#17 kindly
SANWOO
cotidiano ────── san tiene un novio muy amable y lindo.
Choi San trabajaba en la panadería a tres calles de la universidad, por lo que estaba acostumbrado a atender a la gente que asistía allí. Uno de sus clientes frecuentes era Jung Wooyoung, que también, era su novio. Apenas una semana atrás habían comenzado a salir después de haber dado vueltas alrededor del otro por varias semanas.
Wooyoung solía comprar bizcochos o pancitos para sus compañeros de la primera clase de los lunes. Choi había estado muy curioso de porqué compraba tanto, y cuando lo supo, sólo pudo pensar que Jung Wooyoung era muy dulce.
San recargó su mentón en su palma, con el codo apoyado sobre el mostrador.
―¿Vas a cambiar el menú? ―preguntó San con dulzura al ver que su novio no se decidía en qué llevar.
―Mmm... es que Haneul dijo que iba a engordar de tantos pancitos.
San arrugó el entrecejo y se incorporó.
―Entonces que no los tome ―dijo San como si fuera lo obvio―. Si te gustan los pancitos de queso, lleva pancitos de queso, mi amor.
Wooyoung abultó su labio inferior y asintió entonces, miró hacia los lados y se inclinó ligeramente para darle un besito en la boca. San se sobresaltó y rio, viendo rápidamente hacia la cámara de vigilancia. Si sus jefes estaban monitoreando en ese momento, se iba a llevar una amonestación.
Sin embargo, San no pudo quejarse con su novio. Wooyoung era tan dulce y tan precioso que jamás, en toda su vida, se molestaría por recibir esos besitos. San sonrió encantado y señaló con la cabeza los pancitos que tanto le gustaban a Wooyoung.
―Llevaré tres docenas de pancitos de queso y una tartita light ―murmuró Wooyoung, mordiendo su labio ligeramente, abochornado.
San suspiró y preparó la orden del menor, guardadose una queja. Wooyoung tenía una cosa inexplicable con querer complacer a todo el mundo, con querer que todos estén bien y eso a veces podía llegar a enloquecer a San. Es decir, con sólo unas semanas conociéndolo, ya había visto diversos escenarios donde el menor se comportaba como un angelito.
―Dile a esa tal Haneul que se meta su tartita light en... ―San fue callado por un dedo sobre su boca.
―Te veo más tarde, amor. Pasaré por aquí cuando termine tu turno ―Wooyoung entregó el dinero y tomó la orden, entregó un besito volador al ver que San asentía y corrió hacia la salida con leves risillas.
San suspiró dejándose caer sobre el mostrador y rio suavemente. Soltó un pequeño jadeo de gusto y luego se incorporó, negó con la cabeza y trató de tranquilizar sus facciones.
Jung Wooyoung lo tenía loco de amor.
(...)
San sonreía sutilmente viendo a su novio trabajar en la mesa de la panadería, tenía su tableta en el regazo y jugueteaba con el lapiz, distraído. Su vaso de café estaba ya vacío y sólo quedaba una rebanada de la tarta de limón.
San estaba a punto de acercarse a él cuando otra persona entró a la panadería, yendo directamente a la mesa de Wooyoung.
San arrugó las cejas con curiosidad y se quedó en su sitio. No queriendo interrumpir en caso de que fuera un compañero de la universidad.
―Ey, Wooni hyung. ―El recién llegado se sentó frente a Wooyoung, asustándolo―. Wow, tranquilo, ¿quién te pega? ―preguntó alzando una ceja con burla―. No importa, hyung, necesito un favor.
Wooyoung miró hacia San, con sorpresa. Abrió la boca dubitativo y luego observó a su compañero nuevamente. Nakyung sonreía mostrando sus grandes dientes.
―¿Qué tipo de favor necesitas, Kyung? ―inquirió ladeando la cabeza.
Nakyung apretó los labios en una fina línea y jugueteó con el vaso de café vacío de Wooyoung antes de soltar una risilla incómoda.
―Tengo que viajar a Busan de emergencia, ¿podrías cuidar a mi mascota? ―dijo rápidamente, juntando las manos al final.
Wooyoung abrió la boca con auténtica sorpresa y negó rápidamente con la cabeza.
―No ―dijo rotundamente, soltando soniditos negativos e infantilmente temerosos―. Te dije que me da miedo ese bicho, Nakyung.
―Por favor, sólo le tienes que dar de comer.
Wooyoung miró a San en búsqueda de ayuda, con sus ojos abiertos en pánico.
San se acercó inmediatamente y puso una mano sobre el hombro de Nakyung.
―¿Qué pasa? ―La voz cantarina, ronca y burlona de San hizo que Nakyung se sobresaltara―. Tranquilo, ¿quién te pega? ―arrastró las palabras con molestia.
Nakyung miró del más alto a su compañero, con sus enormes ojos abiertos de sorpresa. Su cuerpo tembló ligeramente debido la ronca voz dirigida hacia él.
―Mi novio no quiere cuidar a tu bicho, así que lárgate.
(...)
San miró hacia la entrada de la panadería cuando oyó el sonido de la campana, viendo que su pequeño y tierno novio ingresaba arrastrando su bolso por el suelo, con su laptop en las manos y dos cajas de zapatos encima. San se acercó inmediatamente a él y le ayudó con sus cosas, dejándolas sobre la mesa.
―¿Qué es todo esto, corazón? ―preguntó San, mirando las cajas.
―Algunas telas, patrones, esas cosas ―murmuró Wooyoung suspirando, sentándose pesadamente sobre la silla.
El suspiro agotado de Wooyoung hizo que San se preocupara y se colocó a su lado, poniendo ambas manos sobre sus hombros para masajearlo.
―¿Qué tienes que hacer con eso, amor?
―Cortar ―Wooyoung puso sus dedos en tijeras y fingió cortar con ellos.
―¿Por qué tanto? ―San miró las dos cajas llenas de tela.
―Una de las cajas es de Heesol ―apuntó Wooyoung perezosamente, puso ambos brazos sobre la mesa y dejó caer su cabeza en ellos―. Ella tiene que ir a cuidar a su mami al hospital, así que no puede trabajar en ello. Voy a adelantar un poco, así no se atrasa.
San pasó la lengua por su labio inferior aguantándose un gruñido y sólo asintió con la cabeza.
―Wooyo, tú estás muy ocupado con tus propias cosas, ¿por qué te ofreciste a hacerlo?
Wooyoung levantó la cabeza y le miró con sus ojitos agotados y un puchero lindo en sus labios que fue pellizcado por San.
―Esta vez no me ofrecí, tengo mucho qué hacer, Heesol me lo pidió... ―Wooyoung quitó la mano de sus labios y besó los nudillos de San―. No pude decirle que no.
San suspiró.
―Te ayudaré con las otras cosas. ―San se quitó el delantal al ver que su compañera, que haría el turno de la tarde, ingresaba a la panadería―. No con esto, no quiero arruinar las telas.
San saludó a Jimin con una pequeña reverencia y la mujer se acercó a ellos tras dejar su bolso detrás del mostrador.
―Hola, chicos ―saludó Jimin, sonriéndoles.
Yoo Jimin, o mejor conocida como Karina, era compañera de trabajo de San y vecina de Wooyoung, además de también ser buenos amigos desde el jardín con el pequeño Wooyoung.
―Hola, Kari ―saludó Wooyoung con entusiasmo.
Ella sonrió, comenzó a ponerse el delantal y el gorrito obligatorios. Miraba la panadería suspirando, pues además de Wooyoung, no había otro cliente.
―Jimini... ―San llamó su atención―. ¿podemos llevarnos tu auto? ―preguntó viendo que una fuerte lluvia comenzaba a caer.
―Claro, déjenle la llave a Minjeong, así tengo la excusa de que pase por mí ―Jimin sonrió en grande dando un pequeño saltito, fue corriendo hasta su bolso y tomó la llave de su auto.
Wooyoung soltó una risilla al ver lo feliz que eso la puso; Minjeong era un poco arisca, pero aunque se quejara, hacía todo por Jimin.
San y Wooyoung salieron de la panadería con un paraguas para que no se les mojaran las cosas. Al llegar a su edificio, pasaron a dejar todo allí antes de pasar al piso de Jimin y Minjeong, dejándole la llave del automóvil a la linda muchacha vestida con un pijama y un tarro de helado de menta y chocolate en sus brazos.
(...)
San pasó el resto de la tarde ayudando a Wooyoung a limpiar la casa, a cuidar a Kyungmin, a llevar a Kyungmin a taekwondo y pasarlo a buscar, a hacer la cena y, finalmente, a arropar al pequeño niño, pues pasaría la noche con ellos. Wooyoung todavía estaba trabajando con el maniquí, frustrado con los diseños que Heesol le había pasado, pues eran demasiado diferentes a su estilo.
San no podía ayudarle con eso, pues no entendía nada acerca del diseño de indumentaria. Tampoco quería frustrar más a Wooyoung, el pobre estaba tan agotado e irritado que San sólo quería patear hasta el cansancio a esa tal Heesol.
―Cariño ―San interrumpió en la oficina de Wooyoung, vio el plato de comida sobre la repisa dandose cuenta de que apenas había comido la mitad―. ¿Terminaste?
―Lo mío ya casi ―dijo Wooyoung arrastrando las palabras―, pero lo de Hee...
―Entonces ya terminaste por hoy, Woo. ―San se acercó a él y lo abrazó por la espalda, apoyando el mentón en su hombro―. Son la una de la madrugada, ve a la cama. Tienes clase, no puedes desvelarte por la tarea de otras personas.
―Pero Heesol...
―Cariño, mañana te ayudo de nuevo, ¿sí? Así tendrás tiempo.
Wooyoung bufó y, mordiendo sus labios, alzó las manos en rendición. Ladeó la cabeza frotando su mejilla con la cabeza ajena y una sonrisa tímida se escapó de sus labios. Wooyoung amaba tanto que San lo cuidara.
Era la primera noche en la que San se quedaba en la casa para dormir, Wooyoung no quería hacerlo esperar más, pues el mayor también tenía que levantarse temprano para ir a trabajar.
―Está bien, vamos a dormir. ―Wooyoung tomó la mano de San caminando hasta la habitación de invitados donde descansaba su hermanito―. ¿Kyungi te hizo renegar?
―En absoluto.
Después de revisar que el niño siguiera dormido, fueron a la cama. Ambos estaban ya agotados y sólo querían acurrucarse en la cama y dormir por horas.
(...)
San y Wooyoung estaban cumpliendo dos años juntos, el menor estaba cursando su último año en la universidad y San ahora trabajaba en el banco.
Wooyoung estaba sobre el sofá de su casa, miraba de cabeza el maniquí. Estaba confeccionando un vestido, pero no sabía cómo hacerlo más único, más hermoso. Estaba tan saturado que las ideas sólo se atascaban.
Su teléfono comenzó a sonar y Wooyoung suspiró antes de estirarse para tomarlo.
―Wooyo, ¿ya estás listo?
Wooyoung frunció el ceño.
―¿Para qué?
San se quedó en silencio del otro lado de la línea y Wooyoung se incorporó, comenzando a preocuparse.
―¿Olvidé algo, verdad? ―Wooyoung quiso sollozar, bufó y se levantó de sillón comenzando a caminar hacia su habitación―. Me quiero morir, lo siento, amor.
San soltó una pequeña risita que rápidamente murió en su garganta al oír la última frase del menor.
―Cariño, no te preocupes. Estamos con tiempo, sólo voy a recogerte para pasar la noche aquí. ¿Te acuerdas?
Wooyoung se detuvo al final de las escaleras y trató de recordar, sintiéndose tonto instantáneamente. Más temprano había hecho un bolsito con dos mudas de ropa y algunas cosas personales para pasar el fin de semana en casa de San.
Ya en su habitación, vio el bolso y lo tomó.
―Sí, sí, cariño. Ya estoy. ―Wooyoung se quitó el pantalón con ayuda de sus pies y comenzó a desprender los botones de su camisa―. Te amo, Sani.
―También yo, amor ―San hizo el sonido de un beso―. Estoy saliendo ―canturreó antes de colgar.
Una vez que San y Wooyoung estaban en la casa del mayor, ambos comenzaron a preparar la cena mientras veían una película en la televisión y conversaban acerca de los últimos trabajos de Wooyoung en la universidad.
San estaba un poco enojado; los compañeros de Wooyoung abusaban de su amabilidad todo el tiempo, desde hacer que Wooyoung les hiciera la tarea, pedirle dinero, cosas prestadas que pocas veces volvían a sus manos, a incluso quitarle tiempo libre en sus vacaciones con obligaciones que no le correspondían. Como la vez que Wooyoung tuvo que asistir a una conferencia sobre ciencia (que no entendió) para tomar apuntes.
San quería juntar a toda esa gente aprovechada dentro de una bolsa y encenderla en llamas.
―Cariño ―San acarició los muslos suaves del menor con la yema de sus dedos.
―¿Qué pasa, bebé? ―preguntó distraídamente, ladeando la cabeza cuando San se quedó callado, alzó una ceja y besó los labios abultados del mayor.
―Dime que no tienes nada que hacer el fin de semana que viene, es tu cumpleaños ―suplicó San haciéndose camino entre los brazos ajenos para quedar recostado sobre su pecho.
―Oh, creo que debo llevar un...
San suspiró pesadamente y rodó los ojos, interrumpiendo al menor.
―Si es un favor para otra persona... Young...
―Pasa que Youngtae... ―dijo Wooyoung en tono bajo.
―Youngtae esto, Youngtae aquello, cariño ―San gruñó y se separó de Wooyoung, mirándole con molestia―, ese idiota se aprovecha de ti todo el tiempo. Ya deja de hablar con él.
Wooyoung bajó la cabeza, con facciones decaídas y un ligero temblor en el cuerpo. Era extraño escuchar a San enojado.
―Pasas tanto tiempo haciéndole favores a todo el mundo que incluso te olvidas de que yo existo, y de ti mismo. ―San habló tan rápido que apenas pudo respirar, finalmente, tomó una bocanada de aire y apretó la mano ajena suavemente―. Cariño, es sólo que ya no quiero que te sigas sobre exigiendo tanto, en cualquier momento vas a colapsar otra vez.
Wooyoung asintió lentamente. San tenía razón, pero no podía evitarlo, era difícil no ayudar a las personas.
San frotó su nariz con la de Wooyoung y sonrió levemente.
―Además es tu cumpleaños ―murmuró San en voz baja y ronca, con dulzura, tomó el mentón de Wooyoung con su mano abierta y besó sus voluptuosos labios.
San volvió a suspirar tras soltar su boca y sonrió.
―El único que vale la pena de tus compañeros es ese tal Hongjoong. ―San hizo pucheros.
Wooyoung arrugó la nariz, enternecido por los pucheritos del mayor.
―Hongjoong cuida de mí y me compra cafés ―murmuró Wooyoung.
―Bueno, pero no hables tanto de él ―bromeó San picando la zona baja de sus costillas, causándole risas más estruendosas.
Wooyoung se trató de soltar y tomó la quijada del mayor con su mano, tal como él había sido tomado, volviendo a acercarle a su boca para atrapar sus labios en un beso agitado.
―Te puedo hacer un favor a ti ―canturreó Wooyoung, provocandole un jadeo a San.
El mayor tenía los párpados semiabiertos, el cuello estirado viendo al menor a los ojos. Wooyoung, sentado en su regazo, apoyó los antebrazos en los hombros de San y volvió a sonreír, dejándole ver sus hoyuelos.
―¿Ah, sí?
27112021
Finjan que es una re historia
vieron el live de los paraguas hoy??? 😭💖💖💖 qué lindos se veían, por Dios
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