SLEEP

SLEEP

HUSBANDO: KUROKO TETSUYA.

TÍTULO: BAJO LAS GOTAS DE LLUVIA.

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Ella siempre había sido una chica con una situación familiar delicada. Tenía miedo de regresar a casa y encontrar las constantes discusiones que sus padres solían tener, por ello decidía alargar el viaje lo más posible. Le encantaba perder el tiempo en la parada, o ir con alguien a un café, incluso a veces se quedaba estudiando en la biblioteca. Todo era mejor que estar encerrada en su cuarto, siendo testigo de como su familia se autodestruía lentamente; por momentos deseaba ser sorda, se sentía tan incómoda, prefería mil veces que sus progenitores acabaran de una vez por todas con la falsa felicidad que se habían creado.

Hoy no era muy diferente a lo cotidiano. No quería ir de inmediato a su hogar, así que se quedó dando vueltas por las calles. Nadie la acompañaba esta vez porque los nubarrones en el cielo indicaban que seguramente llovería pronto, pero solo por eso ella no iba a romper su rutina; correría el riesgo de mojarse aunque no hubiera traído un paraguas. Durante varios minutos pudo caminar despacio y visitar varios lugares, pero eventualmente comenzó a lloviznar. El clima nunca se equivocaba y la naturaleza no perdonaba.

Así que allí estaba, acuclillada en la acera mientras acariciaba a un perrito callejero que se había acercado; al parecer él estaba igual de solo que ella. Las gotas de agua la empapaban y eso no le importaba, de todas formas ya se había mojado, si iba a coger un resfriado ya era inminente. Adoraba el silencio que provocaba la lluvia, porque todos corrían a resguardarse y dejaban la ciudad desierta. Eran tan melancólico y solitario.

El animalito se tiró contra el pavimento boca abajo, y como si hubiera sido una orden la fémina acató y le pasó con delicadeza la mano por su barriguita. De repente dejó de mojarse, como si las gotas de agua a su alrededor se hubieran desvanecido mágicamente, pero ella sabía perfectamente que la ciencia ficción solo era cosa de libros, así que alzó su cabeza buscando la otra explicación razonable.

Efectivamente, alguien había colocado una sombrilla que la cubría por completo del diluvio que azotaba la ciudad. A su lado había un jovencito que sostenía el susodicho objeto, ¡ni siquiera había escuchado sus pasos! No sabía en qué momento se había acercado!. Él tenía una expresión neutral que no encajaba para nada con el rostro tan angelical del que era portador. Sus cabellos y ojos eran de un color azul cielo tan hermoso y peculiar que la asombró; se había mojado por darle gran parte de la sombrilla a ella. Portaba el uniforme de su misma escuela. Por un momento se alegró de que fueran al mismo instituto.

Pero él no la estaba mirando. A diferencia de la fémina, el desconocido solo divisaba al perrito tirado en el piso.

—Gracias —murmuró la protagonista, sin apartar la vista ni un solo instante del individuo tan amable. Su poca atención al perro provocó que este cambiara de persona, y buscara al varón allí presente. Ya con las manos libre la muchacha pudo dedicar toda su atención al peliazul.

No recibió repuesta ninguna, en cambio el chico solo asintió.

Pasaron rato allí. Ella mirando boba como él acariciaba el perro. En algún momento —en que no se dieron cuenta— terminó la sombrilla en manos de la fémina. No dijeron nada, y eso fue perfecto; estaban envueltos por un agradable silencio, el mismo silencio que la protagonista amaba tanto, siendo lo único que se escuchaba a su alrededor el sonido de las gotas de lluvia que empapaban el delicado momento, que caían en torrentes, que impactaban contra el pavimento.

Tan pacífico, tan relajante. Ella sintió su corazón ligero como una nube. Podría pasar horas así, sin moverse, enganchada a esa vista, aferrada a la tranquilidad que le trasmitía ese jóven. No se conocían, pero también sintió que no era necesario, a veces las personas encajan de la nada, y percibía que eso le había ocurrido.

El sol asomó por el cielo y sus ligeros rayos indicaron que era el final de la primera ronda. Si querían irse a casa esa era su oportunidad.

Por primera vez en mucho, el chico posó sus orbes celestes en ella. Un maravilloso choque de miradas se produjo, cosa que también causó una sonrisa en los labios de su contraria, una tenue y ligera sonrisa, suficiente para hacerlo sonreír igual. No había que ser experto para deducir que allí habían saldo chispas.

—Me tengo que ir —dijo ella, como si él estuviera interesado. Le devolvió la sombrilla y se puso en pie. Esperó paciente a que él adolescente hiciera lo mismo, y cuando por fin lo hubo hecho le extendió su mano—. ¿Cuál es tu nombre?

—Soy Kuroko Testsuya —respondió, extendiendo también su mano dispuesto a entrelazarla con la de la fémina—. ¿El tuyo?

—¡Oh! El mío es...

En ese momento sus manos se rozaron. Y mientras ella terminaba la frase y le confesaba su nombre, el contacto de sus pieles juntas les provocó una sensación que jamás habían experimentado, tan ridículamente poderosa e impresionante que los asustó.

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Palabras del autor:

Cómo ven, para este reto estoy haciendo shots cortitos y pequeñitos. Gran diferencia de este al primero.

Amo mucho a Kuroko 0-0

Pronto habrá fanfic de él en mi peril, cuando me encuentre un poco más libre.

No hay que decir de esto. Adoro la lluvia y me parece super romántica.

Recuerden seguirme en mi Twitter: Mio_Uzumaki, donde estaré publicando cositas de mis historias, adelantos, dibujos, etc.

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Lean comiendo palomitas ( ̄ω ̄)🍿

~Sora.


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