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capítulo cinco
WAITRESS
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Se me agotaban los pasos, me rehusaba a mirar el objeto que ya estaba destrozado para ya no torturarme. Todo se resumía en una pregunta: ¿Qué mierda haría ahora?
—Tal vez sea tolerante—restó importancia Billy.
—¿Qué pasaría si alguien te robará los cigarrillos?
Me miró de hito a hito, desde el último nivel de las gradas. Me sorprendía que no haya sido tan egoísta como para dejarme tirada en esta situación; sabiendo que toda la culpa era de él.
—Buscaría a quien lo hizo y lo haría sufrir—respondió sin más y mirando un punto fijo.
—Eso es lo que me pasará cuando Jonathan se enteré—asegure tirando mi cabello atrás con frustración.
—Es sólo una cámara.
—Y por eso mismo, es lo que más ama—recalqué—. Además de que Steve se la regaló luego de...Algo. Es su segunda cámara y la cuida como si fuera su vida ¿Lo entiendes?
—¿Steve...? ¿Él es tu novio?
—¡Por dios, presta atención Billy!—chille—. Y que quede claro que todo esto es culpa tuya.
Esta comportándome como una niña pequeña a la que le habían roto un muñeco, pero no me interesaba. Lo que menos podía era pensar en estos momentos.
—Está bien...Ya relájate—susurró levantándose de su asiento y caminando hasta a mí—. Te daré lo que necesites para comprar esa estúpida cosa y todo resulto.
—Pero...Oscurecerá cuando llegue a la tienda.
—¿Y los monstruos te atraparán, luego de eso?
¿Qué gracia tenía esa pregunta si ya conocía a la especie de criatura sobrenatural que habitó en Hawkins para arrebatarle toda la inocencia?
—Digo...Es que...No sé tal vez podrías ya sabes...Acompañarme—titubeé.
Soltó una carcajada exagerada que me tomó por sorpresa, con sólo ella lograba avergonzarme.
—Claro...Debo pagar por esa mierda, y además perderme mi cita porque no eres lo suficientemente lista para cuidar una cámara ¿No?—se burló bruscamente.
—Eres una mierda Hargrove—insulté, antes de escapar del gimnasio con la furia presente en cada parte de mí.
California y una mierda. Era un cretino completo.
Y ahora que estaba sola en esto, debía pensar en la mejor oferta a cambio de que Jonathan no me ataque como si interpretara el papel de un león y yo de su presa.
Suspiré, tratando de lucir más relajada, unos momentos sola en el baño eran lo que más necesitaba para serenarme.
Ellos no estarían así, me mirarían con la misma ternura con la que solían hacerlo y me dirían que todo iba a estar bien.
Negué con la cabeza. Prohibiéndome pensar en ellos aunque fuera casi inevitable.
Salí de los baños teniendo frente a mis ojos a todo el lugar desolado, el entrenamiento de hoy había sido tan largo que era obvio que más de uno se había ido. Y ahora me quedaba a mí elegir cuál excusa decir.
La única hasta el momento era que empezaría a trabajar para comprar una nueva cámara.
Ya era un hecho, debía empezar a buscar en los periódicos alguna oferta de trabajo dentro de lo posible con un buen sueldo.
Detuve mi caminata al tener frente a mis ojos a Billy mirándome fijamente, con sus manos apoyadas lado a lado en su vehículo azul.
Su expresión no daba una respuesta concreta, habían veces que pensaba que estaba bromeando y otras que lucía irritado.
Creo que ya dije que él era un misterio.
—¿Qué haces aquí?—pregunte cruzada de brazos.
—Sube—exigió señalando con la cabeza al auto—. Hay una cámara que debemos comprar.
—No necesitas hacerlo—rechacé—. Ve a tu casa a hacer cualquier mierda que quieras, fuma todos los cigarrillos que gustes y vete a tu estúpida cita no lo sé; pero no hagas esto.
—Pagaré la cámara y te llevaré hasta allí ¿No crees que estoy haciendo demasiado?
Lo estaba haciendo. Pero no aceptaría que haga esto por obligación, de todas formas hallaría una alternativa.
—Lo que menos queremos es pasar tiempo con el otro—mentí, sabiendo que así no era para mí—. Deja de fingir y haz lo que mejor te sale, preocuparte por ti mismo.
• • •
Habían pasado tres días desde mi discusión con Billy, no lo había vuelto a ver tras nuestro último "encuentro" del Viernes. Y ya que estábamos a Lunes comenzaba de nuevo la semana.
Al salir de la escuela busqué por todos lados una cámara parecida a la de Jonathan, pero ninguna era lo suficientemente adecuada para pocos ahorros que llevaba conmigo.
Y al llegar a casa con las malas noticias nunca antes habíamos discutido tanto con mi primo, incluso fue raro para Joyce y para Will verlo tan enfadado. Y yo nunca antes me sentí tan idiota.
" —¿¡Cómo pudiste ser tan irresponsable, Bryanne!?—gritó caminando por toda la sala.
—Fue un accidente, ya te lo dije.
—Y dejaste que Hargrove se fuera ¿En qué estabas pensando?—río amargamente.
—Sí, y no me hubiera hablado si no te hubieras olvidado de mí en la fiesta—inquirí en voz alta—. Y mucho menos hubiera pasado esto si te llevabas la maldita cámara.
Me levanté del sofá en el que estaba sentada siendo regañada cual niña con su padre.
Aquí eran los momentos en los que más deseábamos retroceder el tiempo para no cometer los mismos errores que ya sucedieron.
Paramos de mirarnos con tanto rencor cuando por el pasillo se aproximaron dos figuras.
—¿Qué sucede?—interfirió la tía Joyce poniéndose entre medio de ambos—. ¿Por qué están discutiendo?
Suspiré intentando relajarme y descifré que yo sería la que tomaría la palabra ya que Jonathan me miraba expectante.
—Rompí su cámara por accidente.
Joyce suspiró igual que yo lo había hecho hace momentos y Will abrió su boca ligeramente en forma de "O".
—Buscaré trabajo y compraré una nueva.
—Por supuesto que no—negó con la cabeza Joyce—. Veré de usar algunos ahorros, no tienes porqué hacerlo.
—Mamá—gruñó Jonathan mirándonos a ambas—. Esto es su culpa, ya deja de darle la razón en todo.
Nos quedamos en silencio, y no iba a negarlo. Decía la verdad, pero ya no permitiría que eso sucediera otra vez.
—Brynn no lo hizo a propósito.
—No necesitas defenderme, tía—murmuré con la voz queda—. Buscaré el trabajo, ya está decidido"
Y así fue como terminé sirviendo el café de la tarde en un acogedor lugar, donde conseguí el empleo de mesera. Supongo que debo agradecer de que Bob conozca a tanta gente y me haya ayudado en todo para por fin ganar mi propio dinero.
Aquí la jefa Peggy, me daba indicaciones sin verse como esas mujeres desafiantes que tratan a sus empleados de mulas.
Ella parecía ser la persona más noble de Hawkins y esa misma amabilidad te hacía sentir cómodo al hablar con ella.
Mis compañeras no eran muchas, tan sólo dos meseras, un cocinero y un cajero. Todos mayor que a mí y algo reservados.
Mientras me encontraba tarareando la canción que escuchábamos siempre con Jonathan y Will, me encaminé al cliente que me ordenaron atender.
—Bonito uniforme Carmel.
—¿Estoy soñando o eres tú, Billy?
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