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Un joven de sudadera rosácea avanza por el bosque, sus pasos resonando en el crujir de la hojarasca otoñal bajo sus pies. Cada crujido es un eco del tormento que lleva dentro, un reflejo de la lucha interna que lo consume. Mientras camina, susurra una letanía de reproches y celos, palabras que se disuelven en el aire frío entre los árboles.

"¿Por qué sigues siendo tan celoso? ¿Por qué no puedes simplemente dejar a Tom atrás?", se recrimina en voz baja, mientras la imagen de Tom invade su mente, inquebrantable, imposible de borrar.

Está a punto de atravesar un espeso matorral cuando una voz lo detiene en seco. Es Tom. Su voz flota en el aire con una facilidad que hiela la sangre. Al escucharla, Jake siente como si el tiempo se congelara.

Tom mantiene una conversación con Aiden y Ashley, y cada palabra que pronuncia es un veneno que se derrama lentamente sobre la tierra.

- Jake es un completo inútil - dice Tom, con el ceño ligeramente fruncido -. ¿En serio cree que tiene alguna posibilidad de volver conmigo? - Su risa, afilada como un cuchillo, corta el silencio del bosque. Es un sonido cruel, despiadado, que se burla de la vulnerabilidad de Jake.

- Es ridículo, Tom. ¿Viste cómo no te quitaba los ojos de encima ni un segundo? Es tan pegajoso... parece desesperado por atención. Es obvio que no puede estar solo - añade Aiden, su voz impregnada de sarcasmo.

- Y además es un melodramático. Como si sus inseguridades fueran un espectáculo para nosotros. Es patético verlo arrastrar su dignidad por el suelo. Honestamente, mereces a alguien mejor, Tom - concluye Ashley, rebosante de desprecio, colocando una mano sobre el hombro del susodicho.

Incapaz de soportar más, se da la vuelta. Un torbellino de emociones lo invade, una tormenta interna que amenaza con desbordarse. Ira y tristeza se entrelazan en su pecho, convirtiéndose en una mezcla sofocante que lucha por mantenerse contenida, intentando no traicionar su presencia.

Se aleja a pasos lentos, silenciosos, como si intentara huir de lo que acaba de escuchar. Pero pronto, el peso de la traición es demasiado para soportar, y sus pasos se convierten en una carrera frenética, una huida desesperada hacia ninguna parte.

Corre, con el corazón latiendo desbocado en su pecho, cada zancada llevándolo más lejos de la traición, pero no de su dolor. Se adentra más y más en el bosque, en un laberinto de sombras y susurros. Los imponentes pinos lo observan desde lo alto, como jueces silenciosos de su miseria.

Cada sendero lo lleva más allá de la civilización, más profundamente hacia su propia oscuridad. En su mente, ya no es digno de amor, ni de respeto. El bosque se cierra a su alrededor, y cada sombra parece susurrar las crueles palabras de Tom. Cada árbol se convierte en un testigo mudo de su desesperación.

Sigue corriendo, pero no hay escapatoria de los fantasmas que lo persiguen, de los recuerdos que lo atormentan. En la soledad del bosque, se enfrenta a su enemigo más implacable: él mismo.

El aire frío golpea su rostro, mezclándose con las lágrimas que caen sin control. "¿Por qué duele tanto?", se pregunta, mientras sus palabras resuenan en su mente, una y otra vez, cada vez más crueles, más dolorosas.

Finalmente, tropieza con una raíz oculta y cae al suelo. El impacto lo deja sin aliento, y por un momento, todo queda en un profundo y ensordecedor silencio.

Jake yace en el suelo, mirando el cielo a través de las hojas que se alzan sobre él. La humedad de la tierra, el olor a vegetación, se mezclan con el amargo sabor de la traición. En ese instante, se siente completamente solo, una pequeña figura perdida en la vastedad del bosque, consumido por la oscuridad de su propio dolor.

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