37. Dazai Osamu.

Nadie puede ponerle nombre a lo que siente otro ser humano.
Sería presuntuoso- Dazai Osamu.

Entre mis lagunas mentales supuestamente fallecidas, la imagen del ruso no desapareció en ningún momento. Está, siempre estuvo ahí observandome desde la obscuridad con esos ojos purpurientos y brillantes.

- No he muerto. No puede deshacerse de mi tan fácilmente. ¡Debe escucharlo y entenderlo bien!

Ni yo sabía porque gritaba tanto si de todas formas mi voz no lo alcanzaría jamas. Inútilmente, le llamaba sin cesar entre sueños esperando a que viniera y volviera a repetir que me amaba.

- Fyódor... Fyódor... - cuando realmente me di cuenta que le llamaba tambien fuera de mis fantasías, abrí la ojos con cierto pesar.

Así que después de todo si que estaba viva. Era para la historia. ¡Ishinomori Ren, la primera persona en sobrevivir a la calamidad del Crimen y Castigo! Era como un encabezado de periódico.

- Fyódor se ha ido - la voz del castaño me sorprendió.

Mi cuerpo estaba sobre una camilla del consultorio de la agencia. Parecía un deja vu por la similitud de las situaciones, de aquella vez que me había cortado las venas en su cuidado.

- ¿Cómo llegué aquí? - pregunté recordando la última escena que tuve con el ruso azabache.

- Tsukishima-san te trajo - contestó simple.

- Nikolai-san... - murmuré para mí.

- Así que ya lo sabes - se revolvió el cabello con los ojos cerrados.

-- Y tú lo supiste todo el tiempo - atiné a contestar dolida. No había olvidado aquella escena del centro en donde me había empujado al auto.

- No te lo dije por tu bien...

- No, Dazai-san, no me lo dijiste por tu bien, por tus propios fines - interrumpí su habladuría y con trabajo me senté en la cama hasta que mi espalda estuvo recargada en la cabecera.

El cuerpo entero me dolía y no sabía si era un efecto secundario de haber sobrevivido a la habilidad del oji-purpura.

- No seas así, caramelo, te estoy diciendo la verdad - ofendido, me miró fijo esperando a que le creyera. Le creí, claro, pero no fuera de sospecha.

-¿Sabes el infierno que Dostoyevsky-san me hizo pasar? Y todo solo porque una pareja de egoístas se reunió y decidió que si ellos no podían usar mi habilidad, nadie más iba a hacerlo - le eché en cara.

Aunque no sonaba enojada, realmente lo estaba.

- Bien, Ren-chan, lo siento, en serio estoy arrepentido de haberte mentido y dejado a merced del demonio, pero fue la única opción y la que se veía más brillante - por fin admitió que estuvo detrás de mi miseria todo ese tiempo - Aunque también tengo que decirte que estoy orgulloso de ti... - cuando soltó aquello, desvíe la mirada - Eres la primera persona que me hacer dudar de un plan diseñando por mi, rebasaste y te burlaste de todas mis predicciones como una profesional. Es una lastima que la rata de Dostoyevsky no haya podido manejarte, porque después de todo, tenemos cero resultados a pesar de tu sufrimiento.

Esas eran palabras bonitas que tal vez antes hubieran tenido efecto sobre mi, pero no justo en ese momento. Ya no servían, porque gracias a esos dos, había aprendido a desconfiar de las personas al menor movimiento.

- No estés tan orgulloso - advertí - Si ninguna de tus predicciones funcionó fue porque no te molestaste en meter el amor en alguna de ellas - confesé molesta.

- Error mío, lo admito, que te enamorarás de la rata nunca estuvo en mis planes - confesó - ¿Quién lo diría? Nunca pensé que alguien pudiera ver el brillo de un demonio.

-Puedes quedarte ciego si subestimas solo un poco ese brillo, solo mírame... - cansada, dejé caer mi cabeza hacia atrás con un suspiro.

Estando en la agencia, me parecía muy lejano todo el tiempo que estuve en esa jaula de oro y adornos de plata que Fyódor había mencionado.

- Has ganado madures - de pronto mencionó.

- Sería el colmo que no lo hubiera hecho.

Si, sería el colmo que después de pasar por tantas situaciones... situaciones en donde incluso "morí" dos veces, mi mentalidad no fuera por lo menos un poco madura. Crecí en un año y medio, lo que no crecí en toda mi vida.

Poco después, cuando la doctora Yosano avisó a los demás integrantes de la agencia, algunos de ellos como Atsushi, Naomi, Tanizaki y Kenji vinieron a visitarme, los demás siguieron en lo suyo esperando a que me levantara de la cama y saliera a la oficina.
Saludaron y preguntaron por mi estado, a lo que yo simple contesté que me encontraba bien y contenta de poder volver a verlos, no era una mentira, pues nada más al verlos nuevamente a todos juntos, tuve que cubrirme el rostro con mis manos para que no vieran mis lágrimas descontroladas. No era solo el hecho de volver a la agencia lo que me hacía llorar, era el hecho de haber cambiado de vida una vez más. No volvería a ver a Nikolai por un buen tiempo.

Por su parte, Atsushi no dijo nada de lo que vio en el centro junto con Akutagawa, pues Dazai le había mandado a callar por el bien de todos los que no sabían la verdad. Tenía que agradecerselo quisiera o no, porque en realidad me ahorro muchas preguntas e inconvenientes.

Haber estado con el líder de Las Ratas en la Casa de la Muerte me hacía algo parecido a un cómplice.

Cuando ellos se marcharon, enseguida le pedí al castaño su teléfono móvil y llamé al payaso. Necesitaba saber cómo se encontraba, pero me mandó al buzón en todos los intentos, y en el último, la operadora me avisó que la línea había sido cancelada.

- Lo hiciste a propósito - renegué apretando el móvil contra las sábanas.

Si antes en la casa nunca había llamado a Gogol, era porque sabía que volvería en cualquier día a diferencia de ese momento.

- Ren-chan, tienes una visita especial - el alto detective volvió a entrar por la puerta, y cuando me percaté de quién le venía siguiendo, mis ojos brillaron.

- ¡Chuuya-san! - no pude controlarme. Casi me bajo de la cama para recibirlo, pero fue más rápido y me atrapó en un cariñoso abrazo sobre está.

- ¿Cuánto más vas a hacerme preocupar, niña? - dijo en mi oído.

Fue un gran abrazo y en realidad no quería soltarle nunca más, pero debido a que no quería incomodarlo con mi amor excesivo, le solté cuando él lo hizo para ver justo como Dazai nos dejaba a solas.

- Supe que esa rata uso su habilidad en tí, ¿como te sientes? - preguntó.

Me quedé sobre mis rodillas y miré la cama con algo de vergüenza.

- Me duele todo el cuerpo, pero me siento bien - confesé recordando aquel pequeño beso.

Tras unas preguntas más acerca de lo que estuve haciendo, Chuuya se sentó en la cama y agachó la mirada.

- Tuve que cuidarte mejor - afligido, confesó.

- No es su culpa, no es de nadie... - me atreví a decir a pesar de que realmente existían culpables en la sala - Es solo mi suerte.

- No, Ren, no es tu suerte, son los caprichos de ese ruso - dijo exactamente lo que yo pensaba acerca de mi destino.

Cambie el tema con dificultad por el bien del ambiente, entonces, cuando por fin estábamos conversando y riendo con normalidad, el castaño volvió a entrar a la habitación. El pelinaranja se quedó callado después de darle la mirada y el castaño lo observó con cierta tristeza. Me pregunté enseguida que había sucedido con su relación amorosa.

- Chuuya, yo...

- No ahora, Dazai - le interrumpió cuando quiso hablarle - Ahora solo quiero hablar con Ren - terminó.

- Entiendo, los dejaré solos otra vez - con la mirada en el suelo, volvió a salir de la habitación.

- ¿Que sucedió entre ustedes dos? - enseguida pregunté, no me quise quedar con la duda.

- Así que realmente lo sabes... - se quitó el sombrero, suspiro y peinó sus cabellos anaranjados hacia atrás - El jefe intenta sacar del juego a Dazai, está vez va enserio, así que me envió a mí a cumplir la misión, sin embargo yo no pude cumplirle, por lo que comenzó a buscar incluso por debajo de las piedras y descubrió nuestra relación. He tenido que dejarlo, de lo contrario, se consideraría como traición a la Port Mafia.

- Hay alguien de quién quiero deshacerme...

No tardaron en abordarme esas palabras antes dichas por Mori Ougai. Era Osamu de quién hablaba esa vez.

No supe que decirle, solo miré como entrelazaba sus manos enguantadas y miraba hacia la puerta triste.
Entendí solo al verlo, que al mafioso le afectaba no poder estar junto al detective, que en realidad estaba enamorado de esa venda andante.

- Chuuya-san, ¿como sabe que está enamorado de alguien? - pregunté imprudente llamando su entera atención...

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