Sometimes things hurt
Desde que Mina se fue con la chica no había podido concentrarse con nada, intentó preparara cena pero no lo logró, se cortó múltiples veces y ya le estaba comenzando a doler demasiado apretar las manos así que no iba a seguir cocinando, luego trató de maquillarse pero las cortadas no estaban siendo muy buenas con ella.
En la televisión lo único que estaba pasando eran enamorados y chicas bailando de una manera que a ella le parecía inapropiada para adolescentes que se seguro eran menores a los diecisiete años.
Nada que había querido hacer para despejarse le estaba saliendo como ella quería así que tenía otra opción y eso era ir a caminar, en la noche siempre habían personas en todas partes por lo que no estaría tal solitaria y en donde vivía había buena seguridad.
Vivían cerca de una estación de policías así que todo estaba bien, al mirar hacia atrás sonrió, se sentía orgullosa de tener una casa que podría decir que es propia, la comparte con su mejor amiga pero sigue pagando las cuentas lo que hace que cuente como suya.
Lo que más la hace sentir orgullosa es que no fue con la ayuda de nadie, solo ellas dos contra el mundo y el trabajo que al principio fue demasiado forzoso, horas y horas de trabajo que les costó dejar su vida social a un lado para enfrascarse en el futuro que ambas querían tener.
A veces las personas le preguntaban si fue un hombre que las ayudó a tener lo que tienen ahora, sonó si se compartieron a un anciano para quitarle la plata y así tener al dinero que querían obtener desde hace años atrás.
Siempre se ríen en la cara de los hombres que le llegaron a decir eso o las señoras estiradas que de seguro en la adolescencia eran más prostitutas que la palabra.
Sacudió la cabeza no le gustaba recordar a las personas así pero tampoco quería recordar a la única chica que ha besado con consentimiento, técnicamente le pidió que la besará se le ofreció como si estuviera necesitada. Cerró los ojos y suspiró avergonzada, Momo no estaba allí pero cada que lo recordaba cubría su rostro para pasar la vergüenza.
Lo único que recuerda es lo peor y aunque Hirai le haya dicho que no fue tan malo como lo recuerda está segura que solo lo dice por ser una excelente persona capaz de hacerla sonrojar sin necesidad de decir una sola palabra o de estar frente a ella.
Bajó un poco la mirada entreteniendose un poco con sus pies que se veían divertidos con las botas, hasta que encontró una lata y la comenzó a patear ahora ese artefacto era su objetivo, como si estuviera en un campo de fútbol, corría y corría pateando la lata que se desplazaba por toda la calle, la pateó cerca de un basurero y. "¡Gol!". Gritó y miró a ambos lados viendo como las personas la veían raro.
Relamió sus labios y se fue caminando super rápido para que los demás no la recordarán, no sabía a dónde ir, a un lado se encontraba la heladería a la que iba casi todos los días con Mina pero ya era un ritual ir con su mejor amiga a comer helado sin importar el clima, una vez caía se enferman por comer tanto helado en invierno, rió un poco al recordarlo.
Al otro lado tenía la pizzería a la que prometieron volver juntas algún día y por más que esté a pocas calles de su casa no han podido ir porque siempre se les olvida y ahora que Myoui está ocupada ni siquiera hablan del tema, todo el día en el celular sonriéndole a una pantalla o con la mirada perdida hacia la ventana, como una tonta enamorada, no le enoja que este así pero lo que si le molesta un poco es que no le haya dicho cómo se llama o por lo menos presentado.
"Un helado de chocolate por favor". Pidió, después de conocerla en algún lugar, porque no eso le ha dicho, ha estado pensando solo en la rubia y eso hace que se sienta un tanto celosa porque siempre fueron ellas dos y ahora venía una intrusa a romper sus costumbres.
No tiene ningún problema que salga con personas y tampoco le importa no conocerlas pero ahora es un interesa amoroso y quiere saber si es lo suficientemente buena como para dejar a su pequeña y callada Myoui Mina en manos de una desconocida.
Aunque para ser justo ella tampoco le ha hablado de Momo pero sabe quién es y puede que sepa lo que pasó entre ambas, ¿Y si sabe que piensa en ella antes de dormir?. Sus mejillas enrojecieron y se quedó mirando el helado que la pasaba el chico, estaba segura que miró a Momo en aquel cono. "Gracias". Dijo confundida y le pasó el dinero. "Estoy alucinando". Murmuró y rió, no está obsesionada con Hirai.
Ella solo era un pequeño gusto raro del que seguro olvidaría dentro de algunos meses o días, sabía que lo que sentía no es para que se extienda a años de estar pensando en la pelinegra, desear casarse y tener hijos, era lo que más deseaba pero no era lo que obtendría si seguía actuando como una idiota pensando a cada segundo en alguien con la que no debería tener ningún tipo de relación.
Cosa que no tiene pero dentro suyo lo desea, le encantaría estar a su lado y ser la persona a la que Hirai Momo le diga te amo todos los malditos días de su hermosa vida juntas. "Necesito salir de aquí". Y eso hizo pero no fue suficiente para quitar esos pensamientos de su alrededor, había visto como veinte Momo cada que pasaba por una esquina.
El helado tal vez tenía alucinógenos y por eso estaba así, se estaba volviendo loca y no entendía lo que le sucedía porque cuando se detenía sentía un desespero gigante que la asfixiaba y la obligaba a tener que caminar las rápido de lo normal.
Y nos besamos.
"No me beso ella no me beso". Renegó, si lo había hecho de hecho fue ella quién lo hizo pero no quería admitir y mucho menos llamar a Momo para tener una amistad de esas que no parecen pero son.
Miró su helado este parecía que se está derritiendo demasiado rápido y es que había corrido toda una cuadra con el helado a un lado de su rostro y estaba segura que el calenté salía de éste, como si fuera un pequeño horno con ojos, labios y nariz incapaz de poder olvidar algo que pasó hace muchos días.
Me besaste.
Se sentó en una de las sillas del parque más lejano a su casa, le dolían demasiado las piernas de seguro tendría que pedirle a un taxi que la lleve hasta su casa porque no quiere caminar otra vez todo ese camino lleno de raros recuerdos que dejó atrás.
Necesitaba la ayuda de Mina pero sabía que estaba ocupada y que lo más seguro es que no le contestará la llamada o los mensajes, así que guardo su teléfono viendo la hora e impresionandose por lo tarde que era.
Cerca de donde estaba había un club pero no estaba muy segura de ir ya que el alcohol y ella no eran tan amigos como parecía. Se sentía tentada a ir y no estaba mal vestida, bailar un poco y tomar un par de copas no estaría mal y así se relajaria, trataría de coquetear con alguna chica y así se daría cuenta que no por Momo se siente distinta.
Quiero que me lleves a la cama.
El problema es que al estar ebria lo más probable es que llame a Momo y ésta contestaría de seguro estaría preocupada e iría hacia donde esta, se besarian porque tiene la rara costumbre de besarla estando ebria y luego estaría más hundida que antes.
"¿Y si beso a alguien más?". Su lógica estaba mal, era terrible y de seguro ilusionaria a otra persona, poniéndola en su lugar y ella seguiría exactamente igual pensando en una pelinegra sexy que no ha visto en mucho tiempo.
Por la que está pensando en tantas cosas sin sentido y está sola a mitad de una calle en la que casi nadie está, subió la mano izquierda hasta su frente se estaba volviendo loca y no era buena idea estar sola esperando que alguien llegará cuando nadie sabía en donde se encontraba pero tampoco tenía ninguna notificación.
Todas las personas a su alrededor tenían cosas que hacer a excepción de ella que lo único que ha hecho es comer, dormir, tratar de hacer ejercicio y pensar en Momo, ni su trabajo hace bien, desde la vez que escribió su nombre.
Nayeon no le ha dejado trabajos difíciles, a veces solo firma y se queda horas esperando tener algo interesante que hacer pero nada llega así que se queda dormida por varias horas en la silla esperando que llamen su atención pero nada. Siente que ahora es inviable para todas las personas que la rodean incluso para ella misma, no es igual desde que se besó con Momo y aunque intentó que eso no afectará por completo su vida si lo hizo.
Y a lo grande.
Miró el helado, éste ya no era para nada comestible y había manchado toda su mano, haciendo un mohín lo botó en uno de los basureros cerca de donde se encontraba y limpió su mano, con la única servilleta que le dio ese chico, comenzó a caminar porque sabía que debía despejar y tratar de calmar las ganas que tenía de salir de fiesta y volverse loca con el alcohol.
Momo.
Apretó sus propias mejillas tratando de volver a la vida y no recordar cosas malas, tal vez entrar a una de las tiendas a comprar ropa nueva no estaría, justo cuando estaba por entrar recordó que eso lo iba a hacer con Mina en unos cuantos días cuando decida recordarla.
Dime.
No había tanto frío pero si el suficiente para poner su nariz tan roja como una manzana, bajó un poco la mirada a esta y rió, de seguro si alguien estuviera con ella le diría que se parece a Rodolfo el Reno, estaría riéndose por horas debido a esa comparación tan chistosa, que pena que no había nadie que conociera a su alrededor a excepción de la chica que estaba a diez metros de ella.
Bésame.
"¿Momo?". Se preguntó en voz baja al ver a una pelinegra con el brazo apoyado en los hombros de otra más pequeña, su hinchado y fuerte corazón sufrió una pequeña ruptura en una zona que la hizo estremecerse, ahora tenía más frío y su visión era interrumpida por una pequeña capa de lágrimas que bajaban por sus mejillas hasta llegar al final de su cuello.
No estaba bien sentirse así por alguien que no es su pareja pero no podía evitar estar mal, apretando sus puños siguió su camino sin importarle si la vería o no, sus pies se movían solos y el sabor amargo en su boca en cada pisotón iba bajando la intensidad a un punto en el que la rabia la estaba cegando, no tuvo que creer en nadie porque en primer lugar nunca le prometieron amor eterno.
Ni siquiera una simple amistad de esas que no tardan en romperse. Distintos intereses tal vez o por un amor que ya era muy doloroso de ocultar.
"Cuando la vida te dé un golpe directo en la cara sabrás que fue que tomaste malas decisiones".
Con ironía recordó las palabras de su madre y abrió la puerta de su casa, enojada lanzó las llaves al sofá el cual se quejó, encendió la luz confundida y miró a Mina quien estaba casi dormida en éste, con la llave entre las piernas. "¿Mina?". La menor asintió y señaló la llave. "Te he dicho que no tomes así, el alcohol te hace mal". La pelinegra volvió a asentir y subió los brazos.
"Duerme conmigo ¿Si?". Rodó los ojos y con cuidado la sostuvo con sus brazos que ya no era tan fuertes como antes. "Chaeyoung duerme conmigo". Elevó una ceja y no le prestó atención.
Gracias a Mina por un instante olvidó que había visto a la chica que le gustaba con alguien más.
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