48. Lilly - Lucky Life.

¿Que se llama exactamente mi "característica"? Alguien deme las respuestas...

Me miró durante unos segundos tan fijo, que me arrepientí de haber preguntado. Luego, retiró la mirada para ver al otro ruso nuevamente.

— Tenemos que hablar de algo importante — dijo de repente. Ese mensaje era para mi, pero no tuvo el valor de verme a la cara al pronunciarlo de manera sería.

— ¿Qué? — como un murmullo se me escapó de los labios intentando interpretar sus palabras y toda esa aura de miedo que le rodeaba.

— Dos-kun, no es la manera correcta — el rubio negó hacia él, por lo que deduje que este ya sabía que iba a decir — Podemos esperar un poco más, no ahora...

Pegué mi mirada sobre sus botas blancas intentando comprender a qué se referían exactamente. Pero no había que ser adivino para saberlo, o válgame la redundancia, para adivinarlo.

— Prometió que jamás me abandonaría otra vez — le referí su promesa y luego tuve que sorberme el moco para aguntarme las ganas de llorar.

Llegué a esa conclusión, y estaba en lo correcto, porque no pasó ningún segundo para cuando me miraba otra vez con un semblante de sorpresa mucho más notable que antes. Sentí que todo de repente se me salía de las manos y por mucho que conociera esa sensación, no me agradaba en absoluto.

— No será para siempre — aceptó de repente sin escapatoria e hizo algo que provocó, mi corazón se rompiera en pequeños trocitos de tristeza pura.

Intentó tocarme como acostumbraba hacer cuando quería consolarme. Hubiera sido tan simple si solo me hubiera tocado la mejilla o el hombro, pero cuando se dió cuenta de lo que estaba a punto de hacer, alejó su mano con miedo. Había sido una reacción similar a aquella primera vez que intentó tocarme en esa misma casa.

— No será para siempre... — volvió a mencionar mirándome con tristeza y la mano en el aire alejándola poco a poco.

— Ren, princesa — Gogol llamó con cariño para llamar mi atención — Ven aquí, por favor — señaló el lugar por un lado de él, y viendo de reojo al ruso azabache me alejé haciendo caso a la primera.

Nunca supe si eso era lo correcto, porque tal vez si no hubiera hecho caso al rubio y me le hubiera pegado como sanguijuela a mi querido destino, posiblemente nada hubiera sucedido de la misma manera, aunque jamás existió en esta historia el hubiera, de modo que era imposible saber que hacer para aferrarme correctamente.

No entendía que sucedía. ¿Por qué Fyódor no quería tocarme? Habíamos dado ya miles de pasos hacia adelante, pero ese día retrocedimos incluso un paso detrás de la línea inicial. Además, todos sabíamos que Crimen y Castigo no era una amenaza para mí si es que por ello se negaba a rozarme un cabello.

Entonces comenzó:

— Comprendí que no deseo mantenerte encerrada el resto de tu vida aunque estés dispuesta a aceptarlo por estar junto a mi, porque yo, Ren, te amo tanto y quiero que vivas como lo mereces. Volveremos a estar juntos, te lo prometo, solo tengo que buscar la manera de sacarte de este país sin que corras algún mínimo riesgo... — sonrió con pesar — Te llevaré a mi lugar natal y siempre estaremos unidos, por lo que tienes que abrigarte perfectamente para no enfermar con el clima de Moscú... Seremos, solamente nosotros...

Aparté la mirada tras su promesa y me fue imposible no llorar. No quería separarme de él, no podía. Moriría de tristeza tal como un pobre perrito abandonado a su suerte en la calle durante el invierno, estaba segura.

— Gogol te llevará a otra ciudad...

— Volveré con la agencia — interrumpí cuando continúo haciéndome la fuerte, aunque por dentro quería gritarle que no estaba de acuerdo, que en efecto, no me importaba vivir encerrada una eternidad si él estaba junto a mí.

— Entiendo, Dazai... ellos podrán protegerte por un tiempo — aceptó poco después desviando la mirada. Comprendí que esa idea no le agradaba en absoluto.

Era hora de darle las gracias como la última vez que me abandonó; era hora de despedirse, sin embargo, no se iría así de fácil.

— Su usted no vuelve más, Fyódor, sea consciente de que no podré odiarle — amenacé. Si, fue una amenaza, que aunque sonara tan estúpida, sabía el peso que aquellas palabras colocaban sobre su espalda.

Si no volvía entonces yo le perdonaría todos los pecados que cometió incluso antes de conocerme.

Tras mirarnos fijamente por algunos segundos mientras Gogol cerraba los ojos para no ver más a aquellas dos aves encarceladas, de pronto se dió la media vuelta y colocó su mano sobre la perilla.

— Nos veremos después — se despidió, y sin perder otro segundo, abandonó la casa. Fue así de simple.

En ese momento le mintió a alguien de los dos. Ese fue el adiós para uno de nosotros y fue así de rápido, ni siquiera diez minutos transcurrieron y era porque ya había tomado esa decisión desde hacía un tiempo y lo menos que deseaba era hacerme sufrir. Le agradecía por ello aunque sufrimiento fue lo que me causo.

— No es cierto... — me dije a mi misma viendo la puerta cerrada. Mi mirada se llenó de cólera y las lágrimas se resbalaron por mis mejillas con un coraje tan puro que me fue imposible sobrellevarlo en ese momento.

Caí al suelo de rodillas y cubrí mi rostro casi al instante; Nikolai colocó una mano sobre mi hombro para consolarme y puse la mía encima de la suya para hacerle entender que en ese día más que nunca necesitaba que él no se marcharse como lo había hecho el señor Dostoyevsky.

¿Que se llama exactamente mi "característica"? Alguien deme las respuestas... Me dije a mi misma, porque no era posible que una vez más en esa vida, perdiera lo que deseaba, lo que con tanto esfuerzo abrazaba para no perder, y aún así, no pude respirar en ese lugar.

— Me rompe el alma tu llanto — expresó el payaso en voz baja acariciando mi hombro con gentileza, luego se agachó colocando una rodilla en el suelo. Cuando extendió los brazos, me lancé a ellos sin pensar.

Era doloroso, lo recuerdo bien, la sensación de que todo lo que había dicho era mentira y que todo iba a salir mal, me abordaba hasta la coronilla y no pare de llorar hasta que me quedé dormida sollozando. No soñe con nada esa vez, y cuando desperté quise salir corriendo a buscarle para decirle que haberme hecho la fuerte frente a su purpurienta mirada fue lo peor que pude hacer.

Nikolai me hizo el favor de recoger las pocas cosas que tenía en esa casa, en especial sus regalos, pero dejé unos cuantos por pura nostalgia, y sobre todo, deje el futón perfectamente tendido sobre el tatami.

El rostro que puso Kunikida al verme de pie en la puerta de la agencia en el cuarto piso del edificio rojo, fue increíblemente dramático, puesto que detrás de mí el engimatico personaje de capa se encontraba con un rostro de pocos amigos y un gato entre sus brazos.

— ¿¡R-Ren!?

No podía culpar su reacción, ya que como siempre, "me había ido sin dejar pista" y el último año que compartí con ellos, fue realmente productivo.

— ¿¡Dónde estabas!? — preguntó, y antes de poder contestar, alguien terminó de abrir la puerta.

— ¡Si, si, si! Las preguntas son para después — exclamó con gracia el castaño de gabardina color arena — Adelante, hija mía — como un caballero me hizo pasar.

Di unos cuantos pasos dentro y cuando me gire a ver, Nikolai se había quitado la media máscara de la cara y estaba frente a Dazai con una mirada tan amenazadora que jamás le había visto poner.

— Deberías cambiar tu ropa de mago o llamarás la atención sobre mi pequeña — aconsejó el suicida llamándome de esa manera para hacerle molestar al parecer más de lo que ya lo estaba.

Hasta ese día, me di cuenta que Gogol no era una payaso, sino un mago, y que en esa ocasión en dónde se auto-nombró así, fue para complacerme.
Tenía el criterio por los suelos, recordemos cuando les puse etiquetas de callados a Fyódor y a Akutagawa.

Pasaron algunos segundos, hasta que mi padre volvió a sonreír como de costumbre, entonces Dazai también lo hizo acompañado de un ademán para que también entrara. Cerró la puerta cuando lo hizo. Eran tan hipócritas.

— ¿Tienes alguna herida que pueda atender? — escuché detrás de mí y al voltearme negué al instante — Es una lastima — tras decir, Yosano volvió al consultorio de la agencia.

Afortunadamente, Atsushi, Kenji y Kyoka no estaban en el lugar, porque en realidad, había vuelto sin pensar en que les diría está vez como excusa con un enemigo en la espalda.
Rampo estaba en su lugar de siempre, Naomi y Junichiro recargados en un escritorio mientras ella le abrazaba, Kunikida aún seguía de pie junto con Osamu, y por último, Fukuzawa en su oficina.

— Ren-chan... — escuché que Naomi me llamaba. Cuando le ví, se había acercado un poco — Bienvenida otra vez.

Me sentí tan egoísta en ese momento. Había estado de aquí para allá creando lazos a lo desgraciado sin percatarme de ello. Los había abandonado por seguir mis ideales y ahora estaba de regreso una vez más como una novia de esas antiguas a las que el marido devolvía a su casa con todo y maletas por no saber hacer los deberes del hogar.

— He vuelto — finalmente dije.

¿Que tengo? ¿Que puedo hacer? Encontré un rayo de luz en una ráfaga de viento...
Aún no, porque aún podemos hacerlo, extendiendo mis manos que agarro firmemente, ¿lo alcanzaré? Veo claramente un rayo de luz.
Para que podamos seguir corriendo tanto como nos guste. No vuelvas...
Voy a seguir adelante buscando las respuestas...

🌧️

Lamento no haber publicado como prometí, lo que pasó fue que su autora consiguió un trabajo y comenzó un curso en la uni jsjsjs.

Mientras escribía me torturé bien feo con el ost de BSD. ¿Cuál es su op o ed favorito?

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