15: So damn
Se me estaba volviendo la costumbre de despertar temprano, Félix se levantaba como a las seis y por más de que fabricara de no mucho ruido o no mover la cama cuando se levantaba lo hacía y me sacaba de mi lindo mundo de sueños.
Pero no me quejo, es aún más lindo ver su rostro.
Me desperté a las 6:30, Félix no estaba a mi lado y al parecer hoy si desapareció su hecho de no hace mucho ruido o no mover la cama pues no supe en qué momento se fue de aquí. Antes, era un martirio tener que levantarme de la comodidad de mi cama, ahora era ya un hábito gracias a mi bonito novio.
Novio que por cierto no encuentro.
Ingresé al baño unos minutos para mi higiene personal, cuando acabé busqué a Félix por toda la casa, revisé en varios lugares pero no estaba, solamente quedará su habitación por ver. Desde que dormimos juntos casi no entra a su habitación, a veces solo lo hace para buscar algunas cosas o cuando quiere cambiarse de ropa, la idea era solo mover su cama a mi habitación pero terminó llevando sus cosas de a poco convirtiendo esa habitación en propiedad de ambos.
- Lix - toqué pero no respondió. Pegué mi oreja a la puerta tratando de escuchar algo que me confirme que Félix estaba ahí. Conseguí mi propósito con éxito, podía escuchar su voz como si estuviera charlando con alguien muy animado. Giré la perilla haciendo que la puerta se abra y lo primero que vi fue a Félix, bueno, su espalda ya que él estaba mirando por la ventana aún con su pijama, las puntas de su cabello apuntando a distintos sitios y su móvil pegado a su oreja.
- No, él no es así. Lo sé - hizo una pausa algo grande - ¿en serio? cree... ¿cree que pueda verte? - ¿ver a quien? Claro que tiene derecho de salir y no solo pasar tiempo conmigo pero eso me puso algo... celoso - claro que no, aún no, algún día lo haré pero no pronto, no mientras él esté ahí.
Okey, no se con quien habla ni de qué pero no le encontré sentido a su conversación, no me dio buena espina. A pasos sigilosos me acerqué a él hasta quedar unos cuantos centímetros apartado de su cuerpo.
- Podría decir que quiero visitarte y espero que no quiera acom-.
- ¿Con quién hablas? - enrollé mis brazos en su cintura.
Solté una carcajada cuando dio un grito algo agudo y su teléfono casi cae al suelo - ¡Hyunjin, maldita sea! - traté de apartarse de mí pero se lo impidió, inclusive puse mi barbilla en su hombro - ¡deja de hacer eso, joder, casi me matas de nuevo!
- ¿Félix? ¿Estás bien cariño? - se escuchó la voz de una mujer al otro lado de la línea, parece que con el susto Lix puso la llamada en altavoz por accidente.
Me miró de mala gana pero dejó de forcejear al ver que no tenía escapatoria de mis brazos, llevó su móvil a su oreja de nueva cuenta y siguió con su plática - si, lo siento, es que pasó un animal feo y me asustó - respondió a lo que yo me indigné.
Me sacó la lengua y antes de que pueda dejar de verla la lamí como una pequeña venganza, sabía que se ponía tímido cuando nos demostrábamos mucha confianza. Sus mejillas se tiñeron rosadas y me pegó la frente con su mano desocupada, reí ante nuestra pequeña pelea.
- Oh, es él ¿no?
Félix sonrió - si - dijo ahora mirándome mientras me dedicaba una sonrisa de buenos días.
Y mierda, no importa si el momento no es bueno o insignificante, Félix convertía cada momento en especial con su simple presencia.
Continuó hablando con su madre, supe que era ella ya que la mujer lo llamó hijo, al parecer ella estaba enterada de nuestra relación y nos apoyaba. Ya tengo el cariño de mi suegra en mis manos y ni siquiera tuve que hacer nada, eso sí es suerte.
- Estaré ahí ¿no volverá pronto? - no escuché ni entendí mucho de esa conversación debido a que desactivó el altavoz - de acuerdo. También te amo, adiós - y colgó.
Giró su cuerpo para verme aún con su teléfono en manos y me dedicó otra sonrisa sin mostrar sus dientes.
- Buenos días.
- Buenos días - me respondió.
Tomé su rostro entre mis manos y lo levanté para facilitarme el acceso a sus labios cuando acerqué mi rostro al suyo. Tenemos una pequeña rutina al despertar; Félix se levanta y sin querer me despierta, se disculpa conmigo, le digo que no importa, nos saludamos y comenzamos la mañana con un beso, esta vez no pudo llevarse a cabo en su totalidad pero al menos pude rescatar lo más importante.
Los suaves chasquidos que nuestros labios hacían al succionarse comenzaron a escucharse, a veces se reía entre el beso cada que un sonidito se escuchaba algo fuerte. Este era uno de mis momentos favoritos, cuando no nos importa nada, cuando nos besamos y todo y todos parecen desaparecer para darnos nuestro espacio.
Para darle espacio a nuestro amor.
(...)
- Mamá dijo que me extrañaba - Félix rió y yo también lo hice al recordar que su propia madre lo sacó de su hogar.
Era casi medio día y nos encontrábamos sentados en la sala de estar jugando juegos de mesa, nuestro hilo parece no querer cambiar, no importa lo que hagamos, el ligero brillo morado aún se veía y de cierto modo comenzaba a desesperarme.
Tenía miedo, miedo de que el color morado vuelva y cambie a uno negro, yo no quiero odiarlo, no a él.
- Y-yo me preguntaba - habló mientras movía una ficha negra la cual se comió a dos de las mías - s-si podría, si no te m-molestaría - frunció el ceño cuando fue mi turno de mover y mi ficha comió una suya - me gustaría darle una p-pequeña visita.
- No necesitas pedirme permiso para eso, cariño, claro que puedes hacerlo cuando quieras - respondí con cierta confusión por el tono nervioso que había utilizado.
Félix sonrió en grande y en realidad no sabía si su sonrisa era causada por mi respuesta o porque ganó el juego.
Otra vez.
- Agh, me rindo, es imposible ganarte - me levanté del piso y me crucé de brazos apenado por no poderle ganar un simple juego de damas chinas.
Félix igual se levantó y saltó sobre mí colgándose como un koala, lo sostuve de sus muslos lo más rápido que pude para no dejarlo caer.
- Soy un maestro en esto, no puedes ganarme tan fácilmente, cariño - se burló posando sus manos en mis mejillas apretando estas provocando que mis labios se abulten.
Negué con la cabeza, divertido, o por lo menos traté de hacerlo ya que su fuerte agarre me impidió mover libremente mi cabeza.
Se tomó su tiempo para recorrer mis labios con la mirada, sus hermosos ojos cafés brillaron cuando traté de formar una sonrisa para él. Félix acarició mis mejillas con ambos pulgares permitiéndole a mis labios formar sonrisas y más cosas que solo una boca de pato, sus dedos trazaban muy pequeños círculos ya que solamente usaba la punta de su pulgar, sentí sus cálidas palmas bajar un poco haciendo sus caricias más lentas y profundas, me sumé acariciando sus muslos y eso pareció relajarlo.
Ladeó su cabeza aún sin quitar su mirada de mis belfos y me regaló una hermosa sonrisa inconsciente cuando uno de sus pulgares rozó mi labio inferior.
Si no tuviera las manos ocupadas pegaría sus labios con los míos en este maldito momento.
Como si leyera mis pensamientos fue acercándose, muy, pero muy lentamente, sintió cada minuto pasar y sus labios aún no estaban danzando con los míos, Félix se tomó su tiempo para acercarse.
Pero yo no, yo quería sentirlo ahora y siempre.
Aproveché una pared que estaba al lado mío e impacte suavemente su cuerpo en este, Lix se sorprendió pero no lo dejé decir o hacer algo ya que estampé mis labios con los suyos robándole el aliento y él, robándome suspiros.
Mierda ¿esto era estar enamorado? Minho me dijo que no solo sientes un zoológico entero en tu estómago cuando vez a esa persona, sino también sientes tus labios picar por besar cada magnífico espacio de sus labios, tus ojos extrañan poder admirar el bello rostro de esa persona, tus manos se sienten inquietas por tocar su suave piel, tu corazón se golpea no sólo con tus costillas, sino con todos tus órganos al tener su total atención.
Podría decir que siento eso cuando estoy con él o solamente cuando pienso en él pero aún no estoy seguro, es decir, Félix es realmente hermoso, tanto su físico como su interior, es realmente un ángel tan blanco, tan puro, tan...
Tan malditamente hermoso y perfecto.
Simplemente no puedo creer que puedo llamarlo novio, no puedo creer que ahora mismo esté siguiendo el compás que mis labios marcaban a los suyos, siempre era él el que iniciaba los besos pero esta vez no pude contenerme, sentí como si fuera a morir por no sentir tan dulce sensación de sus belfos ser atrapados por los míos.
Tan malditamente adictivo.
Mis dientes se cerraron al rededor de su labio inferior tirando ligeramente de este, lo tomaron como una indicación silenciosa de que abriera sus ojos, me encantaba que me conociera tan bien.
Tan malditamente atento.
Amo en abundancia ver el rojizo de sus orbes en su máximo esplendor, siempre ocurría cuando nos besábamos y entrelazábamos nutres meñiques, se siente cálido poder ver ese color, cualquier rastro de que nuestro hilo original era morado desaparecía concentrándose en el amado hilo rojo. Una de sus manos se sostenía de mis hombros y la otra estaba conectada a una de mis manos (la cual aun sostenía sus muslos) por tener los meñiques juntos. Continúe el beso sin cerrar los ojos, él tampoco lo hizo por lo que pude ver la intensa luz roja que salía de sus iris.
Bronceado malditamente brillante.
Su mano buscaban acercar más mis labios con los suyos siendo esta tarea casi imposible tomando en cuenta de que incluso nuestras lenguas comenzaba a rozarse por la terrible cercanía que me estaba volviendo loco. Solté una de sus piernas largas dejando una presión en mi cintura negándose a dejarme ir. Mi mano se llevó la suya pues aún uso nuestros meñiques juntos, tomé su mentón permitiéndome aún más acceso a su celestina boca dándome el paso al cielo puro.
Tan malditamente delicioso.
Félix realizó de no cerrar sus ojos ante el demandante ritmo que mis labios comenzaban a exigirle. Sentía que no tenía suficiente de él, de cada célula que conformaban sus labios, de cada porción de piel rojiza de estos mismos, sentía que moriría si no dejaba en claro que sus preciosos belfos pertenecen a los míos, solamente yo quiero besarlo, solamente yo quiero demostrarle que aquí está alguien que lo quiere con toda su maldita vida.
Tan malditamente atrayente.
Soltó un suave jadeo cuando mi lengua acarició lentamente la suya, aún utilizó de no cerrar por completo sus ojos manteniendo la mitad de estos abiertos, su lucha se volvió mayor cuando mi diestra acarició el dorso de su mano para después estamparla en la blanca pared de concreto. Sus dedos se entrelazaron con los míos presionando fuerte, la punta de estos se tornaban blancos por la fuerza ejercida. Disfrutaba de robarle suspiros, devoraba su lengua y sus labios como si encontrara las mejores vitaminas que podría haber, porque todo él era eso para mí, una extraña y adictiva vitamina que hacía que todo mi sistema maquine ante sólo una sonrisa suya.
¿Lo amaba? cada día me convencía más de eso, sé que llegará un momento en el cual lo admitiré con total seguridad en mi cabeza y después, lo admitiría en voz alta.
Lix cerró sus ojos presionando aun más fuerte sus dedos contra la piel de mi mano indicándome que lo dejara respirar el tan exigido aire. Así lo hice, me alejé succionando por última vez su rellenito labio inferior, sus caladas de aire hicieron acto de presencia al instante dejándome satisfecho, sus ojos tenían un aspecto brillos ante algunas lágrimas acumuladas, sus mejillas rojas al igual que sus labios.
Tan... tan malditamente él, tan malditamente Félix.
Sonrió lamiéndose los labios para quitar cualquier exceso de saliva que escurrían de estos, una imagen preciosa ante mis ojos.
- Te amo - me dijo y no pude evitar besar su nariz.
Finalmente enrollé mis brazos a su cintura y el abrazó mi cuello.
Aún no se iba con su madre y ya sentía que lo extrañaba.
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Todos los créditos a la autora original @Diamoshi
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