logro robarle comida ¿Moriré de hambre?

Se acomodó para intentar no pensar en su estómago, prefiriendo adentrarse en lo profundo de sus recuerdos en lo que esperaba una oportunidad de alimentarse.

Dos gatitos estaban acurrucados en los arbustos de un parque, uno completamente negro, la otra negra con el pecho y las patitas blancas.

Tomioka ¿Dónde está Tsutako? ¡Tengo hambre!

El gatito negro se apresuró a lamer las orejas de su hermana para calmar sus maullidos.

No te preocupes Suma, ella volverá pronto. Estoy seguro.

Pero mamá nunca volvió ¡Ahhh, quiero a mi mamá!

Tomioka se puso nervioso, volteando a todos lados y lamiendo de nuevo con más fuerza ahora su cabeza.

¡No hagas tanto ruido! Tsutako nos dijo que es peligroso.

¡Buaaaa! ¡Mamá! ¿Dónde está? ¡Quiero leche, no quiero tener frío en la noche, quiero que regrese! ¡Ahhh!

Eran demasiados maullidos, alguien escucharía sin dudarlo. Los arbustos se movieron y ambos gatitos se erizaron y callaron de inmediato. Una gatita un poco mayor entró con un ratón en su boca y ambos recuperaron la tranquilidad. Era de color negro, con un bello par de manchas en su pecho que parecían formar un corazón blanco.

¡Lo siento! Las enormes cajas de comida no tenían bolsas, busqué en muchas pero todas estaban vacías. Tuve que cazar y no conseguía atrapar nada, pero ¡Miren! ¡Miren! Les traje algo.

Ambos se relamieron incluso si era un pequeño pedazo para los tres. Tsutako los miraba con calma, al menos hasta que Tomioka notó que ya iban a terminar y ella no había comido nada.

¿No vas a comer?

La mayor se sobresaltó y negó tranquila.

No, no. Coman ustedes, yo ya conseguí algo. Además, soy más fuerte y más grande, estaré bien.

Suma y Tomioka tenían mucha hambre como para pensarlo dos veces. Así que siguieron comiendo rápido para dejar de pasar hambre.

Oh hermana... Te matabas de hambre por nosotros, ahora lo entiendo, y lo siento tanto. Al menos ya no somos una carga para ti. Pero no debes preocuparte en donde estés, soy fuerte, haré lo que tenga que hacer para sobrevivir.

- ¿Eh? ¿No lo has llevado al veterinario?

- No la verdad es que no – Kyojuro llevó su mano a la nuca – pero no te preocupes, me dijeron que tiene todas sus vacunas y creo recordar que está esterilizado.

- ¿No se supone que engordan después de eso? Yo a este lo veo muy delgado.

- Supongo que no a todos les pasa lo mismo. Pero tienes razón, lo llevare al veterinario en la semana, será su primer chequeo regular y podré pedir consejos.

Ambos se despidieron y el joven rubio se volvió a quedar solo en su hogar, con su roomie felino. Rengoku pensaba que hacer cuando dejó salir un grito que asustó al gato.

- ¡Tu comida! No te he servido el desayuno, y es la comida más importante del día.

Caminó hasta la alacena donde guardaba lo que le había comprado y sacó la bolsa de las croquetas junto con una lata de atún para gatos.

- Hora del desayuno... Oh vaya, todavía no te he puesto nombre.

El sonido de la bolsa abriéndose, hizo que el gato se pusiera de pie y se acercara cauteloso a la cocina. Observó la taza medidora salir con una porción de comida sólida y el olor de pescado saliendo de la lata, le hizo empezar a relamerse sin control.

Ahí está, para comer tanto, ya se había tardado en tener hambre de nuevo. En cuanto lo deje en el suelo y se descuide, debo aprovechar.

Así como el gato lo pensó, así pasó. Kyojuro se fue a prepararse para el compromiso de fin de semana que tenía y Tomioka se abalanzó sobre la comida, tirando croquetas todo alrededor del plato y manchando sus bigotes y pelaje de restos de atún.

∧,,,∧
🐾 ( ̳• · • ̳) 🐾

- ¡No puedo creer que hayas adoptado un gato! ¡Es tu primera mascota, Rengoku!

La mejor amiga de Kyojuro se llamaba Kanroji Mitsuri, una bella chica que se esforzaba diariamente por ser una bailarina de ballet profesional. De cabello rosado y puntas verdes, voz aguda y expresiones tiernas. Ambos estaban en su café preferido, y los cuatro platos frente a ellos demostraban que llevaban un buen rato hablando.

- ¡Así es! Ha sido todo un reto, me sigo acostumbrando a él, pero parece que tiene problemas para confiar en mí.

La pelirosa hizo un sonido de estar pensando y luego alzó su dedo con seriedad cómica.

- Cada gato es un mundo diferente. Como antigua dueña de cinco gatos en casa de mis padres, debo decirte que todo depende de la relación que construyas con ellos. ¡Y el nombre es de lo más importante!

- ¿Lo es?

- ¡Por supuesto! Poner nombres es de lo más emocionante, necesitas pensar en su personalidad, en su apariencia, algo que te guste mucho para sonreír cada vez que lo llames.

Kanroji hizo una pausa para pedir lo que serían sus postres y en cuanto la camarera se fue, siguió su parloteo.

- ¡Oh, y también necesita un colllar! Pero, ¡pero!, a los gatos no siempre les gusta usar collar, pero es importante que tengan algo por si se pierden. Tres de los gatos que tienen mis padres se dejaron poner collar, pero a los otros dos tuvimos que colocarles un micro-chip. Nunca les gustaron los collares – pausó para meterse una bola de helado de fresa completa a la boca - ¡Qué rico!

Kyojuro abrió la boca pensativo para seguir con su respectivo tazón de helado, las mascotas eran tan desconocidas para él. Incluso si le gustaban los animales y lo querían mucho. Se preguntó si podría con el gato que había elegido.

- No te preocupes, estoy segura que el veterinario te dará buenos consejos – varias gotas de sudor le preocuparon al rubio y más sus palabras – Aunque te recomiendo que compres un buen transportín a prueba de rasguños... a los gatitos... no les suele gustar las idas al veterinario.

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¿Por qué aquí de nuevo? ¿Qué clase de castigo estoy pagando?

El gato negro tenía sus orejas pegadas al cráneo, escuchando los ladridos y maullidos del mismo sitio que se había atrevido a manipularlo en contra de su voluntad.

Cuando me atraparon fui picoteado, atacado con múltiples manos, empapado con agua y un líquido burbujeante, y sometido a dormir. Algo me hicieron aquí y no pienso dejar que se repita.

Rengoku se sorprendía de ver lo tranquilo que estaba su compañero peludo de piso, ¡Era un gato tranquilo, valiente y muy bien portado a comparación de los otros gatos que gruñían y silbaban asustados!

- Rengoku-san, puede pasar con... Kyojuro.

- Ah, gracias. Pero ese es mi nombre y apellido en realidad.

Fue cómico para el rubio lo apenada que parecía la secretaria, pero tenía sentido, la mujer no sabía que aún no le había puesto nombre a su mascota. Se aseguraría de aclararle eso al veterinario.

- Muy bien chico, vamos a sacarte de ahí.

El felino se echó para atrás en el transportín, sacando sus garras y erizando todos sus pelos, sin demostrar que atacaría al primer contacto. Aquellos dedos lo agarraron y de inmediato lanzó la mordida, hundiendo sus garras y defendiéndose con toda su fuerza, mientras el veterinario lo sacaba.

- ¡¿Se encuentra bien?! ¡Lo lamento tanto, no sabía que él...!

- No te preocupes jovencito – lo tranquilizó el hombre de veterinaria – Estos guantes son especiales para gatos, ya los conozco, veinte años de servicio te enseñan.

Kyojuro sonrió, todavía nervioso al haber subestimado la fiereza de su roomie. Quien al parecer no era el tranquilo gato doméstico que le gustaría, era por dentro todavía un gato callejero de gran carácter.

- Realizaremos todas las pruebas y finalmente haré unas cuantas preguntas para ayudar a su adaptación en su nuevo hogar.

No... No por favor...

- ¡Se lo agradezco mucho! – exclamó Rengoku feliz, sin ver lo grandes que se habían vuelto los ojos del gato ante las herramientas de revisión del hombre.

¡No! ¡NOOOOOOOOOOOO! ¡AYUDAAA!

- ¿A dónde crees que vas minino?

¡PIEDAAAAD!

Acabado el chequeo, Kyojuro revisaba los collares de la tienda, mientras que su gato se encontraba en el transportín, protegiéndose acostado en bolita y tratando de olvidar la manipulación irritante y aterradora de su cuerpo. Los ojos dorados del veinteañero no se decidían entre los collares que tenía entre sus manos.

"Ah, ¿Cómo puedo escoger? Este rojo se le vería muy bien, pero este tiene patrones extraños y me gusta mucho... ¡Y también está este azul celeste que combina con sus ojos!"

La mujer que atendía se sobresaltó cuando el rubio estampó tres collares diferentes frente a ella.

- ¡Me llevo estos tres! – comentó seguro de su decisión y sacando el dinero de su bolsillo.

- C-claro que sí.

De regreso en casa, Kyojuro estaba tirado en el suelo de su cuarto, escribiéndole a su querido amigo Uzui. Ambos se conocían desde adolescentes gracias a que Tengen había practicado en el dojo de su familia con su padre como su maestro.


💎: Es un gato muy extravagante, no tanto como mis Makio y Sumire, pero Hinatsuru lo amó en la fotografía.

💎: Por cierto ¿Cómo vas en tu entrenamiento de policía? ¿Por fin serás un riesgo a mi vida flamboyante?

Leído: ¡Muchas gracias, yo también pienso que es bonito! Y esa palabra no existe. Aunque me digas que es extranjera, jajaja, no existe. Y voy bien, estoy un poco atorado en algunos cursos, pero son pocos y ya no me falta tanto.

💎: No seas aguafiestas con mi vocabulario Kyojuro. Ah, Hinatsuru pregunta si está esterilizado.

Leído: Sí, ya me confirmaron que lo esterilizaron en la veterinaria.

(Escribiendo...)


Los mensajes de Uzui le hacían sonreír, estaba tan concentrado en ello, que no se fijó en que el gato tomó carrera desde la puerta de la habitación hasta que sintió el impacto sobre su panza.

- ¡Hufff! – resopló obligado por su gato que lo había usado de trampolín, el teléfono le cayó en la cara y soltó un pequeño grito de dolor.

El gato volteó un segundo para ver al rubio gimiendo mientras mantenía una mano en su abdomen y otra en su nariz, volteó bruscamente para ignorarlo y se sentó sobre su computadora en el escritorio, manteniendo su mirada indiferente en la pantalla.

- Oye, ¿Qué fue todo eso? – suspiró Rengoku, incapaz de entender a este extraño ser.

Ahora que estaba de espaldas, recordó que debía ponerle un nombre al gato. Giró su cabeza para poder verlo y puso su celular a un lado, pensando seriamente en un buen nombre.

- Umu, veamos... tu nombre... debe ser algo que te represente... ¿Qué nombre te pondré amigo felino?

El gato sabía que estaba hablando, pero estaba más enfocado en dormir la siesta que en escuchar.

- ... ¿Kuro? ¡Ah, Yami! Mhhh, no, no creo que te quede... Miso... Moshi...Tofu...Dango...Tempura... Ah, creo que estoy pensando con el estómago.

Soltó una carcajada al darse cuenta y decidió ir por algo de tomar en lo que decidía el nombre de su compañero.

Tomioka estaba empezando a dormir cuando algo le zumbó en el oído, despertándolo y sacándole una vena debajo de todo aquel pelaje.

Malditos mosquitos, pensé que aquí encerrado no habría tantos, pero este es muy insistente desde la mañana.

Kyojuro volvió con una soda que se había comprado el día anterior, la abrió y le dio un trago al sabor de naranja.

- Veamos...Takeo, Kobe, Haku, Giyuu, Daichi - mientras enlistaba los nombres que se le iban ocurriendo.

El mosquito pasó volando frente a los ojos del gato, haciendo que volteara a seguirlo con la mirada.

Ya te tengo.

Los ojos dorados del joven se abrieron y se entusiasmó al notar una reacción de parte del gato. Dejó su bebida en la mesita de la sala y se dispuso a descubrir el nombre.

- ¡Oh! ¡Te moviste! ¿Cuál fue? ¿Haku? - El gato se quedó quieto, tratando de escuchar al mosquito.

Silencio humano, trato de escuchar...

- ¿No es ese? A ver... ¿Giyuu?

El zumbido se hizo presente en su oreja izquierda y el felino volteó rápidamente para encarar al insecto.

- ¡Ese es! ¡Giyuu! Es un bonito nombre, creo que significa heroísmo, lealtad y coraje. ¡Está decidido! A partir de hoy tu nombre será Giyuu.

Tomioka atrapó al mosquito de un mordisco, ignorando los sonidos alegres que el humano en la habitación emitía. Sí que era un ser extraño.

Pero más extraño fue cuando se decidió a ponerle atención y vio al rubio sacando tres paquetes y tratando de decidir algo.

- Creo que este mes te pondré el rojo. Mañana iré a que le pongan mi información de contacto a los otros collares, por ahora veré si no te estresa usarlo.

El humano sacó un sobre y al abrirlo, Tomioka se deleitó con el olor a comida que salía del sobre, relamiéndose sin parar.

- Déjame ponerte esto, no me rasguñes por favor – susurró Kyojuro, levantándose para ir por su plato de mascota.

Al volver sacó el contenido del sobre y se lo puso enfrente, esperando pacientemente. El felino no pudo aguantar la tentación y aún con el estruendoso humano, decidió acercarse y empezar a comer, sin darle mucha importancia a las arrastradas sutiles que daba Kyojuro hacia él.

Con mucha paciencia, el joven le puso el collar, ajustándolo para que no le apretara y aprovechando para sonreír con la suavidad del pelaje que por primera vez sentía.

"Es tan cálido, y su pelaje es tan sedoso. Mitsuri estaría celosa de su suavidad."

Apenas sus dedos dejaron en paz el collar, el pequeño cascabel comenzó a tintinear. El minino negro detuvo su comida y prestó atención al sonido. Era el mismo que veía en muchos gatos elegidos para vivir la buena vida. Gatos especiales.

Se relamió y se acercó unos pasos hasta quedar frente a frente con el sorprendido humano de ojos citrinos.

Humano... Acaso tú ¿Me quieres? ¿Crees que... soy especial?

Los maullidos eran tiernos, Kyojuro no pudo evitar sonreír con aquello y lentamente, tratando de no asustarlo, le puso la yema de sus dedos en la cabeza para acariciársela.

Tomioka no sabía qué hacer, él no tenía nada de especial. No era hermoso como su hermana Tsutako, ni tampoco era un gato salvaje que luchaba por su libertad a diario como Sabito, que le había salvado la vida. Pero este humano había hecho algo que, por su hermana, sabía que era especial.

Todavía no confío del todo en ti, pensó, alejándose de los cariños lentamente, Pero... supongo que no quieres hacerme daño. Supongo... que puedo darte una oportunidad.

- Giyuu... sí, es un buen nombre para ti.

El teléfono vibró y Kyojuro recordó que estaba hablando con su amigo. Por lo que dejó en paz a Giyuu, el cuál se estaba comenzando a bañar con su lengua.


💎: No te preocupes, de todos los candidatos, eres el que mejor posibilidades tiene de ser un policía ejemplar. Tan solo con ese cabello, nadie podrá olvidarte.

💎: Hinatsuru quiere saber si te gustaría traer a tu gato a que socializara con nuestras princesas. Ellas también están esterilizadas, así que no habrá gatitos de ningún modo.


Rengoku ya conocía a las mascotas de Tengen y su esposa Hinatsuru. Ambas felinas eran como aceite y agua, casi literalmente. Makio era de color café, con manchas de color amarillo en ambas orejas, y era una tsundere impulsiva y orgullosa. Sumire era una de color negro pero pelaje corto a diferencia de Giyuu, tenía elegantes patas blancas y su pecho tenía una gran mancha blanca. Sus ojos eran amarillos y azules en cada una.

Uzui había convencido a su esposa de adoptar una mascota antes de decidir tener un hijo, para irse habituando a la carga de responsabilidades de a poco. Así fue como compraron a Makio, tiempo después cuando ya estaban planeando empezar su familia, adoptaron a Sumire.

"Hinatsuru quiere mucho a ambas gatitas, pero ella ha querido tener un bebé desde que se casaron. Me alegro que Uzui por fin se sienta listo."

Entregado:Creo que es una gran idea. ¡A Giyuu y a mí nos encantará darles una visita!

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Notas: 
Hola a todos (⌒‿⌒)
Me hace muy feliz poder actualizar esta historia, ha pasado tiempo y honestamente todavía tengo mucho que resolver en mi cabecilla, pero escribir siempre es algo que me ayuda a anclarme a este mundo de locos

Para esta historia me inspiro mucho de un anime que se llama My roomate is a cat, se los recomiendo, es divertido y dulce

Por favor cuídense mucho, tomen agua, tomen sus precauciones al salir a la calle, y recuerden que hay que cuidar de la salud mental y física <3 <3 <3

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