#23 tired
SAN HWA ────── Seonghwa es un omega en cinta con muchos antojos.
San dormía plácidamente abrazando a su rechoncho Omega, quien hasta hace unos minutos se removía inquieto. Seonghwa suspiró y dejó de sacudirse como un gusanito, llevó una mano a su vientre y regañó a su cachorro con un tono bromista.
San abrió uno de sus ojos, estaba cansado y un poco malumorado, pero por esta noche se permitió dejar a su Omega con sus inquietudes. De verdad sentía que sus cabeza iba a estallar, y no quería tratar mal al mayor sólo por su estrés.
―Sani ―Seonghwa lo llamó en un tono bajo―, Sani... ―insistió moviendo el brazo del Alfa.
San fingió seguir dormido y deshizo el agarre en el cuerpo del mayor, dándose la vuelta. De verdad amaba a su pareja, pero estaba agotado, y mientras no hubiera una emergencia, podía seguir durmiendo.
―Sani... ¿me traes duraznos? ―consultó con su usual tono infantil, aquel que usaba sólo en presencia de su Alfa―. Porfi, de verdad quiero comer.
San no se movió. Nope, esa no era una emergencia.
Seonghwa esperó por una respuesta, pero San seguía completamente dormido. Abultó los labios y miró sus pies, estaban hinchados y dolían, si no fuera así, él mismo se habría levantado a la cocina sin tener que molestar a su amado.
Seonghwa movió por última vez al menor y este siguió sin responder, por lo que Seonghwa se apiadó de él.
―Mmm... me quedaré en la cocina para no molestarte ―susurró Seonghwa, comenzando a levantarse, no sin antes dejar un beso en la mejilla de San.
Eran cerca de las dos de la madrugada y San se tenía que levantar muy temprano para ir al trabajo. Seonghwa no podía dormir, así que iría a comer duraznos en la sala mientras veía alguna película o usaba su celular.
Seonghwa se colocó una bata encima de su pijama azul, cortesía de San, y se fue a la cocina sólo para darse cuenta de que no había una mísera fruta por ningún lado. Ya se las había acabado a todas.
―No puede ser ―gruñó inquieto, comenzando a irritarse.
¡De verdad quería duraznos! Seonghwa no tenía corazón para despertar a San, ya lo había hecho muchas veces en la semana y por eso el menor estaba tan cansado. Calzandose unas pantuflas, Seonghwa tomó una chaqueta y sin pensarlo dos veces, salió de la casa.
San siempre compraba sus antojos nocturnos en una tienda abierta las veinticuatro horas que quedaba a dos calles, incluso podía ir caminando. El Omega apretó los pocos billetes en su mano, y se marchó.
San se abrió como estrella de mar a lo ancho de la cama y suspiró, sin abrir sus ojos. Pudo oír a su Omega refunfuñar por lo bajo, causándole una sonrisa. Seonghwa era muy adorable, de hecho, siempre mimoso y antojón ―debido a eso, había aumentado dos kilos ya―, San estaba satisfecho haciendo todo por él, pero últimamente el cansancio le ganaba.
El sonido de la puerta principal alertó a San. Se sentó inmediatamente en la cama y miró confuso hacia el pasillo.
―¿Hwa? ―inquirió alzando la voz.
San comenzó a inquietarse cuando no oyó respuesta alguna, entonces, como un resorte, se levantó de la cama y corrió hasta la cocina, llamando a su Omega.
Seonghwa había salido, de noche, solo. El pecho de San se agitó y el pánico le invadió por completo, erizando su piel. Sin siquiera perder el tiempo para colocarse algo en los pies o una chaqueta, San salió disparado hacia la calle. Una briza le azotó el rostro y arrugó la nariz, hacía frío.
Su instinto le supo guiar hasta su Omega, por lo que corrió tan rápido como pudo. Una fea sensación en su pecho hizo que sus ojos se llenaran de lágrimas e incluso se sintió regañado por su Lobo, por haber permitido que su Omega en un estado vulnerable saliera solo. Seonghwa solía ser imprudente, por eso San siempre estaba a su lado.
Seonghwa había sido criado como un Omega sobreprotegido y mimado, por lo que no estaba conciente de los peligros que podía correr.
Vio una figura alta caminar por la vereda, como un pequeño y lindo pinguino, entonces San pudo jadear lleno de alivio. Sólo le tomó unos segundos alcanzarlo.
―Amor ―dijo agitado, asustando al mayor.
Seonghwa miró con confusión al menor, quien ni siquiera se había calzado ni puesto una camisa para salir, lucía agitado y sus pequeños ojos estaban rojos.
―Sani ―murmuró perdido―. ¿Qué pasa? ―preguntó totalmente inocente.
San lloriqueó y se aferró al brazo de su Omega, tratando de tranquilizar su alocado corazón, cerciorándose de que su Omega estaba bien.
―¿Por qué saliste? Son las dos de la madrugada, Seonghwa ―gruñó molesto, causando un gesto apenado en el mayor―. ¿Por qué no me levantaste?
Seonghwa bajó la cabeza, abultando sus labios. Sentía que estaba siendo muy desconsiderado con su Alfa.
―Sani, son sólo dos cuadras ―dijo restándole importancia, señalando la tienda justo enfrente de ellos―. Estabas muy cansado, no me cuesta nada venir hasta aquí... ―Seonghwa se quitó la chaqueta y la colocó sobre los hombros de San.
Seonghwa en realidad no veía ningún problema en salir solo, lo habría hecho desde el principio si no fuera por sus pies hinchados.
―No importa si estoy cansado, si cargo una puta piedra en la espalda o me faltan las piernas ―dijo en voz alta, tembloroso―, no vuelvas a hacer esto, Hwa.
Seonghwa ahogó un jadeo y volvió a bajar la cabeza. Realmente no entendía qué había hecho mal, ¡sólo habían sido dos cuadras! Ni que se fuera a morir en el camino. Sin embargo, sabía que el instinto Alfa de San era el que estaba actuando, por lo que no pudo enojarse con él por hablarle así. Aunque eso no significaba que no podía sentirse mal.
―Ya no grites ―susurró Seonghwa, soltandose de la mano del menor, cruzando la calle.
San sopló un insulto al cielo y esperó a que el mayor saliera. Sí, no debió gritar, pero de verdad sintió miedo. Jamás volvería a hacer algo así de nuevo, ¡él había puesto a su cachorro ahí! Debía acompañar a Seonghwa en cada fase de su embarazo. No importaba si estaba cansado, esto era cosa de los dos.
Seonghwa parpadeó con fuerza y alejó las lágrimas de sus ojos. Estaba siendo irritante, ¿verdad? Tan desconsiderado, su Alfa trabajaba todo el día y él no hacía más que generar problemas.
―¿Hyung?
Song Mingi llamó su nombre y el Omega se sobresaltó.
―Lo siento, ¿cuánto es? ―inquirió viendo los productos ya en una bolsa.
Una vez pagado todo, Seonghwa salió y caminó nuevamente hasta su Alfa.
―Lo siento ―dijeron ambos al mismo tiempo.
San acercó al mayor a su pecho y se fundieron en un fuerte abrazo. El mayor comenzó a llorar y San mordió con fuerza su labio inferior.
Entre pequeños quejidos y llanto, Seonghwa volvió a disculparse.
―Lo siento por ser tan inmaduro y...
San chistó suavemente al mayor y negó con la cabeza. No quería que pensamientos negativos inundaran la mente de su amado otra vez.
―Vamos a casa, mi amor ―susurró San, con dulzura, besando la coronilla del mayor.
06032022
Se me ocurrió una idea triste con Woo omega mayor¿? Y San Alfa joven (obviamente legal) pero no sé, siento que es muy triste jajajajs
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