#33 what i am ⟩ III

SAN HWA ────── who i am ⟩ 3

Estaba sentada en los peldaños del jardín de su casa, miraba las mariposas revolotear sobre las plantas de su madre y a la perrita jugar con su juguete favorito, corriendo de aquí para allá.

Hwa estaba... muy agotada. Pasó la última media hora en ese lugar, sin saber qué más hacer salvo llorar. Se había escapado de la escuela, por lo que tendría problemas, seguramente ya habrían llamado a sus padres y ellos la castigarían por lo que había hecho.

No sabía si habían tratado de contactarla porque había dejado su teléfono en la mochila y esta quedó olvidada en su aula. No le importaba, le daba igual, Hongjoong había destruido su autoestima y se negaba a volver a la escuela otra vez. No quería verlo, o a San.

¿Qué habría dicho San? ¿Estaría asqueado? Hwa estaba curiosa, pero no quería saberlo realmente. Jamás se besaron, salvo sus mejillas. Sólo se tomaban de las manos, Hwa esperaba que eso no le molestara, que San no la odiara.

Las lágrimas bajaron por sus mejillas nuevamente, justo cuando creyó que ya había dejado de llorar. Sus ojos irritados dolieron cuando trató de secarse y sollozó nuevamente, llamando la atención de su perrita. Su mascota se acercó a ella y comenzó a olisquearle antes de lamer sus mejillas, causando una risilla en Hwa. La tomó en brazos y la apretó muy suavemente contra su pecho, sonriendo sutilmente al recibir todo ese cariño.

―Estoy muy asustada, Copito. ―El susurro de Hwa se quebró en la última palabra.

Durante toda su vida, Hwa nunca se identificó correctamente como un hombre, le gustaba más su lado femenino y se sentía bien así, por lo que comenzó a usar todas esas cosas que usualmente comprarían las niñas: la ropa, los accesorios, todo era tan... como si fuese hecho para ella. Sin embargo, tampoco dejó ir su lado masculino, lo dejó ahí como si fuera otro accesorio más para usar cuando quisiera.

Y estaba bien, hasta que dejó de estarlo. Hwa era una chica y se sentía cómoda así, pero mirando hacia atrás quizá no hizo las cosas bien.

Hwa besó la cabecita de Copito.

―Hice enojar a Hongjoong.

Hwaseong se levantó cargando a su perrita e ingresó a la casa, justo a tiempo cuando el timbre sonó.

Sus pies se quedaron pegados al suelo y no pudo avanzar.

El timbre sonó nuevamente, impaciente.

―¿Q- quién?

Hwa bajó a Copito y esta se acercó a la puerta, comenzando a ladrar. Hwa miró su pecho desnudo y se cubrió, aunque los botones de su camisa estaban rotos. Se acercó a la puerta al no oír ninguna respuesta, tentada a ver por el mirador.

―Hwa, soy yo...

La voz suave de San hizo que Hwa se asustara. Retrocedió unos pasos y estuvo a punto de correr escaleras arriba cuando San volvió a hablarle.

―Hwa, ¿no quieres hablar un rato? Traje tus golosinas favoritas... ―murmuró paciente, sin subir su tono de voz aunque los ladridos de Copito siguieran escuchándose―. Sé que estás ahí, Copito te delata.

Hwa rio bajito y sorbió su nariz, limpiando todos los rastros de lágrimas que pudo (aunque todo su maquillaje estuviera estropeado, no quería verse al espejo). Volvió a acercarse a la puerta y la abrió luego de cargar a Copito en brazos; la expresión sonriente y dulce de San le recibió como un abrazo cálido.

―Hwa...

San le extendió la mochila y una bolsa grande de las golosinas que a Hwa le gustaban. Hwa pudo notar unos manchones rojos en sus manos, quizá de sangre seca, entonces recordó el puñetazo (o más de uno) que Yunho le dio a Hongjoong y se preocupó.

―¿Ho- Hongjoongie está bien? ¿No se rompió la nariz?

San arrugó la nariz en un gesto de duda y no sabía si decirle exactamente cómo estaba el más bajito.

―Fueron al hospital, Yunho le rompió la nariz... ¿Puedo pasar?

Hwa se hizo a un lado y dejó pasar al menor. San hizo una pequeña reverencia y siguió a Hwa hasta el sofá en la sala. San miró con tristeza la ropa rota de Hwa y se sintió bien de saber que Hongjoong había recibido su merecido por lo que hizo, aunque muy en el fondo entendía la frustración de Kim. Él mismo había escuchado cosas horrendas sobre Hwa.

―¿Quieres um, quieres algo para almorzar? ―preguntó Hwa señalando hacia la cocina, estaba muy nerviosa y en realidad prefería estar sola―. Estaba apunto de cocinar ―mintió, pues iba a ir a su habitación para bañarse y seguir llorando.

San asintió sin dudarlo.

Hwa se levantó.

―Espera, ¿no querrás ir a cambiarte? ―preguntó San, al ver que Hwa seguía sosteniendo su camisa rota.

Hwa se puso colorada y asintió rápidamente, corriendo escaleras arriba para ponerse algo.

San suspiró y sintió un escozor en los ojos, pues ver a Hwa tan deprimida hizo que su corazón se le hiciera chiquito en el pecho; él la había conocido con una hermosa sonrisa en los labios, y verla toda destruida era como una patada en el estómago.

Se entretuvo acariciando a la perrita quien rápidamente se familiarizó con él.

Hwa regresó pocos minutos después, con la cara lavada, el cabello recogido y un mono entero de color verde militar. Lucía realmente linda.

San abrió ligeramente la boca por la impresión, pues era la primera vez que veía su rostro sin maquillaje. Seguía siendo hermosa.

―Lo sabía.

Hwa bajó el último escalón y la duda surcó sus ojos.

―¿Qué cosa? ―preguntó bajando la mirada, y su voz se quebró cuando volvió a hablar―, ¿que soy una perra regalada o que soy una farsa?

San negó con la cabeza varias veces y chistó.

―Hongjoong no tenía el derecho de decir esas cosas.

―Sólo dijo lo que pensaba... ¿Lo que soy?

―No, Hwa. No lo eres, tenías tus razones para no decirme y sé que una de ellas era la inseguridad. ―San negó rotundamente, convencido―. ¿Quieres escuchar algo? Hwa, lo supe desde que llegué y eso no fue un problema para mí.

San estiró ambas manos hacia adelante, pidiendo silenciosamente poder tomar las de Hwa. Hwaseong tímida y avergonzada, alzó sus temblorosas manos y casi pegó un salto del susto cuando San las tomó y entrelazó sus dedos.

―Mi compañero, um, no lo malinterpretes, pero tiene un pequeño crush contigo. ―San soltó una risilla avergonzada―. Cuando llegué a este instituto, el primer día que te vi quedé encantado, y como él siempre te miraba, decidí preguntarle tu nombre. Fue entonces que me explicó todo.

Hwa mordió su labio inferior con fuerza y sus ojos se llenaron de lágrimas nuevamente.

―No es un secreto en el colegio, todos lo saben. ¿Por qué creíste que yo no lo sabría? ―preguntó San secando las lágrimas que comenzaron a bajar por las mejillas ajenas―. Minki me dijo que prefieres que te llamen Hwa, que te encanta Star Wars y un día te disfrazaste de la Princesa Leia. ¿Recuerdas la imagen que te envié del sable? La compré sólo para figurar que a mí también me gustaba. Sólo quería tener algunas cosas en común contigo y que te interesaras en mí.

Hwa soltó una risa y dejó caer la cabeza en el hombro de San.

―¿Puedo abrazarte?

Hwa sorbió la nariz y asintió.

San rodeó la cintura de Hwa y la apretó contra su cuerpo cariñosamente. Era demasiado delgada, con una cinturita pequeña y (ah) un trasero bien parado, pero San no podía estar pensando en eso cuando la mayor todavía estaba triste. Trató de alejar esos pensamientos y sólo la abrazó.

―Ya no llores, noona. ―San pidió, aunque sabía que era difícil, pues Hwa no solamente estaba triste por él, sino por lo que Hongjoong había hecho―. ¿Quieres que hagamos algo para el almuerzo o quieres seguir hablando?

Hwa se apartó del abrazo sin soltar los brazos de San y se lo pensó, miró hacia la cocina y luego al sofá.

―Podemos cocinar y hablar al mismo tiempo.

San rio.

―Sí, podemos hacer eso.

(...)

Hwa y San estaban levantando la mesa cuando el timbre sonó nuevamente. Hwa había respondido las llamadas de sus padres y les había explicado el motivo por el que se había escapado de la escuela, por lo que ambos estaban muy molestos (no con ella, sino con su amigo), pero habían dicho que llegarían a la casa pasadas las seis de la tarde.

Hwa dudaba que se tratase de sus amigos, pero otros no podían ser, así que tomó una gran bocanada de aire y fue a abrir, no sin antes recibir una sonrisa tranquila de San.

Hwa abrió la puerta, pues aunque Hongjoong y Yunho se supieran la clave de memoria, no entraron, no esta vez. Hwa les miró con miedo y duda, pues no sabía qué le dirían y cómo continuarían las cosas (sobretodo con Hongjoong).

Hongjoong todavía tenía la cara colorada debido a los golpes en su pómulo y la nariz estaba cubierta por la gasa. Sus ojos estaban hinchados y rojos y su cuerpo tembló expectante cuando la puerta se abrió y nadie dijo nada. Yunho apoyó una mano en la espalda baja de Hongjoong, instándole a que tomara la palabra, a que dijera algo.

Hongjoong estaba profundamente arrepentido, ni siquiera podía ver a los ojos de Hwa por más de dos segundos. Sentía vergüenza y rabia consigo mismo por haber estallado con la persona incorrecta.

―Hwa... bebé.

El apodo que Hongjoong usaba con ella desde que tenía memoria salió de sus labios con temor y angustia. Hwa sintió sus ojos picar y las lágrimas se acumularon en ellos rápidamente, sintiéndose deshecha con sólo una palabra.

Abrió sus brazos e inmediatamente Hongjoong se abrazó a su delgado cuerpo, apretándola con algo de fuerza y comenzando a llorar también.

―Lo siento mucho, me equivoqué ―Hongjoong sorbió su nariz soltando un pequeño quejido―, no pienso nada de eso, bebé. De verdad, eres la persona más linda del mundo ―susurró separándose del abrazo para tomar la carita de Hwa entre sus manos y limpiar sus lágrimas con los pulgares.

Hwa soltó una risilla y volvió a abrazar al menor.

Hwaseong no podía olvidar de un momento a otro lo que había sucedido, pero tampoco tenía el corazón para no perdonar a Hongjoong. Lo amaba con todo el corazón y había sido su amigo desde siempre.

―Tranquilo, creo que has tenido un castigo decente ―Hwa volvió a reír y fue ella quien tomó esta vez la cara ajena entre sus manos.

Yunho comenzó a reír.

―Sí, me pasé un poco.

―No, está bien ―señaló Hongjoong―. Lo tenía merecido.

San se acercó a ellos, pues había estado un par de pasos detrás y les sonrió cálidamente.

―No hemos tenido el momento de presentarnos... ―San rio bajito.

Esa tarde fue demasiado peculiar.

(...)

Entonces, cuatro años después, Hwa descansaba la cabeza en el pecho de San, todos estaban en su habitación, en una noche de sábado. Yunho había invitado a su novio, un chico de linda sonrisa llamado Jongho, ambos compartían el sofá junto a la cama, y Hongjoong estaba como perro solitario en un puff, abrazado a un Minion enorme que Hwa había tenido guardado en el armario por un año (no le gustaba mucho).

La película estaba apunto de terminar cuando se oyeron los suaves ronquidos de Yunho y la risilla de Jongho debido a ellos.

―Tus dedos tecleando son más molestos que los ronquidos de Yunho ―se quejó Hwaseong viendo a Hongjoong con un puchero.

Hongjoong bloqueó su celular rápidamente y fingió que no estaba haciendo nada. Hwa le miró con sospecha.

―No puede ser ―susurró sorprendida―. El chico yo no me enamoro, que asco el romance, está hablando con alguien ―canturreó Hwa arrastrándose al borde de la cama, San no soltó su cintura e incluso les miró interesado por el chisme.

―No es eso, no juegues ―dijo Hongjoong negando con la cabeza varias veces, aunque él no sabía mentir.

―Ay, Hongjoong, tienes veintiuno ¿cuándo vas a tener tu primera relación? ―se quejó soltando un quejido, zarandeando la pierna de Hongjoong desde la cama.

Hongjoong hizo pucheros y tomó al Minion para golpearla con él, el peluche era tan suave y liviano que solo le causó risas.

―Ya, hablando en serio. ―Hwa se sentó en la cama―. ¿Es un romance? Esa sonrisita no puede ser por nada.

Hongjoong rodó los ojos y decidió sentarse también, pues estaba seguro de que su amiga no se rendiría. Para ese punto, Jongho también estaba interesado en su vida amorosa.

―¿Cómo se llama? ¿Conocemos a esa persona?

San rio por las preguntas entusiastas de su novia y apretó su cintura con ambas manos.

―Amor... No lo atosigues.

Hongjoong suspiró y decidió rendirse. No podía con su chica.

―No lo conocen. Es un chico que conocí en un bar...

―¿Cuándo fuiste a un bar?

San rio nuevamente a causa de la pregunta histérica de Hwaseong.

―Hace un mes... Sólo lo vi dos veces más después de eso, pero hablamos todos los días... Trabaja como chef en un restaurante al que nosotros casi siempre íbamos en secundaria.

Hwa pegó un saltito con emoción y comenzó a zarandear a su novio por los hombros.

―¡Ah, por fin!

―Shhh, despertarás a Ho ―pidió Jongho, pues estaba muy cómodo con su novio durmiendo plácidamente sobre su pecho.

Hwa se calló, pero continuó dando saltitos de emoción.

―No te emociones tanto, apenas estamos teniendo unas citas... ―Hongjoong se puso rojo―. Es mayor que yo y tiene unos fetiches un poco fuertes...

Hwa dejó de saltar.

―Lo último no era necesario ―dijo haciendo una mueca―. ¿Mayor? ¿Qué tanto?

―Veinticinco...

Hwa ladeó la cabeza ligeramente. Bueno, con mayor, se esperó a algo como más de treinta. Así que veinticinco estaba bien.

―¿Ya tuvieron sexo?

Hongjoong comenzó a toser.

San rio a carcajadas, siendo seguido por Jongho.

―Amor, no hagas esas preguntas...

Hwa hizo pucheros.

―Él me hizo preguntas cuando nosotros lo hicimos por primera vez ―bufó Hwa.

―Sí... ¡so- sólo quería saber si...! Olvídalo. ―contestó Hongjoong, incómodo―. No tengo ninguna experiencia en las cosas que le gustan y creo que soy demasiado aburrido para él...

San dejó de reír de apoco y tomó la palabra.

―Si le gustas, te enseñará las cosas que le gustan para que puedas hacerlo bien. ¿Verdad, preciosa?

Hwaseong asintió, colorada.

―Que la Fuerza te acompañe, Hong.

Hongjoong hizo un pequeño puchero, esperaba que Wooyoung pudiera enseñarle muy bien todo lo que le gustaba, aunque este le había dicho que lo había hecho muy bien la primera vez, que dominar estaba en su naturaleza.

Hongjoong realmente esperaba gustarle.

(...)

―Hiciste que Hongjoong se pusiera tímido ―susurró San cuando todos se fueron a casa y sólo quedaron ellos dos en la habitación.

Hwaseong rio, estaba recostada sobre el cuerpo de San, dándole besitos en el mentón y el pecho.

―No hables de Hongjoong mientras me empalo contra tu polla ―Hwa se quejó rozando su intimidad con la dura erección del menor.

Su ropa interior estaba toda húmeda y había perdido su pequeño short hacia rato. San apretó su culo desnudo, marcando un ritmo en los movimientos tan sensuales de su novia. Cuando iniciaron su vida sexual, hace ya tres años, Hwa era muy insegura. Lo hacían con las luces apagadas y la ropa puesta, pero ahora era otra historia.

Hwa se sentía sensual y bella.

San soltó un gemido cuando Hwa abrió sus piernas y se subió sobre su pelvis, comenzando a mecerse sobre él. San apretó el pomposo culo pálido de Hwa y continuó ayudándola a moverse, pequeños gemidos se escapaban de sus labios haciéndola lucir hermosa y sexy.

San subió las manos por su espalda y desabrochó el brasier, quitándoselo sin prisas. Los pechos pequeños de Hwa rebotaron ante cada sube y baja, con sus botones duritos y lindos.

―Estás preciosa ―susurró San tomando sus pechos y masajeándolos cuidadosamente, pues estos habían crecido un poco más desde la última vez que los había visto desnudos.

Hwa soltó un gemido, estaba muy sensible.

―Dices eso porque soy tu novia ―susurró Hwa, comenzando a bajarle el pantalón a su novio.

San rio.

―Lo digo porque es verdad, ¿quién diría que serías mi novia y cuatro años después de conocernos estarías sobre mí, apunto de montarme? ―preguntó con la voz ronca, dirigió su rostro al pecho izquierdo de Hwa y comenzó a lamer su pezón sin despegar la mirada de sus ojos.

Hwa no pudo decir nada, pues los jadeos le estaban imposibilitando el habla. Su pequeña y cálida mano atrapó la erección caliente de San y la masajeó un poco, manchándose con el presemen, pero importándole muy poco.

San conocía todos sus puntos sensibles y no paraba de tocarla.

―Quiero montarte ahora, ya, ya ―pidió Hwa, frotándose con la punta de su pene.

San perdió la dirección de sus ojos por un segundo y se separó del pecho de Hwa, recostándose para que ella pudiera moverse libremente.

Hwa se frotó un par de veces, su entrada cosquilleaba deseando penetrarse, pero primero debía abrir sus paredes cuidadosamente, ya que no quería andar adolorida después. San la miró atentamente, a Hwa le gustaba que la mirara con deseo, con esas terribles ganas que tenía de hacerla suya una y otra vez.

Por lo que, pacientemente, San la miró abrirse con dos dedos por unos pocos segundos, sin dejar de masturbarlo lentamente con su otra mano.

―Carajo, te ves tan caliente haciendo eso.

Hwa sonrió y retiró sus dedos, gateó acercándose unos centímetros más y se sentó lentamente sobre su pene, sin quitar la mirada de los ojos dilatados de San. Las paredes cálidas le rodearon deliciosamente y San se sintió al borde del orgasmo.

―No pusiste preservativo ―susurró San al darse cuenta.

―No te preocupes, luego me lavaré bien.

A Hwa le encantaba que le terminase dentro y San lo sabía.

Hwa comenzó a moverse en pequeños círculos, de adelante hacia atrás y de arriba hacia abajo. Entusiasmada al escuchar lo ruidoso que se ponía San cuando estaban solos en casa. San apretaba su trasero, pues le encantaba manosearlo y golpearlo sin piedad, dejándoselo rojo y adolorido.

―San... San ah ―Hwa tomó los labios de su novio en un beso y se abrazó a su cuello, sin dejar de saltar sobre su pene―. Te amo, Sani...

San mordió su labio inferior con fuerza y comenzó a mover sus caderas cuando Hwa se cansó.

―Yo te amo más, preciosa ―respondió San, como pudo, apenas teniendo aliento para soltar una risilla.

San y Hwa se conocían desde que tenían diecisiete años, y les quedaban muchos años más juntos.

08082022

¿Quieren una última parte con un poco más de SanHwa? 👀

¿O ya pasamos a otra historia?

Lo de Hongjoong se resolvió fácilmente porque sí, listo 😂😂 no quería hacer sufrir más a mi bebita

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top