Restricción del amor puro
Otra víctima.
Que fácil es esto.
¡Ja!
Me río de recordar su actitud:
“¡Por favor, no!” “¡NOOOOO!”
Con solo recordar sus gritos desesperados viene una gran risa en mí.
No es culpa mía.
No soy una mala persona.
Él solo era... un estorbo.
Un estúpido y sucio estorbo entre mi amada Emilie y yo.
Emilie Roses es la personificación misma de la belleza y bondad combinadas.
Pero no sé qué es lo que quiere.
Pero de algo estoy seguro.
Que estaría muy feliz de ser amada, aunque ya lo es.
Por esa razón, estoy seguro que estará MUCHO MÁS que satisfecha de ser amada por MÍ.
Y solo por MÍ.
Otros que la amen... son un obstáculo.
O bueno, lo son hasta que ya son desechados...
Amigos, rivales, familia, conocidos... De todos ellos... ME DESHARÉ DE TODOS...
Estoy sudando.
Debe ser porque tengo sangre recién sacada del cuerpo humano en mi ropa.
Ese imbécil no se dejó matar tan fácilmente, así que tuve que dar una dura pelea.
Si no se hubiera resistido hubiera hecho esto mucho más fácil para ambos.
Ya apenas si recuerdo la primera vez que maté.
La primera vez que tuve sangre fresca en mis manos.
La primera vez... en que enloquecí por amor.
Todo comenzó por una exposición en clase.
Sí, algo tan absurdo y estúpido como eso me convirtió en este asesino a sangre fría con tal de obtener lo que quiere.
Me tocó con una hermosa chica rubia de ojos verdes.
Sus hebras doradas simbolizaban el sol mismo, mientras que sus ojos las piedras –para mí desde que la conocí– más preciosas y valiosas de este universo, las esmeraldas.
Solo esa vez tuvimos más contacto del que tuvimos en todo el año escolar junto. Y esa vez fue suficiente para hacerme sentir cosas que nunca había sentido en mi vida entera.
Primero, descubrí por fin lo que era que tu corazón latiera a más de mil por hora con solo estar cerca de su persona.
También que corazón y mente son demasiado diferentes, y ambos quieren diferentes cosas. Y pensar que ellos son los que me mantienen vivo...
Y por último, también por fin supe lo que era tener celos. Lo que era querer matar a alguien por solo sonreírle a quien quieres. Ese sentimiento que representa mayormente interés hacia el otro... pero que también se vuelve tóxico.
Ese último sentimiento es el que siempre tengo.
Los anteriores los tengo con solo acercarme. Pero por ahora verle a la distancia a mi hermosa Emilie es suficiente.
Aunque últimamente le he hablado más, así que es un avance. Pronto me dirá que me ama, ya que es obvio que lo hace.
Lo que no tolero, y por el cual ahora mismo estoy frente a un cadáver frío de un chico de mi clase, es que le hablen a MI Emilie.
Ella es MÍA.
Solo MÍA.
Aunque claro, ella aún no lo sabe...
Pero lo es.
Y siempre lo será.
Hacerlo por ella es un impulso incontrolable.
Ella me pertenece solo a mí, después de todo.
La quiero toda para mí, y la tengo toda para mí.
Suerte no estoy con la ropa del instituto.
Así me es MUCHO más fácil no levantar sospechas alguna.
Sí, lo sé.
Nunca salgo de casa, aparte de ser para el instituto.
No hay nadie a esta hora, haciéndome más fácil transportar el cuerpo.
Lo asesiné con la típica, un cuchillo.
Otras herramientas mías son tuberías que yo mismo compro, o veneno.
Sí, lo sé. Un típico cliché de chico Yandere.
Yo también leí esas historias, buscando una respuesta a mi comportamiento.
Lo único distinto, es que yo no me muestro amable o dulce con los demás.
Me muestro amable, sí. Pero hasta ese punto.
Hacer de un Dan-dere no es algo mío ni aunque mi vida dependa de ello.
Aunque bueno, mi vida depende solo de Emilie.
Si alguien me la roba, no sé qué haría...
O bueno, sí sé.
Le torturaría hasta la muerte misma, o algo peor a eso.
Lo sé, soy un maniático. Pero es por amor.
Todo lo que estoy haciendo es por amor.
Quien no vea eso, no es más que alguien que le faltó abrir un diccionario en su puta vida.
—Gabriel.— escucho como me llaman desde la espalda. Es una voz femenina.
Me doy la vuelta, fastidiado.
No tengo tiempo para ver qué imbécil me está hablando.
Me encuentro con una chica de mi edad, más o menos. Tiene cabello algo largo, hasta la mitad de su espalda, el largo más o menos de mi querida Emilie.
Sus ojos son celestes, contraste con las preciosidades de Emilie.
Su cabello es oscuro, negro, el cual se camufla con la oscuridad de la noche.
Usa lentes azules.
Sonrío al verla.
Me mira esperando una respuesta a lo que estoy haciendo. Pero a diferencia de otras personas, ella me mira indiferente.
Ya está acostumbrada, claro está.
Es Nathalie Sancoeur, mi cómplice en estos crímenes que hago por amor.
¿Por qué es mi cómplice? Según ella no tiene nada más que hacer, además que es la secretaria del consejo estudiantil, y yo el presidente. Hace todo lo que yo le pida.
Su lealtad es inigualable.
—Nathalie, ¿alguna novedad acerca de la policía?— rápidamente saca su libreta de notas, dónde tiene anotados todos los datos que recolecta de la policía. Gracias a que un compañero nuestro, Roger Raincomprix tiene a su tío policía, y está enamorado de mi cómplice, nos es mucho más fácil saber acerca de esa información.
Niega con la cabeza.
—Pero te diré, Gabriel, que la policía decidió poner vigilantes en cada esquina debido a tus asesinatos. Buscan al autor de esos crímenes. Si dan contigo, yo- — la interrumpo. Todas las veces es lo mismo.
—Secretaria, ¿cuántas veces he conseguido burlar a la seguridad corrupta? Vamos, dime.— se queda callada mientras baja la cabeza. Asiente débilmente, dándose cuenta de lo estúpido de su pensamiento.
Mientras yo tenga el dinero que me dan mis padres, cualquier avaricioso con deseo de poder me dejará ir.
—....Tienes razón. Lo siento, Gabriel.
—No te preocupes amiga mía. Está bien que te preocupes. Pero no olvides que quien se meta en mi camino para conseguir a MI Emilie, se las verá con mi furia.— comienzo a reírme por lo bajo de forma maniática, como tengo la costumbre desde que asesino a las personas. Nathalie solo asiente y hace una reverencia en señal de obediencia.
Nathalie se encargó del cuerpo. Usarla porque es demasiado manipulable debido a un amor no correspondido hacia mí fue una de las mejores decisiones que tomé en mi vida.
Llegué a casa.
Abro la puerta de mi habitación.
Mis padres no están.
Nunca están.
Comienzo a admirar mi hermoso tapizado de pared y techo.
Lo titulé “Mi musa”.
Hay muchas fotos de Emilie en distintos tamaños.
Desde dentro de amuletos, hasta pósters hechos por mí mismo con su cara.
Hay una sección que es mi favorita.
La de la pizarra.
Allí hay fotos unidas con hilos rojos, dónde uno todas las piezas para poder cumplir mis objetivos.
Tacho a ese tipo.
Tenía una flecha que le señalaba, diciendo “objetivo” y al lado de él hay otra chica.
La tacho también.
Gracias a ese veneno de duración tardía, ya debe estar agonizando. Pensaran que se intoxicó, ya que a esta hora su familia cena.
Sí, me tomé el tiempo de investigar el horario de su supuesta mejor amiga.
¡Ja! Mejor amiga una mierda.
Emilie no puede preferir a nadie más que a mí.
Y cuando alguien es tu mejor amigo o amiga, le prefieres siempre.
Me encargué de esa metida.
Ya pasó una semana.
¿Oye, mi amada, por qué sufres tanto?
Ese tipo sólo era un estorbo.
Me acerco a ti, tratando de esconder mis deseos de robarte ahora mismo.
—¿Roses?— “Emi” en mi mente. Ella no sabe que le digo así. Por algo es mi novia mental con la que tengo hermosas fantasías de una familia futura los dos juntos. Se da la vuelta. Sinceramente, no me hubiera importado ver solo su espalda.
Todo de ella es hermosa. Desde su rostro, hasta su bien formada espalda.
—Oh, Gabriel. Hola...— se la nota desanimada. Solo está fingiendo. Es imposible que ese mal nacido la haga sufrir. Y quitando eso de lado... ¡Me llamó por mi nombre! Su melodiosa voz dijo mi nombre...
No es la primera vez que dice mi nombre, al menos en mis sueños.
—¿Qué te ocurre? ¿Estás bien?— se lo pregunto por pura educación, ya que sé que está perfectamente.
—No en realidad... Es debido a... Nino.— me mira, pero desvía la mirada. No quiere que la vea triste. Cualquier estado suyo ya lo capté en cámara. Así que no importa.
—Sí, a todos nos dolió.— mentira. Una total mentira. —¿Tú lo apreciabas mucho?— ya sé mi respuesta a eso.
Mi diosa rubia me mira, pero al parecer se niega a responder.
¿Oh? ¿Hay acaso una razón para que no puedas decirme lo que pensabas de él? ¿O de lo que piensas de otros chicos?
¡Oh, es cierto! ¡Está más claro que el agua la respuesta!
Eso es... Porque no hay otro, ¿cierto?
—Me caía bien...
—Entiendo. Debe haberse ido a un lugar mejor, Emilie.— claro que se fue un buen lugar. Se fue al hermoso infierno.
Mi musa me sonríe débilmente. Una nueva cara para guardar en mi mente eternamente.
Me quedo mirando esos labios.
Cómo quisiera robarlos.
Así, ella no podría besar a otro que no fuera yo...
—Gracias por tus palabras Gabriel.— no hay de qué. Adora mis palabras falsas.
—No hay de qué.— le sonrió normalmente. —Oye, ¿y me vas a decir al final quién te gusta?
Ella al escuchar eso está por decirme, pero una de sus amigas metidas la llama.
Me muerdo la lengua.
Esa tipa será una hija de puta...
Miro a mi amada irse.
Me voy en dirección a la biblioteca. No hay nadie, para mi suerte.
Me dirijo a una mesa algo alejada, dónde saco una foto de mi hermosa Emilie.
Vamos, que se apresure y me diga su respuesta.
¡¿Quién diablos es el que le gusta?!
Soy yo, ¿cierto?
Soy yo, ¿no es verdad?
No permitiré que sea alguien más...
—Vamos, dime que me amas...— le digo eso a la foto. En ella está sonriendo dulcemente. La lamo.
Lo sé, es extraño. Pero adoro hacer eso con las fotos de ella.
Preparo un veneno potente en casa.
Nathalie me ayudó, gracias a sus conocimientos en el área.
—Gabriel, yo...
—Con esto esa suripanta de cuarta no se volverá a meter en mi camino...
Solo asiente.
Pasa un mes.
Emilie ya está mejor.
Yo tenía razón.
Realmente no estaba triste.
—Emilie.— la llamo con la excusa de querer darle los apuntes de la clase anterior. Tuvo que irse el día de ayer.
—¡Oh, presidente! ¿Qué ocurre?— me sonríe angelicalmente. Dios, a veces es difícil controlarme.
—Quiero darte los apuntes. Es que- — siento que ella desvía la vista hacia un lado de mí.
¿Oye, qué estás mirando?
¡No mires a otro lado si yo estoy frente a ti!
—¡Lucía!— mi Emilie está feliz de ver a la futura víctima. Es solo una apariencia, yo lo sé.
—¡Emilie!— una chica morena que tiene el cabello azabache se acerca a nosotros. O mejor dicho a ella.
Mi Emilie, eres única.
Por eso es que te quiero solo para mí.
No quiero y voy a compartirte con NADIE.
Comienzan a hablar animadamente. Me retiro dejándole los apuntes a mi amada.
Nathalie se acerca a mí.
—¿Gab-
—Trae el veneno. Trae también el tubo que compré hace dos días. Los quiero para esta noche. Ni antes ni después, ¿te queda claro?
Se queda callada mientras se detiene en el lugar.
La miro, diciéndole con la vista que no estoy bromeando.
—.....Como diga, señor.
Me giro a ver a mi Roses una vez más.
Está rodeada de amigos y amigas suyos.
Que lo “disfrute” mientras pueda.
Mañana ya no estarán vivos.
¡Todo sería mucho más fácil si me mostrara lo que siente por mí!
¡Sería mucho más fácil que sus esmeraldas me reflejaran SOLO A MÍ!
¡¿Qué mierda le impide decirme que me ama?!
Cierro los puños.
Todo esto es culpa de ellos.
¡¡ESOS TIPOS SON LOS CULPABLES!!
Pero no importa.
Me libraré de todos ellos.
Llega la noche.
Nathalie ya tiene todo listo.
Espero su señal.
Cuando me la da, voy con mi cuchillo y mi cañería corriendo en dirección de todos esos.
No comprenden nada.
Entonces, de la nada aparezco con una sonrisa sádica detrás de ellos, con la única luz de la luna.
—¡¿Qué?!
—¡Esto es por ser un estorbo!— los empiezo a golpear con el tubo. Tratan de huir, pero no se los permito.
Algunos mueren ante los golpes, y otros se resisten. A los últimos les doy con mi cuchillo fiel varias veces. —Nadie, absolutamente NADIE se interpondrá entre Emilie y yo...
—¡Enfermo mental! ¡Emilie nunca te amará! ¡NUNCA!— me doy la vuelta lentamente para dar con la proveedora de esa total mentira. Me encuentro a Riney. Me acerco a ella mientras trata de huir.
—¿Qué fue lo que dijiste...? Anda, repitelo.— grita asustada, buscando un escondite. —¡Que lo repitas, zorra! ¡Anda, repitelo! ¡REPITELO!— mientras grita horrorizada, le doy varias apuñaladas con mi cuchillo. La sangre comienza a manchar mi rostro. No me importa una mierda. Solo me importa acabar con la asquerosa vida de esta inadaptada. Se nota que es una imbécil. —¡VAMOS, REPITELO DIJE! ¡REPITELO! ¡REPITELO!— no sé cuántas veces sigo con lo mismo. Pero termino acabando con su vida.
—Gabriel, ya son la 1 de la madrugada. Mejor vámonos. No te preocupes, tenías puestos los guantes, así que nadie te identificará.— me levanto todo sudado.
Observo a mi alrededor toda la masacre de cuerpos.
Tuvimos sentido común al llevarlos a un lugar no muy poblado. Nos encargamos de que nadie escuchara nada.
Es tan fácil manipular los sentidos.
Pasa una semana.
El número de estudiantes ha bajado considerablemente.
¿Qué? No es culpa mía que todos sean aquí unos metidos o rivales. Ellos no se cuidan.
Emilie parece estar agobiada. Pues claro, que unos policías te lleven a declarar porque todas las víctimas te conocían no debe ser bonito.
Pero lo hago por nosotros, mi amada. Una vez nadie se interponga, seremos felices.
Es martes 4 de septiembre de 1985. Llego al instituto, como todos los días.
El día pasa normalmente.
A la salida, voy a buscar a mi amada Emilie.
Por fin pude pedirle una cita, así que iré a aclararle la hora.
La encuentro en el patio, está llorando.
Nadie queda ya en este colegio.
Momento perfecto para hablar con ella.
Me comienzo a acercar a ella.
Se pone nerviosa ante mi presencia.
—Emilie, hola. Quería saber a qué hora será nuestra cita de mañana.— le sonrío sinceramente. Ella no responde nada. Solo me mira seriamente. No comprendo. —¿Emilie?— acerco mi mano a su rostro, para poder tocarla. Pero ella golpea esta misma.
—¡¿Cita?! ¡¿CITA?! ¡¿ACASO SOLO TE IMPORTA ESO CUANDO ME QUITASTE A TODOS MIS SERES QUERIDOS?!— tiene lágrimas en sus ojos, y su mirada refleja muchos sentimientos. Entre ellos, tristeza y decepción. Los principales también.
¿Cómo puede saber eso?
Nunca le dije a nadie.
Actúo desentendido.
—¿De qué hablas, Emilie?— vuelvo a acercar mi mano, pero vuelve a alejarla con un golpe.
Me quedo mirando mi mano.
—¡Nahiara ya me dijo lo que ocurre! ¡Hasta me mostró fotos! ¡Me mostró toda evidencia para decir que eres el culpable! ¡HASTA ME MOSTRÓ UNA FOTO DE TU CUARTO DE ENFERMO! ¡ERES UN DESGRACIADO, AGRESTE!— a pesar de que me está gritando los mil y un improperios, sólo me quedo mirando fijamente mi mano.
Entonces, alzo la vista, y la miro serio.
Esto no estaba entre mis planes, pero ya nada puedo hacer...
Comienzo a acercar mis dos manos a su persona.
Más específicamente a su cuello.
De repente, su lado enfadado se desvanece, dejando una expresión de absoluto terror.
Oye, oye... ¿Por qué estás tan asustada? ¿Por qué intentas huir?
¡No permitiré que estés lejos de mí nunca más!
Comienzo a apretar su cuello con mis dos manos, mientras ella trata inútilmente de quitarlos.
Me mira, suplicante. Suplica que no lo haga.
No obedezco.
Oye, si te mato ahora... ¿Podría finalmente hacerte mía...?
¿Eso no sería mi paso a la felicidad mayor?
Pues sí. Y no me detengo.
¿Por qué?
Fácil.
Porque yo te amo... más que a nadie en el mundo.
Porque yo te di la... Restricción del amor puro...
Porque el amor puro... Es el tuyo hacia mí...
******
Miro como Gabriel mata a Emilie. O bueno, no la mata.
Pero sí la deja inconsciente.
Seguramente la mantendrá cautiva en su casa.
Hasta tendrán un hijo pronto.
Yo lo sé.
•Actualidad:
Yo conozco toda la verdad.
La verdad tras el “amor puro” de Gabriel y Emilie.
Lo sé, porque soy la secretaria.
Lo sé, porque yo soy la niñera de Adrien.
Lo sé, porque yo amo a Gabriel más que a nada en el mundo...
Lo sé, porque soy...
Nathalie.
☘☘☘☘
¡Hola!
Espero les haya gustado este One-shot de Gabriel Agreste xD
¿Por qué Gabriel es el Yandere? Porque en sí nunca lo había visto como un Yandere en ninguna historia. Y aprovechando que esta canción de Len me encanta, pues la puse.
Cuando me di cuenta, el Yandere ya era Gabriel, ya que que lo sean Adrien o Nathaniel ya era muy cliché en mi opinión.
Ahora sí, ¡nos vemos! No me maten por arruinar a Gabriel por Yandere XD
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