15. Ángeles y algunos demonios
Las cheerleaders inundan el estadio con sus enormes pompones y sus cortas minifaldas. Las gradas, completamente llenas, rugen al unísono de la música y hasta Kate parece estar disfrutando del ambiente. Ha comenzado a bailar al ritmo de la coreografía de las bailarinas y los aficionados de nuestro alrededor no paran de escanearnos. Quizás más a Kate que a mí. Un momento. No. Definitivamente, más a Kate que a mí. Sus curvas no tienen nada que envidiar a las de Kim.
Yo, más que disfrutar del momento, sigo atragantada por la situación. Ian está aquí. Kristen y Max están aquí. Kate y yo estamos aquí. ¡Oh! Y sigo sin un maldito plan.
—¡Kate! ¡Deja de bailar y piensa algo! ¡Estoy al borde del infarto!
—¡Relájate Gigi! ¡Disfruta un poco! Todo va a salir bien.
—¿Todo va a salir bien? Esa es la típica frase de ánimo absurda que todos decimos cuando en realidad o no tenemos ni la más remota idea de qué decir o por el contrario sabemos que lo que va a ocurrir irremediablemente es catastrófico. —Digo. Las gradas siguen jaleando, así que alzo más la voz, casi gritando para que Kate pueda escuchar toda mi reprimenda de niña enrabietada y furiosa. —Es como cuando Abby montó aquella fiesta clandestina en su casa en séptimo curso. "Todo va a salir bien" le dijimos. Y ¡no! ¡nunca! ¡never! ¡mal! Estuvimos castigadas tres meses, mis padres me obligaron a ir a aquel campamento cristiano, a Tess le tuvieron que rapar el pelo después del tinte rojo que alguien le echó por encima y el chihuahua del vecino acabó con un trauma enorme después de que alguien le metiera en el horno más de una hora, por suerte apagado. Eso no iba a salir bien. Ni lo de hoy tampoco. Estamos condenadas al fracaso...
Kate, que después de tal sermón me mira como si fuera un bicho raro, se limita a decir:
—Pues yo me lo pasé genial en esa fiesta. Me ligué a Mason, el capitán del equipo de fútbol. No estuvo tan mal.
Suspiro hondo en un intento de no asesinar lenta y dolorosamente a esa descarada a la que llamo amiga y me siento para intentar pensar en algo útil y que me saque de esto ilesa.
Cojo los prismáticos y busco de nuevo a Max y a Kristen. Bajo lentamente por las gradas y me topo repentinamente con la cara de Ian. Pego un pequeño salto de la impresión. Intento seguir con mi misión, pero su atractivo rostro me deja prendada. ¡Qué guapo está! La bufanda de los Lakers hace juego con sus ojos. No. Espera. ¿Desde cuando el verde, el morado y el amarillo combinan? ¡Gigi te estás quedando gilipollas!
El asiento junto a Ian está vacío. Me empiezo a preguntar con quién habrá venido. Quizás no sea para su acompañante, y puede que justo el aficionado que ocupa esa posición esté en el baño, o comprando perritos calientes. No me parecería raro que hubiera venido solo. No necesita a nadie más. Ian Graham se basta solo. Lo ha demostrado.
Dejo pasar la escena para ver si mi amigo el pagafantas y su amante coreana han hablado ya con Jessica Alba y así acabar de asimilar mi derrota, pero cuando muevo un poco la dirección de mis lentes, una despampanante rubia de larga melena e infinitas piernas se sienta junto a Ian.
En este momento creo que una palomita del suelo se ha quedado pegada a mi mandíbula, que debe estar rozando el frío cemento del piso del sótano.
—¡Será capullo! —Suelto de repente.
Kate me mira algo pasmada.
—¿Pero qué ocurre ahora Gigi? —Pregunta.
—Ian. —Musito.
—¿Qué ha hecho? —Ruge, quitándome los prismáticos. Parece observar lo mismo que yo. —¡Ey! ¿Quién es esa? ¿Y por qué lleva el mismo vestido que yo? —Dice algo mosqueada. Más por lo del vestido, por supuesto.
—No lo sé. Pero pienso averiguarlo. —Digo robándole de nuevo las lentes.
Comienzo a espiar cada detalle. ¡A la mierda el puesto! ¡Que se lo quede Kristen y su precioso artículo sobre Jessica! En este partido hay cosas mucho más interesantes.
La rubia de cintura de avispa ha tomado asiento junto a Ian, que parece encantado por la situación. Ha dejado de mirar a las animadoras para recorrer su vista por toda la anatomía de la joven. ¡No me puedo creer lo que veo! ¡Ese maldito embaucador se va a enterar! ¿Es su novia? Porque si es su novia pienso vengarme. ¿Cómo se atreve a tener una cita conmigo teniendo novia? Bueno, una no-cita. Pero al fin y al cabo era un propósito de cita, que al final fue una no-cita. Con lo cual tiene el mismo delito. ¿Y qué hay de lo de "me gustan más las pelirrojas"? Porque esa tía es rubísima. Casi platino.
Mientras mi cuerpo encoleriza, los jugadores empiezan a salir al campo y todo el mundo se pone de pie para animar. Un tío enorme intercepta mi campo visual, así que me levanto en un vano intento de seguir con mi espionaje.
—¡Deja ya los prismáticos Gigi! Veamos un rato el partido. Seguro que se nos ocurre algo. A ver, hemos venido desde Klein para chafarle el plan a Kristen. No podemos irnos sin hacer nada... —Dejo de escucharla a mitad de frase.
Estoy concentrada haciendo malabarismos para ver si mi querido Señor Graham ha resultado ser un capullo integral. Que no es que me importe. Quiero decir, ¿por qué tendría que importarme? Al fin y al cabo no ha pasado nada. Ni va a pasar. Fue una no-cita. ¿No? Ahora solo somos medio compañeros de trabajo. Ni si quiera compañeros enteros. Por suerte no tengo que verle en las oficinas a diario, si no no aguantaría ver su perfecta cara y su perfecto cuerpo en sus perfectos trajes y sus relucientes...¡Otra vez Gigi!
¡No lo puedo evitar! Lo reconozco. Estoy celosa. Muy celosa. Puede que en mi mente hubiera ya imaginado un par de escenas muy sexys, muy muy sexys con Graham. Puede que incluso también me haya imaginado como sería hacer un trío con él. No os lo voy a negar. Pero el tercer eslabón era Orlando Bloom, por supuesto y no una rubia.
¡Ay Dios! Giselle Greene, ¡relájate!
Me quito los prismáticos de los ojos en un intento de acabar con esta locura de una vez por todas y centrarme en lo importante, pero en un arrebato de mi cotilla interior, esa que me hizo estudiar periodismo, me subo de pie en el asiento y me planto los prismáticos de nuevo para ver algo. Solo veo cabezas, manoplas de los Nuggets y gente saltando. ¿Dónde te has metido Ian?
El tipo de detrás se empieza a poner nervioso.
—¡Oye! ¡Bájate de ahí! ¡No vemos nada! —Me grita. Pero me da igual. Quiero ver que están haciendo esos dos.
Veo más cabezas, palomitas y cervezas voladoras, brazos en alto, y...¡Ahí están! Creo que aquella cabellera castaña es la de Ian.
El nerviosismo del aficionado de mi retaguardia va en aumento. De repente, todo el estadio se queda en silencio ante una jugada de los Lakers, que acaba anotando tres puntos. O eso le he entendido a Kate que también lo celebraba.
En este preciso instante el caballero de los Lakers de detrás, que por supuesto se ha perdido el tiro porque mi culo tapaba su visión, acaba de ser poseído por la mismísima niña del exorcista...
—¡Maldita pelirroja! ¡Me he perdido el tiro por tu culpa! —Dice mientras agarra su cubo de palomitas.
Adivino que no ha sido un repentino golpe de hambre y que pretende vaciarlo sobre mi cabeza. Lo esquivo ágilmente, aún subida en el asiento, con tal mala suerte de que el cubo acaba rebotando sobre la calva de un aficionado de los Denver Nuggets. Este se gira de inmediato y empieza la mayor pelea que he visto en mis 29 años de vida.
El de los Denver, ya de por sí enfadado por el reciente aumento en el marcador de los Lakers, agarra su cerveza y se la lanza a su adversario, que acaba empapado. Él y todos los que estamos a su alrededor. Ha sido una bomba expansiva.
Una pareja de aficionados que estaban junto a Kate, comienzan a insultar al de los Ángeles Lakers. Sus acompañantes se meten también en la pelea. Uno a uno todos y cada uno de los allí presentes se enzarzan en una guerra masiva de comida, bebida e insultos varios.
La brasileña y yo conseguimos escapar hacia el pasillo central entre la muchedumbre. Me gustaría decir que escapamos ilesas, pero no. Era imposible salir de eso en condiciones. Kate tiene el pelo lleno de helado de fresa y yo, aparte de tener cerveza hasta en las bragas, llevo kétchup y mostaza sobre los gatitos de mi camisa. ¡Bravo Gigi! Te has lucido.
El móvil empieza a sonar en mi bolsillo. Es Max.
—Dime Max...—Digo desganada.
—¿Estás bien Gigi? Estoy viendo una pelea enorme en tu zona. ¿Qué ha pasado?
—Mejor no preguntes. —Advierto mientras me sacudo el kétchup con mi mano libre y me quito de la cara unas gotas de algo pegajoso. ¡Ag! —Espero que tu noche esté yendo mucho mejor que la mía.
—Aún no hemos hecho nada. Al parecer Kristen pretende esperar al descanso para darle la ropa a Jessica. Está esperando a que su contacto le de luz verde para ir a hablar con ella.
—Mmm, interesante. —Digo, mostrando indiferencia. —¿Y cómo es que estás hablando conmigo? ¿Te has escapado para que no te oiga?
—Le he puesto la excusa de que iba al pasillo para ver qué ocurría y así asegurarme de que la pelea no llegaba hasta nuestra zona. Pero, ¿qué te ocurre Gigi? ¿Te has rendido?
—Sí Max, me rindo. Espero que tus fotos salgan preciosas y que el artículo de Kristen se lleve el premio. No tengo nada que hacer aquí...—Digo algo desesperanzada. —Ian está aquí también ¿sabes? ¡Con una chica! Él tiene la culpa de todo, él y su maldita tienda de ropa... No pienso escribir nada haciéndole la pelota. Ni si quiera me gusta el baloncesto. ¡Me voy! —Digo decidida.
—¿Qué? ¿Ian está en el estadio? ¿Dónde? ¿Y quién es la chica? —Dice Max.
—Está unas cuantas filas por debajo de la mía, a la derecha. Y no sé quién es la chica, ni me importa.
—Déjame que mire a través del objetivo de la cámara para verlo más cerca...—Añade, haciendo una pausa. —¡Oh! ¡Ya le veo!
—¡Mira qué bien! ¡Al menos uno de los dos no está ciego como un topo! —Digo ironizando con mi genuina y fallida hazaña de espionaje.
—Oye Gigi...—Dice Max haciendo una pausa. —¿De verdad no sabes quién es la rubia?
—No. Solo he podido verla de espaldas. ¿Por qué? ¿Tú sí sabes quién es?
—Pues claro... —Dice entusiasmado. —¡Menudo bombazo! —Exclama.
—¿Bombazo?
—Esa tía es Brittany Clark, el nuevo fichaje de Victoria Secret...
¡Oh! ¡Estupendo! Gigi Greene contra un ángel de medidas perfectas... ¿Puede pasar algo más en una sola noche?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top