23. Mentiras, no las digas más, de lo contrario, las creeré.

Mentiras, no las digas más, de lo contrario, las creeré.

Dos días después, recostada en el sillón de la sala frente a la puerta principal, mi mirada estaba pegada a los juegos de mesa frente a mí en la mesita. Gogol no estaba y yo me aburría. No era difícil saber que a pesar de mi situación, comenzaba a estimar al payaso por mantenerme ocupada y hacer mi tiempo más llevadero. Incluso con su presencia a veces olvidaba que estaba en cautiverio. Tal vez era la familiaridad que me causaba, aunque "Tsuji" se hubiera comportado diferente durante el año en que me cuidó, seguía siendo la misma persona. Además, Nikolai Gogol, si que era mi padre adoptivo.

De pronto, escuché como un auto aparcaba fuera de la casa, aunque no le tomé mucha atención ya que no era raro, además de que era difícil saber que tan cerca estaba por la gran distancia que había desde la puerta a la reja, más después, alcancé a escuchar voces.

Me levanté del sofá y fui con sospecha hacia la ventana de siempre, ahí, me asomé solo un poco y sin correr la cortina. Una vez ví lo que sucedía a fuera, en las calles aún pintadas de blanco, mi cuerpo comenzó a temblar de puro nerviosismo e intenté esconderme más bajo la ventana, pero sin dejar de ver.

El vecino, a quien reconocí como el de la familia armoniosa de enfrente, estaba en la reja acompañado por personas de ley. Este les decía algo con preocupación reflejada en el rostro, incluso movía las manos hacia todos lados para corroborar la explicación mientras el policía lo escuchaba. Más allá de las luces rojas y azules del auto denomindado de la justicia, pude ver también a la mujer detrás de su reja con su niña en brazos.

¿Que estaba pasando?

Poco después, el timbre comenzó a sonar por toda la estancia mientras veía como el oficial lo tocaba desde la reja, pero sucedió algo que hizo al señor de ley abrir la reja y caminar con sospecha hasta la puerta con una mano en su arma guardada. Él me había visto en la ventana. Mi nerviosismo aumento debido a que allí había otra oportunidad, otra de las muchas que se me habían dado para escapar de esa casa y de las garras del ruso.

Vaya suerte que no aprovechaba como era debido y luego me quejaba de no tener nada de esta.

Cuando escuché el ruido de la puerta aún lado de mi abriéndose lentamente, pegué un saltito en mi lugar. Mi cabeza daba tantas vueltas, que no me percaté de que Fyódor se había acercado, y una vez abrió la puerta, una inesperada faceta de inocencia le lleno el rostro y se asomó fingiendo sorpresa. Salió de la casa poco después dejando la casa abierta.

— Buenos días, ¿señor...? — el policía saludo una vez lo vió.

— Dostoyevsky, señor policía — el ruso informó su apellido y el hombre retiró la mano de su arma.

Me acerqué a la puerta para escuchar mejor.

— Bien, Dostoyevski-san, lamento haber irrumpido en su propiedad de esta manera y sin orden alguna... — comenzó — pero tenemos una denuncia en contra.

— Ah, continúe por favor — el ruso sonaba tan educado que el policía bajo su guardia totalmente.

— Según algunos informes, hace unos días Ishinomori-kun, la señorita que estaba perdida, fue vista en esta propiedad en compañía de usted y otro individuo por la noche. Sé que su padre ya ha informado que fue encontrada... — se justificó enseguida — más también se le fue vista antes de que eso sucediera, por la ventana de su hogar.

Mi corazón comenzó a latir con desenfreno mientras escuchaba la conversación.

— Tiene usted toda la razón, señor policía — el acusado confirmó sus palabras.

No les podía ver el rostro, pero suponía, el del ruso se había llenado de presunción y el del policía volvía a ponerse en guardia.

— Ella está aquí, en la casa, justo detrás de la puerta, y debido a que la situación se ha malinterpretado, me veo obligado a decirle la razón de esto. Pero déjeme ir por ella para comenzar...

Pensé enseguida que Fyódor se había vuelto loco. ¿¡Con que excusa iba a presentarme frente al policía!? Además, ¿qué tanta confianza tenía en qué no le delatara y pidiera ayuda en el momento?

Una vez lo tuve de frente, viéndome con esos ojos púrpuras directamente a los ojos, mis piernas dejaron de temblar e hice todo lo posible por tranquilizarme. Esos ojos, me habían amenazado sin palabra alguna.

— El policía te está esperando, Ren — dijo, y tras eso, colocó de nuevo el ushanka sobre mi cabello ya que a fuera seguía más helado que nunca.

Me ví a mí misma saliendo de la casa y caminando hacia afuera hasta quedar en frente del uniformado, también logré ver a su pareja de trabajo y al vecino aun detrás de la reja sin perder noticia de lo que sucedía.

— Buenos días, señor policía — saludé con los labios temblorosos y el asintió en respuesta. Aunque quise, no era nada fácil fingir estar bien.

— Aquí la tiene... a mi preciosa novia.

Comencé a toser como nunca después de sus palabras. ¿¡Su novia!? ¿Esa era su excusa? Como demonios pensaba que podía fingir algo como eso.

— Ah, lo lamento, enfermo el día que comenzó a nevar — se justificó con el policía y quitándose el abrigo café de sus hombros, me lo colocó encima fingiendo preocupación.

Me sentí más amenazada, era como algo psicológico, pues con sus prendas encima me sentía mas pesada que nunca.

— Verá, Ren y yo nos conocimos el año pasado, por agosto, nos enamoramos y decidimos comenzar a tener una relación, pero como ya se ha dado cuenta, soy mayor que ella — comenzó a inventarse de repente — Su padre adoptivo se interpuso, pero no estaba dispuesto a abandonar a mí pequeño sladkiy, así que me la robé. Se que es un delito, pero ahora Ren ya es mayor de edad y Tsukishima-san, con tal de que Ren no lo odiara, nos ha dejado seguir juntos — terminó sonriendo. A los ojos del policía, su sonrisa y palabras eran sincera.

Fyódor acaba de llamarme dulce en ruso y era tan raro, si bien su japonés no era perfecto, nunca se me ocurrió que hablara otro idioma.

— ¿Ishinomori-kun...? — el policia llamó mi atención y antes de verme acorralada con alguna pregunta que no pudiera contestar, le interrumpí.

— Lo lamento, no debí escapar de casa, los preocupe a todos, y aún más a mis padres adoptivos, pero ellos no entendieron que me había enamorado y para mí la edad es algo que no importa... De verdad lo siento — había sonado, sorprendentemente creible. Eran viles mentiras cubiertas por el clima de ese día. Incluso las lágrimas comenzaron desbordarse por mis mejillas, pero ya sabíamos porque se manifestaban de esa manera tan dramática.

— Tranquila, ya está bien — escuché la voz de una mujer y levanté la cabeza enseguida.

Era la joven esposa de enfrente con su niña en brazos. ¿A qué hora había llegado a ese lugar?

— Entiendo cómo te sientes — continuó colocando una mano en mi hombro. Por el rabillo del ojo, miré como Fyódor la veía — Sucedió algo similar con la relación que ahora tengo con mi marido, no hay de que avergonzarse.

Su voz era tranquilizadora, pero no entendí mucho el porqué se había acercado y de repente intentaba consolarme. Simplemente era que Matsuoka Kiyoko, de cabellos negros lacios y ojos azules, era así de piadosa. Me recordó a mi madre.

— En este momento Ren vive conmigo y Tsukishima-san viene de vez en cuando, es el hombre que nos acompañaba hace días cuando comenzó a nevar — Fyódor nos dejó de lado y siguió con su explicación al policía y a Matsuoka Takehiko, el marido de Kiyoko.

La niña llevaba el nombre de Matsuoka Shinobu. Eran la familia a la que hacía no mucho, observaba por la ventana de la casa, que con el tiempo, dejé de hacerlo en algún momento que no recuerdo con exactitud.

— Lamento haber hecho la denuncia, pero entenderá que era necesario — habló por primera vez Takehiko haciendo al ruso asentir despreocupado.

— Bueno, entonces la policía no tiene más que hacer aquí, así que lamentamos también el malentendido, tengan buen día.

— Gracias por venir, oficial — el padre de Shinobu y los demás, agradecieron y despidieron al policía. Este no tardó mucho en desaparecer junto con el auto.

Yo ya había dejado de llorar ante la mirada amable de Kiyoko y sentía como la niña de preescolar me miraba fijamente.

— Nosotros también nos retiramos — volvió a hablar el padre de familia — De nuevo le pido disculpas por la molestia.

— No es nada, sabía que podría pasar esto. Vayan sin cuidado — el Fyódor amable los despidió.

— Hasta luego, Ren-kun, cuídate — y Kiyoko se despidió de mi mientras Shinobu levantaba la mano para despedirse de igual manera.

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Odio con mi alma que no haya las suficientes fotos y gifs de Fyo-kun😢

(La reacción de la autora al buscar y buscar, pero no encontrar).

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