18. ¡Moda, cumbia y mucho pop!
Lunes por la mañana. Bajo del autobús con más ojeras que un mapache, el pelo encrespado y un calcetín de cada color. Por suerte llevo las botas altas y no se ven.
He estado todo el fin de semana dándole vueltas al maldito artículo, pero al final creo que he sido capaz de hacer algo que les va a dejar boquiabiertos. No veo la hora de ver la cara que pone Graham al leerlo. La pena es que el artículo solo servirá para que escojan entre una u otra y nunca verá la luz, porque lo que más gracia me haría sería verlo en todos los quioscos.
Llego a mi cubículo del inframundo y tomo asiento. Max no me quita ojo. Sé que me está mirando raro el pelo, ha debido notar que he dormido mal este fin de semana.
—¿Qué te ha ocurri...
—No digas ni una palabra acerca de mi pelo. —Le interrumpo antes de que pueda continuar.
—¡Oh! De acuerdo. Entonces lo diré de tus ojeras. —Dice divertido. Le fulmino con la mirada.
—Max. No estoy de humor. Estoy muy nerviosa. —Digo mientras le acerco el dosier con el artículo para que lo lea. Max no sabía aún para qué quería las fotos que le hizo a Graham.
—¿Es el artículo? ¿Sobre qué lo has escrito? No me contestaste a los mensajes, maldito duende pelirrojo. —Refunfuña antes de abrirlo.
—Tú mismo. —Digo haciendo un gesto para que lo abra.
Max se pone a leer y según avanza en las líneas de mi redacción sus ojos se van abriendo más y más, hasta que su boca hace lo mismo. Levanta la mirada para fijarla en mis ojos y dice:
—Giselle, ¿qué mosca te ha picado? Graham es el que va a decidir quién escribe la columna. Esto es un suicidio.
—Lo sé. ¿Por qué te crees que estoy tan nerviosa?
—¿No has podido hacer el coolhunting? ¡O haberle puesto una manopla de Monky a tu gata! ¡Madre mía Gigi! ¡Más de uno va a infartarse en esa reunión! ¡Cómo me gustaría verlo!
—Míralo por el lado bueno. Kristen conseguirá el trabajo y tú te llevarás la gloria. ¿Qué habéis hecho al final? Cualquier cosa será mejor que esto...
—Ya lo verás...
—¡Oh! ¡No aguantaré ni un minuto más sin saberlo! —Digo sarcástica. —Así que me voy a los despachos, no quiero llegar tarde. Deséame la mejor de las muertes, porque la suerte ya la he perdido.
—¡Mucha mierda Gigi!
Me dirijo hacia el ascensor con el artículo en la mano y voy a la octava planta. Cuando las puertas se abren Kristen ya está allí preparada con su artillería, de nuevo junto a la planta verde. Esta vez las distingo bien, porque ella lleva un vestido de un chirriante rosa fosforito.
—Buenos días Kristen. —Digo educadamente. Ella me mira con aires de superioridad.
—Buenos días Giselle.
Tras unos instantes de tenso silencio vuelve a abrir la boca.
—¿De qué has hecho el artículo? —Pregunta curiosa esa pequeña víbora de lengua viperina.
— De las tiendas de segunda mano a las que vas, por supuesto. —Miento a propósito. Su cara se empieza a poner roja de furia, pero no le da tiempo a contraatacar porque Bárbara llega en el momento justo.
—Hola chicas. Pasad a la sala de reuniones, todos os están esperando. —Dice señalando la puerta de acceso.
Creo que mis piernas deben estar temblando pero en un impulso de valentía las fuerzo para mantenerse firmes y entrar con buen paso a la reunión.
La mesa tiene la misma disposición que la primera vez que estuve en esa sala y todos los presentes han tomado las mismas posiciones. El Director, Peter Hallway preside la mesa, a su lado derecho están Lucy Benson, Theodor Kettle y Eleanor Robins. A su izquierda Ian y Bárbara Fraser. Después Kristen y yo.
Ian no para de mirarme y cuando todo el mundo está pendiente de nosotras, me guiña un ojo. Me entran ganas de arrancárselo. No he sabido nada de él desde el partido. No tengo su número de teléfono ni sé dónde vive, sino ya hubiera ido a cantarle las cuarenta. O en realidad no, porque hubiera parecido una loca celosa sin sentido alguno. Que puede que lo sea, pero no es cuestión de hacerlo ver de esa manera.
—Buenos días a todos. —Comienza Hallway. —Como sabéis estamos aquí para decidir quién de las dos, la Señorita Lee o la Señorita Greene, va a encargarse de la nueva columna.
—A continuación leeremos los dos artículos y cada uno de vosotros tendréis que rellenar un pequeño cuestionario que os he dejado sobre la mesa en cada uno de vuestros asientos, valorando diferentes aspectos de las redacciones del 1 al 5. Siendo el 1 la peor puntuación y 5 la mejor. Sumaremos las puntuaciones de ambos artículos y la más alta será la elegida. —Explica Lucy.
—¿Qué aspectos se valorarán Señorita Benson? —Pregunta Kristen.
—Originalidad, gramática, frescura, concordancia con el tema que se os pidió,... Nada del otro mundo Kristen. Si has escrito un buen artículo, no tienes de qué preocuparte. —Responde Benson.
—Bien. —Dice Hallway. —Pasadme los artículos.
En este momento empiezo a darme cuenta de la locura que he hecho. ¿Cómo van a tomárselo bien? Es imposible. Mi pulso empieza a acelerarse y mi mano al coger el dosier con el artículo comienza a temblar. Eleanor me mira desde el otro lado de la mesa, me hace un gesto para que me tranquilice. Su mirada es la de una madre completamente segura de las capacidades de su hija. Solo espero no defraudarla.
Alargo el brazo para que Hallway pueda tomar mis hojas. Kristen hace lo mismo.
—Yo los leeré. —Dice Lucy Benson, tomando los artículos. —Empezaremos por el de la Señorita Kristen Lee. Aseguraos de que ponéis las calificaciones en la hoja correcta. —Concluye, refiriéndose a los que hoy, además de jefes, son mis jueces. Y a Ian, que aún no ha parado de mirarme. Me está empezando a poner nerviosa.
Lucy abre la carpeta en la que Kristen lleva su artículo y reparte a los presentes un ejemplar del mismo. Ambas hemos hecho copias para todos.
El comité da una rápida ojeada al conjunto.
—De acuerdo. —Dice Hallway. —Cuando quieras puedes leerlo Lucy.
La Señorita Benson, se aclara la garganta y comienza a leer: "Buenos días, queridos lectores. En esta nueva sección, yo, Kristen Lee, les voy a introducir en el mundo de la moda de la mano de los más prestigiosos diseñadores internacionales y de los personajes más famosos de las alfombras rojas. Por suerte, tengo el placer de conocer personalmente a muchos de ellos. Es el caso de mi gran amiga, la cantante de cumbia pop, Betty Ramírez, nominada en la sección "Mejor Álbum Cumbia" de los últimos premios Grammy Latino..."
Lucy hace una pausa. Y tose.
¿Quién narices es esa Betty Ramírez? No he oído ese nombre jamás, y no estoy segura de si los aquí presentes tienen algo más de idea de quién es. También es cierto que la música latina no es mi fuerte. Yo soy más de Queen. Pero por el gesto de Ian y de Bárbara, puedo adivinar que ellos tampoco saben nada.
—Disculpad. —Interrumpe el Señor Kettle. —Puede que sea algo, digamos, inculto musicalmente hablando, pero no tengo ni idea de qué es la cumbia pop y muchísimo menos de quién es esa tal Betty. ¿Me lo podéis explicar?
A Ian se le escapa una media risilla que intenta disimular mordiéndose el labio. Bárbara sigue ojiplática mirando el papel de un lado a otro. Lo que no sabe es que va a tener que reservarse algo de humedad en sus ojos para desperdiciar con el mío. Y Hallway parece algo confundido.
—La cumbia pop es un género súper revolucionario. Muy en tendencia. Es una forma de versionar canciones de siempre con un toque actual y latino. La mismísima J. Lo. las utiliza en sus entrenamientos de Zumba y Betty es su favorita. —Suelta Kristen.
—¡Oh! Entiendo. —Dice Kettle aún algo aturdido. —Continúa Lucy.
—¿Por dónde iba? ¡Ah! ¡Sí! Los Grammy... "nominada en la sección "Mejor Álbum Cumbia" de los últimos premios Grammy Latino, con quien he tenido el gusto de charlar sobre moda. Betty es una fiel seguidora del estilo "Sporty-chic". Este estilo mezcla prendas más glamurosas con otras que habitualmente usamos para hacer deporte. En la foto que se adjunta, se puede apreciar una recreación "low-cost" del look que la cantante de moda lució para la gala de dichos premios, celebrada el pasado mes en Las Vegas. Betty nos muestra como combinar una simple falda entubada y unos tacones con una sudadera de lo más casual y estar divina para una alfombra roja. Para que todas vosotras podáis recrearlo también, os diré que la preciosa sudadera podéis encontrarla aquí mismo en Klein ya que el creador de tal maravillosa obra de arte es el guapísimo Ian Graham, dueño de la cadena de tiendas Monkey, que están causando tanto furor. Así que ya sabéis chicos y chicas, si queréis sentiros tan geniales como las mismísimas actrices de Hollywood solo tenéis que acercaros a vuestra tienda Monkey más cercana y haceros con una prenda deportiva para mezclarla con vuestras mejores galas. Nos vemos la semana que viene con otro nuevo consejo de parte de vuestra mejor redactora, Kristen Lee."
Lucy termina de leer. Lo cierto es que el artículo no está nada mal, quitando la parte de que nadie conoce a la susodicha y la del peloteo extremo a Graham con lo de "maravillosa obra de arte". ¡Que es una simple sudadera gris con rayas blancas! Bueno, también merece especial mención la humildad de la última frase, pero eso era de esperar viniendo de Lee.
Es mi turno y tengo sentimientos totalmente enfrentados y contradictorios. Por un lado quiero ver la cara que se le pone a Ian y a Bárbara cuando lean mi artículo, pero por otro sé que me estoy jugando la única oportunidad que hubiera tenido de ascender de no ser por la continua cadena de catástrofes que rodean mi vida.
—Pues este ha sido el artículo de la Señorita Kristen Lee. Tenéis unos minutos para rellenar el cuestionario. —Dice Benson. —¿Alguien tiene algo que decir antes de seguir con el de Greene?
Todos permanecen en silencio, hasta que la voz de Míster Graham rompe la armonía.
—Me gustaría hacer un par de aclaraciones para que se tengan en cuenta a la hora de puntuar el artículo. —Dice.
—Adelante. —Añade Hallway.
—Kristen, el tema que has elegido está bien. Es cierto que el Sporty-chic está pisando fuerte en todas las pasarelas y, en fin, no tengo el gusto de conocer a la tal Betty Ramírez, pero el público latino puede ser un buen objetivo. El problema es que el artículo tenía que promocionar mi marca. Y no veo ni el nombre ni ninguna prenda de mis tiendas.
¿Qué? Ian está empezando a desvariar. En el artículo, aunque me cueste defender a Kristen, pone su nombre, y la sudadera que lleva la cantante teóricamente es de la marca.
—Disculpe Señor Graham. —Dice Lee con cierto retintín. —No quiero ofenderle, pero debería usted leer con más detenimiento el artículo para que se de cuenta de que nombro claramente la cadena Monkey más de una vez, y que además la sudadera de la imagen es de su tienda. No entiendo a qué se refiere.
Todos los presentes miran entonces a Ian algo confundidos.
—Mi marca es Monky, no Monkey. Es un error imperdonable teniendo en cuenta que es lo único que ha tenido que investigar usted a la hora de realizar el artículo. Claro, que dudo que lo sepa, ya que ni se ha molestado en escoger una prenda de la tienda. No tengo constancia de que esa sudadera esté en nuestra última colección. Y créame que reviso una a una las prendas que crean mis diseñadores para que todo esté acorde al estilo de la marca. Por tanto, no soy yo el creador de tal "maravillosa obra de arte". —Finaliza, parafraseando el artículo.
Ahora sí todos están boquiabiertos, ojipláticos y sin saber dónde meterse. Incluida Kristen que empieza a enrojecerse. Puedo adivinar que su pequeño cuerpo está llenándose poco a poco de furia, ira y un millón de sentimientos que le llevarán a la explosión de un segundo a otro.
Mientras, yo sigo alucinada con lo que está ocurriendo esta mañana en la sala de reuniones. No me puedo creer que Lee no haya sido lo suficientemente cuidadosa como para, al menos, hacerse con ropa de la marca de Ian.
—Yo...Yo...Ha sido un error Señor Graham. Por supuesto que sé que su marca se llama Monky. Ha debido ser el corrector. Ya sabe como son las tecnologías. Y lo de la sudadera...no sé que ha podido pasar, le encargué expresamente a...
—Está bien Lee. No necesitamos escuchar más. Tenemos poco tiempo y debemos darle la oportunidad también a Giselle de ver su artículo. No quiero oír más excusas, has tenido tiempo sufíciente de revisar todo eso antes de presentar tu redacción. —Dice con tono enfadado, Hallway. —Le pido disculpas, Señor Graham. —Añade dirigiéndose a Ian.
—No te preocupes Peter. —Responde éste.
—Bien. Leamos el de Giselle. —Dice Hallway. —A ver si nos da menos disgustos. —Añade.
¡Oh! ¡Dios mío! ¡Ahora Lee me ha dejado a Hallway enfadado! ¡Viva! Una vez más, Gigi Greene, el universo conspira contra ti.
Lucy coge mi dosier, lo abre y reparte de nuevo un ejemplar a todos los miembros del Comité. Toma su copia entre ambas manos y comienza a leer.
¡Sálvese quien pueda! ¡Que yo me voy a bailar cumbia!
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