Exceso de comas
Devora y luego muere.
Así vamos por la vida,
sin reparar en los daños
que causan nuestras manos
y la cabeza enterramos
en medio del pavimento
cuando el fenómeno ocurre
en sentido contrario.
Es cobardía.
Es veneno.
(¿De qué estoy escribiendo?
Ya no recuerdo.
El significado es...)
El gato se ahogó con la lluvia,
tenía sed de conocimiento
y giró la cabeza hacia arriba
en un vano movimiento.
Sus ojos
ahora
son esferas
sin órbita
y giran
los pasos
alrededor
de una olla,
de una taza.
Los vidrios se quebraron
y así murió la mañana,
escupiendo todo veneno
que sus dedos alcanzaban.
Alábame,
soy tu dios
soy tu santo.
Y yo
qué sé
si nunca toqué tu cuerpo,
ni siquiera una vez.
No me hagas tu musa,
puedo crear arte con mis manos.
No me pidas que vuelva,
mi corazón está gritando
y me ahogo entre envidia
y celos.
Las alas que sentía
en mi estómago
revoloteando
no eran mariposas
ni hadas,
eran cucarachas.
Existencia vacía,
difícil de erradicar.
Y odio esto, ¿entiendes?
Odio tanto esto que duele.
La soledad se tornó amarga,
ya no es agradable vivir;
de hecho, nunca lo ha sido.
Mi existencia vaga en ansiedad
y se ahoga en ambivalencia.
Lloro en el baño luego de predicar
con fingida elocuencia
que esconderse entre desahuciados
era absurdo, un equivalente
a lo patético que puede
llegar a ser el alma de
una persona.
Mi karma.
Y al final de esta era
de poesía vaga
termino escribiendo
sobre ti.
La abulia vuelve
regresa
se dispersa
en mis manos
y yo
que odio esto
tanto tanto.
La inspiración se contrae
y me escupe en el rostro.
Nunca habrá un nosotros,
nunca habrá un nosotros
porque no supe recorrer
semejante camino difuso.
Y mis dedos juegan en el aire
adivinando la forma ficticia de las nubes
porque todo lo que imagino
es un registro personal que se repite
hasta que muere o se incendia
entre recuerdos.
Mi mente se autoflagela,
es por la culpa.
¿Y si no es mi culpa?
¿Quién decide cuándo parar
o cuánto esforzarse
en este mundo?
La desgracia es una perra malhablada,
eructa siempre la comida
cuando otros la miran
y llena de saliva
los postres ajenos.
Mira. Digo, mírame.
He bailado tanto tiempo
en el limbo que
deberían pagarme
por hacerle publicidad subjetiva.
Todo cae entre comillas
porque lo somos todo
cuando no hay ironía.
La existencia misma
es una pendejada
que vaga entre metáforas
y barata filosofía.
No quiero leer libros, quiero retomarme.
Quiero retornar al camino donde me dejé
antes de conocerte
e iniciar otra vez
sin semejante tropiezo tan evidente.
Una y otra vez
las cigarras
no me dejan dormir.
Mi cabeza duele
porque las pastillas
las dejé tiradas
en la parte ardiente
de este latino país.
Nada tiene relevancia. No,
nada lo tiene.
Solo odio escribir poemas
de doscientas palabras.
¿De qué estaba escribiendo?
Ah, si. El significado es...
Benceno.
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