17: Shit

"Hyunjin, ven a rescatarme del loco psicópata de mi padre que casi me mata al igual que a mi madre".

Okey, Félix no lo dijo con esas palabras pero para mí sonó así.

Mierda, se suponía que Félix solo iría a visitar a su madre, hablarían un poco y luego regresaría a casa conmigo, comeríamos algo delicioso y nos acurrucaríamos juntos.

¡No se supone que me diga que su maldito padre lo golpeó y no lo deja ir!

No puedo quitarme de la cabeza su voz temblorosa, llena de terror, fue espantoso cada uno de sus hipidos tratando de escuchar no llorar tan fuerte para que ese imbécil que tiene como padre lo escuche.

Siendo sincero no me esperaba nada de esto, me dijo que su padre había salido por negocios y solamente vería a su mamá pero al parecer...

Me mintió.

Me encuentro a tres casas de la vivienda donde se supone que ahora está atrapado, anteriormente me dijo la dirección y me rogó que no le dijera a la policía.

¿Qué se supone que haga yo en estos casos sin el más mínimo conocimiento de armas o sin ningún entrenamiento para este tipo de problemas? La verdad no tengo idea, tampoco sé por qué le hice caso no llamando a la policía.

¡Estoy asustado, Joder! La mitad de mi cerebro está teniendo una parálisis justo ahora al enterarse de que mi novio casi es asesinado por su propio padre.

Calma Hyunjin, puedes hacer esto.

Félix me explicó cómo podía entrar a su casa sin ser visto o escuchado, me dijo que ahora su padre se encontraba en un sueño profundo a causa del alcohol que había ingerido, en verdad espero que sea muy profundo ese sueño.

Abrí una ventana bastante sucia que estaba ubicada en la parte trasera de la casa, esta simplemente se deslizaba hacia arriba y ya, era abierta, no tenía ningún tipo de seguro. Eso fue fácil, lo difícil sería salir de aquí.

Mis botas tocaron el piso determinado sucio con manchas negras que no quiero ni pensar que son. Miré a mí alrededor, había una pequeña mesa, un horno, un lavabo y algunas cosas más que casi no alcanzaba a ver por la escasa iluminación, parecía ser una cocina conectada a un comedor bastante pequeño, apenas y podía moverme sin que alguna cosa tope en mi cuerpo.

— ¿Cariño, me escuchas? logré entrar — en todo este tiempo no había colgado la llamada, mi indefenso chico me guiaba ya que por obvias razones conocía mejor esta zona.

B-bien, estas en la cocina ahora mismo, trata de salir sin hacer ruido, una vez salgas a tu derecha verás dos puertas, en la primera es donde mi padre duerme, en la segunda estamos mi madre y yo — dijo con notable nerviosismo, hablamos en un volumen bastante bajo procurando que aquel que se hiciera llamar padre no nos escuche.

- Lo tengo. Tranquilo ¿si? los sacaré de ahí — el hizo un sonidito de sostenible.

Avancé bastante lento, tan lento que comenzaba a desesperarme pero no quería arriesgarme tampoco, prefiero ir lento con la seguridad de que no haré ruido alguno a ir rápido, hacer escándalo y que me atrapen a mí también.

Siempre he querido sentir la adrenalina de alguna persecución, de algún caso de policías u otra mierda y joder, ahora me retracto de mis pensamientos anteriores, es jodido tener esta presión.

Pude esquivar la pequeña mesa la cual era el último objeto que me bloqueó el camino a la salida de la cocina. Para mi suerte no tenia puerta alguna por lo que no tuve que tener los nervios a mil para evitar que la puerta rechine. Me paré en el umbral viendo las puertas que Félix decía, pasé de largo la primera puerta centrándome en la segunda.

— Ya estoy frente a la puerta — anuncié con felicidad la cual no apareció mucho al darme cuenta de que la habitación estaba asegurada.

Creo que está de más decir que la cerró con llave.

— ¿Tienes algún gancho para el cabello o un pasador? — han habido veces en las cuales la puerta de la habitación que usó con los meseros se cerraba y no podíamos abrirla, las llaves se perdieron hace un tiempo y no mandamos aún a hacer nuevas por lo que tuvimos que encontrar un modo de abrirla ya que ahí se encontraron nuestras pertenencias. Con un poco de práctica la mayoría de nosotros conseguimos abrirla usando ganchos o pasadores para el cabello de alguna mesera.

Mi madre tiene, espera, trataré de pasártelo por abajo.

Esperé por el accesorio después de un rato, me dijo que ambos estaban atados de las manos por lo que sé que les tomaría algo de tiempo maniobrar para darme el bendito objeto.

Hecho — anunciado y de inmediato pude ver un pasador deslizarse por debajo de la puerta en mal estado.

Colgué la llamada y guardé mi teléfono para poder manipular mejor la cerradura, fue cuestión de hundir el un par de veces en la cerradura, girarlo un poco y por fin escuché como el seguro era quitado.

Abrí con cuidado la puerta, mi corazón iba a mil por hora, esperaba encontrarme a un Félix no tan lastimado pero ¿a quién engaño? me dijo que casi lo mata, no estaba preparado para verlo herido.

— Oh por Dios — susurré aquello al encontrarme a Félix atado de pies y brazos, al lado de él se encontró una mujer de espaldas sosteniendo el teléfono de mi novio — Santa mierda, Félix, mira como te dejó.

Me agaché rápidamente frente a él pasando mis manos por sus mejillas moradas, sangre escurra de su nariz y su labio roto, tenía un ojo levemente inflado y rojo que estaba seguro de que se tornaría morado con el pasar del tiempo.

— Mierda, mierda, mierda.

— Deja de maldecir — intentó bromear a pesar de sus condiciones, tenía una muy débil y pequeña sonrisa en sus labios, no pude soportar más tiempo verlo así, tan herido pero tratando de no demostrar su dolor. Rompí en llanto tratando de callar mis sollozos lo mejor posibles.
Su diminuta sonrisa se borró al ver mis lágrimas salir de mis ojos, sus labios se abrieron para seguramente decirme que no llore pero eso nunca pasó pues mis labios atacaron los suyos, el sabor metálico de su sangre se hizo presente pero no pudo importarme menos, no podía separar mis labios de los suyos al verlos en tan estado, deseaba tanto besar cada maldita herida para asegurarle de que lo protegería, de que no permitiría que algo así le volvería a pasar.

Un carraspeo hizo que rompamos el beso — siento mucho tener que conocerte en estos términos, también siento romper su bonito momento pero Yesung podría despertar en cualquier momento, desata a Félix y llévatelo rápido.

— ¿Y usted? no puedo dejarla aquí — cuestioné en lo que desataba las manos del castaño.

— Estaré bien, de todos modos, si me voy él me encontrar, por ahora preocúpate en sanar las heridas de mi hijo y si vuelves por mi te voy a poner en la lista de los peores yernos del mundo por no dañar caso a su suegra — medio reímos ante su comentario, era increíble como después de tantas heridas en sus rostros, ambos querían aflojar el ambiente. La madre de Lix se encontró en las mismas que él, no podía dejarla aquí, de algún modo regresaría por ella pero primero debo asegurarme de que Félix no volviera a este horrible lugar.

— Una cosa más — miré a la mujer que yacía recostada en el piso en lo que ayudaba a mi novio a levantarse — no dejes ir a mi hijo, eres un buen partido para él.

Decir que no me sentí alagado sería una mentira total — no se preocupe por eso, tampoco crea que la voy a dejar aquí, volveré por usted de algún modo.

No dejé que imponga sus quejas o reproches, mi atención se movió hacia Félix que estaba tambaleándose, me imagino que estuvo tanto tiempo atado que sus pies se habían entumecido.

— ¿Puedes caminar? — preguntó sosteniéndolo de las manos, él asintió y fue entonces cuando decidió no perder más tiempo.

Salimos de aquella habitación y la cerré a petición de mi suegra, tras un "buena suerte" de ella avanzamos lo más rápido que pudimos hacia la ventana que me había servido para entrar.

— Rápido, no quiero que estés aquí ningún maldito segundo más — dije entre enojado y preocupado.

— Pero ten cuidado — me susurró de vuelta.

Ese "ten cuidado" lo había ignorado olímpicamente cuando por accidente tiré una sartén la cual hizo un estruendoso ruido.

— ¡Maldita sea, no puedo creer que esto esté pasando! — grité al escuchar cómo se abría la puerta en la cual se supone que el padre de Félix estaba durmiendo.

A mi chico se le fueron los colores al ver a su progenitor parado en el umbral de la cocina, no perdí más tiempo y lo cargué haciendo que enrolle sus piernas en mi cintura y sus brazos en mi cuello. Agradecí tanto que el lugar sea pequeño y que ya hubiéramos pasado la mayoría de los obstáculos que la pequeña cocina nos imponía.

El llamado Yesung produjo de pasar por diferentes objetos para alcanzarnos lo cual le fue imposible, no sé cómo pero logré que su cuerpo y el mío cupieran en la ventana y justo cuando nosotros logramos salir esta se cerró lo que también agradecí ya que contaba como un obstáculo más para él.

— No te sueltes y no mires detrás, oculta tu rostro en mi cuello ¿si, cariño? — traté de tranquilizar al casi poder escuchar su frenético corazón sin descanso alguno. Él se aferró más fuerte a mí al igual que sostuve sus muslos con mayor fuerza impidiendo que caiga.

Corrí lo más rápido que mis piernas me permitieron, no mire atrás, pueden solamente mi vista al frente teniendo como objetivo llegar a nuestro hogar el cual se encontró algo lejos.

A la mierda todo, llegaría corriendo si es necesario, solo quiero asegurarme de que Félix esté bien.

También necesito que me explique qué carajos estaba pasando.

(...)

— Tranquilo, no llores, estoy aquí, estás conmigo y yo te voy a cuidar — ahora fue mi turno de consolarlo.

Como dije, llegué a nuestra vivienda corriendo, eran alrededor de las tres y media de la mañana pero no podía pensar en otra cosa que no sea revisar detalladamente el rostro de mi novio al igual que todo su cuerpo, estoy seguro de que su rostro no es lo único herido.

— Tu-tuve tanto miedo — aún estaba aferrado a mi dejando que mi cuello se humedezca con sus lágrimas, me senté en uno de los sofás con él en brazos, yo también necesitaba un pequeño descanso.

— Lo sé, créeme que lo sé, yo también lo tuve pero ya todo está bien, ya estas a salvo conmigo. Mierda, Félix, en serio necesito una explicación de todo esto pero no ahora, por ahora solo quiero revisarte y ver que tus heridas no sean tan graves.

Félix aflojó su agarré solamente un poco diciéndome secretamente que estaba de acuerdo conmigo. Me levanté del sofá y lo llevé hasta la habitación que es donde tenía un botiquín de primeros auxilios por si algo sucedió.

Aunque jamás me imaginé usar para algo como esto.

Con la luz encendida podía ver mejor su rostro y se veía peor, lo que según yo eran pequeños moretones en sus mejillas se habían difuminado por todas partes hasta casi llegar a su frente, su labio de veía aún más roto además de que también tenía una herida la cual parte la punta de su ceja.
Saqué el botiquín de una cajonera no sin antes dejar a Félix sentado en la cama.

— No te voy a mentir, te va a arder bastante pero necesito que seas un poco más fuerte está noche, has logrado sobrevivir y eso ya fue bastante, solo trata de soportar un poco más ¿de acuerdo, ángel? — no sé de donde salían tantos motes amorosos pero los sentía esenciales para calmarlo y demostrarle que tiene mi apoyo.

Félix asintió presionando duro las sábanas, como si supiera ya el nivel de dolor que sentiría.

Pasé un algodón remojado en alcohol por encima de su ceja, soltó un siseo y apretó duro sus ojos, sus labios fueron los siguientes en sufrir lo mismo y su reacción fue igual que con su ceja, limpie la sangre que escurría en su nariz y al finalizar apliqué ungüento por encima de su labio y ceja partidos.

Tomé otro algodón también humedecido con alcohol y comencé a buscar más heridas. Sus brazos tenían moretones más pequeños y menos visibles pero seguían estando ahí, pasé el algodón por encima de unos rasguños en sus muñecas, se dejó soltar algunas lágrimas al sentir tan espantoso ardor.

— ¿Algún otro lugar?

Félix sorbió su nariz y se sonrojó un poco, dijo su abdomen y sus muslos indicándome que también tenía heridas ahí y la sangre encima de su camiseta y sus pantalones me lo confirmaron.

Le sugerí que de eso se encargue él, se tomó una ducha y pude escuchar los siseos que salían de sus labios ya que me podía imaginar que estaba pasando el alcohol por las heridas que tenía ahí.

Salió del baño con una camiseta mía y unos pantalones cortos, mis manos picaban por envolver su cuerpo en ellas al verlo tan dañado e indefenso.

— Ven aquí, bonito — claro que no pude resistirme, abrí mis brazos y él rápidamente entendió corriendo hacia mí para volver a ocultar su rostro en mi cuello mientras continuaba soltando lágrimas y sollozos. Apagué la luz de la habitación al tener el encendedor a mi alcance y después de eso mis brazos se cerraron al rededor de su cuerpo proporcionándole cariño.

— No pasa nada, hyung está aquí, ya no tienes que preocuparte más — mis manos subieron a su largo cabello y mis dedos comenzaron a masajear la zona.

Su rostro se elevó y sus labios formaron una adorable boca de pato, besé sus belfos con tranquilidad y lentitud, disfruté casa pequeña roce que mis labios tenían con los suyos y no me aparté de él hasta escuchar un pequeño "auch" indicándome que le dolía su herida. Mis labios abandonaron los suyos y subieron a su nariz para plantar un beso ahí, su frente fue la siguiente, bajé un poco más hasta encontrarme con una de sus mejillas y apenas dejé un débil beso ahí temiendo dañarlo, mis labios se aventuraron y bajé aún más encontrándome con su cuello, la piel era suave y olía bien, no resistí ante tan embriagante sensación e igualmente dejé un beso ahí que apareció un poco más que el resto.

Su abrazo se volvió algo débil diciéndome que se estaba quedando dormido con mis besos. Lo cargué de nuevo y me fui acostando en las camas juntas con el cuerpo de mi pequeño novio encima de mí, fue solo cuestión de algunos segundos cuando pude escuchar su respiración más calmada lo cual hizo que yo también caiga dormido de a poco.

Cerré los ojos, le di un último beso a su cabellera y caí en brazos de Morfeo junto a él.

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Todos los créditos a la autora original @Diamoshi

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