Capítulo 107

Fu Yao se precipitó en la escena del incendio, sólo para ver a Ying Feng solo, no había nadie más en la escena a excepción de un cuerpo que obviamente no era de un Tianxiu.

“¡Ying Feng! ¡¿Dónde está Ling Xiao?!” Mientras las fuertes explosiones continuaban, Fu Yao sólo podía gritarle.

Ying Feng se quedó allí aturdido, ajeno tanto a las explosiones como a los gritos de Fu Yao.

Hubo otro fuerte estallido y un gran pedazo de escombros cayó no muy lejos. Fu Yao sabía que este lugar no duraría mucho más, así que sólo podía llevarse primero a Ying Feng.

“Este lugar va a ser destruido, ¡vamos!” Intentó tirar de Ying Feng, pero no pudo.

Al ver que Ying Feng parecía suplicar por la muerte, Fu Yao sólo pudo maldecir con odio, levantó la palma de la mano y lo noqueó con todas sus fuerzas, luego salió corriendo con el joven inconsciente en brazos.

Los obstáculos ardientes cayeron y bloquearon el camino, Fu Yao levantó la mano y las llamas frente a él se extinguieron, abriendo un camino de hielo y nieve.

Con Ying Feng a remolque, Fu Yao salió corriendo de la nave estelar tan rápido como pudo, y NieYun llegó en su nave para llevárselos. Justo cuando salieron de la zona de peligro, hubo un destello de fuego detrás, y el Jiaying voló completamente en pedazos, como un gran fuego artificial, que brillo y luego se dispersó.

Esta nave estelar, que había sido buscada por los militares durante décadas, finalmente encontró su fin de esta manera.

Long Yin miró a Ying Feng, que había despertado del coma pero no había pronunciado palabra, sus ojos estaban perdidos en sus pensamientos, no era más que un alma en pena.

Ésta fue la derrota más contundente en la vida de Long Yin. En todos sus años de lucha de norte a sur, ninguna campaña había terminado con una derrota como la de hoy.

Rodeado de gente esperando sus instrucciones, Long Yin suspiró: “Volvamos a tierra, y diríjanse al centro de mando”.

“Quiero volver a la escuela”. Ying Feng, que no había abierto la boca, habló de repente.

Un subordinado miró a Long Yin con incertidumbre.

“Quiero volver a la escuela”. Volvió a repetir Ying Feng.

Long Yin sólo pudo agitar la mano con impotencia: “Envíalo de vuelta primero”.

La flota de naves del Departamento Militar aterrizó en la pista de Centinela, y Ying Feng bajó de la nave con Xiao Hui en brazos.

“¿Está bien dejarle volver solo?” Preguntó Nie Yun desde atrás.

Fu Yao observó la espalda que se alejaba con una mirada complicada en los ojos: “Déjale estar solo un rato”.

La larga noche había pasado, y el cielo se estaba iluminando. Ying Feng se agachó para dejar a Xiao Hui, y en el momento en que levantó la cabeza, los primeros rayos del sol del amanecer estaban justo delante de él. Inconscientemente levantó la mano para cubrirse los ojos, evitando los rayos de luz que ni siquiera podían describirse como cegadores.

Aunque era muy temprano, todavía había algunos estudiantes practicando en el campus. Mientras Ying Feng caminaba, oyó a alguien correr hacia él y decirle: “¡Ying Feng! Tu Qizi Ling Xiao está otra vez en apuros, ¡ve a echar un vistazo!”

Ying Feng se quedó atónito: “¿Qué has dicho?”

El corredor pensó que no le había oído bien, así que repitió en voz alta: “He dicho que hoy te has levantado temprano, ¿paseando a tu perro?”

Ying Feng estuvo en trance unos segundos antes de darse cuenta de que había oído mal las palabras y se marcho desconcentrado.

El estudiantes que le saludo lo miro asombrado: ‘¿Qué le pasa hoy a Ying Feng?’

Una vez más, regresó al dormitorio que compartía con Ling Xiao, la gran foto en la pared le recordó la presencia de Ling Xiao aquí. Ying Feng se sentó lentamente en el borde de la cama, contemplando la foto durante un momento, y luego se llevó la mano al pecho.

En el bolsillo de su pecho, había una muestra que su amante le había dejado en su vida pasada. Ying Feng la tocó, pero en lugar de un grano de melocotón, sólo encontró una pequeña caja redonda de metal.

Rascó la superficie de la caja para revelar los dos anillos en su interior. Sacó uno de los anillos y la fecha grabada en él era de ayer hace un año.

Xiao Hui se esforzó por subirse a la cama, cosa que nunca se habría atrevido a hacer en el pasado cuando Ying Feng estaba cerca, pero hoy Ying Feng no lo ahuyentó. Apoyó su cabecita en su regazo, sus ojos grises claros mostando una tristeza no menor que la contraria.

El sol se ponía y volvía a salir, la hora de fuera cambiaba, pero la de dentro de la casa se había quedado estancada para siempre en aquel día. Se oyeron golpes en la puerta, entremezclados con los gritos del pelirrojo: “¡Ying Feng, llevas tres días y tres noches sin salir! ¡Si no abres la puerta, tendré que entrar a la fuerza!”

La puerta no se abrió. El pelirrojo intercambió una mirada con Bing Can, y luego se teletransporto al interior del dormitorio y le abrió la puerta a Bing Can y los demás.

“¡Ying Feng! ¡¿Cuánto tiempo vas a quedarte aquí?!” El pelirrojo entró en la habitación sin decir palabra. La luz de dentro tuvo un cambio repentino respecto a la de afuera, y no se adaptó a ella de inmediato.

El sol brillaba al otro lado de la ventana, pero las cortinas estaban tupidamente corridas y no entraba ni un solo rayo de luz, como una noche eterna artificial, que nunca daría la bienvenida a su amanecer.

Ying Feng estaba allí sentado, inmóvil, con Xiao Hui, que no había comido ni bebido en tres días y tres noches, tumbada a su lado.

Al ver esta escena, el pelirrojo, triste y furioso, corrió hacia la ventana y estuvo a punto de abrir las cortinas.

“No corras la cortina”.

Ying Feng, que no era diferente de una persona petrificada, habló de repente en voz baja.

La acción del pelirrojo se detuvo en seco, la cortina se abrió una rendija y la luz del sol se coló sin cortesía, regando una estrecha línea de luz en la oscura habitación, iluminando lo mejor posible los alrededores.

El pelirrojo estaba de pie junto a la ventana, y la luz del sol brillaba en su rostro, obviamente cálida, pero su mano agarrando la cortina está temblando.

Bing Can vio todo y suspiró, se acercó y dijo suavemente: “Sé que estás muy triste, pero al menos debes pensar en Xiao Hui. Si continúa siguiéndote así, morirá”.

Las palabras de Bing Can hicieron que Ying Feng, que había estado rígido e inmóvil, se moviera, bajó la cabeza y vio a Xiao Hui tirado allí, moribundo.

Yu Ji le tendió la mano: “Dámelo”.

Ying Feng vaciló, tomó a Xiao Hui y se lo entregó. En sólo tres días, había perdido todo un círculo de peso en comparación con antes, y cuando la abrazó, podía incluso sentir sus huesos.

Bing Can observó cómo Yu Ji se llevaba a Xiao Hui y se inclinó una vez más: “Como el que tiene el corazón más fuerte de todos los que he conocido, es hora de que te recompongas. Todos y cada uno de nosotros estamos deseando verte mejorar. Perder a un amigo ya es bastante duro para nosotros sin perderte a ti también”.

“¿Recuerdas? Durante el examen de ingreso, Ling Xiao dijo que eras su orgullo. Creo que Ling Xiao no querría ver a su antiguo orgullo convertirse en esto. Era una persona tan soleada, alegre y positiva, por favor, únete a él en esto. Vive positivamente como él”.

Después de decir estas palabras, Bing Can se enderezó y llamo al pelirrojo: “Vamos”.

Sólo entonces el pelirrojo se dio la vuelta, con lágrimas aún en el rostro.

El silencio volvió a la habitación y, después de mucho tiempo, la persona que estaba en ella hizo por fin un movimiento.

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Fu Yao miró al joven que tenía delante. Aunque se había esforzado mucho por arreglar su aspecto, la apariencia demacrada no podía borrarse.

Ying Feng tampoco habló, esperando a que Fu Yao decidiera si se quedaba o se iba.

“Lo he hablado con los otros instructores”, habló Fu Yao después de mucho tiempo. “Puedes trasladarte al Departamento de Mando de Combate, o a cualquier especialidad que te interese en Centinela. No tienes que tomar una decisión ahora mismo, vuelve y avísame cuando tengas una especialidad elegida”.

Ying Feng asintió con calma: “De acuerdo”.

Verle así hizo que Fu Yao se sintiera aún peor. Caminó hasta el lado de Ying Feng, levantó la mano, se la puso en el hombro y presionó con fuerza.

“Lo siento.” Dijo.

Ying Feng giró noventa grados en su sitio, le hizo un saludo militar y salió sin mirar atrás.

Alguien estaba apoyado en la puerta de su dormitorio esperándole, y al verle regresar, se irguió inmediatamente.

“Ying Feng, has vuelto, acabo de llamar a la puerta y no estabas, tus compañeros me han dicho que habías salido”.

Ying Feng miró al algo nervioso Heng He y le saludó ligeramente.

“¿Qué hace aquí?”

“Yo……” Heng He bajó torpemente la cabeza, “Me enteré de lo de Ling Xiao, lo siento, realmente me entristece”.

Esta era la segunda vez en un corto periodo de tiempo que Ying Feng había escuchado palabras similares, y estaba algo entumecido.

“Gracias por venir”. Ying Feng respondió escuetamente.

“Y también…….”

Heng He, muy vacilante, sacó un pequeño chip de su bolsillo. “Este es el legado de Ling Xiao, creo que es mejor dártelo a ti”.

Ying Feng la tomó con dos dedos y se dio cuenta de que era una tarjeta de almacenamiento de imágenes estereoscópicas.

“¿Qué hay aquí?”

“…… Lo sabrás cuando lo veas”.

Cuando Heng He se marchó, Ying Feng volvió a su habitación e introdujo la tarjeta de memoria en el reproductor. El principio de la película estaba en blanco, y cuando se dirigía su dormitorio para quitarse la chaqueta, oyó una voz familiar procedente del salón.

“Estoy a punto de someterme a un tratamiento, después del cual puede que pierda todos mis recuerdos de los últimos tres meses…….”

Ying Feng dejó caer su chaqueta y volvió dando tumbos a la sala de estar, donde había una persona más en el centro de la habitación, sentada y hablando seriamente palabra por palabra: “…. Para mí, estos recuerdos son extremadamente valiosos, así que decidí grabarlos, para que aunque los olvide en el futuro, no los pierda”.

Paso a paso, Ying Feng se acercó a él con gran dificultad, levantando la mano con incredulidad y tendiéndosela a la persona que tenía enfrente. Cada vez estaba más cerca, y cada milímetro que avanzaba era como un año luz de distancia.

Finalmente llegó a la posición donde debería estar la mejilla, pero no tocó nada, su mano atravesó la imagen de Ling Xiao, dibujando en el aire en un arco impotente.

Xiao Hui también salió corriendo, y cuando vio a Ling Xiao, se emocionó tanto que saltó sobre él, pero pasó de largo y cayó al suelo. No dispuesto a rendirse, se dio la vuelta y volvió a abalanzarse, atravesando una y otra vez la imagen de Ling Xiao, pero no pudo tocarlo, y aun así se negó a rendirse, volviendo a intentarlo, mientras sus fosas nasales aleteaban vigorosamente, perplejo por el hecho de no poder captar el olor de la otra parte.

Ling Xiao, bajo la proyección, miraba en dirección a la cámara, sus ojos viajaban a través del cuerpo de Ying Feng y se posaban en la pared que tenía detrás.

La proyección trabajó con dedicación, y su voz continuó.

“…… Me llevó a la playa, fue nuestro viaje de luna de miel. Nos zambullimos en burbujas, calentamos el agua para tener una fuente termal y pedimos deseos a las estrellas fugaces……. Dibujó un retrato mío, que guardé en mi almacén secreto, junto con el resto de las cosas que me regaló…….”

¿Almacén secreto……?

Como si recordara algo, Ying Feng volvió corriendo al dormitorio y tanteó a su alrededor, buscando dentro y fuera, finalmente encontró bajo la cama la caja negra que Ling Xiao se había negado a enseñarle.

Tomó la caja e intentó abrirla varias veces, pero desistió. Las palabras que Ling Xiao había dicho hacía mucho, mucho tiempo, aún parecían resonar claramente en sus oídos.

--Si un día me muero, puedes abrirlo y echar un vistazo.

Al cabo de otro siglo, finalmente abrió la tapa de la caja, y lo primero que apareció a la vista fue una tira de tela hecha jirones, que Ying Feng reconoció como la esquina del puño que Lan Sheng había cortado al caer del edificio, y que había entregado personalmente a Ling Xiao.

Fue ese día cuando Ling Xiao agarró con fuerza la tira de tela y juró ante la última foto de Ping Zong que no sería el Qizi de nadie, finalmente acabaría convirtiéndose en su propio Qizi, hasta hace unos días.

El primer dibujo que hizo para Ling Xiao estaba prensado debajo de la tira de tela. En él, Ling Xiao entrecerró los ojos con satisfacción, su felicidad a punto de traspasar el papel.

Ying Feng levantó el dibujo, revelando el envoltorio de plástico que había debajo. El envoltorio rosa emanaba timidez de dentro hacia afuera, y tenía impresa una niña con un traje mágico.

Lo identificó cuidadosamente y por fin recordó que se trataba del pan de fresa que había comprado para Ling Xiao. Nunca habría imaginado que se guardará la bolsa, y que Ling Xiao se refiriera a esto cuando habló sobre lo que le había regalado.

Ying Feng sacó cuidadosamente las bolsas una a una. Había 24 bolsas en una caja de pan, así que había 24 bolsas guardadas. Las contó una a una, ni una menos, y para cuando llegó a la última, descubrió que había otra en el fondo, que ya no era de color rosa.

Con manos temblorosas, Ying Feng tomó la bolsa amarilla con el dibujo un plátano, recordó al tonto polluelo que ni siquiera podía permitirse comer ese año adoptar con confianza una postura de batalla frente a él.

--Por cierto, prefiero los de sabor a plátano sobre los de fresa.

--¡Si fuera tu antiguo amante el que estuviera delante de ti ahora, no creo que le hicieras lo que me hiciste ayer!

--Eres realmente genial. Estoy muy orgulloso.

--Si tengo que pedir un deseo, lo que quiero, más que obtener algo, es no perder.

--Me gustas, me gustas desde hace mucho tiempo. Es maravilloso poder decir esto de igual a igual.

Las lágrimas cayeron sobre la bolsa, desdibujando la ilustración que había en ella. Si todo pudiera hacerse de nuevo, si hubiera podido conocer antes los sentimientos de Ling Xiao, ¿serían menos abrumadores los remordimientos de hoy?

La voz de Ling Xiao, transmitida suavemente desde la habitación contigua, como a través de mil años de tiempo, llegó a su lado.

“…… Pero si realmente olvido, y los recuerdos que recuperé no son ni de lejos tan buenos como los que tengo ahora, no me arrepentiré de la decisión que he tomado hoy. Porque él es el único que conoce los esfuerzos que hemos hecho, y eso es demasiado injusto, esa sensación de conseguirlo por fin después de tanto esfuerzo, quiero compartirla con él pase lo que pase".

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Cuatro años y medio después

“¿Ves? La mayoría de los que están a la izquierda son Qizi, y cuanto más a la derecha vamos más Qizhu hay, y de pie justo en el medio somos la línea central de toda la escuela, porque el Departamento de Combate Conjunto es la única especialidad donde la proporción Qizhu y Qizi es siempre 1:1”. Alguien estaba presentando a los estudiantes de primer año.

“¡En serio!” Los estudiantes de primer año miraron a su alrededor y de repente uno señalo a una persona que llevaba un uniforme azul oscuro de Qizhu y preguntaron: “¿Eh? Hay un Qizhu solitario delante de nosotros, ¿por qué no hay nadie con él?”

El hombre miró a la espalda recta delante de él, y sus ojos se llenaron de simpatía.

“Él era originalmente un estudiante de nuestro departamento, pero debido al accidente de su Qizi, fue transferido al Departamento de Mando de Combate a mitad de camino. Pero todos los años vuelve para las ceremonias de apertura y graduación, y el asiento a su lado siempre está vacío”.

Medio año pasó en un santiamén, y Ying Feng cursó su último semestre en Centinela. Antes de marcharse, fue a despedirse de Fu Yao, que siempre había cuidado de él durante los últimos años, a pesar de que ya no era su alumno.

“¿Es realmente tú decisión? No ir al ejército”.

“Sí”, respondió Ying Feng.

“Siento oír eso, pero lo respeto. Cuando cambies de opinión, no dudes en venir a verme”.

Ying Feng saludó, se despidió de él y se marchó.

El sacerdote estaba regando las flores del patio de la iglesia cuando un auto deportivo amarillo pasó y aparcó tranquilamente fuera.

Del auto salió un hombre con gafas de sol, arrastrando una maleta en la mano, seguido de un lobo gris alto y majestuoso.

En los cinco años transcurridos desde que Ling Xiao se fue, Ying Feng había venido aquí a menudo, y el sacerdote se había familiarizado tanto con él, que a veces le dejaba pasar la noche en la habitación donde Ling Xing vivía antes.

“Te has graduado”.

“Hmm”, asintió Ying Feng, “¿puedo quedarme aquí?”

“Por supuesto”, el sacerdote sonrió y se hizo a un lado, “mientras no te importe el pequeño tamaño de la habitación, puedes quedarte todo el tiempo que quieras”.

Ying Feng le hizo un leve gesto con la cabeza y, con Xiao Hui a cuestas, cruzó la puerta de la iglesia.


<Final del libro 2: Yutian (Centinela)>

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