24. Jamás molestes a un niño caprichoso, si lo haces, atente a las...

Jamás molestes a un niño caprichoso, si lo haces, atente a las consecuencias.

— Acabas de encubrirme, Ren, ¿debo darte las gracias?

Una vez estuvimos dentro de la casa, Fyódor se burló de mí con aquella pregunta.

— Supongo — simplemente contesté deshaciéndome de su abrigo café y el ushanka. Volví a entregárselos y él los tomó — Gracias — mencioné debido a eso.

Me miró fijo nuevamente y con una sonrisa burlona, y yo simplemente le miré sin tomarle mucha atención, pues la imagen de Kiyoko y Shinobu aún seguía reciente. Recordar a mi madre a través de ella, me había afectado.

— Quien iba a decirlo, los vecinos "pasaron" una situación similar a la de nosotros — río tras decir — Supongo que eran jóvenes inexpertos... — cuando dió un paso hacia mi diciendo aquello, me fue imposible no ponerle toda la atención que tenía — Conocieron el amor sincero, vivieron acompañados en las buenas y en las malas; entonces, Matsuoka-san colocó aquí... — colocó su dedo señalador en mi estómago, lo sentí, pero no pude apartar la mirada de sus ojos — ...la prueba de su amor, y entonces no hubo nada que pudiera separarlos.

Terminó muy cerca, cuando comprendí de que estaba hablando, retrocedí con la mirada en el suelo. Sentí mis mejillas arder de la pena.

Le escuche reír nuevamente y entonces se alejó de mi para ir escaleras arriba, entonces se detuvo por un segundo y dijo:

— Tal vez debería hacer lo mismo, de esa manera, podríamos estar juntos para siempre.

Cuando le puse la mirada encima, su espalda no tardó mucho en perderse en el segundo piso.

Con las mejillas quemandome, me quedé de pie en el mismo lugar repasando las palabras que acaban de soltar.

— ¡Tenemos el premio mayor! — el comentario de Gogol me taladró la cabeza y la agité para hacerlo desparecer, pero no era tan fácil.

¿Por qué de pronto Fyódor comenzaba a comportarse raro?¿Acaso era un plan para hacerme perder la cabeza? Era lo más seguro, ya que revisando las palabras que Dazai me había enviado, donde mencionaba la dependencia de la compañía, mi cabeza comenzaba a entender sus "planes". ¡Vaya, que equivocada estaba!

Era cierto que no iba a escapar, pero, ¿por cuánto tiempo más iba a mantenerme a su lado? Me sentía inquieta por todo lo sucedido anteriormente y no veía el día en que sería libre o el día en que mi vida se evaporara de Yokohama.

Por esos momentos, aunque todavía no podía verlo, sentimientos acerca del ruso se estaban haciendo presentes, solo faltaba un poco para alarmarme acerca de lo que sentía y volverme un poco más demente con ello.

Me estaba enamorando de Fyódor Dostoyevski y eso era muy doloroso.

Pasados los días, cuando llegué a la cocina en la mañana, Gogol ya estaba haciendo el desayuno, y para mí sorpresa, Fyódor estaba en la barra de pie con las medicinas que hacía mucho no le había visto tomar. Los dos me estaban dando la espalda.

— Que sorpresa que estés tomando tu médicamento nuevamente — cuando escuché al payaso hablar, salí de la cocina aprovechando que no me habían visto — ¿Es por mí princesa?

¿Su princesa? Me pregunté enseguida.

— No — este simplemente contestó.

— ¡Ahh! — el otro se quejó como siempre cuando no querían contarle algo — Los vi, Dos-kun, no soy ciego. Incluso la protegiste del frío con tu gorro.

— No malinterpretes las cosas, es más difícil hacer experimentos con ella si enferma — este le contestó asqueado de tomar pastillas tras pastilla.

— Fácil, podrías haberla metido dentro de la casa. No había necesidad de tomarle las manos — Gogol se estaba burlando en su cara. Según mis conocimientos, nadie había hecho eso además de Dazai.

Comprendí que Nikolaí hablaba de la situación de aquella noche nevada en donde me tomó las manos, aunque el motivo estaba ya más que justificado, entendía ahora que lo había hecho porque nos veían de lejos. Buena jugada. Así que sin más, entré a la cocina interrumpiendo su conversación.

— ¡Ya está el desayuno, come antes de que se enfríe! — cuando se voltearon a mirarme, Gogol dijo.

— Gracias — agradecí como siempre, me senté en la barra, y poco después levanté la mirada. Mejor no lo hubiera hecho.

El payaso me miraba con gracia, eso era normal, pero la mirada oscura y facciones enojadas del oji-purpura sin motivo, me estaban literalmente golpeando.

— Cuando termines de desayunar ve a la habitación de siempre — me avisó de repente.

¿Por qué estaba tan enojado? Yo no tenía la culpa de las irreverencias del payaso, pero le obedecí, y nada más terminé, fui a la habitación -consultorio-. Allí estaba él como dijo.

Como siempre entré y me senté en la camilla esperando a que me diera la cara para hacer lo que acostumbraba. Me sentía como una niña en el hospital, más una vez que se volteó hacia mi, abri la boca asustada al ver lo que llevaba en la mano izquierda.

— ¿Qué es eso? — no me limité a preguntar.

— Una jeringuilla, ¿no está claro? — preguntó haciéndose el listo.

— Me refiero a, ¿qué es lo que tiene dentro? — pregunté y río.

Se acercó a mí con intención de inyectarme, pero ahora sí, tal como una niña, me subí a la camilla y alejé de él.

Dentro de la jeringuilla, un líquido espeso del mismo color que sus ojos del que incluso salían bombitas del hervido, ya hacía listo.

— No cambiaría nada si te lo digo... — inclinó su cuerpo hacia mi dirección — pero si insistes... Es veneno.

Abrí los ojos sorprendida cuando me sonrió malvado.

— No es de esta manera como esperaba que me asesinara.

— No morirás... — contestó enseguida.

— No s-soy inmortal — le interrumpí trabando.

— Entonces, ¿por qué has sobrevivido todo este tiempo? — volví a mirarle con sopresa — No estamos jugando al doctor, Ren, tienes más veneno en las venas que sangre.

Ahora todo tenía sentido. La razón de mis malestares después de la "revisión" no eran una coincidencia.

Sentí que colocó una mano sobre mi rodilla, pues se había acercado totalmente a la camilla, poco después, está fue subiendo por mis muslos y cuando le ví a la cara, el seguía la dirección de su mano con su mirar. Una vez recorrió toda mi pierna, su mano tomó la orilla de mi camisa y de pronto jaló de ella a la vez que de mí. Cuando levanté la mirada, su rostro estaba muy cerca del mío; nuestras narices se estaban rozando y nuevamente al ver sus ojos, estos estaban fijos sobre mis labios resecos por el frío.

Cuando se pasó la lengua por sus labios, pensé que iba a besarme y no sabía que hacer con la situación, pero de algo estaba segura, yo no quería alejarme y quería que lo hiciera, que me besara y pronto o si no yo iba a cometer la estupidez de terminar con la poca distancia que nos separaba, pero vaya trampa en la que caí, pues de pronto, la aguja se encajó en mis venas y el sonrió de oreja a oreja.

Mi cuerpo palpitó, mis latidos comenzaron a hacerse rápidos provocandome una taquicardia. Mi respiración comenzaba a fallar, y todo lo que hice fue tomarle del cuello de su camisa y verle con odio. Poco después, un dolor insoportable comenzó a llenarme todo el cuerpo y mi cabeza cayó de lleno en su pecho. Fue bueno que no se moviera, ya que si lo hacía, caería al suelo de frente. Fue un milagro.

Entonces, mi agarre sobre su camisa se aflojó, mis ojos se cerraron y perdí el conocimiento.

Definitivamente a Fyódor le habían molestado los comentarios de su payaso personal. No hacía falta tener mucho cerebro para saber que en realidad buscaba deshacer las sospechas de Nikolai medio matandome, pero era tan obvio, parecía algo no pensado por él. Tal vez estaba desesperado.

Mi sueño, duro alrededor de 8 días. En mi habitación, recostada y llena de sueños febriles, fue Gogol quien me cuidó, a quien de momento a momento asustaba por los repentinos vómitos de saliva sin abrir los ojos y no dejé dormir debido a las convulsiones que azotaban mi cuerpo en variadas ocasiones. Había estado a punto de morir, infortunadamente, no lo había hecho. Sobreviví al veneno mortal.

— ...Tsuji puede hacerse cargo de ella, pero ya basta de tus juegos, Dos-kun.

Al octavo día, cuando desperté, la voz de Nikolai, que me recordó a Tsuji, sonó por toda la habitación. Como estaba más dormida que despierta y el estómago me daba vueltas, mejor me quedé sin hacer nada.

— ¿Tsuji? — escuché la voz de Fyódor — ¿No me digas que extrañas tu faceta de padre comprometido junto con Aleshka?

— No es eso, ¿no lo entiendes? Ren esta al borde de la muerte, lo único que te pido, es que la dejes ser libre y si lo que te molesta es que vuelva con esa agencia, Tsuji puede cuidarla — volvió a hablar el payaso, o más bien, Tsukishima.

Las palabras de Gogol hacían que me doliera la cabeza al intentar comprenderlas...

¿Sobre qué discutían exactamente...?

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