2: Incomprensión del prometido
Lisette
El auto avanza por la carretera mientras veo los árboles pasar y me deleito con la naturaleza. Estamos en los límites del pueblo de Norville, entonces a lo lejos visualizo una mansión. Tiene un enorme cercado automático, ya que papá toca bocina y la reja se abre para nosotros. En cuanto ya nos vamos aproximando a la casa, mi padre al fin se decide a hablarme.
―Tu madre ya te ha explicado todo, ¿verdad? ―Mantiene la vista en el estacionamiento.
―Voy a comportarme, seré una buena chica.
No me contesta hasta que logra estacionar, entonces apaga el motor, luego me observa.
―Nada de tus cosas raras ―advierte, señalándome.
―¿Pero les dijiste?
―Le dije al jefe de la familia, si él decide contarlo o no, es su problema. Se atendrá a las consecuencias de no cuidar de sus hijos. No obstante, tu madre y yo, esperamos que pongas todo tu empeño en no causar conflictos.
―Mamá dice que son malas personas ―aclaro.
―Lo son ―afirma―. Pero si te pueden mantener a raya, estará bien.
―¿Qué quieres decir con eso? ―expreso, cohibida.
―Lisette, es obvio que aceptaron este trato para usarte, y no voy a opinar sobre las prácticas de esta gente, pero si esta va a ser tu nueva familia, debes comportarte como lo has hecho con nosotros. ―Suspira de manera pesada―. O mejor que con nosotros, solo inténtalo y estaré tranquilo. Ahora baja del auto ―ordena.
―¿No bajarás conmigo? ―pregunto, inquieta.
Pone su vista hacia el frente.
―¿Qué acabo de decir?
―Que ahora son mi familia ―expreso, triste.
―Exacto, ve con tu familia.
Mis ojos se humedecen.
―Dile a mamá que la quiero mucho.
―Baja del auto ―repite.
Fuerzo una sonrisa mientras las lágrimas mojan mi rostro.
―No te pongas celoso, a ti también te quiero.
Suspira, cansado.
―Ya baja de una vez.
―Sí ―expreso, cabizbaja―. Lo siento.
Salgo del coche, entonces agarro mi maleta de la puerta trasera. Una vez que la cierro, veo a mi padre retroceder el vehículo. Se abre la reja y cuando esta se cierra, ya casi ni puedo visualizar su automóvil.
Arrastro mi equipaje, luego lo suelto, ya que me asusto, en el momento, en que los dos portones de la mansión se abren a gran velocidad. Un hombre canoso y animado sale de ahí. Está muy emocionado, se aproxima, entonces de la nada me abraza.
―¡¡Ah, mi nuera, soy tan feliz!!
Es tan diferente a la frialdad de mis papás que me quedo confundida.
―Ho... hola.
―Por todos los cielos, lo lamento tanto, es que estoy muy contento. ―Se aparta, chasquea dos veces sus dedos y un empleado corre a llevarse mi maleta, lo que me altera un poco―. Tranquila, te la llevará a tu cuarto, pero no hablemos de eso ahora, te presentaré al afortunado. ―Pone sus manos en mis hombros, entonces me empuja hacia el interior de la casa―. ¡¡Anthony, ven a saludar a tu futura esposa!!
Veo a un muchacho pelinegro, observando su celular. Creo que tendrá unos veintes, quizás. Parece todo un príncipe moderno, como los cuentos que leo. Deja de observar su móvil, entonces alza la vista. Sus ojos son grises, tirando al claro. Por alguna razón su mirada me pone inquieta. Guarda el teléfono, entonces se aproxima hasta nosotros.
Una intensidad llega a mis fosas nasales. No es que huela su colonia, es que el aroma de su piel, me hace agua a la boca. Su olor es delicioso, su carne debe ser exquisita.
Contrólate, esos pensamientos son del diablo.
¡Oh, cielos! Sobre su camisa tiene colgando una cruz, ¿es creyente? Nunca creí que un mafioso le rezaría a Dios. A menos que solo lo tenga de decoración.
Me sobresalto cuando agarra mi mano y besa el dorso.
―Hola, tú debes ser Lisette. ―Me sonríe.
―Sí, sí soy.
―Me gusta tu vestido. ―Me suelta de forma delicada.
Es muy amable.
―Gracias ―digo, tímida.
Me observa mejor.
―¿Estabas llorando?
―¡¡Para nada!! ―Se entromete su padre, respondiendo por mí―. Mi nuera es una mujer muy fuerte, pronto cumplirá la mayoría de edad y haremos un gran banquete.
Me siento mareada de solo pensar en comida.
―Gra... gracias ―repito.
Anthony me mira fijo, se ve serio.
―Te ves justo como pensé.
―¿Qué pensaste? ―consulto, curiosa.
―Anthony, no digas nada estúpido ―advierte su padre, mostrando un gesto que me da miedo, pero al instante le vuelve el ánimo al mirarme―. Iré a buscar a sus hermanos para que los conozcas, te caerán bien Kiew y Anatoly.
Asiento, entonces veo como se retira.
―Te ves inocente y adorable, como una niña aburrida ―declara de repente Anthony, cuando nos quedamos a solas, entonces me giro a verlo, ya que toda su amabilidad se esfumó―. ¿Posees otras dotes aparte de eso? Pues no entiendo por qué me tengo que casar contigo. ―Se ha puesto tan cerca que no lo vi venir.
Y eso que su aroma es exquisito.
―Yo... ―Me tiemblan las piernas.
―Como sea, no queda otra que aceptarlo. ―Su mano pasa directo a mi barbilla y la agarra de manera delicada, se aproxima a mi rostro―. Espero que seas buena en la cama, o mínimo que aprendas rápido, aunque tarde o temprano seguro te seré infiel, no le veo el sentido a este compromiso.
No le entendí casi nada. ¿Qué quiso decir con buena en la cama? Yo sé armar mi cama, qué desubicado. ¿Y eso de infiel? Tampoco lo comprendí. Supongo que sonará estúpido si se lo pregunto, y como noté el tono despectivo, quizás le estaría dando la razón si le consulto. Aunque no creo que estos sean mis mayores problemas ahora.
―Yo... ―Suspiro, controlándome.
―¿Qué? ¿Te comió la lengua el gato? ¿Qué te pasa?
―Hueles muy rico. ―Me muerdo el labio inferior, sintiendo algo de calor en mis mejillas al estar avergonzada―. Déjame morderte.
―¿Disculpa? ―Se queda confundido.
¡¡Oh, cielos, no me pude aguantar!!
―Tengo tanta hambre ―murmuro.
Me observa extrañado por mis confesiones extrañas, aunque no creo que haya entendido que fueron literales. Tampoco lo espanté, pues no me ha soltado. Además, no vislumbro qué comprendió, porque de repente me besa. No puedo decir que se parece a nada que haya leído, solo puedo expresar el sabor de la piel de sus labios. Si lo muerdo le voy a sacar un pedazo, entonces no cumpliré con la promesa que le hice a mamá sobre comportarme.
He de recordar que no puedo comerme a mi familia, y ahora los Nikolav lo son, así que debo aguantar. Aunque no tengo idea cómo contenerme si tengo a Anthony pegado a mi boca, y no lo puedo evitar, su sabor es de lo mejor que he probado en mucho tiempo.
Con estos dos puede haber tantas confusiones que no puedo evitar reír 😂
Saludos, Vivi.
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