35. El dilema de los moralistas.

El dilema de los moralistas.

— Me miró solo un segundo y me ignoró cuando le llamé, porque sabía que había hecho algo malo, pero en cuanto salga de su habitación me va a escuchar...

Nikolai iba de un lado a otro quejándose en alto por lo que había visto, mientras me quedaba quieta en sofá de la sala tocándome con extrañeza el cuello en donde los labios del ruso se habían posado y habían reclamado suyo. Me sentía con una vergüenza infinita, por lo que mi mirada estaba en el suelo de la loseta blanca, aún así, logré ver cuándo el rubio puso los ojos sobre este y negaba con pesar.

Parecía realmente una madre enojada.

— Ren-chan, dime la verdad. ¿Dos-kun te hizo eso en contra de tu voluntad? ¿Te obligó? — preguntó y fue aún mas vergonzoso de sobrellevar.

Negué, no dije nada, de lo contrario tendría que decir que yo había comenzado con eso y no quería afrontarlo.

Más tarde, cuando Gogol me dejó marchar a mi habitación, entré al baño de este y fui directo al espejo.

— ¿Que me deje hacer? — me pregunté decepcionada de mi misma.

En mi cuello, las marcas rojas abundaban, marcas que luego se volverían de un color morado y después desaparecerían en unos cuántos días.

Y esa pregunta, no era simplemente por lo sucedido en el auto, sino por todo. Fyódor me había humillado, quebrado y enamorado. Dazai me había hecho estimarlo, amarlo y ahora odiarlo. El mundo me había dado ilusión, y el mismo mundo la había destruido. Era como un juego, ya lo había mencionado.

Yo sería la única que perdería al final. El game over se acercaba, lo presentía.

Fue increíblemente difícil aguantar el sentimiento de tristeza que me embargaba, por lo que para hacerlo más llevadero deje que mis lágrimas fueran libres y no me tomé la molestia de borrar el rastro. Estaba hecha un desastre en todos los sentidos y no había nadie en ese universo que pudiera negarlo.

— Estoy enamorada de un demonio, de él peor de todos. No lo entiendo.

Tras mis palabras, abandoné el baño y poco después la habitación. Caminé hasta la cocina y tome el cuchillo más grande que hubiera en esta. Lo admiré por segundos enteros, el brillo de su filosa textura gritaba que lo resbalara en cualquier parte de mi cuerpo, hasta que fui interrumpida, o más bien, la voz de Nikolai llamó mi atención.

— ¿¡Que es lo que te sucede, Dos-kun!? — estaba muy alterado, su tono de voz literalmente era alto.

Ni siquiera me di la vuelta en mi lugar, solo me quedé de pie esperando escuchar algo más, pero el único que gritaba era el payaso mientras Fyódor hablaba en bajo. Supe que estaba ahí por obvias razones.

— No puedes... quedarte al... de la... — bajó la voz, así que eso fue todo lo que escuché.

Suspirando, dejé el cuchillo en su lugar y redirigí mi cuerpo hacia el refrigerador de dónde no tarde en sacar de el una charolita de puding sabor chocolate. Las letras estaban en ruso, desde que habían aparecido no me había molestado en leer la etiqueta, solo comerlas a diario porque eran deliciosas.
Me senté en la barra y comencé a comer con lentitud.

— ¿Sabes cuál es el trato que Dazai-san tiene con Dostoyevsky-san? — pregunté nada más la puerta de la cocina se abrió. De alguna manera, sabía que el único que había entrado era Nikolai.

— Se supone que tienes una habilidad increíble, pero no saben cómo usarla; Fyódor y ese detective intentan hacer que nadie pueda beneficiarse de ella nunca más.

Por fin. Por fin tenía una respuesta, de haber sabido que Gogol podia responderme le hubiera preguntado desde hacía mucho, pero simplemente no se me había ocurrido.

— A este paso, ni siquiera yo sabré utilizarla — sincera, cuando se colocó frente a mí del otro lado de la barra, le ví.

— Vámonos Ren — desvíe la mirada, pues pensé que se refería a "vámonos de la cocina" — Escapemos, tu y yo.

Aún así, tras sus palabras, no pude verle y seguí, o intenté seguir disfrutando mi postre ruso.

Era una oferta muy tentadora, tal como la de Sigma, pero no estaba dispuesta a perder a Nikolai Gogol, no dejaría que el demonio me lo arrebatara. Tenía por el momento, el control del juego en cuanto a Tsuji y no lo perdería por un capricho.

— En realidad no quieres morir... — afirmé — y en realidad yo no quiero perderte — confesé herida recordando a mis padres y Kiyoko.

— Me perderás, Ren-chan, porque todo lo que amas es efímero, tienes alguna especie de maldición... — avisó serio.

No necesitaba recordarme lo desgraciada que era mi existencia. Tenía razón, todo en lo que mis ojos se posaban perecía a la menor caricia.

— Pero estoy dispuesto a correr el riesgo sin con ello te hago felíz aunque sea por unos pocos minutos. Soy un payaso, es mi trabajo hacer reír a las personas.

Terminé el postre y me negué rotundamente con un movimiento de cabeza. No, significaba no. Ya había sido lo bastante caprichosa antes.

— Imaginé que te negarias — por fin dejo de insistir — Seguirás viviendo en la miseria, aunque me hace feliz saber que me quieres tanto que te es imposible sacrificarme como a un peón — asintió volviendo a poner en su rostro esa sonrisa que le caracterizaba.

— No lo dudes nunca — atiné a decir solamente.

La proposición de Gogol no era una oportunidad como tal, era más bien la aceptación de alguien más sobre mi espalda mientras siguiera por ese camino lleno de lodo.

Días más tarde, cuando desperté y bajé en busca de Gogol, encontré una escena bastante normal en la sala de siempre.

Por fin algo era normal en esa casa.

Nikolai se dedicaba a cortarle el cabello con una calma que la persona más temperamental del mundo hubiera deseado tener, en su caso, Fyódor mantenía en su mano un mechón de cabello que acaban de cortarle.

— Llegas en buen momento, deja que te corte el cabello también — ofreció el payaso.

Inconsciente, me tomé un mechón y miré las puntas. No estaba maltratado, pues lo lavaba cada día y era claro que no lo dañaba ni con pinza ni colorante, el problema era que ya estaba muy largo. No me hubiera dado cuenta de eso jamás de no ser por la situación. En lo último que pensaba era en mi aspecto estético.

Acepté cohibida por la presencia de los dos.

No tardó mucho en terminar con Fyódor, así que me encontré sentada en la silla y con una capa gris sobre mi cuerpo.

— No sabía que podías cortar el cabello — comenté cuando se dió a la tarea.

— Soy una caja de sorpresas — mencionó contento.

El otro ruso, se quedó en la sala y observó como mi cabello era cortado, lo raro fue que parecía estar poniendo mucha atención.

— La primera vez que te vi tenías el cabello a la misma altura que yo — de repente comentó.

Sin duda, esperaba algún comentario como esos que parecía que escapaban de su boca sin permiso.

En efecto, cuando mis padres murieron, tenía el cabello hasta los hombros, desde ese día olvidé que tenía que cortarmelo con frecuencia y por eso había crecido a la altura de mi espalda baja. Por suerte, a pesar de que creí que Nikolai iba a cortarlo mucho, lo dejo por debajo de mis hombros.

Perdí mucho cabello ese día.

— ¿Como te verías siendo rubia como yo? — jugó el payaso quitándome la capa y me levante de la silla tocando mi cabello.

— Definitivamente no me quedaría — contesté al instante — Cuando no es natural, no es natural.

Lo escuché reír.

— ¿Qué te hace pensar que es natural? — el ruso azabache preguntó ganadose mi mirada confundida — Nikolai era castaño cuando lo conocí.

Asombrada, miré al payaso, o más bien a su cabello.

— No le hagas caso, soy rubio natural. No creas todo lo que dice — afirmó, y logré ver qué lo había hecho en doble sentido.

— Tampoco le creas todo, Ren, no sabes quién de los dos te está mintiendo a fin de cuentas.

Lograron confundirme en segundos y el del ushanka plantó la semilla de la duda en mi, pues cuando vi a Gogol, este le veía con molestia.

— ¿Qué vamos a desayunar hoy? — interrumpí el ambiente peligroso — Amanecí con mucha hambre.

La escena se tornó de lo más tonta.

— ¡Lo que deseé mi princesa, por su puesto! — exclamó él rubio tomándome de los hombros para comenzar a caminar hasta la cocina.

No entendí del todo que había sucedido en esa sala, pero me dije a mi misma que tuviera cuidado con todo lo que saliera de sus bocas, aunque de Fyódor ya lo estaba, me había puesto alerta así de fácil en contra de Tsuji.

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¿Les parece esta historia muy predecible? Porque ya dos chicas literal han casi adivinado lo que sucederá en los comentarios 👻😨.

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