Disgustos matutinos

Despertó únicamente por una pesadilla que tuvo como sueño, se incorporó de golpe, y la luz del día le cegó por un momento los los ojos, provocando que los cerrara. En cuanto los abrió nuevamente, miró a Harry, que dormía en posición fetal, muy tranquilamente, sin respiración agitada o una leve capa de sudor que cubriera su frente, en cambio, ella se encontraba justamente así, se frotó los ojos y pasó la mano por su rostro, sin duda había comenzado el día de mala manera. ¿Por qué tenían que regresar las malditas pesadillas? en los últimos meses era raro que tuviera alguna, desaparecieron, y ahora volvian.

Le dedicó una mirada más a Potter, con suma delicadeza salió de la cama y habitación no sin antes ponerse su bata roja, cerró la puerta en silencio. Sintió el frío de la estancia, un cambio radical, pues en su cuarto la temperatura se mantenía estable, agradable, calentita, se pasó los brazos alrededor de ella misma, dándose algo de calor y fue directo al baño, tocó la manija, sin embargo se detuvo antes de poder girarla, escuchó el ruido de la regadera, seguramente Draco estaba duchandosé. Alejó su mano y caminó hasta la barra de desayuno, sin sentarse en los taburetes, puso toda su atención en un reloj que se encontraba arriba de los estantes y algunos gabinetes de la cocina, en la parte más alta de la pared.

Eran exactamente las 7:30 de la mañana, aquel reloj era aburrido, su contorno que parecía ser de plástico color negro, las manecillas y números por igual. Hermione hizo una mueca al verlo, tenía que cambiar ese reloj.

-Buenos días.-Saludó Draco y la chica se sorprendió.

Nunca oyó cuando él salió del baño, volteó y sólo tenía una toalla cubriendo su cintura, no era nada distinto de otras veces, pero en la cabeza de Hermione apareció una pregunta: ¿Por qué siempre le tocaba verlo en esos momentos?

-Buenos días.-Regresó el saludo, logrando no mirar más allá de su rostro.-¿Quién compró ese reloj?

Por un minuto, la mirada platinada fue directo al dispositivo.

-Harry.-Contestó, regresando su vista a Hermione.-¿Por qué?

-Es aburrido.-Dijo, mirando aún ese reloj que no le gustaba para nada.

Draco río.

-Pero realiza su función al menos, es lo que importa.-Comenzó a secarse el cabello con otra toalla pequeña que tenía en manos.

-Compraré otro.-Aseguró.

-¿Qué haces despierta a ésta hora?-Se interesó.

-¿A ésta hora?-Alzó una ceja.-Suelo levantarme temprano.

-Vamos, Hermione. Te levantas después de que Harry y yo nos vamos a trabajar.-Él inició a caminar.

-De acuerdo.-Hizo morritos, cruzándose de brazos, otra manera para tratar de darse calor.-Me dieron ganas de entrar al baño, pero estabas usándolo.

-Algo me dice que mientes.-Comentó, mientras se aproximaba hacia la chica.

Se puso algo nerviosa, pero se relajó cuando Draco llegó a la cocina. Era raro, estaban manteniendo una conversación a las 7:30 de la mañana, con Draco semidesnudo, únicamente con una toalla alrededor de su cadera.

-¿Qué es ese algo?-Apoyó los codos en la barra, mirándolo.

-Ahhh...-Se quedó sin palabras por unos segundos, su acción a medias, al parecer quería abrir el refrigerador, pero su mano no había abierto la puerta aún.-Lo que quería decir...-Parecía que no coordinaba sus palabras con lo que realmente pensaba.-Es decir...-Los ojos de Granger estaba puesta en él, ella no lo sabía bien, pero presentía que su mirada lo ponía nervioso.-Olvídalo, no sé en realidad porque lo dije.

Se rascó la nuca y prosiguió a abrir la puerta del electrodoméstico, la luz que este desprendía alumbró su abdomen.

-Bueno, me descubriste. La verdad es que tuve un mal sueño.-Confesó la rubia.

-¿Una pesadilla?-Lucía algo despreocupado, sacó la leche y cerró el refrigerador.

Hermione asintió.

-¿Quieres hablar de ello?-Por un minuto, Draco hizo contacto visual con los ojos avellana de la cocinera.

-No.-Negó con la cabeza.-Ya sabes lo que dicen, si cuentas algo, la pesadilla se hace realidad. Y no deseo eso.

-¿Tan mala fue?-Se volteó por un instante para tomar un vaso de vidrio.

-Lo suficiente para querer que no se cumpla.-Dijo, tomando un mechón de cabello.

-¿Sufres de pesadillas constantemente?-Hizo otra pregunta.

Hermione sonrió, viendo como la leche caía dentro del vaso.

-Creí que hasta el día anterior, yo era la curiosa.

-Lo siento.-Se disculpó, sin mirarla a los ojos, moviendo el líquido levemente.

-Fue una broma.-Río un poco.-No solía tener pesadillas, habían desaparecido hace meses. ¿Tu sufres de malos sueños?

-Pocas veces.

Hermione asintió con su cabeza como respuesta, sin encontrar que otra cosa decir, miró sus manos y se ofreció a hacer algo.

-¿Quieres que te haga de desayunar?-Sus manos estaban frotándose la una con la otra.

Por un instante, Draco dejó de tomar leche y miró con el ceño fruncido a la chica, visiblemente confundido ante su ofrecimiento repentino. Mientras que ella, de reojo apenas vió los abdominales del rubio, y como en el brazo que sostenía su vaso, los músculos se hacían presentes. Cerró los ojos por una milésima de segundo, para dejar de hacer eso, y movió su cabeza levemente, regañándose mentalmente por su debilidad.

-¿Qué?-Fue lo único que salió de su boca.

-Son las 7:49, creo recordar que tu turno laboral comienza a las 8:30, y supongo no has desayunado nada, puedo cocinarte algo.-Le restó importancia, encogiendo sus hombros.

-No, no es necesario, sería una molestia.-Él se negó, dejando su vaso sobre la encimera en la que Hermione recargaba sus brazos.

-Si me ofrezco a hacerlo es porque obviamente no me molesta Draco. Además ya estoy despierta, me ayudaría a distraerme.-Dijo, examinando sus uñas, ahora que las miraba les hacia falta limarlas por lo mínimo.

-No, olvídalo. Aún así, gracias.-Mostró una pequeñita sonrisa sin dientes y empezó a caminar fuera de la cocina.

Granger se quedó por un segundo ahí, inmóvil, antes de ir con Malfoy y plantarse frente a él deteniendo así su andar, ella le llegaba a la altura de los hombros, era algo chaparra en comparación, y más porque no traía ni sandalias puestas.

-Oye, me parece una falta de respeto que me rechaces de esa forma.-Puso sus manos sobre su cadera.

-Lo siento.-Solo dijo eso, dispuesto a seguir su camino, sin embargo Hermione no lo permitió, volviéndose a poner un paso delante suyo.

-¿Por qué no quieres que te haga de desayunar? ¿Cocino tan mal?-Insistió.

Draco se llevó la mano a su cabello y lo movió un poco, algunos de sus mechones rubios cayeron desordenadamente en su frente, aún estaba húmedo, provocando que se viera más oscuro de lo que era su tono habitual.

-¡Claro que no!-Exclamó, sin subir la voz demasiado.

-¿Entonces? ¿Por qué te resistes?-No se percató hasta ese momento, se había acercado demasiado a él, y su cabeza la alzaba para poder verlo a los ojos.

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De acuerdo esas palabras significaban muchas cosas para él, y por un minuto, creyó que ella hablaba de absolutamente todo, de su pasado, su relación, su historia y el encuentro del presente, estaba volviéndose loco y lo sabía muy bien.

¿Por qué te resistes? Había dicho ella ahora, hace segundos, y si de por si, su platica matutina estaba afectandolo al igual que su ofrecimiento, esa pregunta fue el impacto, quiso, deseó contestarle como debía de ser, decirle todo lo que su mente anhelaba expresar hasta ese momento.

-No lo hago.-Si, fue una respuesta tan pobre, como él.

Sus cejas se mantenían unidas, y sus manos hechas puños, de una forma u otra necesitaba contenerse.

-Esa no es una respuesta.-Persistió, y eso agotaba la paciencia de Draco.

-Aléjate de mi por un minuto, Hermione.-Soltó tomando a la rubia por los hombros, mientras la alzaba unos centímetros del piso, era en extremo liviana, en todo el tiempo que llevaba ella ahí, nunca la había tocado, al menos refiriéndose a qué él comenzara el contacto. En seguida la dejó a una distancia prudente.

-¡Disculpa! No sabia que te ponía nervioso.-Bufó, cruzándose de brazos, parecía enojada y Draco sabia perfectamente que estaba en todo su derecho.

Es fácil pensar que era un estupidez negar algo tan simple como un ofrecimiento de parte de Granger para que le hiciera un desayuno, pero para él significaba más que eso, era acceder a su amabilidad constante que le costaba tanto creer y lidiar con ella a diario, todos los días desde su llegada, además, sentía en lo profundo de su corazón y alma que le fallaba a su amigo con tan solo eso, se supone que debería de hacerle el desayuno a Harry, no a un tipo que acaba de conocer apenas una semana, eso era recibir un trato demasiado agradable para Draco, quien abandonó a dicha mujer y la dejó a su suerte en la cama  que compartían en Londres.

Se estaba volviendo loco.

-¿Sabes? Harry tenia razón, tal vez no te agrado.-Dijo, en voz baja.

Él la miró, ¿sería mejor dejarla creer aquello que era mentira? De esa forma todo podría ser mas sencillo para ambos.

-No, no. Te equivocas, no es esa la razón.-Pero su estúpido corazón no estaba de acuerdo y desgraciadamente no mintió, la verdad fue lo que salió de su boca.

-¿Cuál es?-Ella volvió a acercarse.

-Por favor olvidemos que esta discusión ocurrió, fue un mal entendido, sólo eso. Si aún quieres, acepto tu ofrecimiento, iré a vestirme, con permiso.-Ignoró la pregunta de la rubia, terminando por fin esa charla que habia iniciado bien y se descontrolo por completo.

Pasando por su lado, entró rápidamente a su habitación cerrando la puerta, recargándose en esta, dejó escapar un suspiro y se pasó la mano por el rostro.

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-Sólo eso...-Repitió las palabras de Malfoy, en un tono casi inaudible.

Se quedó inmóvil, quieta y sin parpadear. Eso fue... Tan repentino, estaban teniendo una buena conversación, algo normal y de un instante a otro todo se había salido de control, ella ya comenzaba a alzar la voz. Se aclaró la garganta y fue a la cocina, donde prendió un calentador y colocó encima una sartén.

Respiró profundamente dos veces y se acomodó el cabello hacia atrás. Del frigorífico sacó la cartera de huevos, tocino y un par de salchichas, no cocinaría nada elaborado, y tampoco haría jugo natural. En cuanto el sartén estuvo caliente, virtio el aceite necesario y dejó que este tomara la temperatura adecuada.

Se recargó en el pretil, cruzada de brazos y mirando a la nada. ¿Por qué de pronto se le estaba dificultando...?

Oh no, no, nada de pensamientos de ese tipo, ella giró la cabeza abruptamente, tratando de alejar lo que su mente quería decirle. Continuar, solo continuar, no era débil, no lo era. Para nada. Y se lo había demostrado a ella misma ya. Cuando el aceite chilló, supo que era momento de poner los huevos. Quebró dos y estos cayeron sobre el aceite, a un lado puso unas tiras de tocino y salchichas.

Una vez terminó de preparar el desayuno de Draco, lo sirvió, y sacó el jugo de naranja que los chicos acostumbraban tener. Miró por un instante la puerta del rubio, habían pasado algunos minutos y él no salía.

Se preguntó si debería de avisarle...

No, cuando saliera se daría cuenta. Ella dió la vuelta dispuesta a cocinar un poco más para Harry y ella.

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Se sentía como un completo imbécil, durante los 15 minutos que habían pasado ya, después de que se hubiera vestido, sólo se quedó mirando la puerta, deseando abrirla y salir, enfrentar a Hermione, darle a entender que no lo intimidaba, que nada de esa discusión estúpida y acalorada lo había afectado. ¡Pero no! Se quedó únicamente con las ganas, puesto que no se movía en absoluto, nada de él, ni una parte de su cuerpo. Era estúpido, Dios.

Le dió un vistazo a su reloj, ya eran las 8:11 si no se daba prisa llegaría tarde. Al diablo, tenía que hacerlo, tomó el picaporte y salió por fin de su alcoba, esperando ver a Hermione sentada en el taburete, pero no estaba ahí, sólo su plato con dos huevos estrellados, dos salchichas y unas tiras de tocino bien dorado, con el envase del jugo y un vaso de vidrio. Fue directo a la barra desayunadora, olía tan bien, admiró el plato, todo se veía espléndido que hasta daba pesar comerlo. Sus tripas emitieron el característico sonido cuando una persona tiene hambre.

Se sentó y tomó el cubierto, dispuesto a comer. Se sintió fatal cuando se llevó el primer bocado a la boca y lo saboreó, se comportó tan mal con la chica, era un completo idiota. Tenía que disculparse de alguna manera y ahora que lo pensaba, con esa charla o discusión que tuvieron, pudo estudiar un poco más a la chica, tendría que existir ese tipo de acercamientos para descubrir algo, cualquier cosa.

No tardó mucho en terminarse todo, colocó los trastes en la vajilla, y salió del apartamento para ir rumbo a su trabajo.

En el camino, trató de despejar su mente, alejar todos sus pensamientos, desconectar su mente del corazón y evitar que los pensamientos lleguen a él, a bombardearlo, necesitaba estar en paz al menos una maldita vez, lo requería. Así que prefirió prender la radio.

Se mantuvo estable, en blanco, disfrutando del camino. Se estacionó y salió del coche, cerró la puerta y justo cuando iba a avanzar, algo lo detuvo, sintió un jalón en la parte final de su saco gris que era parte del traje que usaba, volteó y se dio cuenta que se había quedado una parte dentro, la puerta del auto estaba presionando el pedazo de tela fina, Draco rodó los ojos y abrió de nueva cuenta la puerta, liberándose. Se dirigió hacia las puertas de vidrio desplazables y antes de cruzar por ellas, su celular vibró en su bolsillo, llevó su mano ahí para tomarlo y contestó, no sin antes ver de quien se trataba: Ginny.

-Hey tomate, buenos días.-Saludó, retomando su andar.

-¿Qué tienen de buenos? Es una mierda, Draco.-Sin ninguna duda, no respondió como el rubio había planeado.

-¿Qué sucede?-Frunció el ceño, algo preocupado, mientras su dedo se hundía en el botón del elevador.

-Llegué temprano a mi trabajo hoy, 8:30, es una novedad, ¿Y qué crees? Ahora que fuí más que puntual, llegó una tipa que trabaja para la jefa de la agencia para la que bailo, me dice: ¡Ginny es una sorpresa!-Imitó la voz de aquella chica, Draco seguía prestandole atención ya dentro del elevador.-Llegas más temprano de lo esperado, entonces le pregunté que sucedía, y me dió la estúpida noticia.

Hubo unos segundos de silencio en el que Malfoy esperó a que continuara su relato, pero no lo hizo.

-¿La cuál es...?

-Me despidieron, Draco.-Soltó, la molestia y algo de tristeza se percibía en su voz.

No supo que decir en cuanto Ginny terminó de hablar, mantenía su mano sobre el teléfono e ignoró completamente a Luna y Theodore, pasando inmediatamente a su oficina.

-Lo siento Ginny.-Lo decía sinceramente.

-¿Y sabes que es lo peor? Que me despidieron porque fui reemplazada por otra chica profesional en la bachata.-Draco estaba seguro de que ella estaría haciendo gestos y caras, como muestra de total desagrado e injusticia.

-No puedo creerlo, ¿quién es tan estúpido para despedir a alguien con tus habilidades para bailar? Eres una profesional.-Trató de animar, aunque sentía que no era muy bueno en ello.

Tomó asiento en su silla, y sólo pudo oír la respiración de la pelirroja, era lenta, apenas podía percibirla, ella no emitió palabra alguna y eso angustió a Draco.

-Ginny, ¿sigues ahí?-Preguntó.

-Sí, sí. Te veo luego, Draco.-Y antes de que el mencionado pudiera decir algo, ella cortó la llamada.

El hombre solo se quedó mirando el celular, pérdido, al parecer a la Weasley le había afectado sobremanera ser despedida. Suspiró y se frotó los ojos, de alguna manera, nadie comenzó bien su mañana, Draco y Hermione por el pequeño disgusto incómodo y extraño que tuvieron, además que está última se despertó debido a una pesadilla y Ginny fue despedida de su trabajo, ¿Harry habrá amanecido de buenas?

Se levantó y salió de la oficina para servirse una taza de café y tomar algún pan. Vió a Theo y Luna que seguían hablando animadamente, la rubia tenía una sonrisa de oreja a oreja y por primera vez no tenía la mirada o los dedos ocupados en su computadora, le estaba dando la espalda, toda su atención permanecía en Theo, llevaba trenzado el cabello pero de algún modo le daba un aspecto sofisticado.

-Hey amigo.-Draco miró a Theo.-¿Todo bien? Lucias preocupado cuando entraste.

-Estoy bien.-Respondió secamente, analizando las mantecadas y una que otra dona.-Luna, ¿por qué no hay donas como otras veces?

-¿Era tu novia?

-Esta vez trajeron mantecadas, supongo que quisieron cambiar.

La pregunta de Theo y la respuesta de Luna salieron al mismo tiempo, provocando que Draco mirara a ambos, desviando su atención.

-¿De qué hablas, Theo?-Su rostro expresaba la confusión.

-Bueno, nadie sabe. Tal vez estés en una relación y yo no estoy enterado, hace mucho que no hablamos.-Se encogió de hombros y mostró una ligera sonrisa.

Draco lo observó unos segundos sin cambiar su expresión.

-Era una amiga mía, no tengo novia Theo.-Aclaró, a la vez que tomaba una mantecada de mala gana.

-¿Alguien con quién te acostaste anoche?-Alzó las cejas, insinuante.

Y aunque él sólo estaba bromeando como siempre hacían, Malfoy no estaba de humor para soportarlo, últimamente, casi nunca estaba de humor para nada. Ejerció un poco de fuerza sobre su mantecada, tratando así, de no explotar como sucedió con Fred aquella vez.

-Ya lo dije Theo, es mi mejor amiga.-Dijo sin mirarlo siquiera y fue directo a la cafetera que estaba a unos cuantos metros de ahí, en una mesa de mármol blanca que combinaba con el mostrador de Luna.-Y para tu información no me he acostado con nadie en una semana.

Eso sí fue tremenda sorpresa para Theo e inclusive para Luna, ya que ambos lo miraron incrédulos.

-¿Ustedes están saliendo acaso?-Preguntó el rubio, intentando lograr que el tema de conversación cambiara a cualquier otra cosa que no fuera él.

Luna se atragantó al parecer con su propia saliva, inmediatamente comenzó a toser, su puño fue a su boca, amortiguando el ruido, Theo le dio unas palmaditas en la espalda. Después de unos segundos más, la chica bebió un poco de su té y su tos cesó.

-¿Estás bien?-El rubio se acercó a los dos, dándole vueltas a la cuchara que estaba dentro de su café caliente.

Luna asintió.

-Hombre, no estamos saliendo. ¿De donde sacas eso?-Habló Theo, tomando el periódico que era para él.-Pero ese no es el tema, ¿cómo está eso de que ya no te has acostado con nadie?

-Simplemente quiero dejar eso de lado.-Miró directamente a su bebida humeante y se perdió en el líquido café que era un pequeño remolino debido a los movimientos circulares que hizo con la cuchara.

-Me alegro por ti.-Theo le dio una palmada amigable en la espalda.-¿Y no se debió a algo, o mejor dicho alguien?

Dejó de mover la cuchara, poco a poco el café fue calmando sus giros hasta que se quedó completamente quieto. Fue entonces cuando Draco decidió que ya había sido demasiada charla, además, esa pregunta nunca se la planteó antes, y no sabía exactamente que responder a ella, o tal vez sí, en lo más profundo y oscuro de su ser se encontraba la respuesta, pero él se negaba a sacarla de ahí.

-Tengo que ir a trabajar.-Levantó su muñeca y vió la hora.-Tu deberías hacer lo mismo.

-Gran forma de evadir mi pregunta, genio.-Dijo Theo mientras Draco tomaba su mantecada que dejó minutos antes para tomar su café.

-Ya charlaremos luego.-Soltó sin más y se encerró en la oficina.

Fue directo a sentarse en su cómoda silla y le dió un sorbo a su café, esta vez lo preparó sin azúcar, estaba sumamente fuerte y amargo, pero no le importó, no era algo que le disgustara, sus ojos plateados fueron a la mantecada que reposaba a unos cuantos centímetros de distancia, encima de su escritorio, pero no la tomó, no lucía apetitosa.

O quizá él no tenía hambre.

Podría ser eso.

Le dió otro sorbo y comenzó su labor, abrió el libro y se sumergió en la lectura al instante. Aunque a veces apareciera en su mente una mujer rubia y cocinera o una pelirroja de seguro enfurecida, hecha un manojo de nervios e ira.

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Terminó de lavar los platos y lo que habían necesitado Harry y ella para desayunar. Hace ya rato terminaron, pero Hermione se entretuvo con su novio en la cama charlando y besándose.

Se secó las manos en la toalla pequeña de color morado que puso ella en la palanca del horno y se quedó ahí. Aún estaba en pijama, pero sabía que tenía que vestirse ya, una parte de ella le pedía a gritos que no lo hiciera, que se quedara así todo el día y solamente  en la cama con su novio, abrazados viendo una película u algo por el estilo, sin embargo no se lo permitiría, y aunque sonara muy tentador todo eso, tal vez lo haría en otra ocasión, hoy no.

Volvió a la habitación, donde Harry se encontraba viendo algo en su celular, ella sólo lo miró un momento antes de tomar sus toallas y darse una ducha rápida. Entró al baño y comenzó a desvestirse, giró la llave del agua, luego se introdujo a la regadera, sintió el chorro de agua en su cabeza que fue descendiendo por todo su cuerpo para terminar en el suelo, yendo directo al drenaje, la temperatura estaba caliente, demasiado a decir verdad, inmediatamente se alejó del contacto y su mano giró la llave del agua fría, basto unos segundos para que lo caliente fuera reemplazado por la frialdad, Hermione mojó su palma tentando la temperatura, descubriendo que ahora estaba bastante helada, pero decidió que así la dejaría, volvió a colocarse en el centro y ahora el agua le enfrió el cuerpo, al principio le costó un poco adaptarse, después se acostumbró.

Dentro de 15 minutos terminó y con su bata puesta a la par de una toalla en el cabello fue a la habitación que compartía con Harry, abrió el armario donde tenía colgada la mayoría de suéteres, chamarras y vestidos que había traído. Tomó un vestido bastante sencillo de color rojo, se dió la vuelta y visualizó a Harry aún con el celular, bastante entretenido a decir verdad.

Con sus manos puestas en el cinturón de la bata, se quedó mirándolo.

-Te ves bastante entretenido, tanto que de mi presencia no te has percatado.-Hermione rompió el silencio.

Harry despegó la vista del aparato y fue a los ojos de la castaña.

-Oh, lo siento amor.-Pidió disculpas, mirandola ahora de pies a cabeza.

La chica se dió nuevamente la vuelta y se quitó la bata para ir poniéndose su ropa interior.

-¿Qué estabas viendo?-Su curiosidad siempre se apoderaba de ella.

-Sólo Facebook, poniéndome al día.-Su tono de voz era desinteresado.-Pero creo que puedo mirar algo más interesante.

Hermione sentía sobre ella la mirada penetrante del ojiverde.

-Deja de mirarme.-Sus mejillas se sonrojaron y volvió a darse media vuelta para quedar cara a cara con su novio, ya había terminado de ponerse ropa interior y estaba terminando de secarse bien el cuerpo.

-Vamos, te he visto asi millones de veces.-Se movió despacio en la cama, quedando de lado.-Además, ahora traes puesta ropa interior.

Los morritos que hizo Potter fueron graciosos y la mujer sonrió, dejó la bata y toalla extendidas para que se secaran y se sentó al lado de Harry, antes de tomar la crema humectante le plantó un beso en la punta de la naríz.

-Sabes que te amo, ¿verdad?-Preguntó el azabache, con sus ojos brillantes.

Aún estaba sonriendo, mientras se colocaba la crema por todo el cuerpo.

-Lo sé.-Sabia que parecía una niñita enamorada, pero Harry la hacía sentir plena, llena de vida y feliz.

Quedaron unos minutos en silencio, en los que el hombre se acomodó derecho en la cama y Hermione prosiguió humectandose la piel.

-Harry.-Llamó.

-Umm.-Emitió.

-¿Sigues creyendo que no le agrado a Draco?

-¿Ah? ¿Por qué la pregunta?-Volteó su cabeza para mirarla.

-Sólo es curiosidad, quiero saber que piensas.-Dijo sin mirarlo y continuando su labor.

-No, ya no. Tenía en un principio comportamientos sumamente extraños, tu los viste, pero creo que se acabaron. ¿O ha sucedido algo de lo que no este enterado?

Hermione estaba en una disputa consigo misma, podría decirle que Draco volvía a actuar muy extraño con ella, contarle sobre sus acercamientos inusuales sin explicación alguna, o mentir, negar todo por completo, aunque no fuera lo correcto.

-No, no, nada de eso.

Y ella misma se quedó confundida, estaba segura de que iba a decirle la verdad y nada más que la verdad, pero de su boca salió algo totalmente distinto, si, una mentira. Inmediatamente se sintió culpable, tanto que sus cejas se juntaron y compuso una expresión de extrañeza.

¿Por qué estaba mintiendole a Harry?

No era correcto.

Dejó la crema en el buró y se levantó para comenzar a ponerse el vestido, pérdida en sus pensamientos.

-Ese vestido es uno de mis favoritos.-Dijo Potter.

-Ni siquiera es de fiesta, Harry.-Comentó ella, antes de comenzar a cepillarse el cabello.

-Pero no deja de lucir hermoso en ti.-Su voz sonó ronca desde la cama.

Hermione no dijo nada, solo sonrió.

-¿Cuando me podré levantar de esta cama?-Se quejó Harry, haciendo pucheros.

-En unos días creo que ya te podrás mover, tal vez mañana.-El cepillo lo colocó en su lugar y se acercó a Harry para cambiarle los vendajes nuevamente.

Después de ello, Hermione salió de la habitación e hizo un poco de aseo matutino, como siempre. Cuando hubo terminado, sacó la bolsa de basura, que era mucha, ¿cómo era que nadie sacaba la basura ahí? Haciendo uso de su fuerza alzó la bolsa y salió del departamento.

No olvidó cerrar la puerta y dió unos dos pasos antes de percartarse de la chica Weasley sentada en el escalón que existía ahí antes de llegar a ambas puertas. La observó, sus piernas permanecían abiertas, de forma flexionada mientras sus codos se apoyaban en estas, y colocaba el mentón entre ambas manos. Tenía una mirada pérdida, veía a la nada.

Hermione no estaba segura de hablarle o pasarla de largo, se veía afectada por algo.

-Buenos días.-Decidió ser amable, reforzó el agarre en la bolsa y se acercó un poco más.

Ginny levantó al fin su rostro y se encontró con el de Hermione.

-Lindo vestido.-Soltó sin entusiasmo alguno, pero aún así, Granger se lo tomó como un elogio que no esperaba.

-Creí que me responderias de mala manera.

La pelirroja no dijo nada, permaneció callada y sus ojos verdes fueron a dar a la puerta de su departamento.

-No pretendía decirlo de forma ofensiva.-Se corrigió al notar que sus palabras podrian resultar hirientes.

-Ya.-Balbuceó Ginny.

-¿Hoy no irás a tu trabajo?-Se interesó, y es que la veía tan calmada ahí en el escalón cuando se suponía que ella debería estar ya en la academia, basándose en lo que Kath le había dicho.

-Hoy no y nunca.

-¿Qué?

-Fui despedida, es por eso que estoy aqui.-En ningún momento Ginny volteó a verla.

Ahora lo entendía todo. Pero no sabía que decir exactamente, no era que fueran amigas.

-Lo siento, pero puede que consigas un trabajo mejor.-Intento subir los animos un poco, aunque sabia muy bien que fallaba en el intento.

La chica soltó un gruñido y se frotó los ojos, después de eso, miró a Hermione.

-¿Sabes en qué trabajaba?

-Me doy una idea por la ropa que usabas en el hospital.-No quería delatar a Katherine, podría causar un problema y no necesitaba eso, con lo poco que conocía a Ginny estaba segura de que se molestaría por compartir un dato sobre su vida con ella.

-Ya veo.-Dejó de mirarla.-¿Cómo sigue Harry?

-Esta mejor, creo que mañana podrá levantarse al menos un poco.-Se sentó a un lado de Weasley, dejando la bolsa a una distancia considerable.

-Ya que tengo todo el tiempo del mundo, no me haría mal visitarlo, además, vivimos enfrente.

-A él le gustaría.-Pero a Granger no, y no era porque fuera celosa, en realidad no era una persona celosa con Harry, pero no quería que Ginny se acercará a él.

Tenía un ligero presentimiento, el mismo de hace días. Sentía que la chica planeaba algo y solo deseaba que se equivocara.

-¿Y Katherine?

-Fue a trabajar con mi hermano Fred mientras espera que la acepten en la editorial.-Contestó.-¿Quieres que te ayude con la basura?

-¿Por qué estas actuando tan amable conmigo?-Quería evitar preguntárselo, pero no pudo evitarlo.

-Bueno, quizá no tenga sentido ser antipática cuando ya me dijiste que no recuerdas nada. ¿O no fue cierto?-Volvió a mirar a Hermione, una mirada retadora, enmascarada.

-Cierto.-Asintió con la cabeza.-Me alegra que hayas recapacitado un poco.

-Ajá.-Fue lo único que dijo.

-¿Te sientes bien?-Preguntó Hermione levantándose al mismo tiempo.

-Pues me han despedido de mi trabajo al que le tenía una pasión enorme porque fui reemplazada, ¿tu que crees?-Su voz sonó un tantito irónica.

-Que has tenido días mejores.-No supo que decir, se sintió un poco apenada, de nueva cuenta cojió la bolsa negra.-Iré a tirar esto.

-Adelante.

-Adiós.-Se despidió.

No esperaba encontrarse a Ginny ahí y mucho menos entablar una conversación tan pacifica y hasta amable con ella, pero seguia resultandole extraño. No tardó ni 10 minutos cuando ya había vuelto al departamento de Draco y Harry, pero la pelirroja no estaba, tal vez entró a su departamento.

La rubia volvió al hogar de su novio y un aroma a limpieza la invadió, eran de esos aromas que te ponían alegre y hablaba bien del lugar. Cerró la puerta tras de sí y se quedó unos segundos sin moverse, solamente pensando. ¿Qué haría ahora? Sus deberes con la limpieza terminaron, estaba cuidando de Harry, y a pesar de que amaba cuidarlo era lo único que realizaba, además de la comida.

Se dirigió al cuarto de Harry, que estaba leyendo un libro. Hermione cerró la puerta provocando que el chico desviará su atención de la lectura.

-Amor.-Llamó la chica.

-¿Sí? ¿Qué sucede?-Bajo el libro hasta dejarlo en su pecho.

-¿Sabes de algún lugar en el que corten el cabello?-Preguntó, tocándose algunos mechones de éste.

-Pues, en donde me lo corto yo. ¿Quieres un corte?

-Si.-Asintió, acercándose a la cama y sentándose en un extremo.

-¿Por qué? Me gusta tu cabello largo.-Le contó su opinión, mientras pasaba sus largos dedos por la cabellera.

-Un cambio siempre es bueno, cielo.-Contestó, sonriendo un poco.-¿Puedes explicarme donde es?

-Creo que me sentiría más seguro si Draco te llevará.-Se levantó un poco, quedando recargado en la cabecera.-No es que no confíe en ti, es solo que a veces puede ser confuso. ¿Entiendes?

La sonrisa de Hermione se hizo un poco más grande, no se sintió molesta por lo que acababa de decir su novio, no era que no la creyera capaz de andar sola por las grandes calles de Manhattan, únicamente quería cuidarla porque se preocupaba por ella. Lo tomó como un lindo gesto.

-Cariño, agradezco que temas por mi.-La rubia paso su mano por la mejilla del azabache.-Pero creo que puedo ir sola, no me gustaría molestar a Draco por un gusto mío, ¿qué tal si tiene cosas que hacer u algo así? Aparte, creo que es mejor para los dos si...-Guardó silencio repentinamente, al darse cuenta de lo que iba a decir.

Harry compusó una expresión de confusión.

-Sí... ¿qué cosa?

Estaba a punto de decir que era mejor para Draco y ella que se tomarán un espacio, mientras menos tiempo pasaban juntos tal vez podría ser mejor, pero no podía decirle algo así a Harry, porque él no estaba enterado de nada, ni la discusión que habían tenido en la mañana o esos pequeños y confusos acercamientos que han tenido en los últimos días. Juntó sus  labios y los apretó un poco.

-Si evitamos cargarle tanto la mano, ¿no crees?-Se sintió un poco estúpida al compensar de esa forma la frase.

-Tal vez tengas razón.-Se encogió de hombros.

-¿Entonces, me explicas como llegar?-Puso aquella carita, la cual Harry nunca podía resistirse.

-De acuerdo, de acuerdo.-Aceptó.

Alrededor de unos veinte minutos, Potter logró explicarle con éxito todas aquellas calles que tenía que cruzar para llegar a la estética, Hermione por suerte, fue buena entendiendo las indicaciones.

-Bien, gracias.-La chica se levantó sonriendo.

-Espera, ¿en que te irás?

-¿En tu auto?-Respondió, aunque sonó más como pregunta.

Durante unos segundos el chico pareció pensarlo.

-Bien, las llaves están sobre el portallaves en la entrada. Ten mucho cuidado, ¿ok?

-Confía en ello.-Rodeó la cama para llegar hasta su novio.

Acercó su rostro y junto sus labios en un casto beso. Se separó al poco rato, sin embargo sus rostros continuaron juntos.

-Volveré en seguida. ¿Estarás bien sin mi?

-Claro. Es sólo que... Ojalá no estuviera en cama, así podría llevarte yo, acompañarte.-La miró a los ojos.

-Cariño, tranquilo. Pronto sanarás completamente y saldremos juntos, aún estaré unas semanas aquí. No te preocupes. Te amo.-Volvió a besarlo.

-Te amo.

Con una sonrisa salió de la habitación y sus ojos rápidamente vieron las llaves del auto de Harry colgadas en la pared del lado izquierdo de la puerta, las tomó y se dedicó un segundo a admirar el llavero de un león que adornaba la llave. Sin dejar de sonreír salió del departamento por segunda vez en el día.

Bajo las escaleras y no tardó mucho en encontrar el Mazda de su novio, entusiasmada abrió la puerta y se sentó en el asiento del piloto, estaba emocionada, siempre había querido conducir el carro de Harry, el aroma a limón le lleno las fosas nasales, era un olor totalmente diferente al del sentra que se encontraba en Londres, que ahora era suyo. Se preparó para conducir, antes de arrancar, levantó un poco más el asiento para ver mejor, Harry era más alta que ella.

El transcurso le resultó fácil, nada complicado a decir verdad, si, existían algunas diferencias en las vialidades, calles y formas de manejo, pero nada imposible de ver o solucionar. No tardó mucho en llegar, a los 15 minutos se estacionó frente a un local con fachada morada. La examinó por fuera antes de bajar del auto.

Cruzó el umbral de la puerta negra y observó aquella sala de estética, eran cuatro paredes un lugar bastante amplio, demasiado, el suelo era de azulejos brillantes, pulidos, negros y blancos, provocando una ilusión óptica si durabas mucho tiempo mirándolos. En cada costado de las paredes, que eran de un gris claro, 7 estilistas estaban trabajando en sus clientes, algunas cortaban pelo, otras aplicaban tinte o hacían un peinado o maquillaje, el lugar lucía bastante profesional.

Hasta el final, se encontraba un mostrador de color negro totalmente, al igual que el suelo, brillaba de lo reluciente que estaba, parecía que limpiaban muy bien y eso a Hermione le agradó muchísimo. Comenzó a caminar directo hacia aquel mostrador, pasando por la gran brecha en medio de ambos costados donde trabajaban las chicas en sus clientes.

Visualizó a la mujer encargada de atenderla, no le dió una buena primera impresión, ya que estaba masticando un chicle color rosa con la boca abierta, eso ya hablaba mal de la rubia, y tenía una mirada desinteresada, pero Granger intentó no juzgarla y con una sonrisa comenzó a hablar:

-Hola, quisiera ver si hay posibilidad de que me hagan un corte de cabello.

La rubia la examinó con sus ojos, de una manera desdeñosa, eso a Hermione le pareció de muy mal gusto y ética. Enseguida, hizo una bomba con su chicle y abrió una agenda que tenía frente a ella, dejando ver sus largas y exageradas uñas postizas.

-Nombre.-Le pidió la mujer de ojos azules, con una voz hostil.

-Es la primera vez que vengo aquí.-Explicó Hermione, sin alterarse por el trato inadecuado por parte de la chica.-Pero mi novio siempre viene cada que lo necesita.

-Entonces dime su nombre.-Sus ojos se veían desesperados, y su voz expresaba lo mismo.

-Harry Potter.-Quiso soltarle un insulto, pero decidió guardarselo.

Pasó las hojas de la agenda, hasta que llegó a la letra H, donde se detuvo a leer.

-Bueno, si él estuviera aquí lo atenderiamos después de que alguna estilista se desocupe, pero no esta. Al ser tu, puedes venir en dos días.-Dijo, cerrando la agenda de golpe y mirando desafiante a Hermione, haciendo otra bomba.

De acuerdo, no estaba dispuesta a tolerar el trato tan grosero de esa estúpida chica. Iba a defenderse y reclamar, pero alguien interfirió en la charla de ambas antes de que emitiera palabra.

-¡Fleur! ¿Puedes comportarte? No has mejorado tu actitud en toda la semana que llevas aquí, las clientas se han quejado de ti, si continúas así, no durarás más en tu nuevo trabajo.-La reprendió, y Hermione se alegró por ello.

Giró un poco su cabeza para ver quién había revelado el nombre de la encargada del mostrador, se encontró con otra chica rubia, de cabellos rizados a la mitad de su espalda, de tez blanca, casi como Draco, un pantalón de mezclilla negro y una playera sencilla morada era lo que tenía puesto.

-Hola, lamento mucho el trato de Fleur, es nueva, está intentado acostumbrarse a este ambiente. Es nuevo para ella.-Miró mal a la mencionada.-Puedes ir a tomar tu descanso, anda.

Fleur se levantó y desapareció por la puerta blanca que estaba detrás del mostrador.

-Hola, soy Lavender. ¿Eres pareja de Harry?-Preguntó, de una forma totalmente diferente a Fleur.

Ella sonreía y era amable a simple vista, sin chicle, mirada desagradable o tono de voz grosero. Granger asintió.

-Te atenderemos ahora, lo haré yo misma. Soy la estilista de Harry, siempre corto su cabello.-Su sonrisa se ensanchó.

-Muchas gracias.

-No hay de que, sígueme.-Habló Lavender mientras se levantaba y comenzar a dirigirse al costado derecho.

La rubia siguió por detrás a Lavender, escuchó como le decía a su compañera si podía atender el mostrador. Daphne, (ese era su nombre) aceptó gustosa. Una vez llegaron, Lavender le pidió amablemente sentarse en la silla movible color gris. Hermione obedeció, cuando lo hizo, se sintió sumamente cómoda.

-¿Qué quieres hacerte en el cabello, linda?-Preguntó la chica, colocándole la bata para evitar que se llenará de cabello la espalda o ropa.

-Me gustaría una melena, que el cabello me llegue a la altura del cuello.-Explicó, viéndose en el espejo que estaba frente a ella, imaginándose como se vería.

-Es una buena idea, te verás genial, lo garantizo.-Lavender le guiñó un ojo, tomándola por los hombros.

Le rocío el cabello con agua del atomizador y fue cepillándoselo, aunque no hacía falta. Tomó las tijeras y fue haciendo su trabajo.

-Tienes tu cabello súper suave, se ve que lo cuidas mucho. Eso es muy bueno y más porque este no es tu color natural, ¿cierto?

-Cierto.

-¿Castaña?

-Sí.-Soltó una pequeña risita, agachando un poco su cabeza a petición de Lavender.

-Te queda bien el rubio, pero presiento que te ves mucho mejor con tu color natural.-Comentó, y Hermione no se sintió ofendida por ello.

-Tal vez pronto vuelva a ese color.

-¿Eres de Londres?-Se interesó, sin dejar de hacer su trabajo.

-Sí, ¿tanto se nota?

-Un poco.-Ella sonrió.-¿Qué tal se encuentra Harry?

-Pues, ahora mejor, le dispararón hace algunos días. Pero ya está bien.

Las manos hábiles de Lavender detuvieron su labor, y sus ojos miraron estupefactos a Hermione.

-¿En serio?-Estaba incrédula ante la noticia. La rubia en respuesta asintió.-Dios, pobrecillo.

La charla perduró, y la estilista retomó su trabajo, Hermione se sintió agusto con ella, le pareció una chica muy amigable y conforme se veía en el espejo le comenzaba a gustar el corte que estaba dejándole Lavender.

(...)

Transcurridos unos 45 minutos, Hermione ya se encontraba en el auto de su novio, yendo de vuelta al departamento, había pagado y agradecido a Brown por el corte y su actitud tan buena, ahora le encantaba verse en el espejo retrovisor, además, la idea de Lavender respecto a dejarse un flequillo, fue fabulosa, sin duda, su nuevo look de cabello le fascinaba, estaba ansiosa esperando a que Harry pudiera verla. Durante todo el camino estuvo sonriente, se le habia olvidado por completo el disgusto de la mañana.

Se estacionó y mientras caminaba sacó su celular para revisar las notificaciones que pudiera tener, cuando estuvo frente a la puerta, apenas estaba leyendo el mensaje que Harry le escribió hace unos cuantos minutos.

Cielo, hay visita.

Giró la perilla, y se encontró con Fred y Ron, se sorprendió de la presencia del último, no lo habia visto desde que su hermano se lo presentó aquella vez en el taller, ¿sería amigo de Harry? En cuanto cerró la puerta, las miradas de ambos pelirrojos la acecharon, sintiéndose algo intimadada, dejó las llaves sobre la encimera de granito.

-¡Hermione!-Saludó Fred con una sonrisa de oreja a oreja.

-Hola de nuevo, Fred.-Se aproximó para darle un beso en la mejilla como forma de saludo.

No se sorprendió demasiado cuando el hombre la sujetó por la cintura y la acercó hacia él, dandolé un gran abrazo.

-Veo que te cortaste el cabello rubita. Que bien te queda.-Opinó.

-Gracias.-Inhalo aire debido a que le faltaba por el fuerte abrazo de Fred y se despegó de él, justo para dirigirse a su hermano.-Ron, hola.

-Hermione, ¿comó estás?-Él fue menos confianzudo que Fred, en cambio, se levantó para tenderle la mano. Con gusto y una pequeña sonrisa, ella se la estrechó.

-Que formal, hermanito.-Comentó con gracia Fred, recargandosé sobre el respaldo del sillon y cruzando abiertamente las piernas.

-¿Vinieron a ver a Harry?-Los miró a ambos, una vez que Ron se sentó de nuevo.

-Asi es, mi querida Watson. Estabamos con él hace unos minutos en su habitación.

-Ok, iré allá. Podría traerlo a la sala, creo que ya puede moverse un poco más, le hará bien.

-Claro hermosa, nadie te detiene. Ve con tu hombre.-Hermione río ante eso.

Antes de entrar a la habitación, pudo escuchar como Ron le reclamaba a su hermano el hecho de que era muy coqueto con ella. Ignoró eso, y la emoción y ansias regresaron en cuanto ingresó al cuarto, donde su novio estaba sentado.

-Amor, llegué.

-¿Mi coche a salvo?-Bromeó.

-Oh, cierto, ahora que lo dices, le di un rayón a la puerta izquierda, la pintura se arruinó un poco, pero nada grave.-Quiso divertirse un poco, una sonrisa juguetona apareció en su rostro. La cara que puso Harry no tuvo precio.-Idiota, es broma.

-Que graciosa.

-Mucho.-Dijo, acercándose a él.

-¿Sabes algo?-Potter le tomó las manos a su novia.-Me encanta ese corte, tu flequillo te hace lucir encantadora.

Hermione no pudo contener una sonrisa, y sintió como las mariposas revoloteaban en su interior.

-Creí que te interesaba más tu auto que mi aspecto.-Confesó.

-También estaba bromeando, preciosa. Me gusta mucho.-Inclinó su cabeza hasta el punto de rozar los labios de la rubia.

Ambos se besaron por unos segundos, Hermione fue la que rompió el beso.

-Hay visita amor, creo que es buen momento para que te pongas de pie y que al menos te sientes en el sillón.

-¿Estás segura?-Preguntó.

La chica asintió y poco a poco, lentamente, lo ayudó a levantarse del colchón para llevarlo con los otros dos.

-Pero dijiste que hasta mañana me podría levantar de la cama.-Le recordó, ya de pie con ayuda de Hermione.

-Lo sé, pero tranquilo. No te hará daño trasladarte unos metros. Sólo iremos al sillón.-La chica depósito un beso en su mejilla.-¿Te duele?

Respondiendo negativamente con la cabeza, comenzaron ambos a caminar directo a la sala.

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Le costaba creerlo, pero el tiempo se le pasó volando, ya eran las 2:00 de la tarde, aunque le faltaban unas cuantas horas más para salir, Luna golpeó su puerta cuando él estaba escribiendo rápidamente con tinta negra.

-Pasa.-Dijo Draco, sin despegar su mirada de la hoja.

La puerta se abrió y Luna entró.

-Draco, puedes irte, el señor Warren permitió a todos salir temprano hoy.-Anunció.

-¿Qué?-Detuvo su escritura.-¿Por qué?

-No me dijo la razón y no soy quien para pedírsela, sólo sigo órdenes.-Ella se encogió de hombros.

-De acuerdo, me extraña bastante. Pero supongo que esta bien.-La pluma la posicionó en su lugar.-¿Theo también se va?

-Si, Draco.

-Gracias Luna.-Malfoy terminó de acomodar su escritorio.

-Veo que no te terminaste la mantecada.-Se sentó en la silla que estaba frente a él.

-No son de mi agrado, prefiero las donas.

-Draco.-Su nombre salió de sus labios y él la miró, pero Luna mantenía su mirada en el panquecito.

-¿Sí?

Un silencio se instaló en la oficina, rebotando en las cuatro paredes. Pero eso fue todo.

-No, nada.-Ahora sí, conectó sus ojos con los de Draco y una leve sonrisa pinto su rostro.-Que tengas buen día.

Ella se puso de pie y salió de ahí, dejando el eco del repiqueteo de sus tacones. Draco se quedó bastante confudido, ella se mostraba confusa, pero no triste y estaba seguro que Luna estaba a punto de confesarle algo, pero al último minuto se arrepintió.

El rubio suspiró y se levantó de su silla, tomando sus cosas, salió de su oficina. Luna ya no estaba en el mostrador, se acercó a la puerta de su compañero y dió dos golpecitos en ella, esperando que Theo siguiera ahí.

Esperó unos segundos y nadie abrió la puerta, Theo ya no estaba. Dió media vuelta y fue al ascensor para llegar al estacionamiento.

Su estómago resonó, estaba comenzando a darle hambre, y sus pensamientos volvieron, insertando a Hermione en ellos. Manejó directo al departamento, pero desvió su camino, iría a comprar un reloj de pared.

Una vez que encontró una buena tienda, se detuvo y entró decidido a buscar algún reloj bonito. Recordando los gustos que solía tener su antigua novia. Dentro no tenía una mucha gente, sólo dos ancianos, una pareja. Los miró atentamente unos segundos y se imaginó a si mismo a esa edad, viviendo felizmente, relajado, acompañado de la mujer que había escogido para pasar el resto de su vida, una pequeña anciana, su estatura disminuyó unos centímetros, su cabello castaño estaba ahí, cubierto por algunas canas, arrugas que demostraban los años que tenía pero no dejaba de verse hermosa, sus ojos siempre brillantes como si fuera una mujer de 20 años, llena de vida. Ambos entrelazando sus brazos, ayudándose a caminar mutuamente, buscando un bonito accesorio para su casa.

Salió de su estúpida ensoñación, y se puso a buscar el reloj, encontró demasiados, algunos muy excéntricos, otros muy sencillos. Continuó caminando por el largo pasillo, visualizando los aparatos eléctronicos.

Paró, cuando un reloj llamó su atención, era de color negro, pero alrededor de esté, tenía los cubiertos básicos de la cocina y con ayuda del reloj circular, simulaba un sartén. En la parte de arriba, decía: I ♥ Chef, al lado izquierdo de estas palabras, un lindo gorro de chef lo adornaba. Era precioso y a pesar del sombrío color, estaba seguro que a ella le gustaría.

-Buenas tardes, ¿puedo ayudarlo?-Una chica se aproximó a él. Brindándole servicio.

-Hola, sí. Quisiera llevar ese reloj.-Señaló el que creía sería el indicado.

-Muy bien. Pasé al mostrador, ¿con pilas o sin ellas?

-Con pilas.

-De acuerdo.

Después de unos seis minutos, Malfoy ya estaba de nuevo en su Audi, con su compra en el asiento de copiloto, el reloj ya tenía la hora correcta del día. Era un regalo para Hermione, en forma de disculpa por su comportamiento matutino.

Cuando hubo llegado, tomó la bolsa, aseguró su auto y bajó del vehículo. Mientras subía, busco sus llaves en los bolsillos, encontrándose con ellas al instante. Estaba a punto de entrar, pero miró la puerta de Ginny, su amiga, era cierto, la habían despedido.

Pensó un poco, Ginny necesitaba su apoyo. Decidió ir primero con ella, deseando que no se encontrará mal, golpeó la puerta y nadie la abrió. Intentó otra vez.

-Tomate, soy Draco.

Cuando estaba a punto de rendirse e ingresar a su departamento, la puerta de su vecina se abrió y Malfoy se encontró con una Ginny sentada en el suelo, con un aspecto nada favorable.

Inmediatamente, él entró y cerró la puerta, dejando el reloj sobre la encimera de su amiga. Se hincó para ver a Ginny, sus ojos estaban igual de rojizos que su cabello, y diez veces más grandes de lo normal.

-Ginny, dame esa botella.-Pidió Draco.

La risa desganada y sin gracia de la mujer resonó en todo el apartamento.

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¡Hey, hey! ¿Cómo se encuentran? Espero que súper.

He estado escribiendo este capítulo desde diciembre y no había podido concluirlo, pero al fin lo logré y me siento feliz de volver a darles una actualización. <3

Y sé que estamos a tres de febrero, pero quiero desearles un feliz año nuevo (re-tarde) y que cumplan todos sus propósitos, espero que este año les vaya mejor que el anterior, nunca olviden que ustedes contribuyen a gran parte de eso, y si necesitan ayuda para cualquier cosa, siempre estaré aquí. ♥

¿En su ciudad está haciendo frío? Necesito saberlo, porque aquí, hace uno de los mil demonios, créanme jsjsjs. Pero amo el frío, lo prefiero antes que el calor. :v

Que tenga un lindo comienzo de semana y ojalá hayan tenido un  lindo día de la Candelaria, coman muchos tamales xD. (Para aquell@s que sean de México)

Antes de despedirme por completo, me siento con la necesidad de contarles una desgracia que me sucedió el viernes. :)

Adivinen quien perdió su credencial de estudiante...

Así es, fui yo. 😓😞

En fin, sin decir nada más. Me despido, las amo muchísimo. Gracias por todo.

¡Gracias por leer! 💚

Ale 💚🐍

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