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La madrugada llegó con una claridad difusa, una mezcla de gris y azul que suavizaba el paisaje del bosque. En la cueva, el fuego se había reducido a brasas, y el aire fresco del amanecer se colaba entre las rocas.

Hunter despertó antes que Jake, su mente se encontraba despejada pero alerta. Pasó un momento observando a su compañero, notando las marcas de cansancio en su rostro, los rastros de lágrimas secas que brillaban a la tenue luz.

Jake, aún dormido, parecía más pequeño y vulnerable que nunca, casi como un niño. Hunter sintió una punzada de dolor en el pecho, un impulso de protegerlo que casi lo abrumó.

Se preguntó cómo había llegado todo a este punto, cómo es que un chico tan bueno como Jake había terminado así, roto por dentro por la crueldad de otros. Y mientras lo observaba, se prometió que, pase lo que pase, no permitiría que Jake siguiera sufriendo solo.

El suave crujido de las brasas despertó a Jake, quien parpadeó varias veces antes de darse cuenta de dónde estaba. Al principio, se sintió desorientado, pero la presencia de Hunter junto a él, y la calidez del fuego cercano, le recordaron lo que había sucedido la noche anterior. Aun así, el peso del dolor seguía allí, implacable.

— Buenas – saludo el azabache con una sonrisa suave, tratando de aligerar el ambiente.

— Buenos días – respondió en voz baja, aunque su mirada estaba ausente.

Un silencio incómodo se instaló entre ambos, solo roto por el murmullo distante del bosque. Jake sabía que eventualmente tendrían que regresar al campamento, enfrentarse a los demás y a la realidad que había dejado atrás la noche anterior. Pero en ese momento, la idea de volver le parecía insoportable.

— ¿Crees que nos estarán buscando? – preguntó finalmente, con el tono lleno de duda.

Hunter sacudió la cabeza con una sonrisa amarga.

— Lo dudo. No sería la primera vez que desaparece alguien y como siempre, no buscarán nada.

Jake asintió, como si eso fuera exactamente lo que no esperaba oír. Aún así, asimilar continuamente la verdad dolía. No era que quisiera la atención de aquellos que lo habían herido, pero su ausencia había sido tan fácil de ignorar para todos, excepto para Hunter. Una mezcla de tristeza y alivio lo inundó.

— No quiero volver, Hunter – admitió en un susurro esperando no ser escuchado, mira las brasas del fuego –. No puedo enfrentarme a ellos, no después de todo lo que dijeron.

Hunter lo miró con comprensión y, sin decir una palabra, se acercó más, cruzando un brazo sobre el cuello de Jake.

— No tienes que hacerlo solo – respondio con firmeza –. Si decides regresar, lo haremos juntos. Y si no quieres volver, encontraremos otra manera de no se, ¿fugarnos?. Pero no dejaré que te hundas más en esto. Eres más fuerte de lo que crees, Jake. Solo tienes que darte cuenta.

Jake respiró profundamente, asimilando las palabras de Hunter. Sentía sinceridad en cada silaba, y aunque todavía estaba abrumado por el dolor, algo dentro de él se movió, una chispa de esperanza que no había sentido en mucho tiempo.

( ☆⁠ )

Mientras tanto, en el campamento, el sol comenzaba a asomar entre las copas de los árboles. La lluvia de la noche anterior había dejado todo empapado, pero eso no impidió que los primeros rayos de luz despertaran al grupo.

Mientras preparaban el desayuno, las conversaciones giraban en torno a las actividades. Sin embargo, la ausencia de Jake, que había sido casi un tema de broma antes, ahora empezaba a preocuparlos, aunque de manera superficial.

— ¿Alguien ha visto a Hunter o a Jake? – preguntó una vez mas Ally, mientras le daba vuelta a las brochetas de pescado en una pequeña fogata improvisada.

Gaby lanzó una mirada rápida hacia el bosque.

— No desde anoche – dijo, sin darle demasiada importancia –. Seguro que Jake está escondido en algún lado, haciéndose el sufrido como siempre.

Ashley, que había estado más callada de lo normal, frunció el ceño. Las palabras de Tom la noche anterior seguían dándole vueltas en la cabeza. Aunque no lo admitiría en voz alta, sentía que tal vez habían ido demasiado lejos. Pero no quería mostrarse débil frente a los demás.

— Tal vez deberíamos buscarlo – solto, intentando sonar despreocupada, pero en su interior, la inquietud iba creciendo.

Tom resopló, como si la idea le pareciera absurda.

— Si quiere desaparecer, que lo haga. Cómo ya dije, no va a hacer ninguna diferencia en los retos.

Ashley lanzó una mirada reprobatoria hacia Tom, pero no dijo nada. En cambio, se levantó y se dirigió hacia el borde del campamento, mirando hacia el bosque, como si esperara ver a Jake aparecer entre los árboles en cualquier momento.

Sin embargo, la mañana avanzó, y no hubo rastro de Jake ni de Hunter. Algunos empezaron a preocuparse en silencio, mientras que otros, como Tom, continuaron con su actitud despreocupada, convencidos de que todo era parte del drama de Jake.

—Deberíamos enfocarnos en la competencia – insistió Tom, intentando desviar la atención del tema –. No tiene sentido retrasarnos por algo así.

Pero en el fondo, incluso él empezaba a sentir la punzada de la incertidumbre.

(☆)

De regreso en la cueva, Hunter y Jake decidieron que era hora de tomar una decisión. Jake sabía que no podía quedarse en el bosque para siempre, pero la idea de regresar al campamento seguía siendo aterradora. Sin embargo, con Hunter a su lado, la perspectiva no parecía tan imposible.

— Vamos a volver – dijo Jake finalmente, su voz firme aunque aún temblorosa –. No voy a dejar que me hundan de nuevo.

Hunter sonrió, sintiéndose orgulloso de la determinación del otro.

— Eso es, Jake. Y recuerda, no tienes que hacerlo solo. Estoy contigo.

Ambos se levantaron y apagaron los restos del fuego. Luego, con paso decidido, comenzaron a caminar de regreso al campamento, sabiendo que la confrontación sería inevitable, pero también que, pase lo que pase, lo enfrentarían juntos.

El bosque se fue aclarando a medida que avanzaban, y aunque el miedo seguía presente en Jake, la presencia de Hunter a su lado lo mantenía firme. Sabía que el día que les esperaba no sería fácil, pero por primera vez en mucho tiempo, sentía que tenía una oportunidad de cambiar las cosas.

Y así, con el sol de la mañana iluminando el camino, Hunter y Jake se adentraron en el corazón de lo que antes había sido su tormento, dispuestos a enfrentar lo que el destino les deparara.

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