Capítulo 9: Nuevos planes
Respiré hondo, y cerré los ojos. No pensaba darme la vuelta. Si quería asesinarme, que lo hiciese ya. Cerré los puños y permanecí allí parada, en silencio. Pasaron unos pocos segundos hasta que el monstruo dijo:
-¿no te piensas dar la vuelta? Señorita, eso es ser muy maleducada por tu parte. Me vuelvo a presentar o...
-Vete o mátame, ¿a qué esperas?-siseé yo.-Venga, es tu oportunidad.
-heh, ¿por qué querría matarte? ¿Porque asesinaste a mi hermano y a todos mis amigos sin piedad? Eso pasa todos los días, es muy casual.
-¿Te estás quedando conmigo?-no pude evitar soltar una carcajada.-Es decir, recapitulemos. Yo mato a todos, reseteo, ¿y después te ríes de mi?
-Sip.
Me di la vuelta para decirle un par de cosas, pero me cortó y respondió:
-Mira chica, has matado a todo el mundo, pero luego te has arrepentido y te has suicidado. Así que creo que ya he cobrado mi venganza (además de haberte asesinado como un millón de veces, pero eso no viene a cuento).
-Ah, entonces, ¿no me guardas rencor?
-Si prometes no volver a hacer la Ruta Genocida, no te lo guardaré.
-Ok, ok, lo juro.
-Dame la mano y el juramento quedará cerrado.
Le hice caso, y de repente sentí una gran descarga que hizo que pegase un salto y se me pusiesen los pelos de punta. Lo miré mientras se reía fuertemente.
-Ahora si estamos en paz.-me respondió.-Espera, ¿¿qué le ha pasado a tu alma??
-Es una larga historia. Luego te la cuento. Tenía que decirte algo muy importante, por cierto...
-dime.
-Verás, yo no caí aquí sin ningún propósito. Escuché que dentro de 3 o 4 años los humanos intentarían hacer una guerra sorpresa y matar a todos los monstruos. Yo quise avisaros, pero me puse una dichosa flor en la cabeza haciendo que la mayoría de mis recuerdos se borrasen, entre ellos, ese aviso. Pero al tiempo me acordé gracias a una "persona". Aún así ya era demasiado tarde, y decidí resetear para ganar tiempo, pero acabé haciendo la ruta genocida. Necesito avisar a Asgore, y requiero tu ayuda para ello.
-a ver si lo entiendo, ¿en tres o cuatro años va a haber otra guerra entre monstruos y humanos y tú has decidido avisarnos para que estemos preparados?
Asentí levemente. Lo había pillado muy rápido.
-¿Me ayudarás a decírselo a Asgore?
-chica, no te recomendaría hablar con él. Necesita almas humanas para romper la barrera, y todo niño que se encuentra, lo mata. Si quieres puedo ir yo a hablar con él.
-¡Quiero ir contigo! Me da igual que me mate, volveré a aparecer.
-mira, a mi no me da igual. Te quedarás con Papyrus y punto. ¿sabes qué cuando mueres y vuelves a aparecer se queda tu cuerpo muerto, verdad? No es muy agradable ver una niña muerta. Ahora vamos con Paps, antes de que me eche en falta.
No muy convencida, lo seguí por el bosque hasta llegar al puente. Lo cruzamos, me escondí detrás de la lámpara y todo se repitió de nuevo. Aunque no me importó volver a escuchar la voz de Papyrus, y me dieron ganas de abrazarlo.
-¡Sans! ¡Mira un humano!
-Humana, soy Beatrice.-le volví a corregir.
-(¿Una humana también vale?)
-sip.
Se emocionó nuevamente y volví a recorrer los mismos puzzles, esta vez, con más facilidad. De nuevo entré en batalla con Paps.
-¡Humana! ¿Estás bien? Tu alma está negra a la mitad.
Me encogí de hombros como si no supiera de que me estaba hablando, pero en realidad lo sabía perfectamente. Él me lanzó un hueso y una fuerza extraña me impidió esquivarlo, como si alguien me sujetase para luego empujarme. Sentí unas ganas terribles de agarrar un cuchillo y matarlo, pero me saqué esa idea de la cabeza mientras intentaba levantarme del suelo en vano. Vi una mano que me ayudaba, levanté la vista y observé el rostro preocupado del hermano menor.
-Humana, no estás en condiciones de llevar a cabo una batalla. Será mejor que descanses. Yo, el Gran Papyrus, ¡te cuidaré mientras estés débil! No puedo pelear contra alguien que está inválido, ¡eso va en contra de mis normas! Así que, yo te perdono.
Por supuesto, acepté su perdón, aunque el botón de luchar irradiaba una luz intensa, deseando que lo presionase. Al salir de la batalla me sentí mucho mejor y volví a recuperarme; ¿qué me había pasado? Papyrus me llevó a su casa y me tumbó en el sillón. Observé de nuevo esa entrañable casa llena de recuerdos. Estaba exactamente igual que antes. Sonreí para mis adentros y me eché una pequeña siesta.
~~~
-Yo ya no quiero seguir haciendo esto. Por favor, no me gusta este plan.
-¿Es que no quieres ser libre?
-Si, ¡pero eso no requiere que tengas que morir! ¡Podemos esperar!
-¿Esperar a qué? ¿A que llegue un milagro de repente? Venga, no seas un bebé llorón.
-Está bien...
-Nosotros estaremos bien. Todos lo estarán. Al fin podremos ser libres. Al fin podremos vivir en paz.
Me desperté bruscamente. ¿Quienes eran los que habían hablado? Ambas voces me sonaban mucho, una más que la otra. Miré alrededor; estaba en la casa de los hermanos, y Sans estaba sentado leyendo. Despegó la vista del libro y dijo en plan jocoso:
-al fin despiertas Bella Durmiente. ¿Has tenido dulces sueños?
-No, pero ahora da igual. ¿Cuándo nos vamos?
-tú no vas a ninguna parte, ya te lo he dicho. Yo me iré por la tarde, que es cuando seguro lo encuentro en su jardín.
-Pero yo quiero ir... joooo.-resoplé y puse cara de niña buena.-Además, yo he sido la que te ha dicho la noticia.-me hice la indignada y miré para otro lado con el ceño fruncido.
-Está bien... Puedes acompañarme hasta la puerta, pero no más que eso.
-¡Bien! ¡Le diré a Papyrus que llegarás tarde a cenar!!
~~~
El trayecto fue agradable, y no tardamos mucho en llegar pues Sans se conocía muchos atajos, como decía él. Llegamos a la puerta de su casa, y Sans tocó. Una voz grave sonó desde el interior, y unos pasos tremendamente sonoros indicaron que el rey se acercaba. Supuse que era bastante grande, lo cual me hizo estremecer.
-no te preocupes, el viejo rey es grande pero tiene un buen corazón.-me murmuró el esqueleto, como si adivinase mis pensamientos. Al fin escuchamos las bisagras oxidadas moverse y la puerta se abrió.
Asgore era un monstruo parecido a Toriel, pero más grande, más corpulento, con más cuernos y con una larga barba rubia. Corrí a esconderme detrás de Sans para que no me viese, pues imponía mucho. Llevaba puesto un traje morado y una corona. Él intentó mirarme, pero yo me tapé con la chaqueta de Sans.
-¿Quién es esa pequeña monstruita que tienes detrás Sans? ¿Es de tu familia?
-Si y no. Tengo que hablar contigo sobre algo muy importante. Ella se queda fuera.
-Oh, Sans, deja que pase a tomar té con nosotros. No tengas miedo, pequeña. ¿Te gusta el té?
Se agachó para mirarme mejor, pero yo seguí escondiéndome de él. Asentí.
-Pero papá dice que no puedo entrar.-señalé. Sans me miró con cara de "más te vale que no me llames papá". Asgore sin embargo se rió y respondió:
-¿Quien es tu papá?
Me bloqueé completamente y no supe decir nada. Menos mal que el comediante intervino diciendo:
-Es un tío mío que vive lejos. Yo la estoy cuidando un par de semanas.
-Ah, ¿por qué no viene el también a beber té? Hace una tarde espléndida y yo amo estar con monstruitos como tu sobrina.
-Eh, es que está ocupado. No puede venir ahora.
-Vaya, lo lamento mucho. Bueno, ¿me dejas al menos ver tu cara para saber a quién tengo que invitar la próxima vez?-preguntó, dirigiéndose a mi.
-Nuh.-respondí, agarrándome con fuerza a Sans. Seguía con la cabeza metida en su chaqueta para guardar mi identidad.
-Ah, ya veo, ¿quieres jugar al escondite? ¡Entonces te encontré-!-dijo, agarrándome y sacándome a la fuerza de mi búnker. Puso unos ojos como platos mientras me sostenía en sus manazas. No hace falta decir que Sans se había quedado helado también. Al fin el rey logró articular:
-¿Eres una humana?
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