El ambiente se sentía pesado con un aroma a incienso y madera vieja barnizada.
El establecimiento tenía un tamaño amplio y bien construido. Su única iluminación eran velas gruesas que reposaba en cornisas y candeleros.
Este era un entorno oscuro, nada más y nada menos que una importante reunión diabólica.

Una mujer de cabello lacio llegó hasta el centro de esta sala siendo arrastrada por dos de los súbditos. Llevaba un sacón de tela en la cabeza y un trapo en la boca que le impedía gritar.
Estaba confundida, su último recuerdo era estar en el estacionamiento tras haber acabado las compras -eran aproximadamente las cinco de la tarde- dirigiéndose hacia su vehículo. Desde el reflejo del vidrio de un auto se percató de que detrás suyo había alguien siguiéndola, este estaba muy cerca y llevaba una máscara negra extraña. Intentó acelerar el paso y al voltearse para mirar fue noqueada.

Recién recuperaba la conciencia y se alzó una voz de proclamación y gloria que exclamó en todo el salón: "¡Eh aquí esta otra alma que será apilada en el infierno! otra escoria que cree hacer del mundo un lugar mejor con su política hueca."
Se le retiró el saco de la cabeza a lo que la confundida chicha pudo ver su entorno. Se le heló la sangre por la impresión que tuvo.
Las paredes estaban pintadas de negro con varios símbolos rojos que nunca había visto antes. Había una gran multitud que vestía de gris y llevaban la misma máscara negra, inexpresiva, antinatural y con dos huecos en el lugar de los ojos. Junto a las velas que servían de iluminación se podía ver animales disecados.
El sujeto de antes siguió con su discurso:

-Su cadáver fresco será un peldaño más para que la bruma oscurezca la luz del sol, corran ríos de sangre, y se apilen esqueletos por las calles -la inquieta mujer no podía creer lo que escuchaba, no podía soltarse de los enmascarados que la inmovilizaban-.

Los seguidores alzaron los brazos con creencia y pronunciaron lentamente una frase en latín. Era estremecedor como vocalizaban al unísono algo así:

... Ave Sathanas

Ave Sathanas

Ave Sathanas

Ave Sathanas

Ave Sathanas

¡Ave Sathanas!

Entonces se callaron. Simultáneamente las velas rojas se apagaron. De ningún modo pudo ser el viento, este no tenía por donde cruzar. Algo estaba mal en el ambiente. Ella comenzó a sentir un pesar en el pecho, como si una piedra se hubiera incrustado en su corazón obstruyendo su espíritu. Los sujetos que la sujetaban de los brazos la soltaron, pero no podía moverse.
Escuchó un susurro tan cerca suyo que incluso sintió ese aliento espeso. No se trataba de ninguno de los enmascarados, esto provenía del Averno.

-«¿What are you afroid of?» -preguntó-.

Las luces se re encendieron y rápidamente una resplandeciente daga curvilínea se asomó sin que pudiera percatarse. Se deslizó por su cuello dejando caer su sangre como agua del grifo.

Apareció un nuevo símbolo rojo de forma retorcida en la pared negra.

Palabras: 500

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