Capítulo 5


"Aiz esto no es lo que parece", quizo gritar Bell. Sin embargo, Aiz, con lágrimas en los ojos, cerró la puerta corriendo a gran velocidad.


Jamas pensó que algo así pasaría. Se paró rápidamente para seguirla, sin embargo, lo pensó un momento.


¿Qué iba a ocurrir si el salía?


Tenía a más de 10 amazonas de alto nivel siguiéndolo.


¿Podria escapar de ellas? ¿Podría salir sin terminar saliendo sin nada más?


"Es imposible", se dijo así mismo. Cayo al suelo pensando en lo que Aiz pensaba de él. Probablemente ella no quedria volver a saber mas de Bell Cranell. Probablemente no quedria verlo mas a la cara.


"Aiz", sus ojos lagrimearon lentamente mientras pensaba en ella.


Aiz era atenta, amable y siempre lo engreía. Ella siempre le tenía una sonrisa en la cara y siempre le daba almohadas de su regazo. A veces pasaba sus delicados dedos femeninos por el cabello, y otras recorría las facciones de su cara, causando en el algo electrificante. Un sentimiento irremplazable. Aiz era irremplazable. Su corazón dolía solo de pensar que la perdería.


Sin embargo....


¿Qué podría hacer? No podía huir en este momento. No con todas ellas fuera.


"S-Señor Cliente".


Escucho la cautelosa voz de la chica zorro. Habia despertado mientras sus pensamientos variaban por todos lados.


Bell al principio pensó que todo había sido culpa de ella, pero pensándolo bien, él era el que había entrado a la habitación de un burdel. No era su culpa malinterpretarlo, y claro que no podría saberlo. Aunque ella debía de preguntar primero se dijo así mismo.


Hablo con ella para decirle que le había causado un problema en su enojo, y la chica, Renart le dijo que lo sentía, clavando su frente hasta el piso.


Ya calmado Bell, pensó que seria lo mejor esperar hasta la mañana, para poder salir. Gracias a Haruime, la chica Renart, logro escapar, sin ser vistos, o al menos eso habían creído. Aisha no era tonta, y supuso que se estaba escondiendo en algún lugar dentro del burdel, pero claro que no se esperaba que encontrara a Haruime siendo su primera mujer.


[No, tal vez había pasado lo de siempre. Haruime había atendido tímidamente al cliente, aunque antes del momento importante, ella, se esfumo. Su cabeza estallo y se desmayó. Eso era lo más seguro], – Se dijo para si misma Aisha, sonriendo. –

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