5: Purple
La habitación de Félix lo único que tenía era una cama medio decente y un tocador, no tenía más por lo que me decidí en comprarle algunas cosas para amueblarla.
Félix había dicho que no hacía falta pero vamos, el tocador tenía algunas cajoneras pero no eran suficientes para guardar toda su ropa por lo que un armario fue mi primer gasto en sus muebles.
Como Félix entendió que no había forma de que cambiara de opinión me dijo que comprara el más barato y eso hice, se vio algo preocupado cuando le dije que le compraría un guardarropas.
— No entiendo nada ¿habrá un video de YouTube? — Félix y yo estamos ya en su habitación recién pintada, su color anterior estaba muy desgastado.
Ambos estábamos sentados en medio de tantos periódicos que usamos para no manchar el piso, él aprovechó que nos sobraron unos cuantos e hizo dos gorritos con ellos, uno para mí y otro para él. Tierno.
Sigo siendo hetero.
— Te dije que comprimir uno barato, no uno con mil piezas — dijo arrebatándome las instrucciones de como armar el bendito armario.
Varias piezas estaban regadas por toda la habitación, pudimos armar unas pocas pero aún faltaban.
— Okey, creo que estas van así — soltó las instrucciones y tomó algunas maderas y las unió con ayuda de un martillo y clavos.
Poco a poco esto iba tomando forma, lo ayudé uniendo más piezas, de haber sabido que nosotros tendríamos que armarlo hubiera comprado uno caro.
— Ya está, solo falta una pieza más — habló Félix. Después de unos cuantos minutos más tratando de descifrar como usar que armarlo habíamos logrado un buen avance, tenía mucha más forma ahora y, como él dijo, solo faltaba una pieza más.
— Creo que está dentro de esa caja — señale una caja que estaba cerca de la puerta.
— Voy por ella — Félix caminó hasta la caja y efectivamente, ahí estaba la última pieza, la carga entre sus pequeñas manos y, antes de llegar conmigo pisó mal y se resbaló soltando la tabla y su cuerpo se fue para atrás.
Reaccioné al instante, me levanté y lo tomé de la mano con mis dos manos impidiendo que toque el suelo. Me agradeció con la mirada, se reincorporó y poco a poco nos fuimos soltando de las manos.
Hubiéramos seguido de no ser que, nos soltamos las manos tan lento que nuestros meñiques se medio entrelazaron y un brillo morado apareció en nuestros ojos.
¿Acaso vi bien? sus ojos eran morados... ¡sus ojos eran morados!
Ante tal susto, ambos nos separamos y nuevamente, Félix casi cae al suelo cuando se tropezó con una caja. Esta vez lo sostuve de la cintura pegando demasiado nuestros cuerpos. Los gorritos de periódico habían abandonado nuestras cabezas en el momento de su primer tropiezo.
Sus ojos eran cafés nuevamente, eran cafés pero eran realmente hermosos, nunca había parecido su rostro tan cerca y vaya que es muy hermoso.
Él tenía sus manos en mis hombros usándolos como soporte y, por alguna extraña razón no nos movimos, no queríamos hacerlo, o por lo menos yo no quería.
Bien, ahora sí sin duda estoy seriamente si sigo siendo heterosexual.
Félix deslizó su mano izquierda por mi brazo y capturó una mano mía que se encontró en la parte trasera de su cintura, la quitó de ahí al igual que apartó su mirada de mis ojos.
Vio con detalle nuestras manos y, de un momento a otro entrelazó nuestros meñiques haciendo que nuestros ojos vuelvan a brillar de un hermoso color morado.
Nuevamente nos miramos a los ojos apreciando la perfecta tonalidad morada que brillaba en nuestros orbes, era raro pero demasiado bonito y acogedor. Mi corazón comenzó a latir desenfrenadamente y casi podía jurar que podía escuchar el suyo ir a la misma velocidad que el mío.
En ningún momento nuestros meñiques fueron separados, en ningún momento dejaron de brillar nuestros ojos ni tampoco quitamos la mirada de estos mismos.
Con cada segundo que pasaba me parecían más hermosos sus pequeños ojos, cuando parpadeaba el color morado era sustituido por su delicado párpado y al abrirlo, el color regresaba, incluso creo que regresaba más brillante.
— ¡Tengan cuidado con los muebles!
Ese grito nos volvió a la realidad, quiero creer que era el de la nueva vecina gritándole a los de la mudanza que tuvieran cuidado con sus "caros" muebles porque si, aun no había terminado de mudarse al cien por ciento.
Félix se soltó de mí como si mi tacto quemara, le solté la cintura e inmediatamente tomó la tabla restante para el armario, la colocó en su lugar y comenzó a probar que tan bien funcionaban sus puertas y cajoneras, todo esto bajo mi atenta mirada.
Bien, el ambiente se tornó tenso de arrepentimiento.
— Creo — rompí el silencio incómodo — que ya está.
— S-si — bajó la mirada, él estaba de espaldas fingiendo que estaba probando que tan bien abrían las puertas del armario, aún así se veía nervioso.
— Estaré... estaré en la sala por si se te ofrece algo.
Tras un sentimiento de su parte me jubilé de la habitación.
¿Pero qué acaba de pasar?
(...)
La tarde pasó demasiado lento, tan lento que casi pudo jurar que este día tuvo más de veinticuatro horas.
Estaba sentado en el comedor degustando un emparedado, Félix estaba en la cocina preparándose algo, la noche había caído por fin y casi era hora de dormir.
En la tarde a penas y crucé palabras con Lix, se vio más tímido de lo normal y con la mirada clavada en sus pies.
Yo era consciente de que lo que pasó en su habitación fue algo relacionado con los extraños hilos esos pero a decir verdad, no sabía que significaba, no me interesó mucho ese tema por lo que sólo tengo algo de conocimiento por el hilo rojo, sabía que había uno negro y uno morado pero hasta ahí, nada más.
Mi plato quedó vacío después de acabar lo que sería mi cena, siempre como algo muy ligero antes de dormir. Iba a lavar lo que utilicé pero justo cuando me levanté, Félix apareció al lado mío.
Esta vez no miro hacia abajo.
— ¿Necesitas algo? — pregunté al ver sus ojos mirando directamente a los míos.
Su respuesta fue posicionar su teléfono frente a mis ojos, estaba en una página la cual se denominó "Threads".
Estaba en una sección en donde explicaba el hilo morado, y según esto, muy pocos lo tenían, este hilo dejaba a los enlazados crear su propio destino, elegir si querían vivir para siempre con la persona que más amaban u odiaban.
Vaya, creo que es hora de informarme sobre los famosos hilos.
— N-nosotros lo tenemos — bajó su teléfono de mi rostro muy lentamente impulsando paso a su bonito rostro sonrojado — aquí dice que tenemos que cambiar el color a uno rojo o uno negro.
— ¿Y no lo podemos dejar así? — pregunté, no sabía cómo cambiar el color de esta cosa.
— No, hyung — ah, qué bonito se escuchaba el hyung salir de sus labios — si no lo cambiamos el destino lo hará por nosotros y según la página, hay más probabilidades de que cambie a uno negro y — de nuevo bajo la mirada — y-yo no quiero odiarte.
Este chico me va a dar diabetes.
Levanté su cabeza tomándolo del mentón, sus orbes reflejaban miedo y preocupación — Lixie, tranquilo, cambiaremos el color a uno rojo, no sé cómo pero lo haremos, no te tienes que preocupar por nada ¿de acuerdo? todo estará bien – mi mano que anteriormente estaba sujetando su barbilla pasó a una de sus mejillas y comencé a hacer círculos con mis pulgares sobre esta.
Félix pareció relajarse con mis palabras y eso me relajó a mí también.
— Mañana veremos cómo hacer esto ¿si? ahora ven y disfruta de las comodidades de esta casa — sonreí mostrando mis dientes, no me gustó no hablar con Félix, se volvía algo extraño cuando ninguno hablaba.
— Gracias — sonrió apenas.
Bueno, nuevo objetivo, cambiar el color morado a uno rojo.
¿Qué tan difícil podía ser?
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Todos los créditos a la autora original @Diamoshi
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