Lidiando con enrollos

Se retiró unos milímetros de la puerta, asombrada por lo que escuchó hace unos segundos salir de la boca de Ginny Weasley.

Ellos dos... Tal vez...

Algo le azotó con fuerza, de manera tan precipitada. Era un fragmento, pequeños recuerdos, ligeros, pero feroces que parecían tener alguna intención desalmada. Cerró los ojos, ejerció mucha presión, tanta que en sus párpados se formaron delgadas arrugas superficiales. Sintió su pulso acelerarse sin control, poco a poco los latidos subían, podía escucharlos en sus propios oídos. Pum, pum. Comenzó a temblar, era notorio en sus manos.

Oh Dios, no. No necesitaba esas sensaciones horrorosas apoderarse de ella, otra vez. Trato de volver a la normalidad, allí, a distancia de la puerta del amigo de su novio. Respiro en un intento de lograr combatir ese ataque, en vano, puesto que la respiración comenzó a desvariar, hasta que lo hacía con la boca abierta, provocando algo de ruido.

Camino deprisa al balcón, con esperanza de que el aire fresco le alejara y despejara, logro llegar, transcurrió unos minutos ahí, aguardando. Esperando resultados positivos.

-¡Mierda!-Golpeo con fuerza el balcón y dio la vuelta.

Otro intento fallido, la verdad era que no podía tranquilizarse. Ese maldito ataque de ansiedad estaba consumiéndola y Hermione no estaba en facultades para lograr combatirlo, lograr controlarlo; eso la enfurecía bastante, resultaba desesperante. Entró con cierta dificultad de nuevo, con los mismos síntomas.

Necesitaba una pastilla, sólo una...
Lo había aceptado, por su cuenta no podría calmarse y si no lo hacia pronto, nada bueno saldría de eso. El aire le faltaba, con cada segundo, parecía tener menos. Llegó a la puerta del baño con cierta brusquedad, ya que su cuerpo cayó en ésta, con complicaciones; tomó la manija y pudo abrirla, debido a que su peso estaba encima, hizo un ruido fuerte al chocar contra la pared.

-Demonios.-Farfullo entre dientes, aún respirando mediante la boca.

Se acercó al lugar donde colocó esas pastillas que trajo por si acaso y creyó que no serían necesarias en Manhattan. Justo cuando estaba por abrir las pequeñas puertas para coger lo que sería su salvación, escuchó su nombre salir de la boca de cierto rubio. Enseguida, bajo sus manos al lavabo, reposando, y tratando de respirar. Tratando de lucir impasible.

-Hermione, ¿estás bien? Escuchamos algunos ruidos.-Draco se aproximó a la entrada del baño.

Hermione hizo un gran esfuerzo para aparentar que todo estaba bien.

-Oh, sí, estoy b-bien. Sólo tengo un poco de frío.-Volteo para verlo, encontrándose con Ginny al lado de Malfoy.

-¿Frío?-La rubia asintió.-Pero estás sudando.

Podía sentirlo, su frente perlada en una fina capa de sudor, se observó por unos segundos frente al espejo. Una opresión en el pecho casi la hace gritar.

-Debes ser porque estoy sudando frío.-Sonrió, era un intento de sonrisa.-L-lamento los ruidos, no quería ocasionar interrupciones.

Camino, usando todas las fuerzas que tenía para lucir normal en medio de un ataque de ansiedad, paso al lado de Draco y siguió su camino.

-T-tengo que salir unos minutos, ahora vuelvo.-Informo y a continuación, salió del departamento.

Cerró la puerta tras de sí y se dejó caer al suelo, estaba comenzando a exasperarse aún más.

-¡Diablos!-Nuevamente, golpeó el piso en un arrebato de mal genio.

Todas esas sensaciones no desaparecían y comenzaba a pensar que quizá necesitaría ayuda. Que el asunto se le estaba saliendo de las manos. 

Para su suerte, la puerta de enfrente se abrió, dejando ver a Katherine, en cuanto vio a Granger en el suelo corrió para auxiliarla.

-¡Hermione, Dios santo! ¿Estás bien?

-Sí te dijera que sí... ¿Me creerías?-Su voz disminuyo considerablemente.

-Por supuesto que no, vamos.-La levantó y ambas entraron al departamento.

Katherine, con delicadeza puso a Hermione en el sillón, acostada.

-Hermione, te ves terrible. Trata de tranquilizarte, por favor.-Dijo la morena y salió del campo de visión de la rubia.

No tardó en aparecer de nuevo, está vez, con una taza entre sus manos.

-Bébelo, está tibio, ayudará a calmarte.-Se lo entregó a Hermione, ella obedeció sin chistar.

-Katherine, sentí que iba a desfallecer en cualquier momento.-La rubia continuaba igual.

-No hables, espera y relájate. Pronto tu respiración y latidos se normalizaran.

Granger cerró los ojos, siguiendo los consejos de Kath, dio otro sorbo al té que extrañamente era agradable al paladar. Volvió a intentar encontrar algo de calma en medio de ese caos que la había atacado desprevenida.

Una mano comenzó a acariciar su cabello, suave y sincronizadamente, brindándole paz, armonía. A medida que los minutos pasaban, su respiración parecía volver a su curso normal, al igual que sus pulsaciones. Inhaló profundo y exhalo. Expulsando todo lo que no necesitaba.

¿Cómo terminó en ese estado? ¿Solo por escuchar conversaciones ajenas? Jamás volvería a espiar. 

Todo ocurrió tan rápido, tan efímero. Ni siquiera pudo controlar nada. Nada en absoluto. ¿Qué estaba sucediéndole? El hecho de que sufriera otro ataque de ansiedad no era buen indicio, significaba un retroceso horrendo, una caída en el abismo...

-¿Te sientes mejor?-Las palabras dulces de Katherine provocaron que sus pensamientos fueran despejados y evitar caer en otro posible ataque.

-Sí, mucho. Te lo agradezco, creo que se habría puesto peor si no hubieras aparecido. Me salvaste.-Su voz recobro ese tono característico.

Se incorporó lentamente para terminar de beber el té.

-Menos mal. Los ataques de ansiedad pueden ser severos, muy peligrosos. ¿Sufres constantemente de ellos?

Hermione negó con la cabeza en respuesta.

-No. Yo... Existió una época en la que eran constantes. De la nada aparecieron para atormentarme, con trabajo fueron desapareciendo hasta no volver más. Pero, extrañamente, regresaron. Es frustrante.

-Frustrante. Una emoción que suele hacernos perder la cabeza y hace su aparición en situaciones críticas.

-¿Eres filósofa o psicóloga?-Quiso bromear para romper con ese ambiente que sentía dentro de ella.

-No.-Ella rio.-Casi me matas del susto.

-Lo siento. Al darme cuenta que no podía controlarme, fui por una pastilla pero... Hubo un inconveniente que no me permitió tomarla.

-¿Te cuesta mucho controlarlos?

Hermione apretó sus labios en una fina línea.

-No, eso es lo confuso. En esa época, pude conseguir controlarlos, los manejaba y pasaban rápido, después desaparecieron. Llegué a Manhattan y por alguna razón que no entiendo, queda fuera de mis manos lograr ese objetivo ahora.-Cabizbaja, tomó un buen trago de té.

-Podría ser porque no te sientes bien contigo misma o con algo en específico.

Hermione miró a Katherine.

-Eres un persona que sufrió de ataques de ansiedad y ahora regresan, creo que ya debes saber a que se deben. Tal vez estés comenzando a sentirte igual que cuando los experimentabas antes.

Hermione daba ligeros golpecitos con sus dedos a la taza, podía sentir el calor atravesar la cerámica e instalarse en sus manos. Se sumergió en una burbuja. Ella no estaría pasando por lo mismo que hace años, no podría...

Se negaba a aceptar aquello, los ataques se debían a qué ha estado bajo mucha presión: el incidente de Harry siendo lo principal. Las discusiones que ha tenido con Draco. E inclusive el malentendido que sucedió el día de hoy con su novio. Era todo y una explicación convincente. Se terminó el té por fin y dejo la taza en la mesita de centro.

-Suelo tener el control de todo. Ahora, he estado perdiéndolo. Eso me altera.

Y al decir «todo» no era porque manejaba el mundo a su antojo o a las personas, se refería a que sabía controlarse a ella misma y tenía buen tiempo que no vivía situaciones, sentimientos o emociones como los que pasaban últimamente.

-Creo que debo volver.-Articuló Hermione.

-Si estás mejor, claro que puedes hacerlo.

-Yo... Te agradezco Katherine, no sé que hubiera pasado sin tu ayuda.-Agradeció mientras se levantaba del sillón.

-No fue nada. Me alegra haber podido ayudarte. Si necesitas algo, dímelo, sea lo que sea.-Puso su mano en el hombro de la chica y le regaló una bonita sonrisa.

Ese contacto fue reconfortante, Hermione seguía sorprendiéndose cada día que convivía más con Katherine. ¿Cómo podía ser tan benévola, bondadosa y noble? En el mundo de hoy, cuesta encontrar personas que valgan la pena, incluso las que crees que jamás te defraudarían, son las que te apuñalan por la espalda de forma descarada. Observó a la chica, poniendo atención a esos ojos color miel, buscando algún rastro de maldad, algo misterioso escondiéndose en sus buenos actos. Pero no encontró nada.

Hermione sonrió gratamente. Katherine era de fiar.

-Por cierto, ¿Ginny está con ustedes?-Cuestionó la azabache al mismo tiempo que ambas caminaban a la salida.

-Está con Draco.

-¿Se encuentra bien?-Se notaba un poco preocupada por su amiga.

-Sí, la note fresca.-Hermione contestó saliendo del departamento.

«¡Diablos, Draco! La pregunta sobra. ¡Porque te besé hace unas horas!»

El casi alarido de Weasley retumbó en sus oídos.

-Menos mal.

-¿Por qué?

-Estaba un poco deprimida.

"¿Y Draco la consoló? ¡Genial!" Pensó, y frunció levemente el ceño.

¿Tenía algo de malo que ellos dos quisieran estar juntos? ¿Tener una aventura o una especie de romance?

Quizá antes de que ella llegara ya hubieran tenido ciertos roces, ellos podrían haberse acostado incontables veces. Al fin y al cabo, Draco era uno de esos mujeriegos, playboy, ¿no?
Se mordió el labio, con tanta fuerza que sacó un poco de sangre, sintió el sabor de hierro en su boca.

-Nos veremos luego, Kath. Y quiero decirte que si necesitas algo, estaré encantada de ayudarte.-Dijo Granger, amable.

-¡Gracias, Hermione!

Se despidió con su mano y la puerta fue cerrándose por completo. La chica soltó un suspiro y miró el departamento al que debería entrar. Tenía que volver con Harry.

Harry.

Él era otro asunto.

Ella podía admitir que había exagerado las cosas un poco, pero una parte de ella, sentía que no era una exageración. Era demasiado pronto para vivir juntos, pero, en el fondo, Hermione sería capaz de dar ese gran paso, porque quería a Harry. Lo quería.

Sin embargo, la incertidumbre y duda no dejaban de perseguirla desde que él se mostró inseguro y rechazo al instante la idea que Ron les ofreció. ¿Será que él no la amaba lo suficiente para avanzar? ¿Nuevamente, ella estaría dando más que su pareja?

No necesitaba eso, Hermione quería a un hombre sin temores que se atrevería a dar pasos juntos, que avanzaran. Sobre todo, que la amará sin dudar. Hasta esa noche, creía que Harry era lo más cercano a ello. Ahora, en medio de ese pasillo y a unos pasos de la puerta de entrada a su departamento, no estaba tan segura.

No quería caer.

Extendió su brazo y con la mano tomó esa perilla, notando como temblaba. Volvió a suspirar, tratando de contener sus emociones. Miró al techo para tratar de eliminar el ardor que sentía en sus ojos. Preparada, entró al departamento sintiendo una brisa refrescante. Se debía a que había dejado la puerta abierta del balcón. Fue a cerrarla y volteo al baño, la luz estaba encendida y la puerta abierta, justo como estaba antes de irse. Fue a apagarla y cerrar la puerta sin hacer ruido.

Se quedó unos segundos ahí y sin fuerza de voluntad observó la habitación de Malfoy, o mejor dicho, su puerta. Con una clara diferencia que antes, no estaba totalmente cerrada sino entreabierta, apenas. Una delgada línea se abría paso entre el marco y la madera.

-Ginny, creo que estás exagerando. En serio. Para ya. No es como si hubieses cometido un asesinato.

La voz de Draco inducia curiosidad y Hermione era muy, muy curiosa. Unas ganas inmensas de ver qué estaba sucediendo se apoderaron de su cuerpo y mente. Paso a paso se acercó, con lentitud y precaución. Olvidando por completo lo que se dijo a si misma cuando estaba con Katherine

-¿Al menos lo hice bien?-Ella se escuchaba cansada.

Draco soltó una carcajada.

Y cuando estaba a punto de ver por esa delgada línea, se alejó metros de ahí. No, no lo haría. Estaba mal. No tenía porque espiar. Por eso le había dado un estúpido ataque sin sentido.

No tenía que importarle, había cosas más primordiales para ella que chismes sobre una chica pelirroja y el amigo de su novio.

Pasó la mano por su hombro y sus ojos pararon en el reloj que Draco le obsequio. Seguía encantada con el. Una sonrisa se asomó por sus labios, pequeña. Y el incesante dolor de cabeza se había instalado desde que estaba con Katherine, lo mejor era dormir. Sí, necesitaba dormir.

Ignorando todo, se dirigió a la habitación donde su novio estaba dormido. Se llevó un mechón a su oreja. Harry parecía dormir bien, sin preocupaciones o angustias. Podría estar soñando con ángeles.

Se quitó la ropa y comenzó a ponerse una playera holgada de Potter que le cubría hasta los muslos. Con delicadeza, se acostó en la cama y adoptó una posición cómoda.

Dándole la espalda a Harry, cerró sus ojos. Cayendo en los brazos de Morfeo más rápido de lo que intuía. 

«Solo una carta. ¡Una maldita carta!»

«¡Diablos, Draco!»

«No puedes controlarlo. Estás perdiendo la cordura.»

«Te dejó en la deriva.»

«Creo que ya debes saber a que se deben. Tal vez estés comenzando a sentirte igual que cuando los experimentabas

«Tienes que avanzar.»

«¿No has pensado en quedarte aquí?»

«En absoluto, es demasiado pronto y simplemente... No»

«¡¡¡Despierta ya!!!»

Con una rapidez casi sobrehumana, se incorporo de la cama descubriendo que estaba sudando de nueva cuenta, se llevo los puños a los ojos para tallarlos bruscamente, percatándose de que había lagrimas saliendo de ellos, sus ojos volvían a escocerle. Estaba agitada, y las pequeñas gotas de agua salían sin prisa alguna.

-Cariño, ¿te encuentras bien?-La voz se hizo presente en la alcoba, asustándola. Se le escapo un pequeño grito.

-No creí que estarías despierto.

-Estabas muy inquieta, me desperté antes que tu, mientras dormías parecías sufrir, ya estabas derramando lagrimas.-Harry se acercó a ella y con sus manos le limpio el rostro.

-Yo...-Su voz se apago, al igual que la luz encargada de iluminar su camino y alejar un infierno que creía sepultado. Cada vez, esa luz perdía más su esplendor.

-¿Una pesadilla?-Le pasó sus manos por el cabello.

Hermione negó con la cabeza. No. No lo había sido, fue mucho peor.

-Fue peor que una pesadilla.-Escuchó su propia voz, seca y ronca. Como si un nudo en la garganta le impidiera hablar con naturalidad.

-¿Qué es peor que una pesadilla?-El azabache continuaba con sus leves caricias, dulces y rítmicas.

Hermione miró las sabanas que ya no cubrían su cuerpo, probablemente las debió apartar con tanto movimiento. Sus manos se encontraban frías como un cubo de hielo.

¿Qué era peor que una pesadilla? Revivir.

Revivir pequeños fragmentos, tormentos y demonios del ayer. Esos que costó mil años luz de olvidar y superar; que tu mente los desatara en la noche sin piedad era precario, un suplicio que Granger no toleraba.

-Tormentos y demonios que formaron parte de tu vida.-Respondió de forma simple, mirando a la nada.

-¿Quieres hablar de ello?-Harry buscaba confortar a su chica. Sin embargo, Hermione no quiso compartir aquello con su novio. Movió la cabeza de un lado a otro.

La rubia sintió como los brazos de Potter la envolvían y estrechaba contra su cuerpo. Se refugio en sus brazos.

-Linda, todo esta bien.-Depositó un beso en su coronilla, sin dejar de abrazarla.-Estoy contigo. Te amo.

"No lo suficiente como para vivir juntos" En su cabeza, pudo oír como el resentimiento llenaba su voz.

-Necesito volver a Londres.-Y ella misma se pasmó ante lo que salió de su boca.

Ni siquiera lo pensó, no supo en que momento decidió soltar esas palabras, no ordenó a su cerebro formar esa frase para dejarla salir, como una galleta en el horno. De repente, la atmosfera se sentía tensa, pesada.

-¿Qué?-Harry habló después de unos segundos, asimilando las palabras de su novia.

-¿Eh?-No tenía nada que decir, no era algo que planeaba. La había liado.

-¿Dijiste que quieres volver a Londres?-Hermione no pudo deducir el estado de ánimo de Harry al solo escuchar su voz.

Pero, feliz, era lo último que estaba.

-En realidad, dije necesito. Es distinto a quiero.-Contestó, aún escondiendo su rostro en el cuello del ojiverde.

-Hermione, incorpórate por favor.-Pidió.

La mencionada lo hizo, pero no miró en ningún momento al hombre que estaba a su lado. Estaba avergonzada consigo misma. ¿En serio necesitaba volver a Londres?

-¿Quieres irte a Londres?-Su tono de voz se volvió más grave, pero estaba controlado.

-No, no, nada de eso, Harry.-Se cubrió el rostro con las manos y negó con su cabeza, provocando que su cabello se moviera.

-¿Y entonces porqué lo dijiste?-En la habitación se instaló un silencio incómodo y expectante, Hermione pudo percibir el canto de un grillo a la lejanía.-Hermione, mírame.

Abrió sus dedos, permitiéndole ver a Harry, éste no lucia muy bien, tenia una ligera expresión de enfado o podría ser decepción, no lo sabia con exactitud.

-No lo sé.-Bajo sus manos e hizo un mohín.

-Ya.-La chica observó a Harry, ahora él miraba al frente y tenia sus brazos cruzados.-Quieres irte porque no quiero vivir contigo aún, ¿cierto?

Granger frunció el ceño, confundida. Tomó una de las manos de Harry y la estrecho con la suya, él no se alejó, eso era buena señal.

-No. No, Harry. Tengo que admitir que me dolió un poco que te negaras rotundamente ante la posibilidad de vivir juntos, pero, no quiero irme a Londres por eso. Siendo honesta, te juro que no tengo idea porque dije algo como eso, quizá por los incidentes que han ocurrido.-Dijo, acariciando el cabello sedoso de su novio, su voz era tranquila.-A pesar de eso, he tenido una semana muy loca y disfruto cada minuto a tu lado, no me apetece irme ahora, quisiera seguir contigo, juntos. Es locamente magnífico poder hablar contigo presencialmente y no a través de una computadora, esto es mucho mejor, mil veces.-Se detuvo para tomar un poco de aire, pero tenía más por decir.-Teníamos mucho tiempo sin vernos a los ojos, sin poder tocarnos como lo estoy haciendo ahora, no podría arrebatarnos esto. Quiero estar aquí el tiempo que queda. Amándote.

Cuando hubo concluido, Harry la miró; y una sonrisa apareció, lo cual hizo sentir feliz a Hermione. Ella no pudo evitar contagiarse de las ganas por sonreír.

-Cielo...-Harry acarició su mejilla justo como a ella le gustaba.-Rayos, eres maravillosa. Creo que llegó mi turno de hablar, tengo que disculparme por haber sido tan brusco al decir que no quería vivir contigo, no tuve tacto. Me costó asimilarlo, la manera en que Ron soltó esa idea fue bastante inesperado, no obstante; ahora que lo pensé bien, no descarto la idea de que ambos formemos un precioso hogar, ¿sabes?-Su sonrisa seguía en su rostro y abrazo a Hermione, parecía perdido en sueños etéreos, fantaseando con cosas hermosas.-Imagínate por un momento, despertaría todos los días junto a un ser precioso, te admiraría mientras duermes y perdería horas contemplando cada parte de tu rostro. Encontrarte en la cocina haciendo el desayuno solo con una playera puesta cubriéndote hasta los muslos, tentándome. Te abrazaría por la cintura cuando estés atenta al sartén, me ayudarías a ponerme la corbata y no porque no supiera hacerlo, sino porque amaría sentir tus delgadas manos manipular ese pedazo de tela.

Hermione imaginó cada cosa y acción que Harry dijo, el resultado fue una sonrisa enorme y unos ojos brillosos, resplandeciendo de ilusión. Lo besó, porque no pudo hacer más, lo besó demostrando así que lo quería, más que a nadie. Fue apasionado. Si pudiera, se colocaría encima de él para estar más cerca de esos ojos verdes, sus ojos que tenían el poder del sumergirla en un bucle de magia.

Las manos de Potter se deslizaron hasta tocar su trasero. Hermione rio en medio del beso al sentirlo.

-Eres un travieso.-Se separó unos milímetros.

-Tu eres maravillosa.-Frotó su nariz contra la de ella.

Se abrazo a él otra vez y el azabache posicionó sus manos en su espalda. Ambos, durmieron de esa forma por el resto de la noche, o al menos hasta el amanecer.

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Quiso reír por como había terminado todo. Pero no quería despertar a Ginny por una carcajada  tan inoportuna en la madrugada.

Levantándose del suelo, hizo unos movimientos para alivianar la tensión creada en su cuello y cervicales. Escuchó unos cuantos huesos tronar. Visualizo a Ginny en medio de la oscuridad y penumbra de su alcoba, estaba dormida sobre su cama, ocupando casi todo el espacio debido a que parecía una loca para dormir.

Podrías verla y pensar que estaba poseída o algo así. Draco se preguntaba como era que podía dormir con el brazo debajo de su espalda, y las piernas formando el número cuatro.

Salió de su cuarto, sin cerrar la puerta. Soltó un bostezo y frotó con cuidado sus ojos. Comenzó a ir hasta la cocina, pero se detuvo frente a la puerta de su amigo, estaba cerrada como era de esperar.

¿Por qué se detuvo?

Encogiéndose de hombros, iba avanzar cuando las voces provenientes de esa habitación fueron entendibles.

-Encontrarte en la cocina haciendo el desayuno sólo con una playera puesta cubriéndote hasta los muslos, tentándome. Te abrazaría por la cintura cuando estés atenta al sartén, me ayudarías a ponerme la corbata y no porque no supiera hacerlo, sino porque amaría sentir tus delgadas manos manipular ese pedazo de tela.

-Eres un travieso.

-Tu eres maravillosa.

Ok, ok, había sido suficiente miel derramada. Draco no quería seguir escuchando.

¡Agh! Ahora no dejaba de imaginarse a Hermione haciendo todas esas cosas con su mejor amigo. 

Pero, eso estaba bien, ¿no? Así debía ser. Al fin y al cabo, son... Pareja.

"Así es como debe ser. Así funciona. Acéptalo." Su subconsciente lo reprendió y Draco quiso martillarlo.

"Yo hice todo eso con ella, eso y más."

"¿Y que importa? Eso quedó sepultado para ambos. Ella ni siquiera parece conocerte. No te recuerda, tuviste tu oportunidad y la desperdiciaste, cobarde." Estaba teniendo una discusión con él mismo. Sin duda, comenzaba a enloquecer.

"Además, ella nunca te ponía corbatas."

Eso era verdadero, sin embargo, hacia algo mucho mejor.

«En Londres, un sol abrasador provocaba un intenso calor en la ciudad. Hermione intentaba terminar de vestirse, pero estaba costándole trabajo. Draco veía la televisión. Escuchó como la castaña se quejaba y realizaba varios intentos para abrocharse su vestido, sin resultados. Él rio ante la imagen, se levantó de la cama y se posicionó detrás de ella. "Espera, ya te ayudo yo." Susurró coqueto en su oído, supo que a ella le atravesó un escalofrío. Con sus dedos tomó el cierre que estaba un poco más arriba de sus glúteos, fue subiéndolo despacio, sin prisa alguna, rozando su espalda a ritmo constante, la piel de Hermione se puso de gallina. Draco amo hacer eso. Cuando cerró el vestido acarició su cabello y tomándola por la cintura, le dio vuelta para quedar frente a frente. El rubio la besó, amaba sentir sus labios contra los suyos. Amaba todo de ella. Era adicto a esa chica.
A partir de ese momento, cada que Hermione usaba un vestido con cierre, Draco era el encargado de abrocharlo, se había vuelto una costumbre especial para ambos. Una acción que era solo de los dos.»

-Eso era mucho mejor que atar una simple corbata.-Articulo bajo, con cierta molestia.

Y se asombro por su actitud. ¿Estaba celoso de Harry? ¿De su mejor amigo?

Mierda, estaba muriendo, no literalmente.

Rápidamente tomó distancia de esa puerta, como si fuera tóxica, algo que no se toca jamás. Se aproximó al sillón y esta vez se dejó caer en la pieza más grande y con más espacio, no en su lugar favorito. Se recostó y puso sus brazos por debajo de la nuca, mirando el techo aburrido.

Ahora que no tenia nada en que pensar o entretener su mente, sus pensamientos querían torturarlo nuevamente. Todo el lugar se encontraba muy silencioso, demasiado que, Draco deseo tener algo de ruido o vecinos con música ensordecedora, no solía gustarle el ambiente taciturno, porque tenia un problema consigo mismo. Culpa. La cual desde que abandono a Hermione la sintió y se instalo en él como un parasito dispuesto a terminar con su vida, para comérselo por dentro, y cuando estaba olvidando ese sentimiento, todo se puso de cabeza y la culpa volvió de golpe.

-Draco.-Fue como un rayo de luz, escuchar su nombre en aquel hosco silencio.-¿Cómo? ¿Cuando?

Ginny no podía articular una frase coherente, su lengua parecía enredarse entre su cavidad bucal. Draco no entendía que sucedía, hasta que sus ojos grises vieron el álbum de fotos entre las manos de la chica.

-¿Qué haces mirando mi álbum?-Malfoy se levantó enseguida y fue directo con su amiga. -Te dije que no husmearas en mis cajones, Ginny.

-En realidad no lo hice, solo abrí el cajón donde tenias tu álbum y comencé a verlo. Pero... esto es sorprendente.

Se posicionó a lado suyo y vio como una foto de Hermione y él formaba parte de los recuerdos, estaban sentados en una banca de al parecer un parque, Draco la tomaba por la cintura y ella estaba sentada sobre su regazo, ambos sonreían radiantes. La felicidad se percibía a través de los ojos, cual espejo del alma. Draco le quitó el álbum a Ginny y se alejó de ella.

-Yo... Tuve ese álbum mucho tiempo pero jamás vi esa foto, nunca termine de verlo entero.-Hablo su amiga, aún ensimismada.

-Se suponía que no deberías que haber visto esto. Se suponía que no tendrías que enterarte de un carajo, Ginny.-Estaba luchando por modular su tono de voz, pero estaba perdiendo los estribos.

Le molestó sobremanera que la pelirroja no haya podido mantener sus deseos controlados de husmear donde no debía y menos cuando él se lo pidió. Cerró aquel álbum de golpe y fue directo a su cuarto para dejarlo encima de su buro.

-No era mi intención.-Sonaba arrepentida.

Draco se llevó los dedos al puente de la nariz y se concentro en respirar.

-Ya la conocías...

Decidió sentarse en la cama, anhelando que estuviera soñando y se encontrara profundamente dormido. Perdido en cualquier cosa que no fuera la realidad, la cruda realidad. 

-Igual que yo.-Sus pies dieron algunos pasos, acercándose más a Malfoy.

-Ginny, será mejor que te vayas.

-¿Estás muy molesto conmigo?

Tardó en contestar. ¿Por qué estaba ocurriéndole todo eso? ¿Era alguna condena que debía pagar?

-Claramente. Confíe en ti para que no vieras entre mis cosas y fue lo primero que hiciste, Weasley.

Cuando Draco llamaba a Ginny por su apellido, la cosa se volvía bastante seria.

-Hubiera preferido que te enfadaras por lo del beso.-Miró sus pies.

-Lo del beso fue una pequeñez sin sentido, Ginny. Ya te dije, no importa, no significó nada para ti ni para mí, todo continuaría igual. Pero esto, es otro nivel.

-Creo que el que exagera ahora eres tú, Draco.-Ella se cruzó de brazos.

-Ginevra, no entiendes un cacahuate. Así que no opines, por favor.

-¿Me llamaste Ginevra?-La chica pareció sentirse ofendida.-¡No lo hagas!

-Vete ahora, te lo pido amablemente.

-¿Acaso fue tan malo? ¿O ella fue tan terrible? No me sorprendería, pero... ¿si estaban juntos?

La paciencia de Draco estaba agotándose no quería responder nada en absoluto. Nadie debería de enterarse de su antigua relación con final desastroso y atroz.

-No contestaré ninguna pregunta. Por favor, vete de aquí.-Pidió.

-Draco...-Ginny se acercó dispuesta a tocarle el hombro pero el rubio no se lo permitió.

-Hablo en serio, Weasley. No tengo ánimos de hablar, retírate ahora.

-No me iré hasta que me des una explicación, Draco.-Era aferrada con uñas y dientes.

-¡¿Por qué rayos te interesa tanto?!-Sin quererlo, su timbre de voz se elevó.

Ginny se encogió en su lugar. Draco se dio cuenta de que su comportamiento no estaba siendo apropiado con ella. Soltó un suspiro y paso sus manos por todo su rostro hasta su cabello, ya despeinado.

-Quiero saber cuánto daño te hizo.-A comparación de hace unos minutos, la voz de Ginny se aminoro demasiado.

La ira corría por sus venas, la maldita culpabilidad regresaba. Quiso partirse de risa, una risa irónica y amarga.

-Ginny, ella no me hizo ningún daño. Fue todo lo contrario.-Dijo, mirándola a los ojos.

-¿Qué?-Estaba perpleja.-Estás mintiendo.

-¿Por qué mentiría?

-Para defenderla.

-Que tu le guardes rencor no significa que yo lo haga.-Se levantó y encaró a la Weasley.-Fue suficiente, que tengas dulces sueños.

-No, Draco. Tengo muchísimas dudas, ¿en serio ella no te recordó nada? ¿ni un poco? ¿no sabías que era novia de tu mejor amigo?

Draco la tomó del brazo, por un momento miró a sus intensos ojos llenos de intriga. Ginny observó el agarre y enseguida, conecto su mirada con la del rubio.

-No me sacarás.

-Por una vez en tu vida, no seas testaruda y trata de comprenderme.-Su expresión al igual que su voz era dura.

-¿Quieres que me vaya?

-Sí, eso quiero Ginny.

Ella se libero de aquel agarre con brusquedad y frunció el ceño.

-¿Harry sabe algo?

Draco se quedó helado.

-No tienes que decirle nada. En absoluto, nada.-Ordenó.

-No eres nadie para darme ordenes, Malfoy.

Se rasco el cabello, exasperado. Lo último que necesitaba era discutir con su mejor amiga.

-¿En serio estamos discutiendo por esto? Ginny, por favor.

Pareció pensárselo unos instantes.

-¿Algún día, podrás contarme todo lo que sucedió?-La pelirroja en serio quería saber sobre su antigua relación.

-No lo sé. Tal vez. Ginny, fue algo difícil, terriblemente difícil para mí, encima ella regresa y ahora es novia de alguien tan importante, es devastador. No puedo con tanto.-Se sentó en un lado de la cama.

-Lo siento, no quise comportarme de esa forma. La curiosidad me invadió por completo.-Imitando a su amigo, ocupó un espacio de la cama a lado de Draco.-Al parecer ambos tenemos un pasado que nos conecta con ella.

-Lo único que te pido es que no menciones esto a Harry o a Katherine, a ninguna persona. Finge que no sabes nada de esto.

-Cuenta con ello.-Sonrió.

-Gracias, Ginny.-Le agradeció, más tranquilo.

-Gracias, Draco.-Le revolvió el cabello, juguetona.-Creo que es hora de irme.

Draco asintió. Esperando a que la pelirroja se levantará, pero pudo sentir sus labios en su mejilla, un beso lento como despedida, nuevamente, no se lo esperaba. La miró, Ginny tenía una leve sonrisa. Por impulso, simple impulso; se lanzó a besarla. La chica abrió los ojos claramente sorprendida, pero se dejó llevar al cabo de unos segundos, está vez, sus labios no sabían extraños. Eran dulces, la giró hasta quedar arriba de ella sin aplastarla. No dejaron de besarse hasta que fue necesario volver a respirar.

-¿Qué acaba de pasar?-Preguntó Ginny, apartándolo un poco.

-Te besé.-Respondió simplemente.

-Ok, no me lo esperaba ni en un millón de años.

Volvió a sentirse mal consigo mismo. Dejó caer su cabeza, provocando que sus cabellos fueran hacia abajo.

-Ginny, lo siento, esto no es justo para ti. No lo hago por las razones correctas. Actúo por impulso y alguien como tú se merece algo mejor.-No despegó su mirada de ella al momento de hablar. Quería que Ginny se diera cuenta de que estaba siendo sincero.

-Te juro que no puedo imaginarte lastimando a una mujer.-Permanecía debajo de él.

Draco soltó un deje de risa solamente y después se levantó. Ayudó a Ginny para incorporarse.

-Creo que estos jueguitos de besarnos el uno al otro tienen que acabar. Ni siquiera tenían que haber comenzado.-Opino Ginny, acomodándose el cabello o haciendo el intento.

-Estoy de acuerdo.-Draco rio.

-Todo sigue igual entre nosotros, ¿cierto?

-Todo sigue igual. Por supuesto. No quiero confundir las cosas.

-Tampoco yo.-Se aproximó a la puerta para salir al fin.

-Bien, hasta luego. Buenas noches.-Se despidió el rubio con una sonrisa.

-Buenas noches.

Draco perdió de vista a Ginny y escucho como se cerraba la puerta de entrada, se lanzó a la cama y cerró los ojos. Se sentía agotado y no sabia muy bien porque.

(...)

Se tomó su tiempo para despertar, de lo primero que se percato fue de las suaves caricias que alguien le brindaba en su cabello, descendiendo hasta su mejilla. Eran manos pequeñas y familiares. Hasta que abrió los ojos supo de quién se trataba y por poco sufre un infarto.

-¿Hermione?-Apenas pudo articular palabra.

-Buen día.-Tenia una sonrisa de felicidad centelleante, a la vez mantenía sus caricias.-Al fin despiertas.

-¿Q-qué haces?-Trato de alejarse, pero Hermione parecía una fuerte energía magnética que no se lo permitía.

O él era muy débil.

-Tranquilo. No sabes cuánto te extrañe.

Estaba confundido, su cerebro no trabajaba correctamente, parecía adormecido. ¿Hermione estaba tocándolo como... como si fueran algo especial y auténtico?

-¿Extrañarme?-Solo podía preguntar estupideces. 

-Extrañe tanto tu cabello tan agradable al tacto, tu bella cara adornada por tus perlas grises, amo mirar y perderme en tu iris platinado.-Con cada palabra iba acompañada de sus mimos que lo tranquilizaban, recordando todo lo que una vez tuvo.-Tus labios, tan... besables.

Y después de años, pudo sentir los labios de Hermione, aquellos que ahora le pertenecían a su amigo de la vida, tan suaves y carnosos. Dulces y adictivos. De inmediato, eso le inyecto energía, la esperanza de algo que creyó perder por siempre. La amo, y la amaba, con todo su ser, incluso más que a su vida. 

Cuando quiso tomarla de la cintura y pegarla más a su cuerpo, la rubia se separó, una sonrisa hermosa decoraba su rostro. 

Un arrebato potente, lo hizo estremecer.

-¡Hermione!-Gritó, saliendo de su ensoñación. De su perfecta ensoñación. 

Descubrió que, acababa de levantarse y todo lo anterior, fue un sueño... un sueño imposible. Buscó a Hermione por su habitación, esperando encontrarla sentada sobre su cama, a centímetros de él. Pero ni su sombra lo acompañaba. Solamente estaba él y sus sentimientos comprimidos. Juraba que lo sucedido había sido completamente real, lo sintió de esa forma.

-¿Que sucede, Draco?-Esa voz volvió, aproximándose cada vez más.

-Hermione.-Dijo, viendo como estaba en el marco de la puerta, atenta a él.-¡Hermione!-Y encerrado en una burbuja invencible de estupidez, enredado entre las sábanas, cayó de la cama estrepitosamente.

-¡¿Estás bien?!-Entró por completo a su habitación e hincó junto a él.

-Oh, sí, estoy perfectamente.-Habló, se escuchó a si mismo nervioso.

Rápidamente se cubrió con las sábanas bien, no quería que ella lo viera solo con bóxer.

-Estás sudando un poco, ¿no tienes fiebre?-Tocó su frente y él se estremeció. Parecía que no era dueño de su cuerpo por esos instantes.

Seguía atrapado en esa burbuja que parecía tener intenciones de ridiculizarlo. 

-Es poco probable.-Rio levemente y apartó su pequeña mano.

-¿Para qué me llamaste?-Cuestionó, con intriga en sus ojos.

¿Llamarla? ¿En serio la había llamado?

-Creo que hablaba entre sueños.

-¿Estaba en tus sueños?

Pasó saliva y pudo darse cuenta de la embarazosa situación en la que ambos se encontraban pero a Hermione no parecía afectarle. Se veía relajada, muy diferente de como lucía la noche anterior.

-Fue muy extraño.-Atino a decir.

Hermione permaneció en silencio, tal vez se había quedado sin palabras, sin saber con qué proseguir para mantener su conversación viva. Solo sus ojos como ya ha sucedido en varias ocasiones, examinaron los suyos.

-Bueno, es mejor no inmiscuirme ¿cierto?.-Se levantó.-Seguiré preparando el desayuno.

Dio media vuelta y camino dispuesta a salir de ahí.

Lánguidamente, la burbuja en la que Draco estaba atrapado reventó de manera ruda y abrupta.

-Oh, antes de irme.-Hermione se detuvo.-Quería preguntarte...

-¿Si?-La animó a seguir, ansioso por saber la pregunta que formularía.

-Lavare el cambio de sábanas de la cama de Harry. Me preguntaba si querrías que lavara las tuyas. Aprovechando...

Muy dentro suyo se sintió defraudado, como si hubiera esperado algo más importante. Algo que lo impactará.

-Oh, sí. Creo que ya le hace falta. Si no es problema para ti.

-En absoluto.-Mostro una sonrisa pequeñita.-Te dejaré solo.

Salió y él dejo de verla. Se levantó, lo primero que vio fue la hora, sorprendiéndose, faltaba poco para comenzar su turno de trabajo. Se había demorado en despertar, dudaba que alcanzara a desayunar.

Comenzó a vestirse velozmente, no quería llegar tarde. Dentro de 15 minutos ya estaba listo, eso le sucedía por desvelarse con su vecina. Mientras se acomodaba la corbata, fue al baño para cepillarse los dientes. Escuchó como algo chillaba en el sartén y un rico olor lleno su nariz, lo ignoró, desgraciadamente no alcanzaría a desayunar.

Luego de terminar, tomó lo necesario y paso de la sala hasta la puerta.

-¿Ya te vas?-Hermione lo miraba desde la cocina.

-Sí, se me hace tarde para ir al trabajo. -Abrió la puerta, dispuesto a irse.-Te veré en la tarde.

Sonriendo, salió de su departamento y cerró la puerta al mismo tiempo que Katherine hacia lo mismo.

-¡Katherine, hola!-Saludo de manera apresurada.

-¡Draco! ¿Qué tal?-Guardo rápidamente el celular en su bolso formal. El rubio no paso por alto lo apresurada que se veía, como él.

-¿Todo bien?

-Sí, sí. Solo que voy demorada. Es mi primer día de trabajo como corrector de textos y me preocupa presentarme tarde.

-¡Te han dado el puesto! ¡Felicidades!

-Gracias, estoy emocionada.-Se permitió sonreír.

-Sí gustas puedo llevarte. Nos dirigimos al mismo lugar después de todo.-Ofreció.

-¿En serio? No quiero molestar, tengo auto.

-No es nada. Vamos.

Katherine accedió y juntos salieron del edificio para entrar al vehículo de Draco. Conducía rápido, con suerte, llegarían faltando dos minutos antes de que su turno laboral comenzara.

-Dios, tan tarde se me hizo que ni siquiera pude arreglarme como quería.-Se quejó la chica.

Él sonrió. A sus ojos estaba hermosa.

-¿Hablas en serio? Si me permites hablar, te ves excelente.

Era cierto, Katherine usaba un lindo vestido color blanco que se abrazaba bien a sus curvas, era casual pero formal, el hombro derecho era descubierto totalmente pero el izquierdo incluía una tira ancha que pasaba hasta su espalda. Llevaba accesorios dorados que resaltaban por el color del vestido. Su cabello era la cereza del pastel, tan esponjado y rizado que resultaba encantador. A simple vista se notaba con tanto volumen que Draco se sintió calvo.

-Supongo que gracias.-Le regalo una sonrisa sincera.

-Solo digo la verdad.-Se ahorro un primor  y se concentró en conducir. 

Draco encendió la radio, dejándolo en la primera estación de música. En ese segundo, el celular de la morena sonó dentro de su bolsillo, sin esperar, lo sacó de ahí.

-¿Te molesta si contesto? Es mi hermano.-Pidió su consentimiento.

-Para nada, adelante.-Dentro de él pensaba en la manera de ser de Katherine. Tan agradable y considerada.

-¡Hola! ¿Cómo estás?-Ella habló primero, su voz se detuvo unos minutos, Draco bajo el sonido de la radio para que no fuera una distracción.-¿Necesitas que vaya para allá?-Más silencio.-Entiendo, de acuerdo. Por acá todo bien, recién encontré mi empleo soñado.-Una sonrisa enorme se extendió por su cara.-Bien, te veré después. Espero vengas pronto, te toca a ti venir... Ok, cuídate, hasta luego.

La llamada terminó y volvió a guardar su celular.

En ese momento, llegaron. El estacionamiento se encontraba vacío por lo que no fue problema encontrar lugar. Apagó el motor y ambos salieron del coche.

-Gracias por traerme, Draco.

-No tienes porque agradecer. ¿A qué horas sales?

El aire acondicionado lo recibió al entrar, marcando una radical diferencia entre el ambiente de afuera y adentro

-A la 1:00 de la tarde.

-A la misma hora que yo, perfecto.-Se acercó al elevador y Katherine le siguió el paso.

Ella solo sonrió, como era común. Una vez estaban dentro, Draco hundió su dedo en el tercer piso, sin embargo, Katherine en el segundo.

-Estoy debajo de ti.

-Ya veo.

Cuando el elevador se detuvo en el segundo piso, Katherine se despidió de él y salió. Draco se sentía un poco adormilado, tenía que ponerse las pilas ya que apenas la semana comenzaba. Los lunes eran horrorosos. El elevador se abrió nuevamente y salió con su portafolio en mano.

Al igual que todos los días, Luna ya estaba en su escritorio, escribiendo algo en su agenda.

-Hey, Lunita.-Saludo, poniendo en marcha la cafetera.

-Hola, Malfoy.

-¿Qué tal tu fin de semana?

-Aburrido para ser sincera.-Contestó, sin alzar su mirada.

-¿Ninguna cita?-Preparó la taza y una cuchara pequeña.

-Nop.

-Me sorprende que alguien como tú esté libre.-Confesó.

-Sí, a mí también.

Draco rio, miró el reloj, las manecillas marcaban las 8:35 de la mañana.

-¿Theo no ha llegado?

Luna negó con la cabeza.

El ruido de la cafetera se hizo presente y Draco con cuidado vació el contenido caliente a la taza blanca. Colocó un sobre de azúcar y meneó con la cuchara.

El elevador volvió a abrirse, mostrando a Theo acompañado de una mujer. Lo invoco en el momento justo.

-¡Buenos días!-Su voz sonó energética, fuera de lo normal. A simple vista, se veía emocionado. 

Pero su emoción temprana no era lo único raro, le hacia compañía una mujer. Draco reparó en que venían tomados de la mano, frunció el ceño, visiblemente confundido.

Luna de inmediato alzó su rostro y su cara se iluminó, pero esa luz desapareció en un parpadeo al verlo con aquella mujer de espalda ancha, aunque delgada.

-Buenas días, señor Nott.-El rubio notó el cambio en su voz. Apagada.

-¿Dónde está mi periódico, Luna?-Pidió amablemente y con una sonrisa que en otras circunstancias podría ser atrayente.

Ella se lo entrego desanimada.

-Hey, Draco.-Le dio unas palmaditas en los hombros, por poco el café se le derrama.

-Hey.-Sus cejas se alzaron como forma de saludo.-Veo que no estás solo.

Miró otra vez a la chica, con cabello oscuro igual que una sombra, tez blanca.

-Por supuesto. Te presento a Millicent Bulstrode. Ven, cariño.-Ella se acercó a los hombres.-Millicent, nena, él es Draco Malfoy, un amigo mío y compañero de trabajo.

Sonrió, tratando de lucir amable y extendió su mano. Ella lo imitó.

-Mucho gusto.-Dijeron al unísono.

-¡Genial! Que gusto que ya se conozcan.-La mirada de Nott fue por un momento al reloj.-Creo que es hora de comenzar a trabajar. Te veré en unas horas, Malfoy.

Tomó de la mano al parecer a su nueva novia o lo que fuera y se dirigió a su oficina.

-Luna, entrará unos minutos conmigo. Pero se irá pronto. ¿Puedes acompañarla a la salida y asegurarte de que el taxi que pediré para ella llegué?

-Claro.-Respondió, sin emociones de por medio.

-Gracias.

Él cerró la puerta cuando los dos entraron. Draco seguía dándole vueltas a su café y Luna parecía haber ido a otro mundo.

-¿Te encuentras bien, Luna?-Se apoyo en su escritorio.

Tardó unos segundos en contestar.

-Sí, claro. ¿Por qué no lo estaría?-Se rio un poco y Draco no supo la razón.-Es sólo que no lo esperaba. Verlo entrar con esa chica delgada, de piernas largas y espalda ancha me...-El teléfono sonó.

Procedió a contestar. Draco bebió de su café esperando que eso le levantara energías y decidió entrar a su oficina e iniciar con su trabajo.

Ignoraba que Theodore tuviera pareja. ¿Por qué no se lo había dicho?

¿Por qué todos ahora tenían a alguien?

Él necesitaba a alguien.

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Lo único que le faltaba por hacer era lavar las sábanas tanto de Harry como Draco, ya habían desayunado un rico omelette y los deberes estaban a punto de acabar. Quitó las sábanas de la cama de Harry dejando ver el colchón.

-Harry, levántate del suelo.-Dijo, al ver a su novio acostado cómodamente.

-Es un buen lugar, además, está limpio.

-Eres raro.-Tomo todas las sábanas entre sus manos.-Hoy te toca baño.

-¿Me ayudarás?-Sus ojos brillaron igual que al gato con botas. No pudo evitar que una sonrisa se colara en su cara. 

-Sí, sí.-Rodo los ojos. Aunque, estaba igual de emocionada que Harry.

Soltó un grito de jubilo, Hermione sabía que amaba bañarse con ella. 

-En pocos días, ya podrás bañarte tu solo, tigre.

-Lo sé. Por eso, déjame disfrutar esto.

La chica rio y salió de la alcoba para colocar las sábanas dentro de la lavadora. Por poco y tropieza con algo ya que las sábanas cubrían un poco su campo de visión. Dejó caer las sábanas en el electrodoméstico y sacudió sus manos. Sólo faltaban las de Draco.

Fue a la sala y vio su puerta, estaba abierta, seguramente él la dejo a propósito así, sabiendo que ella entraría.

Entró sintiéndose extraña, como plena intrusa a punto de cometer un crimen. Observó la habitación y su mirada se detuvo en el clóset, que estaba a la mitad, ni cerrado, ni abierto, visualizo una especie de chaqueta negra, parecía ser de cuero. Sus pies por iniciativa propia se movieron hasta el clóset y antes de que sus manos tocaran esa prenda se detuvo. Estaba actuando inconscientemente. Agitó su cabeza y fue a la cama para comenzar su labor que era por lo que venía realmente.

No se demoro en quitar las sábanas, las tomo y chocó con el buro del rubio. Algo cayó al suelo debido a eso.

-Lo que sea que se haya caído, que no este roto, por favor.-Rogó y solto las sábanas.

Volteó y pudo ver lo que había caído. Con razón el golpe se escuchó seco. Era el álbum de fotos de Draco, se había abierto, al inicio, mostrando una foto de los padres del rubio.

Una sensación la envolvió y quiso hojearlo. Mirar cada una de esas fotos que volvían tan grueso aquel álbum. Con lentitud lo agarró y pasó algunas hojas.

Foto tras foto, veía etapas de Draco Malfoy. Algo dentro de ella no dejaba de regañarla y decirle que eso no era lo correcto. Que tenía que dejarlo.
La ignoró olímpicamente, estaba atenta a esos recuerdos plasmados en imágenes especiales. Al ver algunas, decidió saltarse páginas, hasta que llegó casi al final del álbum.

Sus ojos se detuvieron en una foto, no tenía nada diferente, era Draco, con una playera roja puesta. Sonreía de forma que sus dientes podían apreciarse perfectamente, su silueta desprendía un brillo cautivador y sus ojos eran coquetos. Sus manos tomaban algunos mechones de cabello, cabello que se hacia pasar por suyo.

Al parecer, una chica estaba sutilmente detrás suyo, mientras su cabello cubría el de Draco. Convirtiéndolo en castaño...

Castaño con un poco de rizos...

No supo cuánto tiempo perdió viendo esa foto. Una sabor inusual se instaló en su boca.

-¡Cariño, estoy listo para el baño!-Escuchó apenas la voz de su novio.

Salió de su estupor con ese llamado y dio gracias al cielo. Fugazmente cerro ese álbum y lo dejo en su lugar, intacto. O eso hubiera deseado. Trago saliva y salió de la habitación.

Recordó lo que debía estar haciendo, volvió a entrar para tomar las sábanas y seguir con sus deberes. Depósito las cobijas en la lavadora y la puso en marcha.

Cerró los ojos por un minuto, tratando de eliminar esa extrañeza e incomodidad que se había instalado en su cuerpo y mente. Eliminando esa foto que se guardo en su memoria. 

"Eso te sucede por extrovertida."

Era una estúpida. Su curiosidad siempre la ahorcaba y conspiraba en su contra. 

¿En serio había sido curiosidad?

¿O algo más fuerte, más intenso y poderoso?

-¿Todo bien, cielo?

-Todo en orden, amor. Ahora voy.

Se concentró en su respiración para no salirse de control, por suerte funcionó. Al asegurarse que la lavadora estuviera trabajando, volvió al cuarto donde su novio la esperaba en el baño.

No sé sentía bien para ducharse con Harry. 

Era como si lo hubiera defraudado o traicionado de alguna manera. Lo cual no tenía sentido. No lo tenía.

Un vuelco en su corazón se estaba instalando tan cómodamente, sin esfuerzo alguno por luchar mínimo para poseerla. Decidió desvestirse, escuchó como el agua caía al suelo, Harry había abierto la llave. Se desató el cabello.

Por un segundo permaneció estática, esa foto volvió a ella.

-Dios.-Murmuró.

De una vez por todas, entró a la ducha con Harry. Fingió una sonrisa, esperando que pronto dejara de ser una simple cortina y se volviera real, igual de sincera que esa foto.

-Déjame ayudarte a enjabonarte.

Mientras su cuerpo se mojaba con el agua caliente, ella hacia espuma con el estropajo y jabón. Cuando lo consiguió, cerró la llave y ayudo a Harry. Pasaba el estropajo por todo su cuerpo, sin la intención de transformar aquello en algo más. Cuando termino, el azabache dio la vuelta. La rubia ni siquiera lo miraba, sus ojos estaban perdidos, envueltos en alguna parte que la alejaba del presente. 

Harry le quito el estropajo de sus manos.

-Es mi turno.

Su ensimismamiento se rompió cuando la espuma tocó su cuerpo, Harry paso el estropajo primero por su cuello, luego alrededor de sus hombros y bajo hasta los brazos. Subió nuevamente y está vez, se aproximó a los pechos, los enjuagó con delicadeza y ambición. Tuvo mayor detalle en esa zona, con su otra mano disponible pellizco uno de sus pezones. Hermione soltó una ligero gemido. Él sonrió y bajo hasta su estómago, haciendo movimientos circulares. Se entretuvo un rato ahí, entretenido.

De pronto, retomó su camino, y justo cuando tocó su pelvis. Ella lo detuvo. Confundiéndolo.

Pero la verdad era, que no estaba en facultades para conducir eso en otro nivel. Quería llorar. Llorar incontrolablemente. Quería irse. Quería rendirse.

¿Por qué? ¡¿Mierda, por qué?! 

Esa foto quería decirle algo. Algo malo y ella no estaba interesada en escuchar. 

Se abrazo a Harry, sus brazos pasaron por su espalda y reprimió sollozos. Sentía sus ojos arder, reteniendo sus lágrimas, como fuego ardiente. Su novio la tomó por la cintura.

-Linda... ¿Qué pasa?-Era tan delicado al momento de hablarle.

No respondió. Carecía de fuerzas. Apretó sus labios para silenciarse.

«No puedo pedirte que me perdones. Porque lo que te he hecho, es imperdonable. Creo que ni yo mismo podré perdonarme jamás.»

Solo eso pudo venir a su mente, o solo eso permitió. Tan vivo y lúcido. No necesitaba más. ¿Qué sucedía? ¿Por qué perdía el control tan a menudo con cosas que no deberían tener importancia ya?

Tenía frío, pero no sabía si era por la falta de agua o por su estado.

Las manos de Harry la tomaron del fino rostro y levantó su mirada. Mirada distante yacía en esos instantes.

Errático, inestable.

Era lo que ella no quería que sucediera. Y estaba sucediendo.

-¿Qué te pasa?

Forzó a su mente para trabajar en algo convincente.

-Mi padre.-Se iría seguramente al mismísimo infierno por utilizar a su padre.-Lo recordé. Es doloroso.

-Oh, cielo.

Convencido, Harry volvió a estrecharla contra su cuerpo y Hermione trató de calmarse y consolarse en esos brazos, los cuales eran ahora su presente y su refugio. El amor que la sano. Pero al parecer, no del todo. Todavía no.

(...)

Horas más tarde, ya con ropa y su cabello seco. Estaba absorta.
Harry después de calmarla y ayudarla un poco, se quedó dormido, creyendo que ella haría lo mismo. Lo intento, pero fue inútil. El sueño no llegaba. Así que permanecía en la cama, sin mover ni un dedo. 

Sentía una tristeza provocada por algo caótico. Quería cabalgar esa tristeza de forma que consiguiera domarla.

Se levantó, teniendo cuidado para no despertar a Harry. Salió de la habitación y tomo asiento en uno de los sillones, pegó sus piernas a su pecho y hundió la cabeza entre ellas.

Encontró cierta paz en esa posición, se quedó así por un largo rato.

"Basta de debilidad. Ya no más. Estábamos haciéndolo bien. Sigamos así."

Su voz interior le brindo fuerzas. Resistencia.

Levantó su cabeza y respiró. Estiró sus piernas y se sentó debidamente.

La puerta del departamento se abrió, ella no volteó, sabía de quién se trataba.

-Hola, Hermione.

-Hola. ¿Qué tal te fue?-Se escuchó a si misma un poco distante. 

-Todo bien, gracias. ¿Y Harry?-Preguntó mientras servía un vaso con agua.

-Durmiendo.-Contestó.-Saldré unos minutos. Volveré pronto.

Eso necesitaba, despejarse de ese apartamento. Tranquilizar su mente con una caminata. 

-Wow, espera.-Draco se interpuso entre ella y la puerta. Impidiéndole salir.

-¿Qué?

-No conoces bien la ciudad. Puedes perderte.

-Tranquilo, no pasara.-Aseguró, aunque era una probabilidad.

-Hermione, podría suceder. Puedo acompañarte si quieres.

Oh no, era lo menos que quería.

-Solo me paseare por el edificio. ¿De acuerdo?-Lo miró segura.-Lo más lejos que llegaré es al Central Park. No hay de que preocuparse.

Él pareció pensárselo, al final soltó un suspiro y se apartó de la puerta.

-De acuerdo, llama si necesitas algo.

Hermione asintió. Giro la perilla y salió, dejando dentro algo que la apretaba hasta tal punto que no podía respirar.

Observó el número 27 de la puerta. Y comenzó a bajar para ir al Central Park. 

Tendría que volver en mejor estado. Dispuesta a que en las semanas restantes, no volviera a sorprenderla un ataque de ansiedad o cosas inoportunas. Personas y pertenencias inoportunas.

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Hermione se había marchado y Harry estaba dormido. Podría decir que estaba solo.

Era como una especie de descanso mental para él. Terminó de beber el vaso de agua y su garganta lo agradeció. Tomó su celular dispuesto a llamarle a Theo para que pudiera explicarle cómo demonios tenía pareja.

Justo cuando iba a marcar, el teléfono de casa sonó. Lo cogió sin prestar atención, pensando en lo suyo y contesto.

-Hola.

-¿Harry? ¿Eres tú?-Una voz que no reconoció a la perfección hablaba del otro lado de la línea.

-Ah... No. ¿Quién habla?-Detuvo la atención que le dedicaba al celular.

-Soy Jean Granger. ¿Con quién estoy hablando entonces?

Draco quiso dejar caer el teléfono. Destrozarlo.

Estaba hablando con su antigua suegra. Con la madre de su exnovia.
La sangre se heló y dejo de fluir por sus venas. Súbitamente, sintió que necesitaba beber y fumar sin control alguno. 

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¡Heeey! ¿Cómo están? Deseo que estén muy bien.

Traigo nuevo capitulo después de meses, me disculpo por ello. Pero tengo buenas noticias, por fin salí de vacaciones y tengo libre hasta agosto. Bueno, libre entre comillas porque tengo deberes en la casa y en el trabajo de mis padres. Pero me organizaré lo mejor posible para traerles actualización continuamente.

¡Estoy muy agradecida con el apoyo que le brindan a este fanfic!
En serio, les agradezco la paciencia que me tienen, que prevalezcan aquí a pesar de la ardua espera significa millones para mí. Sus votos me animan a continuar este proyecto.

Cuéntenme, ¿Qué les pareció el capítulo?

¿Tienen alguna teoría? Siéntanse libres de comentarla.

Con el corazón, espero que este capítulo sea de su agrado. Les aseguro que pronto se vendrá algo fuerte acá. Lo cual me tiene ansiosa. ><

Entre otras noticias, quiero hacerles una pregunta. (Espero no morir ignorada)

Lo publique en mi tablero, pero como la mayoría no me sigue, tal vez no se enteraron.
En los últimos días se me ocurrió una idea para comenzar a crear un nuevo fanfic, que trataría del shipp Feltson que también amo con locura. Díganme, ¿les gustaría un fanfic Feltson?
¿Me apoyarían con ese proyecto?

Well, melocotones, me despido deseándoles buenas noches/días/tardes.

¡Gracias por leer! 💚

Ale 💚🐍

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