Capítulo 2: Las Ruinas




Mientras caminábamos, decidí hacerle una pregunta.

-Em... ¿Hay rey aquí en el Underground?-pregunté.

-Si... Asgore. Es un rey malvado que no dudará en matarte. Está intentando romper la barrera, pero necesita seis almas humanas más para ello. No te acerques a él bajo ningún concepto.

-Ok...-murmuré yo, poco convencida.

  A continuación me ayudó a resolver una serie de puzles en varias habitaciones con ladrillos morados. Llegamos a una sala donde había una especie de maniquí. Me puso enfrente de él y empezó a explicar. Todo se tornó en blanco y negro a mi alrededor. Una luz roja empezó a brillar dentro de mí.

-Bien. Eso que ves ahí es tu alma.-dijo señalando un corazón rojo que brillaba en mi pecho.-Cuando entres en combate con alguien, procura mantener una conversación agradable con él y luego irte pacíficamente. No luches jamás.

-Está bien.

Opté por contarle muchos chistes malos sobre maniquíes. Obviamente era un muñeco y no podía hablar, pero aún así Toriel parecía estar muy contenta conmigo. Se rió mucho. Yo sonreí. Me agradaba que le gustasen mis chistes. Al fin, termino la batalla y volví a coger de la mano a Tori.

-¡Jajaja! Tendrías que conocer a un amigo mío. ¡A él también le encantan los chistes!-me contó mientras seguíamos andando por los pasadizos.

-¡Me encantaría conocerle!-exclamé yo, eufórica.-¡Sería genial!

-Que pena que no puedas. Él vive en Snowdin, detrás de la gran puerta que conduce al exterior de las Ruinas. Es demasiado peligroso.

-Ah.-decidí no hablar mucho del tema.

Después de un largo rato caminando, llegamos a su casa. Estaba hecha de ladrillos morados. Alrededor estaban plantadas muchas flores amarillas. Ella abrió la puerta y me invitó a pasar.

Era una casa muy bonita y acogedora. Olía a galletas recién hechas en la cocina, y daban ganas de sentarse en el cómodo sofá del salón mientras leías uno de los muchos libros que tenía en unos estantes, mientras te calentabas al lado de la chimenea. Toriel me condujo a una habitación que había en la casa. Ésta estaba pintada de rojo. Además tenía muchos juguetes, dibujos, una cama (que era preciosa, por cierto), un baúl, unas cuantas lámparas y una alfombra.

-Esta es tu nueva habitación.-me dijo.

-¡Guau!-exclamé.-¡Gracias!

En ese momento decidí quedarme en el Underground. Me parecía un sitio estupendo, tenía una madre genial y, con suerte, podría conocer monstruos de mi misma edad. Quería explorar cada rincón del subsuelo, y quedarme allí para siempre. Aunque algo dentro de mí me decía que debía volver a la superficie pero no me acordaba de nadie que viviese allí. Todos mis recuerdos parecían nublarse con el paso de las horas. No sabía muy bien por qué.

Tori me vió inmersa en mis pensamientos y sonrió mientras me miraba. Pero de repente, paró de sonreír y puso una cara de preocupación mientras me quitaba la flor morada que yo llevaba en el pelo.

-Ahora lo entiendo todo...-murmuró, mientras fruncía el ceño.

-¿Qué pasa?-pregunté yo.

-Cuando has caído al subsuelo te has puesto una flor morada que había en un montón, ¿verdad?-dijo. Yo asentí. ¿A qué quería llegar?
-Por favor, no lo vuelvas a hacer mi niña. Esta flor te va quitando tus recuerdos. Es una flor de loto.

Yo me sorprendí. ¿Esa flor estaba borrando mis recuerdos? Aún así decidí quedarme aquí. Si ya no tenía recuerdos, ¿para qué volver a la superficie?

  Pensé en decírselo a Toriel. Pero antes entré a mi nueva habitación y me tumbé en el cómodo colchón. Cerré los ojos y me sumergí en un sueño profundo.

  Sonaba una canción muy pegadiza. Estaba en frente de un esqueleto bajito con un abrigo azul y unos pantalones de deporte negros. Calzaba unas zapatillas azules. Yo estaba sangrando. Él estaba sudando y resoplando. En un ataque de furia, cogí con fuerza mi cuchillo morado y le hice una herida que le atravesaba todo el cuerpo. Empezó a sangrar, y aparecieron siete nueves consecutivos mientras caía al suelo. Murmuró algo que no llegué a entender, mientras yo ponía una sonrisa perturbadora. Estaba eufórica. Él dio unos pasos mientras miraba hacia la nada, y se convirtió en polvo. Se escuchó un corazón romperse. Lo había matado.

-¡AAAAAAAAH!-grité presa del pánico. Sólo había sido una pesadilla, pero era tan realista... Todavía podía escuchar su corazón resquebrajándose. las piernas me temblaban como si fuese un flan, y empecé a llamar a Toriel mientras me acurrucaba en un rincón de la habitación, llorando del miedo.

Escuché unos pasos provenientes del pasillo. Era Toriel, que me había escuchado gritar. Irrumpió en la habitación mientras me preguntaba que me pasaba.

-Y-yo... He tenido una pesadilla horrible. ¡Soñé que mataba a alguien...! Y-yo...-musité, mientras trataba de recomponerme del susto.

Toriel me abrazó y me susurró:

-Shhh. No pasa nada, mi niña. Todo está bien. Todo está bien.

Yo, ya recuperada de la pesadilla, le dije:

-Mira, sé que quieres que me quede. Yo también quiero. Pero antes necesito saber que hay tras esas puertas que dan a Snowdin. Si no, la curiosidad me acabará matando.

-P-pero Asgore te matará...-murmuró.

-Si quieres salir de aquí, demuéstrame que eres lo suficientemente fuerte para sobrevivir.

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