Answer my question

Sana no dejaba de mirar a Momo, todo el tiempo estaba viendo cada movimiento que hacía mientras masticaba y abría los ojos sorprendida, tal vez porque le encantaba la comida o porque recordaba algo, no sabía lo que estaba pasando por la cabeza de la mayor y lo quería saber, quería conocerla por completo, le encantaría que fuera parte de su vida ya que con todo el tiempo que han pasado se dio cuenta, una vez más, que la quiere para ella, no sabe cómo cuando ni dónde pero que va a conseguir expresar sus sentimientos, lo hará.

Le va a costar bastante porque aunque no conoce a Hirai se ve que ésta es peor que ella, por lo menos le manda señales, le dice que es linda o cualquier cosa pero la pelinegra parece ser amable y nada más, no la conoce así que no sabe si es la forma que tiene para expresarse, volvió a subir la mirada, ésta vez para ver sus ojos, ¿Por que brillan tanto?, quisiera tener la mitad del brillo que tiene, es tan linda.

Como se cierran un poco cuando sonríe leve y al cerrarse puede ver un pequeño destello en ellos, no se cansaría nunca de verla, conocer cada una de sus expresiones, saber qué es lo que le gusta y le disgusta, por qué hace esto y aquello, el único problema, la única cosa que se lo impide es que no es capaz de abrir tanto su corazón para dejar entrar a una persona por completo por miedo a que la dañen, no ve a Momo como alguien capaz de maltratarla pero aún así, las cosas podrían cambiar en un abrir y cerrar de ojos, además, no cree que le guste.

Baja la mirada nuevamente a la comida y se da cuenta que ya se acabó todo, lo que le queda es tomar alcohol, porque según ella Momo no conoce el agua, frunciendo los labios lo tomó entre sus manos, es el que no le gusta, demasiado fuerte para su paladar, suspiró antes de llevárselo a los labios y tomárselo de una.

"¿Estás bien". Se agarró de la silla, cerró los ojos y trato de no salir corriendo al baño para vomitar porque era exactamente lo que deseaba. "Sana es que de verdad". Escuchó reír a Momo, quería hacerlo también pero no le parecía tan gracioso como a ésta. "Vayamos a la sala antes de que vomites la mesa". Ahora quería morir de vergüenza y reaparecer en su habitación bajó veinte sábanas para que nunca la pudieran sacar y así volver a morir.

No hay cosa que le dé más vergüenza es que alguien se de cuenta de lo que está aguantando o lo que está pensando, le gemblarl las piernas cuando la tomó de las manos y trató de calmarse pero los gritos internos se hacían cada vez más fuertes porque no podía controlar esa sensación en su pecho cuando la tenía cerca, era tan difícil sonreírle mientras hacía hasta lo imposible para que no se diera cuenta que le gustaba.

Tragó lentamente y siguió caminando, la mano de Momo era tan suave que estaba segura que podía morir mientras dejaba que me acariciara las mejillas, no eran grandes, tibias y delgadas, pero no mucho, apretaba las suyas en el camino, tal vez porque quería que se apresurara o porque tenía esa manía, era adorable sentir cómo acariciaba el dorso de su mano derecho, eso provocaba que su corazón latiera con fuerza.

"Siéntate aquí". La ayudó a sentar como si fuera una bebé. "Iré por agua". No sabía a qué hora se iba a ir de esa casa pero la verdad es que no quería, le encantaría quedarse a vivir porque la trata muy bien y porque le encantaría pasar todo el tiempo con Momo, desea volver a sentir el sabor de sus labios, las caricias que su lengua le proporcionaba a la suya, ella recuerda muy bien el beso, lo revive cada momento porque aunque pareció un sueño, fue verdad, no estaba tan consciente como ella hubiera querido pero sí que lo sintió.

"Gracias". Tomó un poco de agua y dejó el vaso en la mesita frente al sofá, le gusta la compañía de Momo, es extraño, porque no la conoce por completo, eso no quita para nada que se sienta cómoda, demasiado, como si la conociera de toda la vida. "No me cansaré de decir que tu casa es hermosa".

"Puedes venir cuando quieras". Ambas se sonrieron. "La mayoría del tiempo estoy sola, con mis dos perritos". Claro que tenía vida social pero a los coreanos no les gustaba mucho visitar casas de personas que no conocen como la palma de su mano, eso le fastidiaba bastante, sus padres siempre le enseñaron que si alguien necesitaba este un tiempo en su casa que le abriera las puertas sin ningún problema, que lo tratará bien y siempre estar feliz, porque así lograría hacer sonreír a quien más lo necesitaba en ese momento.

Por eso todo el tiempo tenía una pequeña sonrisa en sus labios, tal vez la persona más amargada se sentiría mejor y muy feliz gracias a ella, eso hace que su corazón se sienta bien, sonrió un poco antes de suspirar, ahora tenía la compañía de una chica super guapa y atractiva, cada que está cerca de una de le hace bastantes sencillo coquetear pero con Minatozaki es diferente, hasta sentir su presencia hace que se cuestione todo, a cada rato le arden las mejillas y tiene la extraña necesidad de mirar sus ojos, porque brillan, no mucho, pero si lo suficiente como para notarse, es lindo, bastante, saber que alguien en el mundo logró aplacar todas sus defensas e infulas, con tan solo existir.

"Tu también puedes ir a visitarme cuando quieras". Se miraron y sonrieron, era inevitable no hacerlo cuando sus corazones le decían que lo hicieran porque no tenía nada de malo expresar felicidad en un mundo lleno de personas amargadas, Seúl, ellas dirían que la capital de la caras largas.

O tal vez es que son muy felices y por eso es que ven a las personas como monstruos enojados. "Aceptaré esa invitación". Mordió su labio inferior, se están haciendo de noche y no sabía si Sana ya quería irse porque parecía que estaba cansada, de vez en cuando cerraba los ojos y su cabeza se movía a una dirección haciendo que abriera los ojos de la nada, parecía asustada cuando lo hacía, así que supuso que se estaba quedando dormida. "¿Tienes sueño?". Sana gruñó y asintió al poco tiempo. "¿Quieres que te lleve?". Asintió con un mohín, no sería para nada sencillo pero tomó las llave y alzó a la peli gris en peso, creyó que pesaba más pero era bastante liviana.

La menor escondió el rostro en su cuello, iba a morirse pero tenía que seguir caminando para poder llegar a la camioneta, depositarla suavemente en el asiento y conducir hasta su casa, no quería que se sintiera mal o algo por el estilo porque parece que el alcohol que ingirió le hizo efecto más rápido de lo que pensó, tal vez porque no está acostumbrada a tomarlo, no lo se, le gustaban los tragos fuertes y se acostumbró bastante rápido al sabor de este, por eso es que le encantaba tanto, por lo amargo y la sensación de que le quedaba la garganta al pasar por ésta.

"Pequeña Sana". Al dejarla en el asiento, justo antes de cerrar la puerta, se le quedó viendo, como entre abría los labios para decir cosas sin sentido y luego sonreír de la nada, todo estaba pasando en cámara lenta, es lo que sentía, su corazón latía con mucha fuerza y no podía evitar sentirse impresionada por la belleza de la japonesa menor, tan delicada, tan radiante todo el tiempo. "No aguantas nada". Murmuró antes de reír y poder cerrar la puerta, al entrar y encender el auto la vio moverse.

"¿Como llegue aquí?". Dijo mirando a la pelinegra quien con una sola seña le hizo saber que fue en peso, casi se muere de un infarto, uno, porque no creía que eso iba a suceder, dos, porque no pudo presenciarlo y tres porque necesitaba sentir el aroma de Hirai, y ahora lo tiene en todo su cuerpo, sus mejillas se tornaron de un carmesí leve, no se lo contaría a nadie aunque quisiera gritar a los cuatro vientos que la chica que le gusta huele a durazno.

Ya lo sabía pero hora ella también huele a eso, eso significa que Momo quedó oliendo a su perfume, el tono carmesí subió de tonalidad, iba a desfallecer si no volvía a tenerla cerca, ahora debía aguantar demasiado tiempo para poder sentir todo lo que sintió en poco segundos, se siente bastante mal por eso pero puede que esté segura que si se repetirá.

Al ver que estaba cerca se desanimó un poco, el tiempo pasó demasiado rápido, le encantaría conseguir un botón de reversa y vivir nuevamente todo. "Bueno señorita Minatozaki ya ha llegado sana y salva a su destino". Se bajó y le abrió la puerta, va a morir de un infarto si hace lo que cree que hará, y si eso hizo, abrazarla y pegarla a su cuerpo, torpemente la envolvió, se le iba a salir el corazón si seguían en esa posición, iba a morir, hasta se le estaba cortando la respiración debía alejarse antes de que tuviera la gran necesidad de besarla.

Demasiado tarde sus ojos ya estaban pegados a los labios de Hirai, relamió los suyos y con un parpadeo ya estaba viendo directo a la puerta de su casa. "Muchísimas gracias por todo". Se miraron, se despidieron nuevamente con un corto abrazo y Momo se fue, el mejor día de su vida definitivamente, fue demasiado corto pero hermoso.

Quiso gritar pero si lo hacía los vecinos se asustarían, estaba demasiado feliz era su día de suerte, además si gritaba Mina le preguntaría el por qué y debería explicarle por qué estaba tan feliz, es que era Momo, Hirai Momo quien la había abrazado y tratado tan bien todo el tiempo, quería cantar, saltar, bailar, disfrutar la vida porque ahora sí que tenía un buen significado de la vida como tal.

Se pegó a la puerta cuando la cerró, por fin estaba en su casa y podía relajarse un poco, las cosas entre ambas estaban tomando el curso que quería pero todavía no era muy definido, tal vez les faltaba un impulso, algo que hiciera que lograrán adelantar más rápido las cosas, porque quería algo y lo iba a obtener porque ya se sentía con ganas, muchas a decir verdad, y cuando a Minatozaki Sana se le metía en la cabeza lograr algo, era porque lo iba a conseguir tarde o temprano.

"¡Minatozaki Sana!". Gritó con todas sus fuerzas cuando las luces se encendieron encontrando a Mina y Chaeyoung en el sofá, ambas señalandola, eso solo podía significar una cosa, la habían visto bajar del auto, abrazar a Momo y casi besarla porque estaba tan cerca que pudo hacerlo pero no tuvo la fuerza, quiso pero no pudo, tiene que aprender a controlar eso y hace las cosas que su corazón le dice.

"¡Myoui Mina, Son Chaeyoung!". Gritó igual o más fuerte que ambas, con una pequeña sonrisa en sus labios las miró y a los pocos segundos salió corriendo siendo perseguida por dos personas que eran más rápidas de lo que creía, saltó y justo cerró la puerta del baño cuando Chaeyoung llegó.

"¡Abre la puerta queremos saber por qué no la besaste!". La voz de Mina cuando está alterada es bastante chistosa, parece que se tragó un silbato, quería reír pero es que parece que encontraron la llave, pudo escuchar a través de la puerta el sonido fuerte de ésta muy cerca.

"¡Déjenme en paz no pude y ya!". Chilló quejándose, tratando de buscar una escapatoria, había algo que si haría que se fueran tranquilas. "¡Si no se van las molestare toda la noche!". Y el silencio reino.




Ya en serio besense alv (dice la que lo escribe)

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