Te encuentras tomando helado con quien mas te agrada últimamente, una pequeña nutria. Hablas con él sobre tu vida, tu familia, tus sueños; él solo se limita a reír y preguntar. También quieres preguntar, quieres conocerlo mejor. No sabes por donde empezar. Quizás conquistándolo.

-¿Cómo vas con la chica que te gusta?- dices curioso.

-No muy bien, sigue sin corresponderme- tratas de ocultar tu alegría bajo un rostro de lastima.

-No sabe de lo que se pierde... Si yo fuera ella ya te hubiese aceptado hace mucho- te levantas para luego abrazarlo. Notas un leve sonrojo en el rostro del menor.

-Gracias por eso- te sonríe tímidamente, te encanta esa sonrisa inocente, quieres protegerla, hacerla feliz, que nunca se desvanezca.

-Lo que sea por mi pequeñito- lo sueltas y vuelves a tomar asiento.

-No soy pequeño, tu eres muy grande. Además no puedes llamar pequeño a lo que tengo aquí abajo- ambos comienzan a reír a carcajadas. Volvió ese espíritu adolescente, pervertido, alegre, con gran autoestima que tanto te gusta.

-No me quiero imaginar- ríes, si te lo quieres imaginar.

Terminan su encuentro y cada quien va por su cuenta.

Continuará...