8. Las castigos divinos de los actos, solo a los prodigios se les perdonan.

Los castigos divinos de los actos, solo a los prodigios se les perdonan.

Al día siguiente, cuando llegué a la agencia después de que Dazai me "encontró" en el puerto por la noche, la escena con la que fui recibida me tomó por sorpresa.

Naomi corrió a abrazarme con algunas lágrimas en los ojos, Tanizaki intento sacarmela de encima con risas nerviosas, pero ella no desistió. Atsushi me miró de pies a cabeza con los ojos cristalinos, pero evite verlo por más de dos segundos. Kyōka estaba por un lado de él, de igual manera, observandome con atención. Kunikida se mantenía alejado con su rostro de siempre, pero me miraba con alivió. Kenji estaba sonriendo abiertamente y Rampo seguía en su escritorio. Yosano pronto comenzó a revisarme por todas partes para verificar que no estaba herida. Fukuzawa solo salió un momento de su oficina para ver el alboroto, y después de darme una de sus características miradas, se metió nuevamente.

Mi ser comenzó a sentirse extraño y los ojos comenzaron a picarme. No entendía que me estaba sucediendo. Por un momento me sentí verdaderamente amada y sentí que podía amar...

— Es-estoy bien, Naomi-san — la mirada de todos al ver que por primera vez respondía y lo hacía con un nombre, fue para regalar.

— Pero, Ren-chan... — no terminó porque no podía controlarse y me apretó contra ella más fuerte.

Cuando por fin me hubo soltado, terminé en el mismo sofá que antes ocupada con las miradas de todos encima.

— Estuve en la calle — mentí cuando preguntaron donde me había metido esos 2 meses y más.

Todos se vieron sorprendidos, pero estaba segura que no podía engañar al ex-mafioso, por lo tanto, no le miré. Esa noche que me encontró, ni siquiera preguntó nada, solo me dejo dormir en el futón por un lado de él. No era mentira que sabía dónde había estado, y por lo tanto, sabía que Fyódor me había tenido en cautiverio todo ese tiempo.

— No vuelvas a escapar, por favor, la calle es peligrosa — Atsushi me pidió con voz suplicante.

— Puedes encontrar tipos igual o peores que Dazai-san — Kunikida avisó logrando sacar de mi boca una pequeña risita. Por su parte, el mencionado se hizo el herido con una mano en el pecho.

Después de aquello, los de la agencia me pusieron más atención y no me dejaban sola para nada, además, me costaba mirar a la cara a Dazai por lo que había presenciado. Las tardes de camino a su apartamento y las mañanas de camino a la agencia eran como un tipo de tortura peor que estar en la mira de Fyódor.

— ¿Por qué no has dicho nada sobre lo que me viste haciendo con Chuuya?

El castaño me hizo atragantarme con la cena y me negué a verlo. Luego sentí como colocó sus manos sobre mis hombros y los masajeó con cuidado.

— No ví nada — contesté levantándome de la silla y quise huir, pero me tomó del brazo con fuerza para retenerme.

Mi mirada asustada lo vio de pies a cabeza. ¿Por qué se estaba comportando de esa manera? Lo peor de todo fue cuando me observó de frente.

— ¿Quieres a Chuuya? — me preguntó y yo negué enseguida — ¿Entonces porque fuiste a buscarlo al puerto como primera opción?

No contesté, porque de hacerlo terminaría contándole todo indirectamente. En mi, la posiblidad de que no supiera donde había estado esos últimos 2 meses todavía residía.

— ¿Por qué estás ocultando que Dostoyevski te secuestró? Ese cabrón va a morir si descubro que te estuvo haciendo cosas como las que le hacía a Chuuya contra esa pared.

Me solté con fuerza y retrocedí ante su mirada molesta.

¿Él pensaba entonces que no delataba al señor Dostoyevski porque me complacía en la cama? Por qué eso era lo único que se me ocurría. Ni idea de lo que hablada, todavía seguía siendo una niña inocente.

Además, Dazai estaba diciendo groserias. ¡Groserias!

— ¿A-a que viene todo esto? — pregunté sobando mi muñeca — Si sabías que Dostoyevski-san me había secuestrado, ¿porque no me buscaste?

Le ví hacer una mueca de asombro. No sabía por qué, pero se me había salido el "Dostoyevski-san" frente a él y eso le tomó por sorpresa.

— Y si, te ví hacer tus cosas con Nakahara-san, porque lo estaba buscando para protegerte a ti y a la agencia — solté bruscamente sin darme cuenta — ¿Y qué si quiero a Chuuya-san? ¿No era tu propósito hacer que me cayera bien? Pues ahí lo tienes, me agrada y también lo hace Akutawaga-san — terminé.

Cuando le ví a la cara, había puesto esa sonrisa despreocupada que tanto le caracterizaba, sus ojos estaban brillosos, y ahí fue donde me di cuenta que había caído de lleno en su trampa para hablar. No estuvo molesto en ningún momento, solo ya sabía cuál era el camino para manejarme a su antojo.

— Solo para aclarar, Chuuya es el homosexual.

Voltee los ojos y cubrí mi rostro. No mentiría, me hizo reír después de la "discusión" que el mismo generó. Y también fue ahí, donde cai en cuenta que podía reír sin mucho esfuerzo y que últimamente lo hacía muy a menudo sin tomarle atención. Comprendí porque a veces en la oficina de la agencia me veían diferente últimamente.

Comencé a cambiar sin darme cuenta. Un día era una niña sin hogar que deseaba la muerte; y al otro solo quería vivir y reírme con las personas que me dieron un lugar al cual volver.

No pasó una semana, ni 4 días, cuando en el mercado donde Dazai y yo hacíamos las compras para su casa, Fyódor volvió a llevarme consigo.

De haber sabido la tragedia, ni si quiera hubiera intentando escapar.

El mercado explotó con todas las personas que estábamos dentro, me separé de Dazai, y tras perder la consciencia por la conmoción, volví a despertar sobre aquel futón, paralizada y la intravenosa robandome la sangre que me quedaba. Fyódor también estaba ahí, pero a diferencia de otras veces, ahora también llevaba su gorrito tipo Ushanka.

Murieron 36 personas por tu culpa, ¿estás contenta? — me preguntó.

No lo soporté, aún paralizada de cuerpo completo, las lágrimas se deslizaron por mis mejillas.

— Afortunadamente, tú Dazai-san no murió — hizo una cara de asco — Aunque tampoco esperaba que lo hiciera.

El castaño estaba a salvó, y aunque sonara egoísta, con eso la carga que el ruso había puesto sobre mis hombros se redujo. No podía vivir sabiendo que asesiné a la persona que me dió un hogar.

En definitiva, no intentaría escapar jamás de sus garras.

Una vez estuve consiente y funcionado correctamente, volví a la vida en cautiverio.

— Sabía que no tardaría en volver — Iván me dijo un día de esos cuando estaba cocinando mi cena.

— Yo no volví — informé sin darle la cara.

— Pero no volverá a escapar, o, ¿me equivoco?

Apreté los dientes molesta.

¿Quien era esa chica y porque ahora reía, se molestaba y comenzaba a amar?

En ese momento, Fyódor arribó a la cocina. Llevaba su ropa blanca debajo de una gabardina café oscura, su gorro ruso y sus botas rojas. Iba a salir de la casa.

— Iván — le llamó.

— Si, Fyódor-sama.

— Quédate está noche en la casa. Si Ren se te escapa, lo pagarás con tu vida — le amenazó con el humor hasta los pies.

— Si, señor.

Fyódor se marchó de la casa por primera vez después de esas palabras dejándome a cargo con Ivan.

En realidad, el lacayo del ruso, el alto hombre que al parecer compartía con él la nacionalidad, nunca me inspiró nada de confianza. Esa mirada que me pegaba a la espalda la sentía todo el tiempo y me ponía demás incómoda, no era como la mirada púrpura de Fyódor que me hacía generar miedo y estrés. Era como un depredador acehandome con cada movimiento que hacía.

Esa noche no dormí y me mantuve alerta de cualquier sonido fuera de la habitación. No sentía ese tipo de miedo con Fyódor porque me había tenido a su merced infinidad de veces y me tocaba con unas pinzas, pero a Ivan, con él si sentía que podría suceder algo raro.

🔘

Quizá una de las cosas que me gusta más de Fyódor, es que se muerda las uñas y se chupe los dedos... ✔

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top