17. Vendetta
—Giselle, ¿de verdad crees que escribir un artículo escandaloso sobre el mismo hombre que tiene que decidir si es o no merecedor de aparecer en la nueva columna de la OMG, es algo adecuado? —Dice Tess mientras toma su taza de café.
—Yo no diría adecuado, diría atrevido. Pero lo voy a hacer. Tomadlo como una especie de venganza. —Respondo sin quitar ojo a la hoja en blanco del Word de mi portátil, que descansa sobre una de las mesa de la cafetería que hay junto a la librería de Kate.
—Eres una temeraria. —Dice Abby. —Te estás jugando el puesto de trabajo.
—Hoy es sábado. Tengo que entregar el artículo el lunes. No tengo nada mejor que ofrecerles, así que, no tengo nada que perder. Además, lo mejor de todo va a ser ver su cara cuando lo lea. Solo tengo que pensar por dónde empezar... —Digo aún mirando a la pantalla.
—Me encantas Gigi. —Dice Kate. —Aunque si fuera tú, yo lo que haría para vengarme es montármelo con su hermano. O con la modelo de Victoria Secret. Está muy bien.
—¿Cómo? —Dice Tess escandalizada, escupiendo el café de su boca tras oír la frase de Kate.
Abby y Kate se echan a reír. Yo por el contrario sigo inmersa en mis pensamientos.
—Solo bromeaba. —Excusa Kate. —Aunque bueno, ya sabes, nunca digas nunca... —Añade soltando otra risilla.
—¡Deja de decir tonterías Kate! —Suelta Abby. —No conozco a nadie que le gusten más los hombres que a ti. Por cierto chicas, aparte de todo lo de Graham, ¿pasó algo más interesante?
—¿Más interesante que eso? —Digo asombrada. No podía haber nada más interesante. O al menos para mí claro.
—¡Qué va! —Dice Kate. —Me puse aquel vestido azul de Monky tan ajustado pero ni con esas conseguí que algún hombre interesante se acercara... Solo había aficionados furiosos lanzándose comida por culpa de Gigi...—Concluye y pega un suspiro.
—¿Por culpa de Gigi? —Dice Tess.
—¿El vestido era de Monky? —Pregunto inquietada.
—Sí, a ambas. ¿Por qué te interesa tanto lo del vestido? —Cuestiona Kate. —Y Tess, lo de la pelea es una larga historia...
—¡Porque es el nexo de unión! —Grito como una loca. La mitad de la gente de la cafetería se me queda mirando.
—¿Qué dices? —Dice Abby.
—Estaba pensando como enlazar la noticia de Graham con la modelo y que el artículo siguiese siendo de moda y de Monky.
—¿Y qué tiene que ver el vestido de Kate en eso? —Pregunta Tess.
—La rubia llevaba mi mismo vestido. Puede que ese fuera el problema de que no ligáramos... —Puntualiza Kate, siempre tirando para su terreno.
—Monky es la marca de Ian. ¡Es genial! ¡Por una vez el universo me sonríe chicas! —Digo esperanzada.
—¡Oh! ¡Sí! ¡Es genial! ¡Vas a escribir un artículo que deja por los suelos a tu jefe! —Dice sarcástica Abby.
Entonces empiezo a recapacitar. Es una locura. Lo sé. Pero no hay nada en este mundo que me apetezca más que dejar a ese capullo con la cara helada y después poner un punto y aparte a toda esta situación. O mejor dicho, un punto y final. Y seguir en mi puesto de correctora. O si me echan, que también es una posibilidad (por descarada), pues buscarme otra cosa que realmente me llene más que lo que hago. Voy a ser valiente y voy a dejar a esos jefes de pacotilla boquiabiertos.
—Chicas, esto va a ser el diario de una muerte anunciada. Espero que al menos me llevéis flores cuando pase al otro barrio...—Digo antes de soltar una risotada.
Ya estaba todo decidido.
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