Siento que ardo y odio todo
Ya no quiero respirar de esta forma.
Leí un poema que sacó las palabras de mi boca.
No puedo verte por la ventana, no puedo esperarte, no nos pertenecemos.
Vivimos en realidades distintas, eso lo supe desde hace un tiempo
y aún así duele tanto.
Duele tanto saberlo.
Duele tanto sentirse pequeño.
Duele tanto querer amor romántico y no poder tenerlo.
Todas las oportunidades en mi vida se escurren como agua,
mis ojos solo siguen los estereotipos con envidia cansada.
Yo también quiero llevar corta mi camisa y que me queden aesthetic las faldas.
Pero esto no es un shoujo, por mas que simule ser la protagonista.
La autoestima se abrazó con el suelo y estaba tan frío y hacía tanto calor que decidieron quedarse juntos para siempre. Ya no puedo levantarla,
ya no puedo levantarme. No tengo ganas.
Sé que sabe a derrota todo esto, pero en serio ya estoy harta.
No debería necesitar validación masculina para que mi valor propio sea distinto de cero. Y aun así lloré en el baño porque duele tanto el rechazo abstracto, porque duele tanto esta agua salada e intangible que se escurre por mis dedos.
Las lágrimas son de odio. Estas lágrimas son porque me odio.
Odio mi situación, odio todo esto.
He repetido el ciclo aún cuando me sabía las respuestas porque me aprendí de memoria las preguntas
y ahora no puedo desquitarme de forma académica porque todo el remolino acabaría transformando mi ira homicida en escombros de ansiedad forzada
donde camino en el diminuto baño dando vueltas ovaladas.
Y siento que voy arrastrando todo, hay tanto cansancio y hastío en este cuerpo mío que ya ni los poemas cutres me saben a lo mismo.
He perdido el gusto por devorarlo todo
en palabras rudas que hieran los sentimientos del lector. El aire sabe amargo y me apuñala en cada bocanada.
Y sé que no es amor lo que siento por vos, porque sos solo un brillito enclenque en esta ecuación de falta de motivación y escaso interés por mi propia vida.
Nada. No significas nada. Solo eres la suma de todo,
eres un punto donde se concentró toda la depresión acumulada.
La terapia parece una mentira, una acetaminofen, una novalgina.
Un placebo. De esas pastillas que tomas para aliviar el dolor cuando se vuelve insoportable pero al final ese dolor disminuye solo con el paso de las horas.
II
Y siento rabia...
No debería dejarme caer, no debería aceptar la derrota definitiva.
Pero lo dejaré así, por ahora.
Ahora no quiero saber nada.
Este parece el punto de bajada en la historia del héroe, pero no hay motivación al final. A menos que la princesa sea yo y tenga que salvarme, en una estúpida ironía.
No me casaré conmigo misma, no me amo lo suficiente como para luchar por encontrarme. Considero que la indiferencia hacia uno mismo es la respuesta definitiva pero, hasta que logre asimilar por completo una afirmación tan descabellada y absurda, seguiré sufriendo por arrebatos de emociones positivas que me dejan con el cuerpo tirado sobre el suelo.
Quisiera estar realmente tirado sobre el suelo, porque afuera hace frío pero adentro está muy caliente.
Siento que ardo y odio todo.
III
Ya estás en mis poemas.
Ahora dime cómo ponerle punto final a todo esto
o mejor no digas nada.
Solo dejaré que esto acabe en movimientos leves, por mas que desee
arrancar de mi cuerpo la parte sensitiva y destrozarla por completo.
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