Capítulo 11.


Desde la perspectiva de Aiz.


Esa noche en la cama Aiz escucho los movimientos de Bell. Sabía que no estaba dormido. Ella misma solo estaba escuchando con atención, solo la respiración y los movimientos de él. Su corazón latia como un bombo tocando un ritmo apresurado, cada vez que sentía la ligera brisa del viento y las ventanas al creer que era la respiración de Bell sobre ella.


["¿Que estás haciendo Bell?", se preguntaba.]


Habia oído como las manos de Bell apretaban la frazada en su cama sobre el piso, ya que Bell le había dejado la cama, su cama, la cama que él usaba. Escucho un sollozo y algún tipo de riña de su parte. Como si algo le doliera, pero se lo aguantara. Muy preocupada, Aiz abrió un ojo ligeramente mientras giraba hacia su dirección, la de Bell para mirarlo.


Él la había oído, y volteo, por lo que ella cerró de inmediato los ojos y continuo su actuación. Cuando noto que Bell había dejado de mirarlo, abrió un ojo ligeramente, notando que el ya estaba de espaldas a ella otra vez. Sin embargo, apretaba la frazada como si estuviera frustrado. Escucho un pequeño sollozo y como apretaba la nariz.


["Bell, ¿Estas llorando? ¿Por qué? ¿Qué tienes?" Miraba lo que él hacia mientras pensaba lo que le pudiera estar pasando.]


Dé repente Bell murmuro su nombre y un maldición.


¿Se trataba de ella? ¿Estaba llorando por ella? ¿Por qué ella había hecho algo mal, o por preocupación hacia ella?


["Bell estoy bien. No estoy herida ni nada. No estoy molesta, aunque si tu estas molesto conmigo por algo... yo tratare de compensarte".] No se había dado cuenta de cuando, pero ahora todo lo que pensaba era en él. Sabía que él estaba triste por alguna razón, pero decírselo así de la nada no le parecía una buena idea. Aunque sus sentimientos no podían controlarse cuando vieron como Bell empezaba a sollozar de verdad, con lagrimas saliendo de sus ojos. Aiz no lo podía ver, pero estaba seguro de que estaba llorando.


¿Pero por qué?


¿Por qué Bell estaba llorando?


Retuvo las increíbles ansias de querer bajar y abrazarlo. De tenerlo entre sus brazos y acariciarlo para verlo bien y que fuera lo que fuera que pasara que ella estaría ahí para él.


Luego de algún rato Bell se tranquilizó. Aiz había estado vigilándolo por más de una hora. Una hora que le parecio eterna con los pensamientos que corrían por su mente. Cuando supuso que Bell finalmente se había quedado dormido, ella también lo hizo. Sin embargo, Bell no se había dormido; salio de la habitación poco después, y la mañana lo atrapo. Habia sacado la daga Hestia y algún tipo de arma media larga hecho por Welf.


Aiz se levantó poco después de que Bell empezara su rutina diaria en el patio trasero de la mansión. Lo vio por la ventana y bajo, para verlo. Aun con la ropa de dormir que usaba lo llamo de manera suave y Bell se giró, con la expresión seria y fría.


"Aiz, quiero hablar contigo".

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