քaʀtɛ ⁴
Pov. General
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Que Ryuu hubiera enfermado era algo que nadie se esperaba, habían hecho de todo para que tuviera una vida sana, para que creciera bien y cosas así; jamás pensaron que llegara a enfermar tan inesperadamente.
Pasaron las semanas y con ello el desarrollo de su tratamiento iba poco a poco. Al inicio nadie sabía que le pasaba, hasta que en un intento de su desesperación, Ayato llevó al pequeño a un hospital, pidió...no...exigió que atendieran a su hijo, ya que desde hace tiempo se veía muy mal. Le hicieron su examen y todo el papeleo de su estudio, todo con objetivo de saber que era aquello que causaba en Ryuu un sin fin de sufrimiento. Al cumplirse una semana del supuesto estudio, llamaron al pelirrojo para el desenlace, su mundo se vino abajo cuando escucho el maldito resultado:
Ryuu fue diagnosticado con asma.
-Tiene algo de sentido...-había dicho el médico, cuando Ayato le contó como había encontrado al pequeño.-Estuvo mucho tiempo en contacto con la suciedad, con el polvo y el clima tampoco fue de ayuda-explicó mientras anotaba en una hoja.
-Pero...no entiendo, ¿por qué, si eso fue hace como 6 meses, hasta ahora se esta presentando este caso?-Ayato no entendía nada.
-El asma tarda mucho en diagnosticarse, pueden pasar inclusive años para que se logre detectar. Otra cosa que también puede ser, es que el bebé haya nacido ya así, hay pocos casos...pero existen, en las que el asma es hereditario, tal vez algún miembro de la familia de la madre biológica o la misma madre hayan tenido asma y por eso el bebé lo heredo-explicó el médico.
Ayato simplemente no podía creer lo que se le fue dicho en ese momento, inclusive ahora, seguía sin creerlo.
"Mi recomendación es que mantenga una regla estricta de salubridad en su hogar, evite que el pequeño tenga contacto con el suelo y paredes, y sobre todo, tenga mucha precaución cuando el pequeño tenga problemas respiratorios. Tendremos un chequeo cada semana, para ver como va el tratamiento ¿de acuerdo?"
...De acuerdo..
...
Y así pasaron las semanas, entre consultas y cuidados, el pequeño Ryuu -antes alegre y travieso- apenas y sonreía, la mayor parte del tiempo se la pasaba durmiendo, esto con alivio y a la vez preocupación para Ayato, ya que tenía miedo que le pequeño tuviera problemas para respirar mientras dormía.
~Waaaaaaaaahhhhhh!!!~
Otra vez el mismo cuento, cada vez que era momento de limpiar su pequeña nariz, el bebé reaccionaba muy mal, no le gustaba ese tratamiento que tenía que pasar.
-Tsk, se que te molesta, pero necesito hacerlo-Ayato odiaba ver llorar al pequeño, pero era un precio que tenía que soportar, para lograr que Ryuu estuviera bien.
El pequeño dejo de llorar después de un rato, ahora simplemente estaba hipando levemente, y en una de esas miro a su papá con sus pequeños ojitos llorosos. Al pelirrojo se le hizo un nudo en la garganta al ver aquello, más decidió ignorar aquello y se dio a la tarea de tomar al pequeño en brazos, teniendo -claro- cuidado de no lastimarlo y al instante lo comenzó a mecer.
-Se que no te gusta esta situación, pero no es algo que yo pueda evitar-susurró quedamente.-Saldremos de esta, ya lo verás-.
Pasaron unos minutos de eso, y sin que Ayato lo notará, Ryuu se quedo dormido. Lo colocó nuevamente en la cuna -que ya tenía- y se le quedo mirando por un momento. Cerró los ojos por un momento y las palabras del médico nuevamente se hicieron presentes.
"Tiene que ser muy cuidadoso con este caso, un movimiento mal hecho y el pequeño puede empeorar. Por ser tan pequeño, los riesgos son más excesivos."
-Estoy haciendo lo que puedo-dijo mirando al pequeño, que lo bueno, en ese momento se encontraba bien y dormía plácidamente.
Sin embargo, eso no era impedimento para que el pelirrojo estuviera todos los días...a todas horas, al tanto del pequeño, como mismo el médico lo había dicho, un movimiento en falso podría provocar un caos, es por ello que Ayato hacía de todo y evitaba sobre todos los medios dejar al pequeño solo.
El toque de la puerta...lo saco de sus pensamientos, así pues, no tardo mucho en acercarse a la misma y abrirla, encontrándose con uno de sus trillizos.
-Reiji dijo que te subiera la cena-Kanato miró de manera neutral a su hermano menor, era de los que estaba más al tanto de la situación por eso trataba de ayudar lo más que podía, después de todo, a él también le agradaba el hecho de que Ryuu formará parte de su extraña familia.-También dijo que el biberón de Ryuu estaba casi listo, que cuando terminarás...bajes por él-.
Fue casi un caos el entregarle la bandeja con comida, ya que el pelilila había hecho la loca acción de cargar aquello y todavía llevar a Teddy cargando. Si, una verdadera locura, pero era Kanato después de todo.
Tras asentir levemente, el pelirrojo tomó la bandeja y después de eso...el pelilila se fue, sin antes cerrar la puerta. Nuevamente haciendo la acción diaria, debido a lo causado en ese momento, Ayato ya no bajaba para nada, a menos que fuera algo importante, todo el día se la pasaba cuidando que Ryuu no tuviera algún problema, es por ello que igual ya casi no dormía y que por ello sus cenas diarias fueran en su habitación.
Dejo la bandeja sobre una silla y al instante, se acercó a la cuna para ver como estaba el pequeño, quien continuaba respirando de manera normal mientras dormía. Eso fue luz verde, por ello se dispuso a cenar un poco, ya que hambre...hambre...de lo que se llama hambre, no tenía; el apetito se le iba conforme pasaban los días.
Cuando "su cena" concluyó, regreso a su tarea de vigilar a Ryuu por un momento más, ver como el pequeño continuaba dormido y respirando normal, fue su señal de aprovechamiento, aprovecharía eso para poder ir en busca del biberón, para que Ryuu pudiera comer un poco por lo menos, porque -si no se ha mencionado- el apetito del bebé es otra cosa que se estaba perdiendo con el pasar de los días.
Salió de la habitación lo más rápido que pudo, se dirigió a las escaleras y con tal de no tardar...bajo cada dos escalones, y cuando estuvo finalmente en el primer piso, se dirigió hacia la cocina. Pudo observar como el azabache continuaba en su labor de preparar el biberón a Ryuu, así pues, se acercó hacia a él, en un intento de apresurarlo un poco más.
-Toma-después de un momento más, el azabache le entrego el biberón.
Ayato rápidamente salió de la cocina, y corrió con inercia hacia las escaleras, saltó los escalones tal cual canguro, y una vez más, corrió por los pasillos del segundo piso, esto por un rato, hasta llegar a su habitación. Entró tratando de hacer el menor ruido posible, y tras cerrar la puerta tras de sí, se acercó a la cuna donde yacía el pequeño, quien dormía tranquilamente, para alivio del pelirrojo, quien no pudo evitar sonreír, pues el pequeño se encontraba bien.
Tomó la tarea de sacar el biberón de adentro de su saco, esto para evitar que se enfriará, comenzó a agitarle -como el mismo Reiji le había explicado- y lo destapó, pues era momento de despertar al pequeño, y darle de comer. Otra acción que, desde que toda esa situación empezó, odiaba...
~Waaaaaaaahh!!!~
-Por favor, deja de llorar-hace poco que lo había tomado en sus brazos, en un intento de apaciguar su llanto.
Pasados unos minutos, logró que se calmará y prosiguió a darle de comer, donde tuvo que tener el mayor de los cuidados, seguido de eso, golpear levemente su espalda para lograr que repitiera, para una vez más, internar hacerlo dormir. Lo cual, logró de manera rápida.
Una vez terminada esa tarea, se dirigió a la cama, donde, sin ningún problema se tiró, mientras miraba hacia el techo. ¿Desde que momento su vida había cambiado tan repentinamente? Con sólo recordar que en esa noche decembrina todo cambio, le provocaba un remordimiento que ni él entendía, el hecho de salvar a un bebé de la helada, aún le resultaba un acto sorprendente, que nunca se imagino que fuera a hacer, y que aquel pequeño ser se había convertido en parte de su vida, era una sorpresa más, lo que no era sorpresa y se le hacia tan injusto es que en ese momento, ese pequeño se encontraba luchando con una enfermedad tan problemática. No le gustaba para nada, que Ryuu estuviera pasando por ello.
Continuó mirando hacia el techo, por un momento más; hasta que la sensación de cansancio se hizo presente, esto debido a que, llevaba tiempo sin dormir bien, no le importaba tanto, pues lo importante en ese momento era cuidar del pequeño, sin embargo, en algún momento la falta de sueño llega a azotar, y con ello el cansancio nos consume por completo. Eso pasaba con el pelirrojo, que sin darse cuenta, fue cerrando los ojos poco a poco, hasta quedarse completamente dormido.
~~~
-Pa...Pap...Papá-
Escuchó ese leve llamado, que lo hizo incorporarse del lugar en el que se encontraba, buscando con desesperación hacia donde se había escuchado aquello. No vio nada, todo se veía completamente blanco.
-¿Dónde?, ¿Dónde estoy?-se pregunto al instante.
Y por instinto, comenzó a buscar por su alrededor alguna salida. Esto se repitió unas veces más, hasta que una vez más y a lo lejos, escuchó algo, más ahora, era una dulce risa lo que se escuchaba.
-¿Ryuu?-pregunto inconscientemente.
Las pequeñas risas cesaron y todo se quedo en infinito silencio, estaba por avanzar en busca de aquellas risas, sin embargo, una voz nueva se hizo presente, lo que lo hizo detenerse.
-Muchas gracias por cuidar de él, apartir de ahora, ya no habrá más preocupación, fuiste muy noble por tu acción, sin duda él estará eternamente agradecido-
Seguido de eso absoluto silencio.
-¿Qué...Qué significa eso?-pregunto esperando una respuesta que nunca llego.-¡Oi, oi!-por más que grito, no hubo nada más que silencio.
~~~
Despertó demasiado aturdido, con una sensación de vacío...que no lograba entender, rápidamente se levantó de la cama y se dirigió a la pequeña cuna, donde se supone, el pequeño descansaba tranquilamente.
Observó su pacífico rostro, adornado con una leve sonrisa, y sin siquiera darse cuenta, sus ojos se llenaron de lágrimas.
-Ryuu-pronunció su nombre con infinito dolor, dolor que no entendía, pero que ardía.
Lo tomó con extremo cuidado y lo acercó a su pecho, tal cual hizo en esa noche fría, pero a diferencia de aquella noche, ahora por más que lo intentará, ese pequeño cuerpo no se lograría calentar más. El pequeño estaba, y a la vez ya no estaba, y eso taladraba más el ser del pelirrojo, que por más que intentara, no lograría nada, tal vez ya estaba destinado, pero él no estaba de acuerdo.
Gritó sin poder evitarlo, lo que logró que los demás hermanos terminarán en el mismo lugar y con la misma reacción. Cada uno sufría a su modo, todo por saber que aquel pequeño se había ido, porque en efecto eso había pasado, a pesar de que su ida había sido tan repentina. Puede que al inicio no lo quisieran, pero con el pasar de unos meses, el pequeño se logró ganar sus muertos corazones y ahora que se había ido, todo había colapsado tal cual glaciar.
Pero no se podía evitar lo ya hecho...
"Lograste tocar sus muertos corazones,
los hiciste cambiar de parecer,
y hiciste que todo en su entorno cambiará por completo.
A pesar de ser pequeño, tus acciones fueron grandes.
Te mereces más que nadie descansar.
~Dulces Sueños Pequeño Ryuu~"
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•Fin•
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