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Hunter había notado la ausencia de Jake casi desde el primer momento en que los grupos se reunieron. Los demás estaban demasiado ocupados, en sus propias risas y comentarios crueles, sobre todo girando la rueda de sus pequeñas mentes, generando planes para ganar a toda costa. No había tiempo en sus cabezas, como para darse cuenta de que Jake se había alejado. Pero Hunter siempre estaba atento a él, incluso cuando Jake no lo notaba, no lo tenía en cuenta.
Con un nudo en el estómago, decidió ir a buscarlo. No podía sacarse de la cabeza la forma en que Jake había estado caminando últimamente, con los hombros caídos y la mirada perdida. Algo en su interior le decía que algo andaba mal, que Jake necesitaba a alguien a su lado en ese momento, y él estaba dispuesto a ser esa persona, aún si no se lo pedía.
El bosque, que antes le había parecido un lugar tranquilo y lleno de vida, ahora parecía más oscuro, más opresivo. Las sombras se alargaban entre los árboles, y el sonido del viento entre las ramas creaba una sinfonía inquietante. Sin embargo, Hunter no se dejó intimidar.
Caminó con determinación, siguiendo los débiles rastros que Jake había dejado a su paso. Los ligeros crujidos en la hojarasca, las ramas rotas… eran como migas de pan que lo llevaban hasta él.
Finalmente, lo encontró. Jake estaba tirado en el suelo, cubierto de hojas y barro, con la mirada perdida en el cielo. Parecía que todo su mundo se había derrumbado.
—Jake... – susurró, acercándose con cautela.
El otro levantó la mirada, sorprendido. Por un momento, no supo si lo que veía era real o simplemente un espejismo creado por su mente agotada. Pero allí estaba Hunter, mirándolo con preocupación, sin rastro de burla en su rostro.
— ¿Qué haces aquí? – preguntó con la voz rasposa, luchando por levantarse del suelo.
—Te estaba buscando – respondió Hunter, extendiendo una mano para ayudarlo –. No podía dejar que estuvieras solo.
Jake dudó un segundo, pero finalmente aceptó la ayuda. El contacto con la mano de Hunter era cálido, un contraste con el frío que sentía por dentro. Mientras Hunter lo ayudaba a levantarse, sintió un atisbo de alivio, una sensación de que, tal vez, no estaba tan solo como pensaba.
Justo en ese momento, un trueno retumbó en la distancia, y el cielo, que ya estaba cubierto de nubes grises, comenzó a desatar su furia en forma de lluvia. Gotas gruesas y pesadas comenzaron a caer, empapándolos al instante.
—Vamonos, conozco un lugar donde podemos quedarnos hasta que pase – dijo Hunter, tomando la mano de Jake, guiándolo a través del bosque.
Corrieron juntos bajo la lluvia, sorteando raíces y troncos caídos, hasta que finalmente llegaron a una pequeña cueva oculta entre las rocas. No era grande, pero ofrecía el refugio que necesitaban. Se metieron dentro, respirando con dificultad por la carrera.
Dentro de la cueva, la lluvia era solo un eco lejano, y el mundo exterior parecía desvanecerse. Hunter se sentó junto a Jake, sin soltar su mano, como si temiera que, si lo hacía, Jake se desvanecería.
—¿Estás bien? – preguntó, aunque la respuesta era obvia.
Jake negó con la cabeza, sintiendo que las lágrimas volvían a amenazar con caer. Pero al mirar a Hunter, algo en su interior se calmó. Había sinceridad en los ojos de Hunter, una calidez que no había encontrado en nadie más hasta ahora. La primera que se sentía verdadera.
— Gracias por venir a buscarme – solto finalmente, con una voz quebrada.
— Siempre lo haré – respondió con cautela, formando una sonrisa suave –. Nunca estarás solo, Jake.
( ☆ )
En el campamento, la atmósfera era completamente distinta. La lluvia había obligado a todos a refugiarse bajo las carpas, donde intentaban mantenerse secos mientras continuaban con sus deberes.
Algunos de los integrantes de los equipos cian y magenta estaban sentados juntos, hablando animadamente sobre los próximos retos que se celebrarían al día siguiente. El ambiente estaba cargado de tensión, con cada uno discutiendo sus puntos y pronósticos.
—¿Creen que Hunter regrese más tarde? – preguntó Ally mientras jugaba con un palo que había recogido del suelo.
— Obviamente, no te preocupes por ese tonto – respondió Fiore, con su típica confianza desbordante.
Ally asintió.
Ashley por su parte se le veia animada, aunque en su mente, las palabras de Tom sobre Jake todavía resonaban. Por un momento, sintió una punzada de culpa, pero la desechó rápidamente. "Jake debe aprender a no ser tan patético", pensó, convenciéndose a sí misma de que estaban en lo correcto.
— Hablando de tontos ¿alguien ha visto a Jake? – inquirió Ellie, mientras se abrazaba así misma en un intento de protegerse del frío.
Tom lanzó una mirada de desprecio hacia el bosque.
— Probablemente esté escondido en algún lugar, lamentándose como siempre. No es como si fuera a hacer mucha diferencia si participa o no.
La conversación rápidamente cambió de tema, de nuevo centrada en los retos y las expectativas de victoria. La ausencia de Jake era solo un pequeño detalle, insignificante en comparación con lo que les esperaba al día siguiente.
Sin embargo, entre el bullicio, hubo un breve silencio. Una sombra de inquietud cruzó por las mentes de algunos, un presentimiento de que tal vez, solo tal vez, habían ido demasiado lejos esta vez. Pero la emoción por las actividades pronto disipó cualquier preocupación, y el campamento volvió a sumergirse en la rutina.
( ☆ )
De regreso en la cueva, la lluvia seguía cayendo, creando una cortina de agua que aislaba a Hunter y Jake del resto del mundo. La cueva estaba oscura, pero no fría. Hunter había encontrado algunas ramas secas en el fondo y había logrado encender un pequeño fuego. La luz danzaba sobre las paredes de la cueva, proyectando sombras que se movían al compás del crepitar de las llamas.
— Siempre supe que eras un chico de bosques – bromeó Jake, intentando romper el silencio que se había instalado entre ellos.
Hunter sonrió, aunque sus ojos seguían fijos en el fuego.
—Supongo que después de todo lo que hemos pasado, algo debí de aprender – respondió, y ambos rieron, aunque la risa de Jake estaba teñida de tristeza.
Un nuevo silencio los envolvió, pero esta vez no era incómodo. Era un silencio cargado de significado, donde las palabras no eran necesarias. Finalmente, Hunter habló, con la mirada fija en el fuego.
— Jake… no sé qué dijeron, pero no les creas. No saben lo increíble que eres.
Lo miró, sorprendido por la sinceridad en sus palabras. Por un momento, quiso protestar, decirle que estaba equivocado, pero algo en la mirada de Hunter lo detuvo. En cambio, se quedó en silencio, permitiendo que esas palabras lo envolvieran, como un manto cálido en medio de la tormenta.
El tiempo pasó, y aunque la lluvia seguía cayendo, en la cueva, había una calma que parecía fuera de lugar. Hunter se acercó más a Jake, y ambos se quedaron en silencio, observando el fuego, dejando que la calidez del momento los envolviera.
En algún momento, Jake se recostó sobre el suelo de la cueva, sintiendo la presencia de Hunter a su lado, y por primera vez en mucho tiempo, se permitió cerrar los ojos y descansar. No estaba solo. No mientras Hunter estuviera allí con él.
( ☆ )
De vuelta en el campamento, la noche avanzaba, y con ella, una inquietud comenzó a crecer. Las conversaciones se hicieron más escasas, y la ausencia de Jake, que al principio parecía insignificante, empezó a pesar más en la mente de algunos. Pero en lugar de enfrentarlo, lo ignoraron, enfocándose en las actividades que les esperaban al día siguiente.
Sin embargo, para Hunter y Jake, el mundo exterior había dejado de importar. En la cueva, alejados de la crueldad del campamento, habían encontrado algo más importante: la promesa de que, a pesar de todo, no estarían solos.
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