Cena romántica arruinada

Maratón: 3/3

Deseo de todo corazón que hayas disfrutado este maratón como yo goze escribiendolo, creado por el año que cumple este fanfic.

¡Gracias por todo el apoyo!

Eres una persona increíble que se merece lo mejor del universo, nunca dudes de ello. Y siempre estaré agradecida contigo.

Sin mas preámbulos, espero te guste este capitulo. 💚✨💚

Recibió la llamada de su maldito amigo Theo muy tarde, donde le avisó que la amiga de Milicent iba directo a su apartamento, ya que el imbécil de Nott le pasó su dirección, según él porque sonaba muy amable y amistosa en la línea, convenciéndolo de que solo quería darle una visita amigable.

Un completo error masivo, sin duda, Draco le partiría la cara en cuanto lo viera. Pero, en lo que tenía que pensar ahora era en evitar que esa chica hiciera un espectáculo.

-¡¿Cómo te atreviste?!-Seguía gritando sin cesar.

La mirada del mesero se poso en él, tenia que detener eso antes de que se saliera de control.

-¿Hannah Abbott?-Habló, sin abrir la puerta.

-¡Esa misma! ¡Abre la maldita puerta!-Exigió en un tono para nada lindo.

-¿Necesita ayuda, señor?-Preguntó el mesero.

-No.-Respondió cortante para mirar nuevamente la puerta, donde del otro lado seguramente estaría una muy frenética y efusiva chica rubia.

-Contrólate y lo hare, ¿quieres?-Trató de negociar, no quería a una chica hecha una furia en su apartamento.

-Te juro que si no me abres, yo lo haré sea como sea. ¡Dame la cara, cobarde!-Despotricaba a diestra y siniestra sin tener consideración.

¿En serio había quedado así de furica? Creía que ella lo olvidaría, además, nunca le dio alas para suponer que se acostaría con ella, la misma chica se había apartado de él. Hannah Abbot estaba desquiciada. ¿Acaso no podía salir con una chica normal? ¿Ella creyó que saldría a buscarla por todo el antro?

-Draco, ¿qué esta sucediendo?-Harry llegó a su lado, buscando respuestas.

-No te preocupes, vuelve con Hermione, los gritos pasaran en un minuto. Resolveré esto.-Sonaba más seguro de lo que creía, pero no tenia mucha fe en sus palabras.

Harry le dedicó una mirada de angustia, pero le hizo caso y desapareció de la vista del rubio. Éste se enfocó de nuevo en la puerta, soltó un suspiro para luego girar esa perilla. En cuanto abrió la puerta Hannah Abbott se le lanzó encima. Cayó al suelo, golpeándose duramente la cabeza contra éste, el ruido provocado se oyó por todo el apartamento.

-¡¿Qué carajos, Hannah?!-Subió su tono de voz, tratando de calmar las manos de la chica que se esforzaba por herirlo de alguna manera.-¡¿Estás loca?!

-¡No te atrevas a llamarme así!-Se incorporó a horcajadas encima del chico, su rostro deformado de indignación e ira efusiva.-¡¿Acaso crees que soy una muñeca con la cual puedes divertirte un rato e irte sin más?! ¡Maldito egoísta!-De modo imprevisto, ella estampó su palma en el cachete del rubio fuertemente.

Eso fue la gota que derramó el vaso que contenía a Malfoy, con el ceño fruncido y nublado de enojo, se puso de pie, bruscamente tomó las muñecas de Abbott para estamparla contra la pared sin preocuparse en ser delicado. Sus ojos se tornaron en un gris más oscuro y tenebroso.

-Calma tu estúpido teatro. No tienes derecho de venir a mi casa y actuar como un animal desbocado contra mi, ¿entiendes?-Su voz en ese momento daba escalofríos, pero a Hannah apenas y la inmutó.

Ahora, ambos estaban furiosos.

-Suéltame, imbécil.-La chica se soltó de sus agarres, empujándolo unos milímetros.-No me hables de esa forma, te lo advierto.

-Lárgate de mi casa, Hannah.-Le pidió sin cambiar su postura.

-No lo haré.-Ella compuso una sonrisa tan cínica que producía asco.-No me iré hasta que tengas sexo conmigo, me lo debes. Tuviste diversión y entretenimiento ayer, yo quiero lo mismo.

Draco soltó una carcajada sin gracia, se cruzó de brazos, iracundo. El mesero permanecía en la cocina sin saber que hacer.

-¿Que clase de persona eres que tienes que mendigar algo tan pobre?

-Al parecer la chica que logra enredar a Draco Malfoy, ¿o no?-Se acercó a su rostro, conservando esa sonrisa desagradable.-Me das lo que quiero o te vas a arrepentir.-Hizo caminar su dedo medio e índice por el hombro derecho del hombre.

-No me toques.-Se quitó sus manos de encima.-¡Lárgate antes de que te eche!

Antes de que la rubia respondiera, Harry y Hermione entraron para ver lo que estaba pasando. Draco no volteó ni un segundo a mirarlos, seguía atento a esa mujer.

-¿Draco?-La voz de su amigo lo llamó.

Sin embargo, no contestó.

-Veo que no estás solo.-En cambio, Hannah Abbott si prestó atención a la pareja.-Ups, llegue en mal momento.

-¿Quién eres tu?-Harry volvió a hablar.

-Que te lo diga tu amigo.-Señaló a Draco.

Respiraba sin control, conteniendo algún arranque de mal genio que perjudicara más la situación. Tomó otra vez a Hannah de la muñeca, dedicándole una mirada borde y fría.

-¿Has cambiado de opinión, Draco?-Cómo si fuera una amiga de toda su vida, lo rodeó con sus brazos acercándolo más a su cuerpo.

Se sentía invadido, sin libertad y totalmente furioso con esa chica de cabello rubio sin facultades mentales.

-Elimina esas estúpidas fantasías.-Y otra vez, la alejo de él.

-¡Tu eres el estúpido aquí!-Volvió a alzar la voz. La chica giró su cabeza en dirección al balcón, enarco la ceja, una idea se instaló en su mente al igual que una sonrisa maliciosa.-Veo que organizaste una bella cena para mi.

Draco abrió los ojos en grande cuando Hannah avanzó para ir afuera, miró a Harry y Hermione que no estaban para nada contentos con aquella intrusa desconocida.

-¡Hey! ¿A donde crees que vas?-Hermione la detuvo antes de salir por completo al balcón.

-Lindo atuendo.-Dijo, después de mirarla de arriba a abajo.

-¡Hannah! ¡Vuelve!-Gritó el rubio, que no tardó en ir tras ella.

Antes de llegar, Harry lo frenó en seco del brazo.

-¿Qué hiciste, Draco?-De cierta manera, le ofendía y enfadaba más que su amigo lo culpara por todo.

-No hice nada esta vez, Potter.-Contestó borde y siguió su camino.

Pudo escuchar como la pareja comenzaba a hablar con el mesero, pero su charla era ininteligible para sus oídos. La brisa le refresco el rostro y disipó mínimamente su ira. Apretó los puños al ver a la mujer sentada con la mano sobre el mentón, dedicándole una mirada cautivadora con ojos engañosos.

-Sal de este apartamento.

-¿No cenaras conmigo?-No sabía a qué estaba jugando, pero no era divertido. Todo esto era un maldito chiste sin gracia.

No tenía sentido nada de lo que estaba ocurriendo.

-¡Acabas de arruinar una cena de mis amigos!-Recriminó el rubio al mismo tiempo que la tomaba del brazo para levantarla del asiento.

-¡Suéltame!-Se removió inquieta, sin resultado.

Draco la tomó con más fuerza, provocando que se pegara más a él para su desgracia y suerte para Hannah.

-Me darás lo que quiero.-Drásticamente su voz cambió a un tono más sensual. Era tan cambiante que asustaba.

-No te daré una mierda.-Estaba perdiendo su autocontrol.

Sabía que era una mujer y debía mantenerle respeto fuera cual fuera la situación, pero le resultaba complicado, más aún considerando que ella no ponía de su parte ni un poco. Por su culpa, Harry y Hermione se vieron obligados a interrumpir su cena.

La expresión de Abbott cambió a una dura, con su mayor esfuerzo empujó a Draco, que se desequilibro un poco. Rápidamente la chica comenzó a destruir todo lo que estaba en la mesa impecablemente decorada, pronto la comida estaba en el piso y los platos completamente rotos, la cera de las velas fue derramada sobre el cristal y se habían apagado.

La chica parecía una bestia sin control. Aquellos tulipanes los lanzó al piso para pisarlos con rencor.

Draco la tomó en brazos, tratando de cargarla pero ella se resistía.

-¡¡Cálmate o llamaré a la policía!!-Advirtió.

Los gritos ensordecedores de Hannah rompían los tímpanos de cualquiera, se movía de una manera inhumana entre los brazos de Draco, quien, estaba al borde del colapso, no sabía que hacer con ella. Por un momento, le cruzó por la mente lanzarla por el maldito balcón.

-¡Maldita sea, Hannah, para de una buena vez!

Con dificultad, fue abriéndose paso hasta dentro del apartamento, no tuvo tiempo de mirar a los presentes, fue hasta la puerta de entrada y la soltó por fin, la rubia casi cae, pero recuperó el equilibro, en ese momento, la puerta de enfrente se abrió, Ginny y Katherine salieron por ella.

-¿Por qué tantos gritos?-Preguntó Ginny, molesta. No tardo en ver a la despeinada Hannah.-¿Quién es ésta?

-¡Hannah, lárgate o te echaré por las malas!

-¡Tu no me das órdenes!

-¡Hey, rubia desabrida!-La pelirroja se metió en el pleito, de cierto modo le dio un poco de tranquilidad.-Ya lo escuchaste, fuera.

Hannah la miró con violencia.

-¡Tu no te metas, maldita pelirroja!

Sin aviso, Ginny agarró con fuerza la cabellera de Abbott, ejerciendo jalones de pelo que provocaron algunos gritos de la rubia. Enseguida Harry y Hermione salieron preocupados, al ver la escena, tanto Draco como Potter separaron a las chicas.

-¡Largo!-Gritó Ginny, siendo sujetada por los dos hombres.

Hannah Abbott bufo y observó por última vez a Malfoy para señalarlo amenazadoramente.

-No te libraras de mi, imbécil. Me vengare por todo esto.-Sin decir algo más, dio media vuelta para irse a tropicones.

-Ginny, ¿éstas bien?-Preguntó un tanto apurado, la ira ardiendo por toda su anatomía.

-Claro, estoy bien. Es una perra loca, llega de noche a hacer tremendo escándalo. ¿Qué carajos paso, Draco?-Pidió una explicación, retirando mechones de su rostro.

-Un desastre, eso paso.-Dijo, simplemente y en eso recordó lo que había hecho Hannah en el balcón.

Entró a su apartamento para ir hasta el balcón, los demás lo siguieron. Cuando él llegó, encontró a Hermione viendo como había terminado su cena. Parecía un escena de terror, todo estaba arruinado. Draco no pudo evitar no sentirse como una basura. Había frustrado la velada de Harry y Hermione.

Katherine emitió una exclamación de asombro al ver el lugar.

Solo se escuchaba el viento rugir de manera tranquila. Pero era lo único tranquilo esa noche.

Malfoy notó como Harry se acercaba para abrazar a Hermione, una forma de consuelo después de lo sucedido.

¿Porqué tenía que haber sucedido todo eso? ¿Porqué?

-Chicos...-Fue el primero en romper el silencio, pero su boca se cerró por no saber como continuar.

Cuando Potter se separó de Hermione, encaró al rubio. En su rostro se reflejaba como el enojo lo embargaba.

-¿En qué estabas pensando, Draco?-Reclamó Harry.

-¿Qué?

-¡Mira lo que ha hecho tu maldita amante!-El azabache subió su tono de voz.

-Espera, no hables sin saber, Harry.-Intento estar sereno frente a su amigo, pero le costaba demasiado.

-¡No necesito saber un carajo, Draco! Te acostaste con ella, jugaste un rato y la botaste como es típico de ti. ¿Creías que todas se quedarían de brazos cruzados?

-Harry...-Una voz tremendamente baja lo nombró, era de Hermione, sin embargo, su novio hizo caso omiso.

-No, está vez no sucedió nada de eso, Harry. Modula tu voz, por favor.

-¡Arruinaste nuestra cena! ¡¿Tienes eso presente?!

-¡Claro que lo tengo presente, Harry! ¡¿Qué piensas?! ¡¿Qué no me siento como una mierda por lo que paso?!-No pudo evitarlo más, explotó, explotó contra su amigo.

La culpabilidad estaba ahí, al igual que la miseria y el desdén. Tan defraudado se sentía consigo mismo que ardía como brasa feroz.

-Te he soportado mucho, apoyándote en todo lo que has necesitado. Pero estoy harto de tus comportamientos.-Harry no gritó, pero su voz sonaba seca y sin sentimientos. Parecía cansado.

-No me conviertas en el enemigo, Harry.

-Espero estés contento.-Soltó.

-¡Deja de decir estupideces! ¡¿En serio crees que planee esto?! ¡¿Qué estoy feliz por haber arruinado su velada?!-Más allá de la culpa, Harry lo había ofendido con esos comentarios insinuando que todo era su culpa y algo armado por él.-¡¿Por quién me tomas?!

-Chicos, basta.-Ginny habló mucho más fuerte que Hermione, pero igualmente fue ignorada.

-¡Solo mira a tu alrededor y tu mismo responderás esa pregunta, Malfoy!

El rubio le dirigió una mirada llena de despecho y decepción. No quiso hablar más, sentía su garganta quemar. Apretando los puños, se fue de ahí, tomó sus llaves y cartera, luego abrió la puerta. Oyó como Weasley le pisaba los talones.

-Draco, detente. ¿A dónde vas?-No respondió.

Salió del apartamento, bajó los escalones pisando fuertemente. Solo pudo escuchar como Ginny le gritaba que regresara, pero no vio rastro de ella. Se sintió aliviado porque no lo siguio

Estaba envuelto en ira y una decepción inmensa. Si continuaba en ese apartamento, terminaría diciendo cosas que no eran ciertas. Tenía que despejarse. Eliminar esos sentimientos corrosivos que lo embargaban tentándolo a hacer algo peligroso.

Logró salir del edificio y entró a su auto.

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Eso la había tomado desprevenida, todo lo que había sucedido en menos de una hora, lo que comenzó como una bella noche terminó siendo una calamidad en todos los aspectos.

Nunca vio a Harry en ese estado, totalmente colérico. Estaba impresionada y aterrada, no por su actitud, sino por los sucesos y los gritos que seguían reproduciéndose en su cabeza sin descanso. Gritos de la chica rubia, el estruendo de golpes y cosas estrellándose contra el suelo, gritos de Draco y gritos efusivos de su novio.

No podía mentir, sus ojos se cristalizaron en algún momento mientras observaba como termino aquella mesa en la que se sentaron Potter y ella. El mesero se había ido a petición de Harry desde antes que Malfoy sacara a esa tal Hannah Abbott.

Lo único que ahora se escuchaba era su respiración, ella seguía en el balcón. Se acercó para tomar un tulipán, el que había sufrido menos daño pero ya estaba marchito, aplastado casi por completo. Lanzó un suspiro para ponerse de pie con el tulipán en mano. Katherine era la única que estaba ahí.

-Lo siento, Hermione.-Siempre era tan considerada...

Granger la abrazó, mentiría si dijera que se sentía bien, no lo estaba. No después de lo acontecido. Draco se había marchado sin decir a dónde iba, Ginny permaneció en la entrada del apartamento y Harry entró a su habitación echando humo por los oídos.

-Harry...-La voz de la rubia se cortó, pero tomó fuerzas para continuar.-Nunca lo había visto así.

-Hermione, no sabes lo entusiasmado que se encontraba por esta cena. No cabe duda que se enfureció al ver como acabo. Pero no significa que fuera culpa de Draco, al menos no del todo.-Dijo la morena sin despegarse de Granger.-No fue una reacción muy buena o madura de su parte.

-Tocó el tema del matrimonio.-No sabia con exactitud el porqué, pero se sentía cómoda al confesarle algo tan importante como eso a Katherine.

El abrazo termino, Hermione miró con tristeza a Katherine, ella por su parte, estaba sorprendida.

-¿Él comenzó?-La rubia asintió.

-Me dijo que no eliminaba la idea de casarse conmigo, estaba tan cautivada por sus palabras, nos habíamos metido tanto en el tema... Pero en ese momento escuchamos los golpes en la puerta. Fue mala suerte, supongo.-Se encogió de hombros, acto seguido acarició su hombro izquierdo.-No culpo a Draco, dudo que haya hecho algo para provocar a esa chica de esa manera, ¿o si?

Inmediatamente, Katherine negó con la cabeza.

-No. Draco siempre me ha tratado bien y ha sido respetuoso, no creo que haga tales cosas para enfadar a una mujer.

-Es solo que lo que Harry dijo me pone a dudar un poco... ¿Y si él...-No terminó la pregunta a causa de una interrupción.

-Claro que no. No comiencen a levantar falsos testimonios en contra de Draco, basto con el idiota de Harry.-Ginny hizo su aparición, se recargaba en el marco de la puerta que permitía pasar al balcón, mantenía sus brazos cruzados y una expresión seria.-Draco no haría nada para volver a una mujer en una loca desenfrenada como esa.

-¿Conocen a esa tal Hannah Abbott?-Se atrevió a preguntarles.

-Nunca había visto a esa chica en mi maldita vida. Pero juro que si me la encuentro por azares del destino nuevamente, no titubeare para arrancarle su horrendo cabello rubio.

-Estaba fuera de sí, parecía una bestia dispuesta a acabar con todo a su paso.-Comentó Katherine.

-Anoche, cuando Draco llegó al apartamento, me cruce con él ya que salí del baño. Tenia en su cuerpo varias hebras de cabello rubio, ahora se de quien eran.

-¿Crees que Harry acertó? ¿Draco se acostó con ella?-Katherine le preguntó a su amiga Ginny.

-Pienso que tal vez juguetearon, pero no se acostaron, seguramente eso enfureció a esa desquiciada.-La pelirroja armó sus propias conclusiones y no estaba equivocada, sin embargo, ninguna de las chicas sabía eso con certeza.

-Puede ser. Ella le exigía que se la llevara a la cama entre sus tanto gritos.-Hermione miró a un punto en la nada.

-Casi medio edificio se entero del espectáculo, los gritos fueron demasiado potentes.-Informó Weasley.

Hermione hizo un mueca, no le agradaba para nada ese asunto, pero no se sorprendió, era irrefutable que nadie hubiera escuchado al menos un alarido.

-¿Supiste a donde fue Draco?-Se interesó la morena.

-No, solo bajó y salió del edificio. Espero que no cometa una locura, el coraje puede nublarle el juicio además del sentido común.-A pesar de su tono de voz desinteresado, Hermione percibió en ella preocupación.

La misma preocupación y desasosiego que se experimenta por un amigo, una persona que es muy valiosa en la vida del otro. La pelirroja se colocó en medio de las chicas y observó los estragos de la cena.

-Lo siento.-Ginny compadeció a la rubia, quien se quedo pasmada al escuchar sus palabras. No la miró, sus ojos verdes seguían sobre los pequeños trozos de cerámica y la comida en el suelo.

-Al menos tu mesa y sillas resultaron intactas-Granger sonrió apenas.-Gracias por prestarla a Harry.

-Si, bueno, era la indicada para la ocasión y no habían muchas opciones.

-Es linda. Mañana te la regresaré a primera hora.-Prometió.

-No te preocupes por ello, Hermione.

Granger sintió una gota caer en su hombro, levantó la mirada para ver el cielo, unas pocas nubes comenzaban a cubrir lo azul de la noche.

-Es mejor que inicie a recoger este desastre antes de que se convierta en el doble.-Dijo dando algunos pasos adelante.

-Te ayudaré.-Se ofreció al instante Katherine.

-No es necesario, Katherine. Déjamelo a mi.

-Insisto, permite que te ayudemos.-Incluyó a Ginny en su oración, ella no pareció negarse a eso.-Así terminaremos mas rápido y la lluvia no te alcanzará.

-Agradezco el gesto, pero... Siendo franca, quiero estar sola.-No quería admitirlo, pero lo necesita con urgencia, una sonrisa endulzo sus palabras.

-Oh, comprendo. Está bien.-Katherine desistió.

-Te dejaremos sola.-Ginny tomó a su compañera de la mano y comenzó a caminar.

-Si necesitas algo, no dudes en tocar nuestra puerta.

-Gracias, Kath.

Evans se despidió con la mano y en un segundo ya estaban fuera del apartamento.
Ahora, la única que formaba parte de aquellos estragos era Hermione Granger, soltando un suspiro largo fue por los instrumentos de limpieza necesarios para comenzar con la tarea.

La escoba iba reuniendo todo en un monte de basura, formado por los platos de cerámica hechos trizas, al igual que las copas y el delicioso corte que en su momento, lucia tan apetecible, incluso el florero estaba en completos añicos. Con ayuda de un recogedor, todo iba a parar a un bote de basura.

Las manchas del vino tinto cubrían el piso del área, Hermione se agachó para juntar los tulipanes sin vida.

-Ten cuidado.

Ella no volteo a verlo, siguió con lo suyo pero enseguida Harry se posicionó en cuclillas frente a la chica. Ayudándola con los tulipanes.

-Lamento no haberte ayudado con este desastre.

-Esta bien.-Murmuró, era extraño. ¿Continuaría furioso?

-Mírame.-Pidió su novio.

Granger obedeció, una oleada de debilidad llegó a su interior.

-Hermione...

-Le debes una disculpa a Draco.

-¿Qué dices? Amor, mira todo esto. Arruinó la cena.

-No fue su culpa, Harry.-Se levantó, con un tulipan en mano que fue a tirar a la basura.

-¿Quién te lo garantiza?-La siguió por detrás.

-Es tu amigo, Harry. ¿Cómo puedes pensar así de él?-Dio la vuelta, para mirarlo a los ojos.

-¿En serio estas defendiendolo en lugar de molestarte por el resultado de la cena que planee para ti?

La venció con esa pregunta. Abrió la boca pero la cerró de inmediato, se quedó sin palabras. Era... Verdad. Hermione estaba a favor de Draco cuando se suponía que no lo conocía para apoyarlo de esa manera.

-No es eso lo que quiero decir.-Cogio un trapo húmedo para limpiar la mesa y sillas.

-Eso parece, Hermione.

-A lo que me refiero es que fuiste demasiado duro a mi parecer, no creo que Draco haya provocado tal cosa y menos arruinar nuestra velada.

-Lo que fuera, está arruinado. Yo solo quería pasar tiempo contigo, concederte lo que te mereces, hablar de temas importantes y tratarte como una reina pero todo se fue a la mierda.

Hermione paró de limpiar, dejó el trapo sobre la mesa y miró nuevamente a Harry, que tenía la cabeza gacha con los puños apretados. Camino hasta él para ubicar sus manos en las mejillas del hombre.

-Amor, esta bien. Cálmate.-Su voz fue silenciada por el azabache.

-No, no Hermione. Está cena representaba mucho para mí, era importante; pero ya veo que no era lo mismo para ti.-Harry tomó a la mencionada por las muñecas y bajó sus brazos.

Él con largas zancadas comenzaba a avanzar para irse de ahí, la rubia hizo unas cuantas expresiones de desesperación con su rostro, giró sobre sus talones para responder.

-¡No, claro que no! ¡Para mí es más importante nuestra relación, tu y yo. Mis amigos. Más allá de una bonita cena!

Harry se detuvo de forma abrupta solamente para regresar a donde estaba Hermione, quien al ver sus ojos, se estremeció ligeramente. Eran opacos y envueltos en frialdad.

-Justo por eso, Hermione, es que monto este teatrito. ¡Porque me importas sobremanera!-Contestó, bastante cerca de ella.-Me importas a tal grado que puedes hundirme en la miseria con tan solo una palabra.

Terminó y presuroso, se retiró del lugar para volver dentro del apartamento y encerrarse en su alcoba. Granger permaneció ahí, aturdida por esa charla.

Todo estaba yendo de maravilla...

Dio un pisoton en el piso, que resonó por su tacón. Con un rostro que reflejaba frustración coloco sus manos sobre el respaldo de una de las sillas. Ahora Harry y ella también habían discutido, era lo último que quería.

Él estaba siendo un inmaduro al no actuar de manera correspondiente frente a la situación y ella tal vez incomprensiva al no apoyarlo lo suficiente, estar del otro lado, es decir, con el rubio que salió enfurecido de allí.

Las gotas iniciaron a caer con rapidez, Hermione sintió como poco a poco iban cayendo más y más, levantó la mirada al cielo, provocando que su cara se mojara, sin duda; no había sido una buena ocasión para usar ese jumpsuit.

No era necesario trapear el suelo, puesto que la lluvia se encargaría de quitar esas manchas de vino tinto, pero necesitaba entretenerse en algo para postergar el momento de entrar a la habitación de su novio, así que mientras trapeaba, las gotas de lluvia le hacían compañía.

Con algo de dificultad, metió la mesa y sillas de Ginny al apartamento para que no se dañaran, lo consiguió. Salió otra vez por el material de aseo, la luna estaba escondida a causa de las nubes grotescas y grisáceas, era como si estuviera prisionera. Se recargo sobre el balcón, le daba igual la tormenta, de cualquier manera ya estaba empapada, su planchado desapareció con la humedad, el maquillaje con las gotas frías de agua y que decir de su ropa.

Prefirió quedarse afuera, contemplando aquella ciudad pintoresca en la que vivía su novio. Un buen lugar para huir, según el criterio de algunas personas.

No supo con exactitud cuanto pasó ahí, pero no cabía duda de que al menos una hora y media si había transcurrido. Aún no había ni rastro de Draco, tampoco de Harry.

Pensó por un instante que tal vez Potter saldría de su habitación por ella para resolver el conflicto como adultos pero nunca sucedió.

Después de ver un rato más la ciudad y presenciar la lluvia, entró. A la velocidad de la luz ingresó al cuarto de baño para ducharse, no tardó en salir. Se cubrió con la bata y una toalla para el cabello.

Hizo el menor ruido posible al entrar a la alcoba solo para sacar una pijama. Ni siquiera volteó para ver si Harry estaba dormido, tomó las prendas y salió. Se vistio en la sala, al fin y al cabo, nadie estaba presente más que ella. Cuando se sintió fresca, se recostó en el sillón más ancho y largo, tuvo que encoger un poco las piernas, pero no le molestaba.

Con su pelo aún húmedo, cerró los ojos, intentado ganar algo de soñolencia.

A pesar de tener un poco de frío y la parsimonia que había adquirido se esfumó, pudo sumergirse en un espiral de sueños.

Lentamente, abrió los ojos con debilidad, todo estaba oscuro y se dio cuenta que continuaba dormida sobre el sillón de la sala, se incorporó para ver alrededor.

Sus ojos se detuvieron en la hora del reloj, este indicaba las 4:09 de la madrugada. Frotó con delicadeza sus párpados y se percató en que la puerta de Draco estaba entreabierta.

La curiosidad la asaltó, siendo más fuerte que su somnolencia. Se sentó y sólo con calcetines se puso de pie. Caminó con cierta inseguridad hasta la habitación de Draco Malfoy, ignorando enteramente la de Harry Potter. Ninguna luz estaba prendida, todo se sumía en la oscuridad. Asomó su cabeza descubriendo que nadie se encontraba dentro, la cama estaba destentida, pero no había indicios del rubio.

La puerta del baño se abrió y Hermione giró para encontrar a Malfoy saliendo de éste.

-¡Dios Santo, Granger!-Se asustó con la aparición inesperada de la chica.-Te creía dormida.

-Lo siento mucho.-Escuchó su propia voz, le sonó rara como si no fuera suya, pero claro que lo era.

Draco cerró la puerta del aseo, en todos esos minutos el chico no cruzó mirada con ella. Hermione tomaba sus manos con nerviosismo.

-Lo siento.-Volvió a disculparse.

-¿Qué? ¿Por qué lo sientes?-Se notaba contrariado ante su comportamiento.

-Por la actitud de Harry, no fue correcta.-Miró sus pies, conservando su tono de voz bajo, apenas perceptible en medio del silencio.

Draco no respondió de inmediato, pasó por su lado hasta llegar a la cocina, Hermione ligeramente confundida no lo perdió de vista.

-Hermione, no tienes que disculparte por nada. Yo soy el que lo siente, arruine su noche.-Ella lo percibió, la pena y culpa embargaban la voz del rubio.

-Se que no fue tu culpa, no lo hiciste a propósito.-Avanzó pequeños pasos en su dirección.

-¿Como estás tan segura?-Por fin, los ojos mercurio con un poder increíble recorrieron los orbes cafés de Hermione, observándola con ímpetu e intensidad.-No me conoces lo suficiente, ¿o sí?

No sabía si era producto de su imaginación, pero notó cierto énfasis en las ultimas palabras del chico, como si hubiera esperado una eternidad para preguntar aquello.

-No, no, claro que no. Pero en la semana que llevó aquí, te has mostrado muy amable con cualquier persona, en especial con chicas. Además, te notabas muy molesta con ella, sin duda, no fue algo que creías podría suceder.-Pensó cuidadosamente sus palabras antes de decirlas.

-Agradezco tus disculpas, Hermione, pero no debías hacerlo. Entiendo a Harry, entiendo su molestia. Fuera o no mi culpa, arruine por completo un acto genial entre una pareja, me pongo en sus zapatos y también yo estaría molesto por lo que sucedió, mas teniendo a una mujer como tu.

Hermione necesitaba escucharlo de nuevo, ¿escuchó bien?

-¿Ah?-Balbuceó desorientada.

Draco salió de la cocina y con una lentitud peligrosa, iba aproximándose a ella. Poco a poco, extendiendo los nervios que extrañamente la chica comenzaba a sentir por todo su cuerpo, incluyendo un calor abrasador que podía traducirse como vergüenza y sofoco.

-Que si fueras mía querría darte todo, incluso lo imposible y no dejar que nadie lo estropee.-La situación se tornaba confusa y la respiración de Hermione comenzó a ser mas rápida.

-¿Te sientes bien?

Él llego hasta la rubia, estaban demasiado cerca, sus respiraciones se fusionaban y los ojos de Draco no dejaban de verla de una forma embriagadora. Algo dentro de Granger le pedía que se alejara, que sus pies retrocedieran pero parecía que su cuerpo no quería hacer caso a esas peticiones.

-Al tenerte así de cerca, créeme que me hace sentir mucho mejor.-Su voz bajó considerablemente.

Dio un pequeño brinco al sentir como Malfoy la rodeaba con sus fornidos brazos, atrapándola con su cuerpo en una especie de abrazo reconfortante.

-¿Qué estas haciendo, D-draco?-El nervio se apoderaba de cada célula, cada sección de su cuerpo.

-Lo siento tanto, Hermione.-Susurró arrepentido.

-Suéltame.-Pidió pero su voz carecía de firmeza.

-¿Sabes porqué lo siento, Hermione?-Insistió, su rostro estaba cada vez más cerca del suyo.-¿Quieres recordarlo?

Luchaba por no derramar lágrimas, había tocado un punto de sensibilidad que la rubia creía extinto, muerto. Cerró los ojos, apenas y forcejeaba para que Draco la soltara, pero la verdad era que no se movía ni un poco, sus narices se tocaron.

-Por favor...-Ni siquiera sabía porque rogaba, una lagrima rebelde escapó de su ojo.

-Perdóname, cariño.

Antes de que sus labios se rozaran un ápice. Bruscamente se sintió caer en un profundo abismo, pronto un dolor leve recorrió su cuerpo, de manera azorada abrió los ojos de golpe, volviendo a la única realidad que le ofrecía la vida.

Su respiración estaba agitada y Draco no la tenia entre sus brazos, ella se encontraba en el suelo del apartamento, enredada entre una cobija gris claro, sus ojos ardían y se dio cuenta que antes de despertar había estado llorando.

"Fue un sueño." Se dijo internamente, angustiada. "Solo un horrendo sueño. Una pesadilla insólita."

-¿Por qué demonios estoy llorando?-Se cuestionó a sí misma con cierto enojo.

Llevó su cabello hacia atrás y quito esa sabana de su piel, ella no se cubrió con nada para dormir. Observó la estancia, prestando completa atención al cuarto de Draco, la puerta abierta de par en par. Se levantó, a diferencia de su alocado sueño, la cama del rubio estaba en orden, sin rastro de que siquiera haya puesto un pie en ella.

Escuchó con claridad algunas arcadas provenientes del baño, la luz estaba prendida era evidente ya que se escapaba por el filo de la puerta que rozaba el piso aunque estuviera cerrada.

Continuaba aturdida por ese sueño, pero evidentemente alguien estaba vomitando. Lo más probable es que fuera el rubio. Se animó a tocar delicadamente la puerta.

-¿Todo en orden?-Preguntó con una voz adormilada.

No recibió respuesta solo más arcadas, se alejó de la puerta y se sentó sobre el sillón para doblar esa cobija, miró la hora y esta vez las 5:00 en punto eran los números reales. El sueño se le había escapado, así que no volvería a intentar dormir. No contó cuantos minutos pasaron antes de que Draco saliera de ahí, pero no deseaba que lo hiciera, no después de lo que se inventó su retorcida mente para jugarle en contra.

Pero, como sus deseos no se hacían realidad a falta de una lampara de laton, la puerta del baño se abrió mostrando a un Draco muy diferente al de hace unas horas.

-Lamento despertarte.-Su voz sonaba débil.

-No me despertaste.-Aclaró.-Draco, ¿estás bien? ¿a donde fuiste?

-Tranquila.-Una sola palabra recibió de su parte y no le servía en absoluto.

No podía estar «tranquila» al verlo así, sus ojos estaban inyectados en sangre, tenía algunos cardenales y magullones visibles en su rostro, las venas se saltaban de sus brazos y cuello, además de que estaba mojado.

-Draco, no puedo estar tranquila, solo mírate.-Se puso de pie y fue hasta él.

-¿No deberías estar con Harry?-Continuaba ignorando su preocupación, totalmente indiferente.

-No.-Respondió. Al ser más atenta pudo observar sus nudillos repletos de sangre y costras. Sin pensarlo, Hermione tomó su mano para ver con mayor detenimiento.-¿En que te metiste?

-Deberías dormir.

-Déjame ayudarte con esas heridas, Draco. No estas bien.-La preocupación era visible.

-Estoy bien, Granger. Vuelve a la cama, Harry debe estar esperándote.

-Malfoy, no dormí con Harry.-Confesó sin quitarle los ojos de encima.-¿Fuiste tu el que me cubrió con esa sabana?

-Si, si.

-¿A qué horas llegaste?

-Hace unos 10 minutos.-Estaba distante, su comportamiento derrochaba seriedad y frialdad.

-¿Que estuviste haciendo?-Necesitaba saberlo, su estado le hacía deber explicaciones.

-¿Que es esto? ¿Un interrogatorio?-Sus ojos gélidos la observaron harto.

Ella detuvo sus preguntas. Hermione no era su gran amiga, apenas y era una conocida para él, al menos en esos momentos. No podía interesarse a ese grado.

-Perdona, pero... me preocupas.-Dijo bajando su cabeza en dirección al piso.

Draco no habló, el silencio se instaló nuevamente y ninguno de los dos se movió. Cuando Hermione creyó que la conversación había terminado, el rubio la sorprendió al emitir palabra con un tono de voz mucho más suelto y suave.

-Tuve una pelea.-Soltó, provocando que la rubia levantara la vista de golpe.

-Déjame ayudarte con esos nudillos.-No pidió mas explicaciones para no agobiarlo, solo quería ayudar.

Malfoy aceptó. Pronto, ambos se encontraban dentro del baño, Draco sentado sobre la tapa del inodoro y Hermione de pie, dando toquecitos de lo más cuidadoso posible sobre el rostro del hombre.

-Perdona.-Alejó un poco el algodón húmedo con alcohol etílico al ver que el rubio hizo una mueca de dolor.

Retomó de nuevo, poniendo énfasis en una herida arriba de su ceja, trataba de ser lo más delicada posible. La curiosidad estaba consumiendola, sin embargo, controló sus ansias de hacerle preguntas respecto a esa pelea, no quería entrometerse, sería arriesgarse en demasía.

-Siento haber hecho de su cena un desastre.-De la nada, Draco lanzó la disculpa.

-Descuida, no fue tu culpa. Yo siento el comportamiento de Harry, no fue adecuado, estaba fuera de sus casillas.-Dijo en respuesta sin dejar de hacer lo suyo.

-Entiendo su comportamiento, tarde o temprano tenía que suceder algo así. Harry me ha soportado muchas, toda persona tiene sus límites y creo que está vez sobrepase los suyos.

-¿Qué dices?-Retrocedió dos pasos y dejó de atender sus heridas.

-No lo culpo, Hermione.

-¿En serio has hecho cosas para comprender que Harry llegara a actuar así?

-Me he metido en líos grandes y estúpidos hace algún tiempo. Harry siempre me ayudaba con esas idioteces.

Ella quería preguntarle que eran esas «idioteces», porqué fueron provocadas y el periodo de tiempo exacto. En cambio, guardó silencio.

-Los recompensare. A ambos.

-No hace falta, Draco.-Se negó, moviendo su cabeza de lado a lado.

Tiró el algodón, había terminado con las pocas heridas en el rostro y nudillos. Abrió una pomada para untarle en aquellos horribles cardenales.

-Aún no puedo creer que te metieras en una pelea. Solo ve como quedó tu rostro.

-Los otros también se llevaron lo suyo.-A pesar de lo que dijo, su voz no sonó pretenciosa ni presumida.

-¿Cuántos eran, Draco?

-Solo cuatro.-Explicó impasible.

-¡¿Cuatro?! Draco, tu solo eres uno.-Exclamó indignada por la inconsciencia del rubio.

-No deberías estar curandome, estoy robandote horas de sueño.

-No importa. De cualquier manera, ya no iba a dormir.-Siguió poniendo la pomada.

-¿Tu insomnio sigue allí?

-Había desaparecido, pero creo que algunas veces vuelve. Por cierto, Ginny estaba angustiada por ti, aunque no lo demostrará abiertamente.

Ella terminó de colocar esa pomada, se retiró un poco e inició a guardar todos los productos que utilizó en su lugar.

-Gracias.-Murmuró Draco levantándose.

-Se más consciente solamente, ¿de acuerdo?-Puso sus brazos en jarra.-No te metas en peleas.

-La pelea llegó a mi, no la busqué Hermione.-El chico salió del baño dejando intrigada hasta los huesos a la mencionada.

-¿A qué te refieres?-Fue tras él.-¿Te atacaron de pronto?

-Algo así.-Entró a su habitación, Hermione titubeó si entrar o no, siempre que cruzaba el umbral de esa puerta se sentía en territorio ajeno.

-Deberías ser más específico.

-No creo que sea relevante, Hermione.

-¿Por qué no lo sería?

-¿Por qué lo sería?-Volteó la situación con su pregunta, tomándola inadvertida.

En sus ojos grises destellaba esperanza e interés, los de Hermione perseverancia y nervios.

-Todos merecemos ser relevantes.

(...)

Varios días habían pasado desde esa madrugada, al día siguiente Hermione cumplió su palabra y entregó la mesa junto con sus respectivas sillas a su dueña.

El ambiente entre Draco y Harry era incómodo, la tensión se sentía en el aire y se podía cortar con un cuchillo, para Hermione era agobiante. En lo que respectaba su relación, no hablaron del tema, el azabache estaba distante con ella y Granger un poco dolida con ese trato. La mejoría en las heridas de Harry eran notables, pronto retomaría su trabajo y vida normal nuevamente.

El apartamento se había convertido en una especie de guarida silenciosa e incómoda donde no existían lazos. Lo cual era doloroso y complicado. Hermione llamó a su madre con su celular, charlaron un poco y nada más, no tenía nada importante que decirle como lo presintio.

Era miércoles, mediodía. La rubia estaba lavando los platos, cuando escuchó con claridad como Harry la llamaba desde su habitación. Aunque extrañada, detuvo su labor, secó ambas manos y fue hasta él.

-¿Necesitas algo?

-Te necesito a ti.-Había comenzado muy directo.

-Harry...

-Perdóname. No debí discutir contigo, fui un imbecil, lo sé, demonios, lo sé.-Se lamentó.-No me justificare, no tengo porque hacerlo. He desperdiciado dos días, los cuales lamentare cuando te vayas. No debió ser así. Nada de esto debió suceder.-Volteó a ver a Hermione, quien permanecía en la entrada del cuarto.-Ven, por favor, aquí a mi lado.

Hermione obedeció, llegó hasta él y la recibió reconfortante entre sus brazos.

-¿Puedes perdonarme?-Susurró en su oído.

-Claro, Harry. Pero no quiero volver a pasar por algo así, ¿entiendes? Es horrendo.

-Te lo garantizo, amor.

Todavía abrazados, unieron sus labios, iniciando un beso lento y suave, disfrutando los movimientos meloso del uno con el otro.

-¿Qué pasará con Draco?-Preguntó Hermione una vez terminaron de besarse.

-No me ha dirigido la palabra, Herms.-Respondió mientras acariciaba su cabello.

-Tu tampoco lo has hecho.

-Sigo molesto con él.-Hermione se imaginaba eso, pero no quería seguir lidiando con aquella nube de tensión que se instalaba cuando los dos chicos tenían que estar en la cocina.

-Pero es tu amigo, ¿o no?-Otorgó ciertas caricias en el abdomen de su novio.

-Mi mejor amigo.

-Entonces deberías arreglar las cosas de una vez por todas.-Aconsejó de forma tierna.

-¿Y si comienzo arreglandolas contigo?-Insinuó y la chica sabía muy bien a qué se refería.

Con una sonrisa, besó de nuevo al ojiverde.

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Draco ansiaba hablar con Theo desde el lunes, para su desgracia no se había presentado al trabajo, tampoco el martes, el rubio preguntó por él a Luna, recibió la respuesta: Theodore Nott había pedido unos días libres y para seguir con su racha de mala suerte, no respondía mensajes ni llamadas. Era su quinto intento del miércoles sin resultado positivo.

¿Donde estaría? ¿Acaso tendría de compañia a Bulstrode?

Era muy sospechoso el hecho de que después de lo sucedido la noche en que Hannah Abbott irrumpió en el apartamento, Theo no diera señales de vida. Y todas sus sopechas giraban en torno a Milicent Bulstrode.

Dejó su celular encima de su escritorio, pronto sería la hora de salida lo cual deseaba con ganas, a pesar de que llegar al apartamento era tener que soportar un amargo silencio e indiferencia por parte de su amigo Harry Potter con quien no había cruzado palabra desde ese incidente trágico, tampoco lo hizo con Ginny, simplemente porque quería estar unos días solo para encontrar paz mental para sí mismo.

Luna le preguntó el lunes por la mañana por los daños en su rostro, él se abstuvo de dar muchas explicaciones y sólo dijo que sufrió de un accidente nada grave.

La interacción con Hermione se volvió nula en esos días, lo cual agradeció, le sirvió para calmarse y relajarse levemente, no lo lograba al cien por ciento, puesto que la rubia seguía viviendo temporalmente bajo su mismo techo.

Admitía que estaba un poco preocupado, con un sentimiento de culpabilidad en su pecho por como se encontraba la pareja, ya que no hablaban como antes, se sentía el distanciamiento entre ellos pero también admitía en lo más recóndito de su ser que estaba alegre por ello.

Cada vez que se le venían esos pensamientos se sentía despreciable, agitó su cabeza y se centró en la escritura.

Transcurrieron unos 20 minutos cuando por séptima vez, Draco soltó la pluma y levantó la vista, esta ocasión, con una idea que podría serle útil. Como era el hombre perfecto para no darle demasiadas vueltas a los asuntos y en pensar en las consecuencias de sus actos, se puso de pie y salió de la oficina.

Acomodó su saco gris y caminó directo a Luna, que tecleaba con una habilidad fugaz.

-Luna.-Le habló más bajo de lo que normalmente su tono de voz solía ser.

-¿Mmm?-No le prestó mucho atención, se veía ocupada en lo suyo.

-¿Tienes una copia de las llaves de la oficina de Theo?

-Sí, ¿por qué?-Hasta el momento, no se mostraba interesada en las preguntas de Malfoy.

-Las necesito.

Detuvo sus dedos y ahora, miró a Draco inquisitiva.

-¿Para qué?

-Oh, no lo sé, para darle vueltas al café Luna.-Contestó sarcástico.

-Qué gracioso, señor Malfoy.-Compuso una sonrisa de completa falsedad.

-Entregamelas, por favor.-Insistió.

-No puedo hacer eso, Malfoy, va en contra de las reglas. Ni siquiera yo puedo ingresar a su oficina a menos que Theo me lo ordené o alguien superior.

-Vamos, Luna. Haz una excepción.

-¿Por qué el interés?

-No contesta mis llamadas ni mensajes, me urge hablar con él. Si entró a su oficina tal vez encuentre algo que me sea útil, necesito hablar de un tema crucial.

Luna volvió su vista a la computadora para retomar su trabajo.

-Lo siento, Draco. Por mucho que quiera, no puedo.

El rubio golpeó levemente el mostrador de Luna, se retiró un poco para pensar en algo, tenía que ser ingenioso para poder convencer a Lovegood.

Le costó solo dos minutos para cazar una idea. Volvió al mostrador con una sonrisa encantadora.

-¿Y qué tal si me acompañas tu? Puede que encontremos cosas de esa Milicent Bulstrode, ¿no te interesa?-Alzó una ceja y su voz ayudaba a convencer.

Luna volvió a detenerse, pareció sopesar las opciones, pero miró a su jefe y de inmediato, abrió un cajón con ayuda de su llave.

Después de 5 minutos habían entrado a la oficina de Nott, cerraron la puerta con delicadeza y encendieron la luz del lugar.

-Bien, ¿que buscamos exactamente, Draco?-Se interesó Luna, vagando por el sitio.

-Algo que me otorgue información o alguna pista.-Buscó sobre su escritorio, a simple vista.-¿Segura que no sabes de su paradero?

-No, no quiso especificar eso y si lo hizo, fue con su jefe no conmigo.

Al no encontrar nada interesante, comenzó su búsqueda más a fondo, abrió algunos cajones sin resultados, empezaba a decepcionarse.

-¿Has encontrado algo sobre Milicent o Theo? Algo que nos sirva.

-Hasta el momento no, si continuamos así es mejor salir de aquí. Si llegan a enterarse de que no estoy en mi lugar de trabajo bajarán a revisar, podrían encontrarnos.

Ella tenía razón, al menos tenían otros 5 minutos más para conseguir algo eficiente.

Al abrir una carpeta, encontró un papel pequeño con el número de Hannah Abbott escrito sobre éste, no era muy eficaz pero por si acaso lo guardó en el bolsillo interior de su saco.

-Draco.-Luna lo llamó desde la estantería llena de libros y folders que Theo tenía en su oficina.-Creo que encontré algo.

No tardo ni un segundo en estar a su lado. Luna tenía en manos una curiosa carpeta extremadamente delgada de color rosa pastel abierta.

-¿De dónde sacaste esto?

-Estaba en medio de las enciclopedias aburridas de Theo, muy bien escondida, sospecho que a propósito.

-¿Milicent la habrá puesto ahí el día que vino?

-No lo sé, pero es una posibilidad.

Dentro había algunas hojas de cuaderno sin nada escrito, absolutamente nada, al principio todo eso parecía ser una farsa, pero luego de quitar la décima hoja, dos fotos estaban al final de la carpeta.

-¿Que rayos haces tu aquí?-Preguntó Luna, como si Draco supiera la respuesta.

Él tomó esa foto donde aparecía, su rostro estaba en esa fotografía. ¿Por qué había una foto suya ahí? Un escalofrío lo recorrió. Miró la otra imagen, en la que se encontraban dos hombres y en medio una mujer.

No tardó ni un segundo en identificar a Hannah Abbott, ella era la que estaba en medio, y los otros dos, eran los mismos que Draco pudo ver la noche que salió despavorido del apartamento luego del pleito con Harry. Eran los que lo sorprendieron para golpearlo de la nada, además de otros dos, pero a ellos no pudo visualizarlos.

Uno era alto y el otro un poco más bajo, tez blanca, ojos pequeños, cabello castaño oscuro y regordetes. Luna le dio vuelta a la foto, atrás con tinta de plumón negro se leía:

"Hannah con los hermanos buscapleitos: Crabbe y Goyle."

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